Hoy en la temática dedicada a la Guerra Fría, traigo uno de esos títulos que casi todo el mundo conocerá pero que en su momento pasó sin pena ni gloria por las salas de cine. "K-19: The Widowmaker" (El enviudador) nos traslada a 1961, en uno de los momentos más tensos del conflicto entre el comunismo de la URSS y el capitalismo de los EEUU, y cuenta como sus principales bazas con dos actorazos como la copa de un pino: Harrison Ford y Liam Neeson. La película, además, fue el primer acercamiento de Kathryn Bigelow a los conflictos bélicos, antes de ser oscarizada por "En tierra hostil" y dirigir también "Zero Dark Thirty" sobre la Operación para dar caza y ejecutar a Bin Laden.
Ford/Neeson
La película nos vuelve a lanzar a bordo de un submarino con dos personajes opuestos entre sí, condenados a ser antagónicos pero a acabar a entenderse. Al más puro estilo Lancaster/Gable en "Torpedo" o Hackman/Washington en "Marea roja", ambos personajes son el primer y segundo oficial a bordo del K-19. Uno de ellos, el interpretado por Neeson viene de ser el primer oficial, pero por discrepancias con los altos jefes de la URSS acabará como segundo de un hombre duro y estricto como es Alexei Vostrikov (Ford). A partir de ahí tenemos al hombre que no traga la tripulación y al que estos querrían ver como su capitán, en una de aventuras submarinas con la guerra fría como telón de fondo.
Para ambos actores fue la primera (y hasta ahora única) incursión en el cine submarino, si bien ambos habían coqueteado a su manera con los conflictos bélicos. Por una parte, Ford formó parte de la "Fuerza 10 de Navarone" junto a Robert Shaw, tuvo un pequeñísimo papel en una de las joyas del cine bélico: "Apocalypse now" y fue piloto en la II Guerra Mundial en un triángulo amoroso con cine bélico de fondo como "La calle del adiós". Liam Neeson, por su parte, su único proyecto puramente bélico es su aparición como General MacArthur en la coreana "Operación Chromite"; si bien en "La lista de Schindler" la temática bélica estaba ligada con el holocausto y el nazismo, mientras que en "Michael Collins" nos trasladaba a la guerra de Independencia de Irlanda.
La Trama
El K-19 fue un submarino nuclear soviético que en su primera misión tenía por objetivo probar los misiles de largo alcance. Tras una serie de prácticas y lanzar en el ártico uno de esos misiles con satisfacción, sería destinado a una nueva misión cerca de las costas norteamericanas. Sin embargo, un fallo en la sala de reactor provocará que la tripulación deba enfrentarse titánicamente a una lucha contrarreloj por evitar que el submarino explote. Todo ello ante la atenta mirada de un oficial dispuesto a hundirse antes que entregar el buque al enemigo.
Sin lugar a dudas "K-19: The Widowmaker" es uno de esos largometrajes sobre submarinos tan efectivos como repleto de tópicos. Ya desde el inicio se nos muestra la camaradería a bordo de un submarino y el hecho de que el oficial que todos adoran sea relegado a un segundo plano para traer a un hombre que nos debe caer tan mal como cae a sus subordinados. Los marineros soviéticos serán sometidos a duras pruebas y el estrés hará mella provocando los primeros errores humanos que provocan heridos.
En todo momento el motín parece estar cociéndose en el ambiente, otro de esos tópicos del cine de submarinos (o de buques de guerra) donde el estricto oficial acaba llevando al límite a sus hombres, que hastiados de la situación tomarán cartas en el asunto. Aunque de manera escasa, llegaremos a ver un intento de motín que acabará frenando el propio Liam Neeson. Su personaje parece destinado a querer el mando del submarino. Sin embargo, es un hombre de ejército, y como tal es incapaz de desobedecer órdenes. Para ello hay una jerarquía, tal y como defendía incesantemente Burt Lancaster en "Torpedo".
Y tenemos la clásica escena de hundimiento. No, aquí el "K-19" no se hunde, pero no es menos cierto que el fallo mecánico y la manera de intentar solucionarlo a contrarreloj nos evoca a "Das Boot" y otros títulos sobre catástrofes submarinas como pudieran ser "Tragedia submarina" de John Ford o "Salida al amanecer". Aunque se intenta solucionar el problema sobre la superficie, la constante amenaza de una explosión está latente en el ambiente.
Precisamente dicha posible explosión nos lleva a otro de los momentos típicos de toda película sobre la Guerra Fría. Ese momento en el que la III Guerra Mundial y el apocalipsis están a la vuelta de la esquina. Bigelow, no obstante, no aprovecha en exceso ese argumento que, aunque repetitivo suele ser el alma de la fiesta en este tipo de películas, la que genera mayor suspense. Al final, puedes sufrir con la vida de esas pobres almas soviéticas, pero ayudaría mucho más si el espectador conoce de antemano la posibilidad de detonar un conflicto internacional con un mero error mecánico a bordo del submarino.
No es hasta casi al final cuando el hasta entonces estricto personaje de Ford nos muestra que el motivo de volverse a sumergir y arreglar nuevamente (aunque en esta ocasión bajo el agua) la avería no es otro que el de evitar que una explosión pueda destruir el buque norteamericano que les sigue de cerca proponiéndoles ayuda, una ayuda necesaria que el propio Ford declina constantemente, anteponiendo su patria y el submarino por encima de todas las cosas. Lógicamente, el personaje de Neeson es el contrapunto necesario para equilibrar los poderes.
Sin escenas de combate, y con los americanos sin aparecer apenas en escena, "K-19" es una historia de soviéticos contada con un reparto internacional pero liderado por dos anglosajones. Algo que puede no convencer del todo al público pero que no resultó para nada un error en "Enemigo a las puertas". En esta ocasión, Neeson y Ford dan el pego bastante bien, si bien no llegan a la soltura y al papelazo que realizaría Sean Connery en "La caza del Octubre rojo". Dos buenos actores cumpliendo con su cometido en una película que, para su desgracia, es más grande que lo que los personajes propongan.
Es en la acción a bordo del submarino, en esos hombres que se sacrifican (como en Chernobyl) para salvar al resto (y al submarino) exponiéndose a la radiación donde la película más interés genera en el espectador. Neeson y Ford cumplen con su cometido pero tal y como nos avisa el título, el "K-19" es el auténtico protagonista a lo largo y ancho de la película. Cuando el film entra en harina, con la tensión en el ambiente y el peligro constante, es cuando se convierte en otra típica película de submarinos pero que no decepcionará a los amantes del subgénero.
Es en ese tramo donde nos recuerda a otros títulos muy recomendables del género, y donde se gana el pan Bigelow en el que, no obstante, es su proyecto de carácter bélico menos logrado. Un entretenido viaje submarino rodado apenas dos años después de "U-571". Ha costado que el cine volviera a los submarinos. Las recientes "Kursk" o "El canto del lobo" así como la yankee "Hunter Killer" han recuperado un subgénero tan divertido y entretenido como repleto de suspense. "K-19" no pasa a la historia, no está entre las 10 mejores de la temática. Pero se disfruta igualmente.
A destacar, como comentario final, que la película costó alrededor de 100 millones de dólares y no recuperó lo invertido ni siquiera con la taquilla internacional, convirtiéndose en un pinchazo en taquilla. Puede que el hecho de no tener por protagonistas a norteamericanos influyera, sobretodo en la taquilla norteamericana. Suerte que Bigelow, reciclándose en un cine de menor presupuesto, tocaría el cielo con su siguiente largometraje.
Nota: 6
Lo Mejor: Todo el tramo posterior a la avería, con el sacrificio humano tan presente.
Lo Peor: Que no se arriesgue en exceso y no aporte nada nuevo al subgénero
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