Larga ha sido la espera para poder ver en cines lo nuevo de John Madden, que vuelve a la II Guerra Mundial dos décadas después de aquel fallido romance de "La mandolina del capitán Corelli". En esta ocasión, Madden nos trae una historia basada en hechos reales, centrada en la "Operación Carne picada" que da título ("Operation mincemeat") al original, mucho más sugerente que este televisivio de sobremesa "El arma del engaño" que a algún iluminado se le ocurrió.
Pero no estoy aquí para criticar un título que pasa a la historia de las mayores chapuzas del género, sino para hablaros de mi opinión personal acerca de esta película que puede llegar a hacerse algo densa. Son inevitables las comparaciones iniciales con respecto al clásico "El hombre que nunca existió" (1956), película de espionaje pura y dura con todo el buen poso y aroma del cine clásico. Aquella apenas superaba la hora y media y centraba sus esfuerzos en narrar la operación, sin exceso de florituras y, dicho sea de paso, con un humor británico de buen gusto.
El humor en esta nueva versión queda relegado a apenas uno o dos guiños que la alejan de la original, y la trama trasciende a la propia operación en sí o, al menos, a los hechos relevantes de la misma, para meterse mucho más en una guerra psicológica de sus personajes y en el miedo al propio boikot. Cabe señalar que Madden toma por referencia la obra del historiador Ben Macintyre y no la del propio Montagu (personaje interpretado por Colin Firth y cuya novela de los hechos fue la referencia de "El hombre que nunca existió). De ahí que algunos detalles pese a similares varíen hasta el punto de, dicho sea de paso, hacer la obra menos cinematográfica que la anterior.
El atractivo, por lo tanto, no es tanto mostrarnos cómo el gancho pueda lograr engañar a los alemanes, como las propias guerras internas y tormentos de sus protagonistas. Incluidos los de un William Martin que, más vivo que nunca, conciben a imagen y semejanza de lo que les complazca a sus creadores. Es ahí donde "El arma del engaño" logra separarse claramente del clásico antecesor para no copiar la trama. Ello genera un ambiente más centrado en el Londres de la época y en los avatares que genera la guerra que en la operación Mincemeat en general. Lo cuál, por desgracia, desvia la atención en no pocos momentos de la película. Y lo que es una operación vital para la humanidad acaba siendo una guerra entre unos pocos por "tener razón". Curioso.
Pese a ello Madden logra mantener el pulso a un drama de época dónde el conflicto se aleja en muchas ocasiones del enemigo nazi. Lo hace con un montaje y una dirección efectivas, que no espectaculares. La historia no tiene mucha más chicha y se pretende sacar más jugo del que posiblemente tenga una interesante trama que a la hora de trasladar a la gran pantalla la falta de acción puede desmoronar en un momento u otro. Pese a ello, amparándose en algunas escenas importantes sobre los preparativos y generando la tensión justa (y no excesiva) mediante un flashback inicial -quizás innecesario- y una escena posterior como epílogo, "El arma del engaño" acabará pasando la prueba del algodón en lo que a cine basado en hechos reales se refiere. No tanto, por desgracia, en lo que a cine de espionaje se refiere.
Y eso que "El hombre que nunca existió" tiene muchos momentos donde el espionaje pasa a segundo o tercer plano, pero sin perder el rumbo ni la esencia, algo que aquí no se logra. Paradojas de la obra, desde la primera escena con la lectura de la novela "Los 39 escalones", la película se abre paso a no pocas referencias literarias de espionaje. Parece el leitmotiv claro de cada escena, con claras reminiscencias a James Bond en base a su creador Ian Fleming, con peso no tanto en la trama como en los guiños al mundo del espionaje y de la saga del agente más famoso del mundo de ficción. Esas referencias histórico-literarias le dan algo más de prestigio a la obra, con el recochineo de turno sobre que "todo el mundo escribe novelas" al que hace referencia el personaje interpretado por MacFadyen y que, posiblemente, sea una burla al mismo tiempo al propio Montagu autor de una novela sobre los hechos contando su versión.
Alejada, por suerte para no caer en la repetición, de "El hombre que nunca existió" pero inevitablemente cercana por que los hechos son los que son, "El arma del engaño" logra generar su propia trama y convencer al espectador medio. Se trata de una interesante obra, con interpretaciones más que correctas, con un buen reparto y la sensación del deber cumplido. No obstante, gustará más a quienes no conozcan los hechos o no hayan visto el mencionado clásico (mucho más recomendable) que a aquellos que ya vengan con la historia y la película aprendidas de memoria. Lo de meter (desconozco si la novela de Macintyre lo tiene) ese deje de romanticismo a la obra, lo dejamos para otro día, que hoy me siento benévolo.
Nota: 5,75
Lo Mejor: La trama resulta tan atractiva que hay que hacerlo mal para no convencer
Lo Peor: Pese a tomar su propio rumbo, desvía la atención en muchos momentos de una interesante operación estratégica de inteligencia para llevarlo a lo personal.
Pero no estoy aquí para criticar un título que pasa a la historia de las mayores chapuzas del género, sino para hablaros de mi opinión personal acerca de esta película que puede llegar a hacerse algo densa. Son inevitables las comparaciones iniciales con respecto al clásico "El hombre que nunca existió" (1956), película de espionaje pura y dura con todo el buen poso y aroma del cine clásico. Aquella apenas superaba la hora y media y centraba sus esfuerzos en narrar la operación, sin exceso de florituras y, dicho sea de paso, con un humor británico de buen gusto.
El humor en esta nueva versión queda relegado a apenas uno o dos guiños que la alejan de la original, y la trama trasciende a la propia operación en sí o, al menos, a los hechos relevantes de la misma, para meterse mucho más en una guerra psicológica de sus personajes y en el miedo al propio boikot. Cabe señalar que Madden toma por referencia la obra del historiador Ben Macintyre y no la del propio Montagu (personaje interpretado por Colin Firth y cuya novela de los hechos fue la referencia de "El hombre que nunca existió). De ahí que algunos detalles pese a similares varíen hasta el punto de, dicho sea de paso, hacer la obra menos cinematográfica que la anterior.
El atractivo, por lo tanto, no es tanto mostrarnos cómo el gancho pueda lograr engañar a los alemanes, como las propias guerras internas y tormentos de sus protagonistas. Incluidos los de un William Martin que, más vivo que nunca, conciben a imagen y semejanza de lo que les complazca a sus creadores. Es ahí donde "El arma del engaño" logra separarse claramente del clásico antecesor para no copiar la trama. Ello genera un ambiente más centrado en el Londres de la época y en los avatares que genera la guerra que en la operación Mincemeat en general. Lo cuál, por desgracia, desvia la atención en no pocos momentos de la película. Y lo que es una operación vital para la humanidad acaba siendo una guerra entre unos pocos por "tener razón". Curioso.
Pese a ello Madden logra mantener el pulso a un drama de época dónde el conflicto se aleja en muchas ocasiones del enemigo nazi. Lo hace con un montaje y una dirección efectivas, que no espectaculares. La historia no tiene mucha más chicha y se pretende sacar más jugo del que posiblemente tenga una interesante trama que a la hora de trasladar a la gran pantalla la falta de acción puede desmoronar en un momento u otro. Pese a ello, amparándose en algunas escenas importantes sobre los preparativos y generando la tensión justa (y no excesiva) mediante un flashback inicial -quizás innecesario- y una escena posterior como epílogo, "El arma del engaño" acabará pasando la prueba del algodón en lo que a cine basado en hechos reales se refiere. No tanto, por desgracia, en lo que a cine de espionaje se refiere.
Y eso que "El hombre que nunca existió" tiene muchos momentos donde el espionaje pasa a segundo o tercer plano, pero sin perder el rumbo ni la esencia, algo que aquí no se logra. Paradojas de la obra, desde la primera escena con la lectura de la novela "Los 39 escalones", la película se abre paso a no pocas referencias literarias de espionaje. Parece el leitmotiv claro de cada escena, con claras reminiscencias a James Bond en base a su creador Ian Fleming, con peso no tanto en la trama como en los guiños al mundo del espionaje y de la saga del agente más famoso del mundo de ficción. Esas referencias histórico-literarias le dan algo más de prestigio a la obra, con el recochineo de turno sobre que "todo el mundo escribe novelas" al que hace referencia el personaje interpretado por MacFadyen y que, posiblemente, sea una burla al mismo tiempo al propio Montagu autor de una novela sobre los hechos contando su versión.
Alejada, por suerte para no caer en la repetición, de "El hombre que nunca existió" pero inevitablemente cercana por que los hechos son los que son, "El arma del engaño" logra generar su propia trama y convencer al espectador medio. Se trata de una interesante obra, con interpretaciones más que correctas, con un buen reparto y la sensación del deber cumplido. No obstante, gustará más a quienes no conozcan los hechos o no hayan visto el mencionado clásico (mucho más recomendable) que a aquellos que ya vengan con la historia y la película aprendidas de memoria. Lo de meter (desconozco si la novela de Macintyre lo tiene) ese deje de romanticismo a la obra, lo dejamos para otro día, que hoy me siento benévolo.
Nota: 5,75
Lo Mejor: La trama resulta tan atractiva que hay que hacerlo mal para no convencer
Lo Peor: Pese a tomar su propio rumbo, desvía la atención en muchos momentos de una interesante operación estratégica de inteligencia para llevarlo a lo personal.
Comentarios
Publicar un comentario