"Boinas verdes" (John Wayne, 1968)

Corría 1967 y en Estados Unidos la opinión pública rechazaba el conflicto de Vietnam, donde miles de jóvenes americanos vieron sesgadas sus vidas. Fue entonces cuando el mayor patriota americano de aquellos tiempos, el cowboy por excelencia John Wayne se puso manos a la obra, y al servicio del Gobierno, para contribuir con la causa y realizar una película que defendiera la intervención norteamericana en la guerra. Fue el primer gran título sobre Vietnam... pero fue duramente criticado por remar contracorriente.

Proyecto
Uno de los hijos de Wayne, Michael, produjo la cinta, mientras que Wayne, ya entradito en edad se encargo de dirigirla (recordemos que ya se estrenó tras las cámaras con "El Álamo", película que obtuvo gran éxito y fue nominada al Óscar de Mejor film) y de reservarse el papel protagonista de la misma. Otro de los hijos de Wayne, Patrick, tuvo un pequeño papel en la película, con lo cual estamos ante una producción familiar. Como es lógico, llegaría ayuda del Gobierno para poder llevar a cabo la producción, por la cuenta que les traía.


El armamento propagandístico más importante estaba en marcha, tal y como el cine había hecho en la guerra Santa denominada Segunda Guerra Mundial, y tal y como haría también en cierto modo con Corea, más dedicada a narrar hazañas bélicas a posteriori debido a la escasa repercusión histórica de dicho conflicto. Pero, cuando Vietnam se convirtió en todo un infierno y la guerra se eternizaba, tocó llevar a cabo una producción de este estilo. Para ello, el guión fue bien básico, mostrando la guerra de Vietnam del mismo modo que se narraron las historias de hazañas bélicas de los años 40, con unos buenos y unos rematadamente malos... y como si de un Western de indios y vaqueros se tratase.

Sinopsis
El inicio nos muestra claramente quienes son los buenos, y quienes dudan de ellos. Los periodistas no ven con buenos ojos el conflicto, mientras miembros de los Boinas verdes (llamémoslos ejército de caballería) se encargan de demostrar con argumentos muy detallados la gran labor humanitaria que se ejerce allí. Ante las insistentes preguntas de un periodista tocanarices, el bueno del Coronel Kirby (John Wayne), auténtico cazador de apaches en sus ratos libres, con no pocas cabelleras a sus espaldas (y unas cuantas primaveras de más) le echa en cara no haber estado en el sudeste asiático antes de opinar.

Tras reclutar a un auténtico buscavidas y ascenderlo a sargento por sus dotes de mangante (Petersen), Kirby y su caballería son enviados a territorio comanche, de lleno al fregado de Vietnam, donde estarán al cargo de cuidar de un campamento de vietnamitas buenos, que son atacados a diario por los indios del Norte, auténticos indios malos que, por si fuera poco, recibían dinero y armas de los comunistas, justificando así su santa cruzada. A ellos se les sumará el periodista tocanarices, que quiere ver in situ como es la guerra de Vietnam y la labor yankee en el lugar. Poco a poco este personaje irá pasando del horror ante lo que hacen unos, para acabar abrazando el "U-S-A" y declarando que lo que hacen allí los americanos es claramente necesario.

Bajo el nombre de Dodge City, el campamento vietnamita es defendido como se puede. Se aumentan las vigilancias y el entramado defensivo y poco a poco conoceremos a los diferentes miembros que conviven en el fuerte. Entre ellos un indio nativo (de los buenos) que solo quiere que acabe la guerra y volver a casa, y está empeñado en cortar cabelleras. También tendremos la tierna imagen de la infancia reflejada en un niño del que poco a poco se hará amigo el buscavidas Petersen, el tío que debe caer simpático de toda la caballería. Entre los secundarios, también tenemos a Aldo Ray de por medio, así que, ¿qué podría fallar?.

Un ataque nocturno a traición deja algunas víctimas, como la del capitán del fuerte, y deja claro que hay un traidor entre ellos que sabe donde están los principales barracones. Al día siguiente el Sargento Mayor (Aldo Ray) acabará pillando al impostor, que será (en off) ferozmente ajusticiado para mosqueo del periodista. Pronto, como hemos dicho, cambiará de opinión, cuando llegan al fuerte aldeanos de una tribu cercana, cuyo gran jefe tiene una nieta herida. Curan a la nieta y vuelven a la aldea. Al día siguiente el séptimo de caballería irá a rescatarles, pero cuando llegan, el abuelo ha sido ferozmente asesinado y la niña, abandonada en la jungla... muerta. Ahí cambia de opinión radicalmente el periodista, que ve lo salvajes que son los indios del lugar para con ellos mismos.

Llega el ataque nocturno de los feroces indios y asistimos a la gran secuencia bélica de la película, que merece la pena. Los indios atacan el fuerte con todo. Los soldados se defienden como pueden, incluso teniendo infiltrados entre ellos a unos cuantos indios que resultan ser malos y acabarán con la vida del Sargento Provo, uno de esos personajes hechos para caernos simpáticos. Tras una dura y feroz batalla se ven obligados a salir del fuerte y llegará entonces el séptimo de caballería al rescate que desde el aire destrozará al enemigo, que se había apoderado, ya siendo el amanecer tras largas horas de combate, del fuerte.

Tras esta gran batalla, y restablecido el orden general, al Coronel Kirby se le encomienda la misión de ir a secuestrar al gran jefe indio de los ejércitos del Norte. Con ayuda de una joven vietnamita (cuñada del gran comandante vietnamita) conseguirán entrar en el cuartel general enemigo. Antes, eso sí, vemos como Rambo muere en acción, tras cargarse a cinco indios él solito a golpes, machetes, e incluso clavando a un enemigo de una rama (aplausos). Llegan, consiguen secuestrar al gran jefe indio y marchan, todo muy fácil. En su huida destruirán un puente para evitar ser perseguidos y, con toda la misión exitosamente completada, morirá Petersen víctima de una trampa en una de las muertes más salvajes jamás vistas en el cine bélico. Volverán a casa, y allí les espera el joven niño, que helicóptero a helicóptero buscará a su amigo... finalmente el Coronel Kirby irá a consolarle, y a prometerle que continuarán en la guerra por gente como él, que les necesita.

Anécdotas
La película tiene un claro argumento que podría salir de cualquier película de las rodadas en los años 40. Los buenos, tan buenos, ayudando a los malos en su tierra. El enemigo acechándoles, siendo más salvaje que ellos. Y, ante todo buen humor en algunos momentos, como los de Petersen robando armas o el del Sargento Provo, preocupado por que al morir su nombre no servirá para una calle ni nada por el estilo, como el de otros muertos en la guerra. Finalmente, cuando muere, pedirá a Kirby un último favor. La siguiente escena nos muestra como a unas letrinas les ponen el nombre de Sargento Provo, ahí sí que "pega" el nombre.

Cabe destacar la muerte de Petersen como una de las más salvajes del cine. Un personaje que nos cae simpático, con la misión ya cumplida, y cae en una trampa vietcong. Sin darle tiempo una cuerda le agarra del tobillo y le lleva rodando hasta una mortífera trampa repleta de estacas de madera donde quedará clavado. La imagen es claramente horrorosa, y contrasta con el happy end que parecía tener la película. Muere el personaje que se hace cargo de un niño, dejándole nuevamente huérfano. La imagen final, de Wayne consolándole, hablando con él mientras se acercan a la playa, esperanzadora playa, es preciosa a pesar del contenido propagandístico del largometraje.

Esa muerte con la labor realizada nos puede recordar a la que el propio Wayne tuvo en "Arenas sangrientas". Cuando el personaje nos cae bien y cae bien a su tropa, con la misión en el Suribachi realizada, es acribillado por la espalda, a traición, por un rezagado y traicionero japonés. No será el único momento que nos recuerde al cine de los cuarente, puesto que la barbarie en al aldea vietnamieta con un periodista totalmente enrabietado por las fechorías enemigas, podría recordar a la de "Objetivo: Birmania", donde tras ver a sus compañeros mutilados por el enemigo, el periodista que les acompaña dirá aquello de "Borradlos de la faz de la tierra".

Algunas de las frases manidas de la película para promocionarse y publicar a los cuatro vientos la gran labor americana son: "Es difícil de hablar hasta que no has estado allí y lo has visto" (Kirby); otras del estilo de "Un soldado va donde se le ordena y lucha donde se le ordena"; o una tan clarividente como "Haremos muchos campamentos. Daremos su merecido al Vietcong".

La Escena
Pero, sin duda, la gran escena bélica de la película, rambo aparte, es ese ataque nocturno al campamento. He de decir que no recordaba gran cosa de la película y me sorprendió gratamente. Un ataque nocturno que acaba al amanecer. Los vietcong saliendo de la jungla y los valientes americanos resistiendo desde sus posiciones. Mientras tanto, el helicóptero en el que viajaba Wayne (que estaba fuera del campamento) cae a tierra, teniendo que ser rescatado del ataque enemigo.

Una vez dentro del campamento resisten como pueden. Y tras más de veinte minutos de intenso combate, que en la realidad han sido horas. Con víctimas como la del perrito que tiene el niño, o el sargento Provo (traicionado por vietnamitas que teóricamente eran aliados), se ven obligados a salir de allí no sin antes haber defendido con un cordón a los aldeanos para que pudieran huir. Una vez fuera, llega un avión a ayudarles y acribillan desde el aire a todos los vietcong, que se habían apoderado del campamento.

Crítica
"¿Los indios? Los cara amarillas son los indios". La frase la suelta Pedazo de Animal en "La chaqueta metálica" mientras Stanley Kubrick rueda un reportaje de la guerra de vietnam dentro de su propio acercamiento al conflicto. Pero nos sirve que ni pintado para hablar de "Boinas verdes", porque, en efecto, estamos ante un western de corte clásico en gran parte de la película, con los americanos siendo los buenos que ayudan a los nativos y a los colonos, a los indios que son el despiadado enemigo, y a un fuerte como lugar común para la gran batalla que debe tener lugar de un momento a otro.

En ese sentido, la película no es mala si consideramos que coge el ABC del cine de los años 40, con indios... o sin ellos. Porque el cine propagandístico de la II Guerra Mundial, al que se podría hacer extensible un título como "Arenas sangrientas" estrenado ya en 1949 pero con los mismos argumentos que hubiera defendido cuatro años antes, tiene claras las mismas pretensiones y puesta en escena. En ese aspecto "Boinas verdes" no desentona. Si la ponemos en blanco y negro y con japoneses en lugar de vietnamitas, y rodada veinte años antes, tendríamos un interesante ejercicio de propaganda bélica bien llevado a cabo.

El problema principal de la película es que llegó en 1968 para defender una cruzada particular del Gobierno de Estados Unidos que no tenía la misma repercusión santificadora que tuvo la II Guerra Mundial. Meter al comunismo de por medio para justificar la muerte de jóvenes americanos en una guerra fría que, como tal, siempre fue fría en el duelo directo USA-URSS solo sirve para querer echar más leña al fuego y eternizar un conflicto que no valía la pena eternizar.

"Boinas verdes" cae en su propia trampa (al igual que el personaje de Petersen) por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. Una película chapada a la antigua que no logró su lugar en el mundo cinematográfico por culpa de no saber adaptarse a los tiempos o, más bien, por ir contracorriente a favor de una guerra en la cuál la opinión pública ya había dictaminado sentencia claramente en contra.

Aún así queda una película resultona, para mi gusto algo larga en algunos momentos, y con una escena de acción final un tanto pobre, pero que tiene como puntos a favor una gran batalla bélica en el campamento, una buena dosis de humor y escenas simpáticas, reconocidos actores... y un final, con Wayne y el niño, realmente bueno a pesar del claro mensaje que intenta desprender. Es un aceptable film bélico, pero fallido intento de lanzar un mensaje a la población.

Nota: 5

Lo Mejor: La larga escena bélica
Lo Peor: Que pretendiera tomar por estúpidos a los espectadores de la época.



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