Volvemos al cine bélico clásico rodado durante la Guerra, y volvemos al Pacífico brevemente (a partir de ahora se irán alternando con mayor asiduidad todos los frentes) para hablar de Birmania, un territorio del que los japoneses expulsaron a los británicos al inicio de la guerra y que, tras años y años de larga campaña, se consiguió recuperar, siendo enclave importante para poder ayudar a China, tal y como nos lo explica en su introducción el clásico de Raoul Walsh "Objetivo: Birmania".
Dos son los grandes títulos sobre la campaña birmana, este film de 1945 y el que en 1970 Sam Fuller dedicó a los hombres de Merrill: "Invasión en Birmania", este sí que contando con hechos reales, a diferencia de la película de Walsh, puro cine propagandístico y que aprovechaba la invasión birmana para hablar de una Operación a gran escala, pero amparándose en hechos ficticios.
Rodaje
Raoul Walsh tras las cámaras y el actor fetiche de este en la Warner, Errol Flynn, como protagonista. Esta pareja protagonizó grandes tardes en nuestra infancia, sobretodo con la película en cuestión. Fue rodada en California a pesar de que parece realmente que están en la jungla birmana, y, como detalle, se dice que Errol Flynn le sugirió la idea de que no se hablara en la jungla, aprovechando los sonidos ambiente (animales generados para mostrar lo peligroso de la jungla) y la Banda Sonora. Otro detalle a tener en cuenta es que fue prohibida en Gran Bretaña durante largo tiempo debido a que los protagonistas son íntegramente norteamericanos en un conflicto contra los japoneses en el cuál la mayoría de los que combatieron fueron británicos.
Sinopsis
Birmania es un lugar importante en el mapa. Los aliados habían sido expulsados cuando en 1944 se intentó una gran ofensiva, no era la primera vez que se intentaba. En medio de ese intento de invasión se da luz verde a la Operación Robin Rojo. El Capitán Nelson (Errol Flynn) y sus hombres son lanzados en paracaidas en territorio enemigo. ¿El objetivo? Destruir una estación de radar y salir corriendo y ser rescatados por un avión. Pan comido. Junto a ellos irá en la misión un periodista con el objetivo de contarnos las andanzas y aventuras del pelotón.
Una vez en tierra, comienzan su periplo por la jungla y rápidamente dan con unos cables. Siguiéndolos llegarán a la Estación de radar y, una vez allí, aprovechando que los soldados japoneses están de parranda (¿comiendo?) todos en un barracón, toman posiciones y lanzan un ataque despiadado. Cero bajas y el enemigo completamente aniquilado. La estación, obviamente, destruida. Misión cumplida sin un rasguño, pero, aquí comienza realmente la aventura de la película.
Tienen que huir mientras los japoneses envían numerosas tropas a buscarles y darles caza. Llegan a la posición donde serán rescatados pero, junto a ellos, los japoneses al acecho. El capitán Nelson indica al avión (vía radio) que vayan a una nueva ubicación de aquí a unos días. Eso sí, estos les envían provisiones para sobrevivir unos días más en la jungla. Nelson decide dividir el grupo en dos para que, de esta manera, al menos uno de los dos grupos tenga éxito y pueda informar de paradero del otro.
Como sucede en las películas de terror, la idea no es tan buena. Al llegar al punto de reunión el "otro" grupo no aparece. Únicamente aparece un hombre, herido, que les indica que los japoneses les pillaron y les han acribillado, una encerrona. Nuevamente el avión no puede hacer nada más que lanzarles víveres y buscar una nueva posición cuatro días después. La paciencia comienza a agotarse.
Con los japoneses en los talones (brillante como en una secuencia un americano rompe una rama y a través del río esta acaba llegando al punto de los japoneses que, de este modo, descubren que van por el buen camino), el grupo llega a una aldea birmana. Los birmanos están encantados con su llegada y les indican que en la aldea hay un grupo reducido de japoneses. Consiguen sin problemas acabar con ellos y ahí contemplan, horrorizados, como los japoneses han torturado y destrozado (literalmente) a sus compañeros. Los japoneses llegarán en ese momento y tocará defenderse antes de la huida.
En el Cuartel General reciben la orden de que Nelson y los suyos continúen en la jungla y no sean evacuados, cambiando el rumbo al Norte. El avión de rescate les lanza víveres y les comunica la nueva posición. Pero cuando van a recoger los alimentos y el agua son sorprendidos por los japoneses, sufriendo pérdidas y teniendo que continuar su camino sin poder comer. Además, la radio queda destruida en ese momento, perdiendo el contacto con el avión.
Sin radio, sin víveres, días después Nelson intenta con un espejo llamar la atención del avión. Es en balde, y algunos empiezan a enloquecer, con especial mención al periodista que ya no puede caminar y tienen que tirar de él. Llegarán a una colina, punto en el que teóricamente deberán ser rescatados y deciden cavar trincheras y esperar ahí al enemigo. El periodista muere, víctima de la falta de fuerzas y los pocos hombres que quedan, exhaustos se disponen a aguantar.
Llega la noche y el enemigo japonés intenta sorprenderles. Consiguen matar a uno de los hombres de Nelson pero otro no llega a picar (un japonés, haciéndose pasar por compañero suyo le dice que todo va bien, "Joe", pero él no se llama Joe, lo cual le hace sospechar y dejarle un pequeño regalito al nipón). Ahí, tras esa explosión, comienza el espectáculo nocturno con los japoneses atacando la posición aliada. Resisten ferozmente, obligando a los japoneses a retirarse. A la mañana siguiente llegan los refuerzos, la gran invasión ha comenzado. El objetivo real de la misión de Nelson y los suyos era allanar el terreno previo a la auténtica invasión a Birmania. En total, solo sobreviven once hombres, menos de la mitad de los que iniciaron la aventura.
Frases
Uno de los puntos fuertes de la película son sus frases puntiagudas con cierto tono jocoso. Cuando el personaje interpretado por Errol Flynn va a enseñarles un enorme mapa de la zona y sus soldados se abalanzan para contemplarlo, este les dirá: "Tranquilos, que aquí hay ensalada para todos"; o cuando el periodista le pregunta a ver qué pasará si no se le abre el paracaidas, nuestro querido diablo de tasmania le espetará con humor: "Entonces llegará a tierra antes que nosotros".
Pero no solo de humor vive la película. La salvaje frases antijaponesa que lanza el periodista al contemplar las fechorías del enemigo le llevan a decir en un largo discurso que hay que "borradlos de la faz de la tierra"; por último, destacar esa frase final de Errol Flynn hablando de lo que ha costado la misión: "aquí está el precio. No mucho, que digamos. Un puñado de americanos".
Escenas
Sin duda alguna, la secuencia más impactante de la película es la de la aldea. Ahí descubren como los japoneses han descuartizado a sus compañeros. No se llega a ver el rostro de ninguno, pero Walsh se las ingenia para dotar de crudeza y realismo al asunto. Las caras desencajadas de quienes contemplan la barbarie y la forma de enloquecer del periodista pidiendo que exterminen a todos los japoneses hablan a las claras de tales fechorías.
Junto a ello, la batalla final a la colina es digna de mención. Secuencia bélica corta pero que llama poderosamente la atención. El blanco y negro queda genial en ese primer tramo donde un japonés infiltrado acaba con la vida de un americano y casi engaña a otro. Después, el lanzamiento de bengalas provoca que la imagen pase de totalmente oscura a ver como, en la oscuridad, numerosos japoneses están casi en los morros, iniciando el ataque.
Pero, sin duda alguna, la fuerza de la película, la que ha provocado que esta pase a la historia, es esa larga travesía a través de la jungla. El sudor patente en todos los actores, los mosquitos (que se ven en muchas escenas) enganchándose a ellos y las caras de fatiga recrean perfectamente la paliza que teóricamente se están pegando. Añadir la brillante idea de meter sonidos de animales y una Banda Sonora que se aleja del epicismo pero abraza la angustia, quedando ligada a las imágenes en pantalla.
Crítica
Es la mezcla de todos estos ingredientes explicados en el último párrafo, la que hace que "Objetivo: Birmania" sea el gran clásico por antonomasia del cine bélico rodado durante la guerra. Se estrenó en febrero de 1945, con la guerra aún en curso, y la frase de "Exterminarlos, Borradlos de la faz de la tierra" parece una premonición de lo que sucedería en Hiroshima y Nagasaki.
Pero lo que queda es una película de aventuras que tiene esos pequeños latigazos al enemigo por ser víctima de la época en la que fue rodada. Walsh, con maestría, regala una obra única y notable, una de esas cintas donde la lucha por la supervivencia está por encima del entramado bélico. Una misión resuelta en diez minutos no es más que la excusa para iniciar una andadura por la jungla bajo el sol abrasador, el peligro de los animales y, sobretodo, del enemigo japonés, en todo momento al acecho.
No se nos esconde al enemigo, si bien visto en perspectiva, hubiera sido una manera más angustiosa de ver la película si Walsh hubiera intentado hacer lo que Ford hizo en "La patrulla perdida" y mostrarnos únicamente al bando americano, sin ver al enemigo japonés más que cuando ya estuviera delante de sus narices.
Aún así, la película es una sensacional muestra de como a pesar de hacer cine propagandístico se podía realizar un clásico para la posteridad. Y es que, más de una década antes de que el cine bélico lograse la gloria con su época dorada de hazañas bélicas, Walsh hizo un film que podría haber competido con ellos en igualdad de condiciones, y que sería aún más recordado si no fuera un cinta que puede resultar para algunos estómagos un tanto anticuada.
Pero, perdámosle el miedo al blanco y negro o al cine propagandístico USA, y disfrutemos de joyas como "Objetivo: Birmania", una de las grandes del género por méritos propios.
Nota: 8,25
Lo Mejor: La recreación de la jungla y la autenticidad de la fatiga.
Lo Peor: No haber intentado ser más angustiosa durante el resto del metraje.
Dos son los grandes títulos sobre la campaña birmana, este film de 1945 y el que en 1970 Sam Fuller dedicó a los hombres de Merrill: "Invasión en Birmania", este sí que contando con hechos reales, a diferencia de la película de Walsh, puro cine propagandístico y que aprovechaba la invasión birmana para hablar de una Operación a gran escala, pero amparándose en hechos ficticios.
Rodaje
Raoul Walsh tras las cámaras y el actor fetiche de este en la Warner, Errol Flynn, como protagonista. Esta pareja protagonizó grandes tardes en nuestra infancia, sobretodo con la película en cuestión. Fue rodada en California a pesar de que parece realmente que están en la jungla birmana, y, como detalle, se dice que Errol Flynn le sugirió la idea de que no se hablara en la jungla, aprovechando los sonidos ambiente (animales generados para mostrar lo peligroso de la jungla) y la Banda Sonora. Otro detalle a tener en cuenta es que fue prohibida en Gran Bretaña durante largo tiempo debido a que los protagonistas son íntegramente norteamericanos en un conflicto contra los japoneses en el cuál la mayoría de los que combatieron fueron británicos.
Sinopsis
Birmania es un lugar importante en el mapa. Los aliados habían sido expulsados cuando en 1944 se intentó una gran ofensiva, no era la primera vez que se intentaba. En medio de ese intento de invasión se da luz verde a la Operación Robin Rojo. El Capitán Nelson (Errol Flynn) y sus hombres son lanzados en paracaidas en territorio enemigo. ¿El objetivo? Destruir una estación de radar y salir corriendo y ser rescatados por un avión. Pan comido. Junto a ellos irá en la misión un periodista con el objetivo de contarnos las andanzas y aventuras del pelotón.
Una vez en tierra, comienzan su periplo por la jungla y rápidamente dan con unos cables. Siguiéndolos llegarán a la Estación de radar y, una vez allí, aprovechando que los soldados japoneses están de parranda (¿comiendo?) todos en un barracón, toman posiciones y lanzan un ataque despiadado. Cero bajas y el enemigo completamente aniquilado. La estación, obviamente, destruida. Misión cumplida sin un rasguño, pero, aquí comienza realmente la aventura de la película.
Tienen que huir mientras los japoneses envían numerosas tropas a buscarles y darles caza. Llegan a la posición donde serán rescatados pero, junto a ellos, los japoneses al acecho. El capitán Nelson indica al avión (vía radio) que vayan a una nueva ubicación de aquí a unos días. Eso sí, estos les envían provisiones para sobrevivir unos días más en la jungla. Nelson decide dividir el grupo en dos para que, de esta manera, al menos uno de los dos grupos tenga éxito y pueda informar de paradero del otro.
Como sucede en las películas de terror, la idea no es tan buena. Al llegar al punto de reunión el "otro" grupo no aparece. Únicamente aparece un hombre, herido, que les indica que los japoneses les pillaron y les han acribillado, una encerrona. Nuevamente el avión no puede hacer nada más que lanzarles víveres y buscar una nueva posición cuatro días después. La paciencia comienza a agotarse.
Con los japoneses en los talones (brillante como en una secuencia un americano rompe una rama y a través del río esta acaba llegando al punto de los japoneses que, de este modo, descubren que van por el buen camino), el grupo llega a una aldea birmana. Los birmanos están encantados con su llegada y les indican que en la aldea hay un grupo reducido de japoneses. Consiguen sin problemas acabar con ellos y ahí contemplan, horrorizados, como los japoneses han torturado y destrozado (literalmente) a sus compañeros. Los japoneses llegarán en ese momento y tocará defenderse antes de la huida.
En el Cuartel General reciben la orden de que Nelson y los suyos continúen en la jungla y no sean evacuados, cambiando el rumbo al Norte. El avión de rescate les lanza víveres y les comunica la nueva posición. Pero cuando van a recoger los alimentos y el agua son sorprendidos por los japoneses, sufriendo pérdidas y teniendo que continuar su camino sin poder comer. Además, la radio queda destruida en ese momento, perdiendo el contacto con el avión.
Sin radio, sin víveres, días después Nelson intenta con un espejo llamar la atención del avión. Es en balde, y algunos empiezan a enloquecer, con especial mención al periodista que ya no puede caminar y tienen que tirar de él. Llegarán a una colina, punto en el que teóricamente deberán ser rescatados y deciden cavar trincheras y esperar ahí al enemigo. El periodista muere, víctima de la falta de fuerzas y los pocos hombres que quedan, exhaustos se disponen a aguantar.
Llega la noche y el enemigo japonés intenta sorprenderles. Consiguen matar a uno de los hombres de Nelson pero otro no llega a picar (un japonés, haciéndose pasar por compañero suyo le dice que todo va bien, "Joe", pero él no se llama Joe, lo cual le hace sospechar y dejarle un pequeño regalito al nipón). Ahí, tras esa explosión, comienza el espectáculo nocturno con los japoneses atacando la posición aliada. Resisten ferozmente, obligando a los japoneses a retirarse. A la mañana siguiente llegan los refuerzos, la gran invasión ha comenzado. El objetivo real de la misión de Nelson y los suyos era allanar el terreno previo a la auténtica invasión a Birmania. En total, solo sobreviven once hombres, menos de la mitad de los que iniciaron la aventura.
Frases
Uno de los puntos fuertes de la película son sus frases puntiagudas con cierto tono jocoso. Cuando el personaje interpretado por Errol Flynn va a enseñarles un enorme mapa de la zona y sus soldados se abalanzan para contemplarlo, este les dirá: "Tranquilos, que aquí hay ensalada para todos"; o cuando el periodista le pregunta a ver qué pasará si no se le abre el paracaidas, nuestro querido diablo de tasmania le espetará con humor: "Entonces llegará a tierra antes que nosotros".
Pero no solo de humor vive la película. La salvaje frases antijaponesa que lanza el periodista al contemplar las fechorías del enemigo le llevan a decir en un largo discurso que hay que "borradlos de la faz de la tierra"; por último, destacar esa frase final de Errol Flynn hablando de lo que ha costado la misión: "aquí está el precio. No mucho, que digamos. Un puñado de americanos".
Escenas
Sin duda alguna, la secuencia más impactante de la película es la de la aldea. Ahí descubren como los japoneses han descuartizado a sus compañeros. No se llega a ver el rostro de ninguno, pero Walsh se las ingenia para dotar de crudeza y realismo al asunto. Las caras desencajadas de quienes contemplan la barbarie y la forma de enloquecer del periodista pidiendo que exterminen a todos los japoneses hablan a las claras de tales fechorías.
Junto a ello, la batalla final a la colina es digna de mención. Secuencia bélica corta pero que llama poderosamente la atención. El blanco y negro queda genial en ese primer tramo donde un japonés infiltrado acaba con la vida de un americano y casi engaña a otro. Después, el lanzamiento de bengalas provoca que la imagen pase de totalmente oscura a ver como, en la oscuridad, numerosos japoneses están casi en los morros, iniciando el ataque.
Pero, sin duda alguna, la fuerza de la película, la que ha provocado que esta pase a la historia, es esa larga travesía a través de la jungla. El sudor patente en todos los actores, los mosquitos (que se ven en muchas escenas) enganchándose a ellos y las caras de fatiga recrean perfectamente la paliza que teóricamente se están pegando. Añadir la brillante idea de meter sonidos de animales y una Banda Sonora que se aleja del epicismo pero abraza la angustia, quedando ligada a las imágenes en pantalla.
Crítica
Es la mezcla de todos estos ingredientes explicados en el último párrafo, la que hace que "Objetivo: Birmania" sea el gran clásico por antonomasia del cine bélico rodado durante la guerra. Se estrenó en febrero de 1945, con la guerra aún en curso, y la frase de "Exterminarlos, Borradlos de la faz de la tierra" parece una premonición de lo que sucedería en Hiroshima y Nagasaki.
Pero lo que queda es una película de aventuras que tiene esos pequeños latigazos al enemigo por ser víctima de la época en la que fue rodada. Walsh, con maestría, regala una obra única y notable, una de esas cintas donde la lucha por la supervivencia está por encima del entramado bélico. Una misión resuelta en diez minutos no es más que la excusa para iniciar una andadura por la jungla bajo el sol abrasador, el peligro de los animales y, sobretodo, del enemigo japonés, en todo momento al acecho.
No se nos esconde al enemigo, si bien visto en perspectiva, hubiera sido una manera más angustiosa de ver la película si Walsh hubiera intentado hacer lo que Ford hizo en "La patrulla perdida" y mostrarnos únicamente al bando americano, sin ver al enemigo japonés más que cuando ya estuviera delante de sus narices.
Aún así, la película es una sensacional muestra de como a pesar de hacer cine propagandístico se podía realizar un clásico para la posteridad. Y es que, más de una década antes de que el cine bélico lograse la gloria con su época dorada de hazañas bélicas, Walsh hizo un film que podría haber competido con ellos en igualdad de condiciones, y que sería aún más recordado si no fuera un cinta que puede resultar para algunos estómagos un tanto anticuada.
Pero, perdámosle el miedo al blanco y negro o al cine propagandístico USA, y disfrutemos de joyas como "Objetivo: Birmania", una de las grandes del género por méritos propios.
Nota: 8,25
Lo Mejor: La recreación de la jungla y la autenticidad de la fatiga.
Lo Peor: No haber intentado ser más angustiosa durante el resto del metraje.
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