Hoy toca en nuestro análisis del cine sobre la Primera Guerra Mundial, uno de esos clásicos rodados en el periodo de entreguerras, dirigido por uno de los más grandes directores de la historia del cine: John Ford. Aunque se asoció toda su carrera al Western, ya que fue quien más lo glorificó, el director estadounidense picó en otros géneros, de hecho todos sus Oscars fueron por películas dramáticas y no por "pelis de vaqueros".
Dentro de su filmografía bélica, no muy grande, y sobre la Primera Guerra Mundial en concreto, destaca "La patrulla perdida", un Western camuflado en cine bélico que contiene una serie de cosas de las cuales han bedido géneros como el Western, el cine de aventuras o incluso el cine de terror. Todo eso y más es "La patrulla perdida", una interesante película que aprovecha la Primera Guerra Mundial como mera excusa para contarnos una de aventuras en el desierto.
Sinopsis
La película arranca, tras sus créditos, con una patrulla a caballo por Mesopotamia. Son soldados británicos que combaten a los beduinos del desierto en un frente poco conocido de la Gran Guerra, pero que tanto glorificaría "Lawrence de Arabia". Uno de estos soldados, que encabeza la patrulla vemos como se detiene, suena un disparo... y el hombre cae del caballo, herido de muerte.
Pronto sabremos que era el oficial al mando y, para desgracia de sus subordinados, el único que sabía la ruta y planes a seguir en la misión. Perdidos, desamparados, el Sargento se hará cargo de la patrulla que consigue llegar a un pequeño Oasis que parece ser su salvación y que, sin embargo, será el lugar donde uno a uno serán enterrados los miembros de la patrulla.
Ahí comienza la película a dejar de lado su razonamiento bélico y/o de cine de aventuras para adentrarse en los cimientos del Western clásico de indios y vaqueros o del cine de terror. Como toda película de caballería que se precie, se nos va mostrando uno a uno a los miembros de la patrulla, les conocemos, conocemos su pasado y todos los estereotipos y clichés clásicos de Hollywood.
Desde el religioso, papel interpretado sensacionalmente por Boris Karloff (Frankenstein, para los amigos), hasta el mujeriego y fiestero, pasando por el inocente y alegre que tiene un hijo de 2 meses para sorpresa de sus compañeros (a los que no les salen las cuentas) o el joven imberbe que, como es lógico, tiene todas las papeletas para ser de los primeros en caer.
Presentación de los personajes y comienza el festín. Sin sangre, pero con muertos, uno a uno, todos por un enemigo totalmente invisible. No se ve al enemigo en casi ningún momento de la película... y quien dice verlo cae fulminado al instante de un disparo. Como si de una película de terror se tratase, van cayendo uno a uno los miembros de la patrulla sin que se nos muestre al villano/asesino de la película. ¿Os suena? Exacto, como el cine de terror ochentero-noventero.
¿Y el Western? Si en lugar de Primera Guerra Mundial y Mesopotamia, hablásemos del desierto de Estados Unidos, con los indios rodeando a la caballería que, perdida en el desierto, se encarga de defender un fuerte o puesto defensivo... sin duda, los ingredientes de muchas películas de caballería que John Ford rodaría en su carrera están aquí, antes incluso de que Ford llegase a ser el gran director que llegó a ser.
Como decíamos, van cayendo uno a uno de cualquier manera. Incluido dos que van a una misión en busca de ayuda y volverán hechos trizas (aunque no se verá, sí vemos el horror de quienes les contemplan al llegar). Sin caballos, perdiendo la fe incluso para el religioso que no para de buscar la salvación divina de él y sus compañeros.
En un momento dado, cuando solo quedan tres soldados vivos (el Sargento, Morelli, que ya se veía que iba a durar, y el religioso Karloff) llega un avión a los alrededores, que verá a los supervivientes y bajará a ayudarles. Error absoluto, ya que al bajar del avión caerá muerto para tristeza de quienes ahí aguardan una ayuda divida. Cruel destino el de tener que ver un avión a escasos metros y no tener como salir de allí al no saber como pilotarlo.
Tras esta escaramuza la locura se acabará de apoderar de todos ellos por completo. El personaje de Karloff marcha con una cruz hecha de madera, cual mesías a buscar al enemigo invisible y Morelli, a pesar de no ser muy amigo suyo, intentará ayudarle. Ambos caerán muertos, dejando al Sargento (Victor McLaghen) como único superviviente.
En una secuencia final que roza el ridículo (con perdón), McLaghen acaba de enterrar a sus últimos compañeros, teniendo una ametralladora a su lado. Y ahí aparecen hasta 5 o 6 enemigos que tras tirarse toda la película escondidos matando uno a uno no se les ocurre otra cosa que todos a la vez dar la cara. El sargento, lógicamente, acabará con ellos a tiros justo poco antes de que el séptimo de caballería (perdón, una patrulla) haga acto de presencia tardía. Ahí preguntarán al sargento donde está su patrulla, y este girará la mirada, con un rostro desencajado, hacia el lugar donde yace toda su patrulla, enterrados en medio del desierto.
Secuencia
La verdad es que es difícil escoger alguna secuencia concreta ya que casi toda la película tiene lugar en el mismo escenario. Me quedaría con un momento para bien y otro para mal. En el buen lugar queda el inicio, demoledor... la magnitud del desierto, un hombre montado a caballo, un disparo y hombre muerto.
Lo que le sigue es una película de aventuras en busca de la salvación y, como hemos comentado, un Western camuflado con cine de terror, o viceversa. Todo eso con el envoltorio de una película bélica. Vamos, algo bastante interesante, se mire por donde se mire.
El lado malo, esa torpeza del enemigo, clásica del cine de acción donde el malo en lugar de matar, se dedica a dar el discurso perdiendo su oportunidad... o del cine de terror donde el malo que nunca comete errores, comete todos de golpe. Aquí hasta 5 o 6 enemigos que se han cargado a toda una patrulla no pueden con un tío que está pasado de rosca, desesperado, solo... y no pueden porque se delatan ellos solos, sin esconderse cuando hasta ese momento habían sido invisibles. Una manera un tanto floja, vista hoy en día, de acabar con una película y una trama muy interesantes.
Crítica
La patrulla perdida es una película que no envejece del todo bien, pero que hay que saber valorar en qué momento se hizo. En 1934 el cine deambulaba por Westerns por entonces poco reconocidos (aún Ford no había hecho sus grandes clásicos), el cine negro y los musicales. El cine de la Primera Guerra Mundial, que se había centrado sobretodo en cine de aviación, empezaba a perder peso.
En ese momento, Ford sacó de la chistera una de las pioneras del cine de aventuras en el desierto, que en esa década traería títulos como "Tres lanceros bengalíes", "Las cuatro plumas", "Gunga Din" o "Beau Geste". Al mismo tiempo sentó las bases del Western que vendría en años venideros... al mismo tiempo que nos mostraba un frente poco o nada conocido de la Primera Guerra Mundial en el cine.
Si analizamos estos detalles, el film de Ford era novedoso en muchos aspectos, lejos de lo básico que podría parecer hoy en día. Analizando más a fondo la película, es corta y el tramo de acción se reduce a poco más de media hora. Ideal para pasar el rato sin llegar a aburrirse. No para de caer gente, uno a uno, y los personajes son presentados inicialmente como si no supiéramos quién sobrevivirá más que otro.
Como digo, falla en el clímax final, una manera torpe y sencilla de acabar con el enemigo cuando hasta ese momento, el infierno en el desierto que había vivido la patrulla era palpable. La locura, el compañerismo, la desesperación, la búsqueda de Dios... y todo eso a pleno sol, sufriendo, y sin poder defenderse porque no sabían realmente ni de quien o cuantos se defendían.
Notable película de John Ford que merece la pena ver al menos una vez en la vida. Película que, como digo, no termina de ser bélica aunque por argumento deba ser incluida en el género, y uno de esos clásicos no solo de la Primera Guerra Mundial, sino del cine bélico en general que merecía la pena recordar y reconocer en este blog.
Por cierto, par de detalles a tener en cuenta. Posiblemente esta película inspiraría el "Sáhara" de Zoltan Korda, rodado en plena II Guerra Mundial, y una de las mejores películas bélicas de esos años, con Humphrey Bogart de protagonista. También el año pasado se estrenó "Dunkerque" de Nolan, película donde el enemigo no llega a verse en ningún momento (únicamente los aviones enemigos) hasta el final. Ese enemigo invisible que genera mayor incertidumbre y que inventó Ford.
Nota: 7
Lo Mejor: La locura que genera no ver al enemigo. Esa mezcla de cine de vaqueros y terror.
Lo Peor: El final, sencillo y de andar por casa
Dentro de su filmografía bélica, no muy grande, y sobre la Primera Guerra Mundial en concreto, destaca "La patrulla perdida", un Western camuflado en cine bélico que contiene una serie de cosas de las cuales han bedido géneros como el Western, el cine de aventuras o incluso el cine de terror. Todo eso y más es "La patrulla perdida", una interesante película que aprovecha la Primera Guerra Mundial como mera excusa para contarnos una de aventuras en el desierto.
Sinopsis
La película arranca, tras sus créditos, con una patrulla a caballo por Mesopotamia. Son soldados británicos que combaten a los beduinos del desierto en un frente poco conocido de la Gran Guerra, pero que tanto glorificaría "Lawrence de Arabia". Uno de estos soldados, que encabeza la patrulla vemos como se detiene, suena un disparo... y el hombre cae del caballo, herido de muerte.
Pronto sabremos que era el oficial al mando y, para desgracia de sus subordinados, el único que sabía la ruta y planes a seguir en la misión. Perdidos, desamparados, el Sargento se hará cargo de la patrulla que consigue llegar a un pequeño Oasis que parece ser su salvación y que, sin embargo, será el lugar donde uno a uno serán enterrados los miembros de la patrulla.
Ahí comienza la película a dejar de lado su razonamiento bélico y/o de cine de aventuras para adentrarse en los cimientos del Western clásico de indios y vaqueros o del cine de terror. Como toda película de caballería que se precie, se nos va mostrando uno a uno a los miembros de la patrulla, les conocemos, conocemos su pasado y todos los estereotipos y clichés clásicos de Hollywood.
Desde el religioso, papel interpretado sensacionalmente por Boris Karloff (Frankenstein, para los amigos), hasta el mujeriego y fiestero, pasando por el inocente y alegre que tiene un hijo de 2 meses para sorpresa de sus compañeros (a los que no les salen las cuentas) o el joven imberbe que, como es lógico, tiene todas las papeletas para ser de los primeros en caer.
Presentación de los personajes y comienza el festín. Sin sangre, pero con muertos, uno a uno, todos por un enemigo totalmente invisible. No se ve al enemigo en casi ningún momento de la película... y quien dice verlo cae fulminado al instante de un disparo. Como si de una película de terror se tratase, van cayendo uno a uno los miembros de la patrulla sin que se nos muestre al villano/asesino de la película. ¿Os suena? Exacto, como el cine de terror ochentero-noventero.
¿Y el Western? Si en lugar de Primera Guerra Mundial y Mesopotamia, hablásemos del desierto de Estados Unidos, con los indios rodeando a la caballería que, perdida en el desierto, se encarga de defender un fuerte o puesto defensivo... sin duda, los ingredientes de muchas películas de caballería que John Ford rodaría en su carrera están aquí, antes incluso de que Ford llegase a ser el gran director que llegó a ser.
Como decíamos, van cayendo uno a uno de cualquier manera. Incluido dos que van a una misión en busca de ayuda y volverán hechos trizas (aunque no se verá, sí vemos el horror de quienes les contemplan al llegar). Sin caballos, perdiendo la fe incluso para el religioso que no para de buscar la salvación divina de él y sus compañeros.
En un momento dado, cuando solo quedan tres soldados vivos (el Sargento, Morelli, que ya se veía que iba a durar, y el religioso Karloff) llega un avión a los alrededores, que verá a los supervivientes y bajará a ayudarles. Error absoluto, ya que al bajar del avión caerá muerto para tristeza de quienes ahí aguardan una ayuda divida. Cruel destino el de tener que ver un avión a escasos metros y no tener como salir de allí al no saber como pilotarlo.
Tras esta escaramuza la locura se acabará de apoderar de todos ellos por completo. El personaje de Karloff marcha con una cruz hecha de madera, cual mesías a buscar al enemigo invisible y Morelli, a pesar de no ser muy amigo suyo, intentará ayudarle. Ambos caerán muertos, dejando al Sargento (Victor McLaghen) como único superviviente.
En una secuencia final que roza el ridículo (con perdón), McLaghen acaba de enterrar a sus últimos compañeros, teniendo una ametralladora a su lado. Y ahí aparecen hasta 5 o 6 enemigos que tras tirarse toda la película escondidos matando uno a uno no se les ocurre otra cosa que todos a la vez dar la cara. El sargento, lógicamente, acabará con ellos a tiros justo poco antes de que el séptimo de caballería (perdón, una patrulla) haga acto de presencia tardía. Ahí preguntarán al sargento donde está su patrulla, y este girará la mirada, con un rostro desencajado, hacia el lugar donde yace toda su patrulla, enterrados en medio del desierto.
Secuencia
La verdad es que es difícil escoger alguna secuencia concreta ya que casi toda la película tiene lugar en el mismo escenario. Me quedaría con un momento para bien y otro para mal. En el buen lugar queda el inicio, demoledor... la magnitud del desierto, un hombre montado a caballo, un disparo y hombre muerto.
Lo que le sigue es una película de aventuras en busca de la salvación y, como hemos comentado, un Western camuflado con cine de terror, o viceversa. Todo eso con el envoltorio de una película bélica. Vamos, algo bastante interesante, se mire por donde se mire.
El lado malo, esa torpeza del enemigo, clásica del cine de acción donde el malo en lugar de matar, se dedica a dar el discurso perdiendo su oportunidad... o del cine de terror donde el malo que nunca comete errores, comete todos de golpe. Aquí hasta 5 o 6 enemigos que se han cargado a toda una patrulla no pueden con un tío que está pasado de rosca, desesperado, solo... y no pueden porque se delatan ellos solos, sin esconderse cuando hasta ese momento habían sido invisibles. Una manera un tanto floja, vista hoy en día, de acabar con una película y una trama muy interesantes.
Crítica
La patrulla perdida es una película que no envejece del todo bien, pero que hay que saber valorar en qué momento se hizo. En 1934 el cine deambulaba por Westerns por entonces poco reconocidos (aún Ford no había hecho sus grandes clásicos), el cine negro y los musicales. El cine de la Primera Guerra Mundial, que se había centrado sobretodo en cine de aviación, empezaba a perder peso.
En ese momento, Ford sacó de la chistera una de las pioneras del cine de aventuras en el desierto, que en esa década traería títulos como "Tres lanceros bengalíes", "Las cuatro plumas", "Gunga Din" o "Beau Geste". Al mismo tiempo sentó las bases del Western que vendría en años venideros... al mismo tiempo que nos mostraba un frente poco o nada conocido de la Primera Guerra Mundial en el cine.
Si analizamos estos detalles, el film de Ford era novedoso en muchos aspectos, lejos de lo básico que podría parecer hoy en día. Analizando más a fondo la película, es corta y el tramo de acción se reduce a poco más de media hora. Ideal para pasar el rato sin llegar a aburrirse. No para de caer gente, uno a uno, y los personajes son presentados inicialmente como si no supiéramos quién sobrevivirá más que otro.
Como digo, falla en el clímax final, una manera torpe y sencilla de acabar con el enemigo cuando hasta ese momento, el infierno en el desierto que había vivido la patrulla era palpable. La locura, el compañerismo, la desesperación, la búsqueda de Dios... y todo eso a pleno sol, sufriendo, y sin poder defenderse porque no sabían realmente ni de quien o cuantos se defendían.
Notable película de John Ford que merece la pena ver al menos una vez en la vida. Película que, como digo, no termina de ser bélica aunque por argumento deba ser incluida en el género, y uno de esos clásicos no solo de la Primera Guerra Mundial, sino del cine bélico en general que merecía la pena recordar y reconocer en este blog.
Por cierto, par de detalles a tener en cuenta. Posiblemente esta película inspiraría el "Sáhara" de Zoltan Korda, rodado en plena II Guerra Mundial, y una de las mejores películas bélicas de esos años, con Humphrey Bogart de protagonista. También el año pasado se estrenó "Dunkerque" de Nolan, película donde el enemigo no llega a verse en ningún momento (únicamente los aviones enemigos) hasta el final. Ese enemigo invisible que genera mayor incertidumbre y que inventó Ford.
Nota: 7
Lo Mejor: La locura que genera no ver al enemigo. Esa mezcla de cine de vaqueros y terror.
Lo Peor: El final, sencillo y de andar por casa
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