Mañana es 4 de julio, día de la Independencia de los Estados Unidos. Día ideal para ver esa épica película titulada "Independence Day" donde los USA nos salvan, por enésima vez, en esta ocasión de un ataque alienígena. Pero dicha historia no tiene el poso suficiente (por mucho militar que salga) para ser incluida en este blog. La que sí tiene historia para contar, relacionada con la Guerra de la Independencia americana, es otra película de ese patriota americano nacido en Alemania: Roland Emmerich. Esa película no es otra que "El Patriota".
La película contó con Mel Gibson en el papel protagonista. Americano de nacimiento, aunque australiano de adopción, irlandés de pasaporte y patriota escocés en ese ya clásico que es "Braveheart". Pocos años después de ese exitazo se intentó calcar fórmula y en este caso Gibson es un patriota americano con todas las letras en esta historia sobre el poder de la familia: "Soy padre, no puedo permitirme el lujo de tener principios" (Benjamin Martin, su papel en la película).
Sinopsis
Benjamin Martin (Mel Gibson) es un padre de familia de Carolina del Sur, viudo, que vive con sus siete hijos y en su pasado combatió en la guerra de los siete años. Los rumores de un levantamiento son grandes, y en la reunión a la que asiste en Charlestown se acaba votando a favor de la guerra, a pesar de su negativa a combatir contra los británicos (a pesar de desear la independencia). Charlestown acabará cayendo ante los británicos en los primeros días, mientras que su hijo mayor, Gabriel (Heath Ledger), combatirá durante dos años con los continentales (independentistas).
Una noche, tras dos años, llega Gabriel, herido, a casa. Le asisten, mientras fuera la guerra acaba llegando a su casa con un sangriento combate. Por la mañana, un regimiento británico liderado por el Coronel William Tavington (Jason Isaacs) llega a casa. A pesar de que la familia Martin había ayudado a soldados de ambos bandos, Tavington ordena quemar la casa, matar a los soldados continentales heridos y llevarse, condenado a muerte, a Gabriel, acusándolo de traición (él solo estaba haciendo de correo). En la trifulca, el segundo de los hijos de Benjamin intentará rescatar a su hermano, siendo matado por el despiadado coronel británico.
Cuando los casacas rojas han marchado, y con la casa aún quemándose, el personaje de Gibson subirá a rescatar sus armas y, junto a su tercer y cuarto hijo, decide ir a la caza de los casacas rojas que llevan a su primogénito. En una escena en el bosque (ver Escenas), con astucia y mala baba, Benjamin consigue rescatar a su hijo y lanzar un mensaje al enemigo. El ejército británico le conocerá, entonces, como "El fantasma". Decide ir con su hijo Gabriel a la guerra, mientras el resto de su familia se quedará con su cuñada (Joelly Richardson) con la que tiene cierta relación de feeling un tanto extraña.
Es ascendido a Coronel y, con su hijo Gabriel a su lado, como cabo, y un francés, comienzan la ardua tarea de buscar milicianos para luchar no a campo abierto, si no como guerrillas, al ejército británico. Y, de esta manera, con su astucia y sus buenas ideas, descubren que la forma de luchar de él es la ideal para conseguir luchar a los casacas rojas. Al estilo de Robin Hood van acribillando al enemigo, o incluso permitiéndose el lujo de hacer estallar un barco con municiones. También consiguen secuestrar el correo y los dos perros del General Cornwallis (Tom Wilkinson).
Por el camino, al mismo tiempo, su hijo Gabriel acabará casándose con la mujer de la que ha estado enamorado siempre: Anne. Pero la guerra es dura, en una escaramuza son emboscados ellos mismos y unos cuantos mueren y otros serán hechos prisioneros. Para ir al rescate, Gibson va en solitario, con bandera blanca y acompañado de los dos perros para que Cornwallis acceda a hablar con él. Negocian un intercambio de prisioneros y cuando va a marchar se topa con el Coronel Tavington, a quien le prometerá que "acabará con su vida" antes de que acabe la guerra. Consigue salvar a los suyos, pero la estrategia de "engañar" a Cornwallis (al hacerle creer que tenía oficiales prisioneros para canjear) le saldrá cara, puesto que este, enrabietado dará vía libre a Tavington para hacer a su antojo.
Es así como Tavington comienza a matar a las familias de soldados milicianos, quemará la casa de la cuñada de Benjamin, intentando matar a sus hijos (por suerte consiguen huir junto a su tía) e incluso quemará en la iglesia a todo un poblado, donde vivía Anne, la mujer de Gabriel. Éste, atacado por la ira y acompañado por unos pocos, va a la caza de Tavington y los suyos. Una encarnizada batalla hará que finalmente queden vivos solo ellos dos. Gabriel dispara, y cuando va a matar de cerca a Tavington (muy peliculero, ¿por qué no pegarle un balazo?) este se gira y le clava la espada, saliendo vivo y habiendo matado hasta el momento a los dos hijos mayores de Benjamin.
Benjamin, tocado, decide dejar de combatir para centrarse en el resto de su familia. Pero por el camino descubrirá la bandera norteamericana que su hijo Gabriel encontró en una derrota y fue arreglando con el tiempo. La bandera le recordará a su hijo y, cabalgando con la misma, se unirá de nuevo al resto del ejército camino de una de las batallas más importantes de toda la guerra. Ahí se darán cita todos nuestros protagonistas. La milicia atacará por el centro, en primera persona, algo extraño en ellos, para poder efectuar dos disparos y batirse en retirada. En ese momento los británicos atacarán con todo. Pero, al otro lado de la colina aguarda el resto del ejército Continental, en una trampa que provocará desajustes en los casacas rojas (y que recuerda a la táctica empleada por los británicos en Waterloo, tal y como comenté en el análisis del mes pasado).
En medio de la batalla, Tavington y Benjamin cruzan las miradas. Éste último va con todo a por su enemigo número uno cuando Vileneuve (el oficial francés) le avisa de que la línea e está quebrando. Gibson se olvida por un momento de su vendetta y se convierte, ahí sí, en un perfecto patriota, atacando bandera en mano al enemigo para enaltecer a sus tropas. El valor del patriota número uno (y del antibritánico número uno) hará que hasta el más cobarde del batallón se envalentone y ataque junto a él. Después de haber encarrilado la victoria bandera en mano, se vuelve a centrar en su archienemigo Tavington, con quien luchará a muerte. Y cuando este le tiene ganado, de espaldas y solo falta la estocada final, lanza el clásico discurso peliculero y comete el mismo error que Gabriel, creer que le tiene vencido. Benjamin se girará y acabará con él, recordándole lo que ha hecho a sus hijos.
En el epílogo se nos cuenta como se ganó la guerra, y como este volvió a su hogar, un nuevo hogar en construcción con ayuda de los milicianos con los que combatió y que aún estaban vivos (entre ellos un negro que, tras cumplir su año de militar que le otorgaba la libertad, continuó luchando por esa nueva nación. Guiño al esclavismo en toda regla). Ahí vivirá con sus cinco hijos vivos y con su cuñada, con la que está enamorado, que hará de madre de los niños.
Escena
Dentro de la espectacularidad de algunos combates, toca narrar la escena de la emboscada que Benjamin Martin y dos de sus hijos ejecutan contra un grupo nutrido de casacas rojas. ¿Fantasmada? Toda, ¿Épica?, con la música de John Williams, siempre. Podemos creernos poco la secuencia y la película, pero quien disfrute de este tipo de escenas, aquí tiene todos los ingredientes.
El padre de familia va al rescate de su hijo, condenado a muerte. Coge a sus dos hijos disponibles (las niñas se quedan en casa) tras la muerte de su segundo hijo y por el bosque atajan para preparar (con prisas) la emboscada. Desde un único flanco, pero Benjamin coloca armas en dos puntos estratégicos y va moviéndose de un punto a otro para despistar al enemigo. Al mismo tiempo, uno de sus hijos dispara mientras el otro le va cargando el otro arma. De esta manera se aseguran, disparando apenas dos personas, que haya tiros desde diferentes puntos con una cadencia suficiente para despistar al enemigo.
El éxito inicial, el factor sorpresa, se pierde al poco rato (tras haber matado a, mínimo, la mitad de los casacas rojas) y es entonces cuando Mel Gibson va, estilo William Wallace, con todo, con el machete indio de la guerra de los siete años, para matar a quemarropa y despiadadamente al resto de los británicos, que acabarán bautizándole como "El fantasma". Como colofón final, el último británico vivo amenaza, cuchillo en mano, a su hijo Gabriel. Gibson, sin titubear, lanza el hacha a pleno centro de la cabeza del británico, aun a riesgo de poder herir a su hijo.
Destacar que, previo a esa secuencia, la familia, cómodamente sentada en casa observa como, con nocturnidad, británicos y continentales se enfrentan en una batalla a escasos metros de su hogar. Al amanecer, numerosos heridos de ambos bandos están siendo atendidos por la familia Martin y por libertos (negros que sirven a la familia, pero no son esclavos), cuando hace aparición el malo por excelencia de la película.
Crítica
Podemos criticar, sin ningún tipo de pudor, la veracidad de lo que "El patriota" nos vende. Coge hechos históricos reales, los junta y cuenta a su manera para que en una película de poco menos de tres horas nos abarque la Guerra de Independencia en pequeños flashazos, quedando claro que al final se ganó la guerra. Podemos dudar, también, del envoltorio en el que se nos vende el producto, repleto de topicazos por todos los costados.
En este apartado tenemos a un padre de familia dolido por la muerte de sus hijos y obligado a combatir primero para vengar a su hijo y, posteriormente, por el patriotismo de su hijo Gabriel recientemente fallecido, unido a la particular vendetta. Tenemos a un malo malísimo, un auténtico hijo de... que le importa todo poco con tal de matar a sangre fría a la gente, o quemarles en una iglesia. Tenemos a un oficial superior británico que, a pesar de su fama en el combate, es vendido como un papanatas que cada vez que aparece en pantalla provoca algún que otro chiste... en definitiva, todo guionizado con trazos gordos.
Porque el guión no es el fuerte de "El patriota", ni mucho menos. Esbozos, recortes para presentar a los diferentes personajes y, a partir de ahí, montar una película épica. Porque ahí es donde gana holgadamente "El patriota", sus espectaculares secuencias de combate, con especial mención a que se vean las balas de cañón, o a no cortarse un pelo en según que escenas gore, ayudan junto a la épica banda sonora de un John Williams que es un seguro de vida para estos menesteres.
Mel Gibson aún en su momento de éxito, como cabeza de cartel visible y un joven prometedor como Heath Ledger lideran, sin duda alguna, una película bien hecha como entretenimiento veraniego. Es un blockbuster pero de cine épico, el equivalente a grandes títulos como "El Álamo". No llega a la altura del film de Wayne, pero por el camino uno queda satisfecho ante ese amago de libro de historia que representa "El patriota".
Un film que, como su título indica, es patriotero, mentiroso en lo que toca, y que (como casi todo el cine de Emmerich) se centra en pocos personajes pero siempre los ubica en escenarios mastodónticos (el fin de los días una y otra vez o toda una guerra de Independencia con sus puntos álgidos. Todo bien aderezado y concluyendo con una épica batalla final. Sí, con el particular duelo entre el bien y el mal, o Gibson Vs Inglaterra (recurrente) en medio de la batalla para darle al espectador medio lo que pide. A fin de cuentas la película no va de un tío que luchó por la Independencia de su país, si no de un padre que luchó por su familia y por vengarse de la muerte de sus hijos. El resultado satisface, no como cuando la vi en cines en mi adolescencia, pero aún se deja ver como un buen entretenimiento. Eso sí, si alguno pide veracidad y menos maniqueísmo en sus secuencias, recordarles que estamos ante un film de Emmerich, con ello queda todo dicho.
Nota: 6,5
Lo Mejor: La escena de la emboscada y los combates en general
Lo Peor: Personajes escritos con trazos demasiado gruesos
La película contó con Mel Gibson en el papel protagonista. Americano de nacimiento, aunque australiano de adopción, irlandés de pasaporte y patriota escocés en ese ya clásico que es "Braveheart". Pocos años después de ese exitazo se intentó calcar fórmula y en este caso Gibson es un patriota americano con todas las letras en esta historia sobre el poder de la familia: "Soy padre, no puedo permitirme el lujo de tener principios" (Benjamin Martin, su papel en la película).
Sinopsis
Benjamin Martin (Mel Gibson) es un padre de familia de Carolina del Sur, viudo, que vive con sus siete hijos y en su pasado combatió en la guerra de los siete años. Los rumores de un levantamiento son grandes, y en la reunión a la que asiste en Charlestown se acaba votando a favor de la guerra, a pesar de su negativa a combatir contra los británicos (a pesar de desear la independencia). Charlestown acabará cayendo ante los británicos en los primeros días, mientras que su hijo mayor, Gabriel (Heath Ledger), combatirá durante dos años con los continentales (independentistas).
Una noche, tras dos años, llega Gabriel, herido, a casa. Le asisten, mientras fuera la guerra acaba llegando a su casa con un sangriento combate. Por la mañana, un regimiento británico liderado por el Coronel William Tavington (Jason Isaacs) llega a casa. A pesar de que la familia Martin había ayudado a soldados de ambos bandos, Tavington ordena quemar la casa, matar a los soldados continentales heridos y llevarse, condenado a muerte, a Gabriel, acusándolo de traición (él solo estaba haciendo de correo). En la trifulca, el segundo de los hijos de Benjamin intentará rescatar a su hermano, siendo matado por el despiadado coronel británico.
Cuando los casacas rojas han marchado, y con la casa aún quemándose, el personaje de Gibson subirá a rescatar sus armas y, junto a su tercer y cuarto hijo, decide ir a la caza de los casacas rojas que llevan a su primogénito. En una escena en el bosque (ver Escenas), con astucia y mala baba, Benjamin consigue rescatar a su hijo y lanzar un mensaje al enemigo. El ejército británico le conocerá, entonces, como "El fantasma". Decide ir con su hijo Gabriel a la guerra, mientras el resto de su familia se quedará con su cuñada (Joelly Richardson) con la que tiene cierta relación de feeling un tanto extraña.
Es ascendido a Coronel y, con su hijo Gabriel a su lado, como cabo, y un francés, comienzan la ardua tarea de buscar milicianos para luchar no a campo abierto, si no como guerrillas, al ejército británico. Y, de esta manera, con su astucia y sus buenas ideas, descubren que la forma de luchar de él es la ideal para conseguir luchar a los casacas rojas. Al estilo de Robin Hood van acribillando al enemigo, o incluso permitiéndose el lujo de hacer estallar un barco con municiones. También consiguen secuestrar el correo y los dos perros del General Cornwallis (Tom Wilkinson).
Por el camino, al mismo tiempo, su hijo Gabriel acabará casándose con la mujer de la que ha estado enamorado siempre: Anne. Pero la guerra es dura, en una escaramuza son emboscados ellos mismos y unos cuantos mueren y otros serán hechos prisioneros. Para ir al rescate, Gibson va en solitario, con bandera blanca y acompañado de los dos perros para que Cornwallis acceda a hablar con él. Negocian un intercambio de prisioneros y cuando va a marchar se topa con el Coronel Tavington, a quien le prometerá que "acabará con su vida" antes de que acabe la guerra. Consigue salvar a los suyos, pero la estrategia de "engañar" a Cornwallis (al hacerle creer que tenía oficiales prisioneros para canjear) le saldrá cara, puesto que este, enrabietado dará vía libre a Tavington para hacer a su antojo.
Es así como Tavington comienza a matar a las familias de soldados milicianos, quemará la casa de la cuñada de Benjamin, intentando matar a sus hijos (por suerte consiguen huir junto a su tía) e incluso quemará en la iglesia a todo un poblado, donde vivía Anne, la mujer de Gabriel. Éste, atacado por la ira y acompañado por unos pocos, va a la caza de Tavington y los suyos. Una encarnizada batalla hará que finalmente queden vivos solo ellos dos. Gabriel dispara, y cuando va a matar de cerca a Tavington (muy peliculero, ¿por qué no pegarle un balazo?) este se gira y le clava la espada, saliendo vivo y habiendo matado hasta el momento a los dos hijos mayores de Benjamin.
Benjamin, tocado, decide dejar de combatir para centrarse en el resto de su familia. Pero por el camino descubrirá la bandera norteamericana que su hijo Gabriel encontró en una derrota y fue arreglando con el tiempo. La bandera le recordará a su hijo y, cabalgando con la misma, se unirá de nuevo al resto del ejército camino de una de las batallas más importantes de toda la guerra. Ahí se darán cita todos nuestros protagonistas. La milicia atacará por el centro, en primera persona, algo extraño en ellos, para poder efectuar dos disparos y batirse en retirada. En ese momento los británicos atacarán con todo. Pero, al otro lado de la colina aguarda el resto del ejército Continental, en una trampa que provocará desajustes en los casacas rojas (y que recuerda a la táctica empleada por los británicos en Waterloo, tal y como comenté en el análisis del mes pasado).
En medio de la batalla, Tavington y Benjamin cruzan las miradas. Éste último va con todo a por su enemigo número uno cuando Vileneuve (el oficial francés) le avisa de que la línea e está quebrando. Gibson se olvida por un momento de su vendetta y se convierte, ahí sí, en un perfecto patriota, atacando bandera en mano al enemigo para enaltecer a sus tropas. El valor del patriota número uno (y del antibritánico número uno) hará que hasta el más cobarde del batallón se envalentone y ataque junto a él. Después de haber encarrilado la victoria bandera en mano, se vuelve a centrar en su archienemigo Tavington, con quien luchará a muerte. Y cuando este le tiene ganado, de espaldas y solo falta la estocada final, lanza el clásico discurso peliculero y comete el mismo error que Gabriel, creer que le tiene vencido. Benjamin se girará y acabará con él, recordándole lo que ha hecho a sus hijos.
En el epílogo se nos cuenta como se ganó la guerra, y como este volvió a su hogar, un nuevo hogar en construcción con ayuda de los milicianos con los que combatió y que aún estaban vivos (entre ellos un negro que, tras cumplir su año de militar que le otorgaba la libertad, continuó luchando por esa nueva nación. Guiño al esclavismo en toda regla). Ahí vivirá con sus cinco hijos vivos y con su cuñada, con la que está enamorado, que hará de madre de los niños.
Escena
Dentro de la espectacularidad de algunos combates, toca narrar la escena de la emboscada que Benjamin Martin y dos de sus hijos ejecutan contra un grupo nutrido de casacas rojas. ¿Fantasmada? Toda, ¿Épica?, con la música de John Williams, siempre. Podemos creernos poco la secuencia y la película, pero quien disfrute de este tipo de escenas, aquí tiene todos los ingredientes.
El padre de familia va al rescate de su hijo, condenado a muerte. Coge a sus dos hijos disponibles (las niñas se quedan en casa) tras la muerte de su segundo hijo y por el bosque atajan para preparar (con prisas) la emboscada. Desde un único flanco, pero Benjamin coloca armas en dos puntos estratégicos y va moviéndose de un punto a otro para despistar al enemigo. Al mismo tiempo, uno de sus hijos dispara mientras el otro le va cargando el otro arma. De esta manera se aseguran, disparando apenas dos personas, que haya tiros desde diferentes puntos con una cadencia suficiente para despistar al enemigo.
El éxito inicial, el factor sorpresa, se pierde al poco rato (tras haber matado a, mínimo, la mitad de los casacas rojas) y es entonces cuando Mel Gibson va, estilo William Wallace, con todo, con el machete indio de la guerra de los siete años, para matar a quemarropa y despiadadamente al resto de los británicos, que acabarán bautizándole como "El fantasma". Como colofón final, el último británico vivo amenaza, cuchillo en mano, a su hijo Gabriel. Gibson, sin titubear, lanza el hacha a pleno centro de la cabeza del británico, aun a riesgo de poder herir a su hijo.
Destacar que, previo a esa secuencia, la familia, cómodamente sentada en casa observa como, con nocturnidad, británicos y continentales se enfrentan en una batalla a escasos metros de su hogar. Al amanecer, numerosos heridos de ambos bandos están siendo atendidos por la familia Martin y por libertos (negros que sirven a la familia, pero no son esclavos), cuando hace aparición el malo por excelencia de la película.
Crítica
Podemos criticar, sin ningún tipo de pudor, la veracidad de lo que "El patriota" nos vende. Coge hechos históricos reales, los junta y cuenta a su manera para que en una película de poco menos de tres horas nos abarque la Guerra de Independencia en pequeños flashazos, quedando claro que al final se ganó la guerra. Podemos dudar, también, del envoltorio en el que se nos vende el producto, repleto de topicazos por todos los costados.
En este apartado tenemos a un padre de familia dolido por la muerte de sus hijos y obligado a combatir primero para vengar a su hijo y, posteriormente, por el patriotismo de su hijo Gabriel recientemente fallecido, unido a la particular vendetta. Tenemos a un malo malísimo, un auténtico hijo de... que le importa todo poco con tal de matar a sangre fría a la gente, o quemarles en una iglesia. Tenemos a un oficial superior británico que, a pesar de su fama en el combate, es vendido como un papanatas que cada vez que aparece en pantalla provoca algún que otro chiste... en definitiva, todo guionizado con trazos gordos.
Porque el guión no es el fuerte de "El patriota", ni mucho menos. Esbozos, recortes para presentar a los diferentes personajes y, a partir de ahí, montar una película épica. Porque ahí es donde gana holgadamente "El patriota", sus espectaculares secuencias de combate, con especial mención a que se vean las balas de cañón, o a no cortarse un pelo en según que escenas gore, ayudan junto a la épica banda sonora de un John Williams que es un seguro de vida para estos menesteres.
Mel Gibson aún en su momento de éxito, como cabeza de cartel visible y un joven prometedor como Heath Ledger lideran, sin duda alguna, una película bien hecha como entretenimiento veraniego. Es un blockbuster pero de cine épico, el equivalente a grandes títulos como "El Álamo". No llega a la altura del film de Wayne, pero por el camino uno queda satisfecho ante ese amago de libro de historia que representa "El patriota".
Un film que, como su título indica, es patriotero, mentiroso en lo que toca, y que (como casi todo el cine de Emmerich) se centra en pocos personajes pero siempre los ubica en escenarios mastodónticos (el fin de los días una y otra vez o toda una guerra de Independencia con sus puntos álgidos. Todo bien aderezado y concluyendo con una épica batalla final. Sí, con el particular duelo entre el bien y el mal, o Gibson Vs Inglaterra (recurrente) en medio de la batalla para darle al espectador medio lo que pide. A fin de cuentas la película no va de un tío que luchó por la Independencia de su país, si no de un padre que luchó por su familia y por vengarse de la muerte de sus hijos. El resultado satisface, no como cuando la vi en cines en mi adolescencia, pero aún se deja ver como un buen entretenimiento. Eso sí, si alguno pide veracidad y menos maniqueísmo en sus secuencias, recordarles que estamos ante un film de Emmerich, con ello queda todo dicho.
Nota: 6,5
Lo Mejor: La escena de la emboscada y los combates en general
Lo Peor: Personajes escritos con trazos demasiado gruesos
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