Tiburones de acero (Crash Dive, Archie Mayo 1943)

Arrancamos la sección #AventurasSubmarinas con uno de los títulos pioneros en su especie: "Tiburones de acero" estrenada en 1943 y con la batalla del Atlántico como telón de fondo. No se trata del primer film dedicado a la vida a bordo de los submarinos, pero sí del primero que Hollywood dedicaría en la II Guerra Mundial. Eclipasada de por vida por la irrupción de  "Destino: Tokio", cabe destacar que la película dirigida por Archie Mayo llegó ocho meses antes a las salas de cine en Estados Unidos, y desgranaré un poco los parecidos razonables y las diferencias que han llevado a una a ser un clásico del género y a la hoy comentada, un título menor.

Proyecto
La 20th Century Fox decidió a mediados de 1942 que tocaba dedicar una película a la Marina. El cine bélico estaba en auge, y la manera de vender bonos de guerra (tal y como se pide al final del film) era llenando las salas con una apasionante historia de aventuras bélicas. Para ello, la Compañía confió en Archie Mayo, uno de esos directores de encargo, profesionales del cine con poco nombre, y ligado desde años atrás a la productora. Su aportación en el cine bélico era bien escasa, con el remake de "Four Sons" (1940) de la película muda dirigida por John Ford, si bien esta nueva versión tendría lugar en la II Guerra Mundial, y era un director que había picado un poco de cada género. Su mejor obra, "Una noche en Casablanca", se estrenaría a posteriori, y el mérito más que de su dirección, radicaba en contar con los Hermanos Marx de protagonistas.

Pero no hace falta tener caché tras las cámaras si de lo que se trata es de poner a dos guaperas de tomo y lomo de la época peleando por una mujer. En efecto, "Tiburones de acero" es una película de submarinos pero con historia romántica de por medio. Tyrone Power birlándole la guapa Anne Baxter a uno de esos actores que tanto lucieron el cine bélico de los 40: Dana Andrews. El resultado, un triángulo amoroso de andar por casa con aventuras submarinas de por medio. Los jóvenes norteamericanos podían ir con la novia al cine, todos salir contentos, y además de vender bonos del estado, reclutar a futuros combatientes.

Tocaba destacar a la Marina en todo momento. Y de ahí que se esforzaran en encasquetar en la primera escena una lancha torpedera, una patrullera que rescata del mar a civiles a la deriva, mientras hunde un submarino alemán. Tras esto, la palabra PT aparece cada 15 o 20 minutos, recordando el personaje interpretado por Tyrone Power esos barquitos que tanto le gustaba tripular. Y el colofón final, tras el final de la película, con un mensaje ensalzando a la Marina de los Estados Unidos con imágenes de todo tipo de naves: Portaaviones, Acorazados, destructores...

Historia de Amor
Antes de entrar en harina, toca señalar que la primera hora de la película se dedica en exceso a la historia de amor entre los protagonistas. Conocemos a Tyrone Power, un presumido guaperas que acaba de segundo de a bordo de un submarino tras haber capitaneado lanchas torpederas. Su superior, otro guaperas con rostro de Dana Andrews, resulta tener una novia a la que pretende pedir matrimonio. Cosas del destino, y sin que nuestro pirata Tyrone lo sepa, acabará enamorado de esa misma chica que (no vayamos a decir la palabra "suelta") no le dice nada, acepta matrimonio y, en definitiva, se porta rematadamente mal con el bueno de Dana, ese al que le ponen los cuernos siendo un pedazo trozo de pan.

El momento top de esta historia de amor llega en la escena en la que Andrews se entera de que se la están metiendo doblada. Tyrone Power va al restaurante donde sabe que Dana Andrews ha quedado con su futura prometida, y sale un rato a hablar con ella. Como no era de prever (nótese el tono irónico) aparecerá el tercero en discordia enterándose de malas maneras de que ha sido engañado, en vísperas de una misión peligrosa de la que podrían no volver, y teniendo por segundo de a bordo al hombre que le ha "robado" (recordemos, sin saberlo inicialmente) a su novieta.

La verdad es que la historia de amor no está tan mal, dentro de la situación. Pero coge todos los tópicos de la época. No viví en aquellos años 40, pero por lo que se ve en muchos títulos cambiar de pareja era como cambiar de chaqueta. Y una pasaba de ser "amiga" a estar prometida en apenas un par de horas. Por no hablar de que, al igual que sucedía con el personaje femenino de "Capitanes de las nubes", la imagen de la mujer queda aquí de algo buscona o, sin comerlo ni beberlo, de alguien que no sabe con qué quedarse y juega con los hombres de turno. Feo gesto que supongo que no pasaría filtro en una producción rodada hoy en día.

Submarinos Contra el III Reich
Uno de los detalles a tener en cuenta de la película es que se trata de una producción que tiene por enemigos a los alemanes. Como bien es sabido y he comentado en otros títulos del blog dedicados a los años 40, quienes traicionaron e insultaron a Estados Unidos fueron los japoneses. De ahí que una de las principales diferencias entre "Destino Tokio" y "Tiburones de acero" radique en cómo se trata al enemigo. Mientras en el clásico de la Warner Bros el enemigo japonés "pone dagas en manos de niños de cinco años" y otro tipo de salvajadas, el enemigo alemán es uno de esos que está ahí porque hay que luchar contra ellos. Ni se menciona a Hitler, ni se menciona el nazismo, ni se menciona el III Reich ni nada por el estilo. Son los malos porque son el enemigo y no hacen nada a espaldas de nadie.

Nada a espaldas de nadie a excepción de cierta triquiñuela como camuflar un carguero bajo bandera sueca y ser, en realidad, un buque alemán dispuesto a acabar con nuestro preciado submarino. Pero no es algo que se escape, ya que hay hechos reales que destacan que en la guerra un buque alemán llegó a navegar "Bajo diez banderas", título de una notable producción bélica con Charles Laughton de protagonista. También durante la Gran Guerra, tema que veremos en otra entrada de #AventurasSubmarinas, algunos barcos aliados se hacían pasar por veleros pero escondían cañones para intentar destruir los submarinos alemanes cuando estos subían a la superficie a torpedear.

Esa escena con el "affaire sueco" es la segunda bélica de una producción que podría tener similitudes con una canción: Estrofa-estribillo-estrofa. Arranca el film con una pequeña escaramuza de patrullera contra submarino alemán. De ahí pasamos a conocer a los personajes principales y a como se conocen los dos tortolitos. Volvemos a la acción con esta escena de combate en la que vemos, por fin, el peligro de las cargas de profundidad en la piel de los protagonistas. Sufrimos con ellos y, acto seguido, suben de las profundidades para hundir al enemigo. Volvemos a un soporífero parón romántico para contentar a las damas en la sala de cine... y volvemos a la acción con la escena final.

Escena Final
El momento cumbre de la película es esa misión casi suicida del final. Son poco más de veinte minutos desde que zarpan, pero tienen al espectador en vilo con una interesante historia que, dicho sea de paso, de realista tiene poco. Eso sí, sirve para meter el resto de topicazos que nos dará el cine sobre submarinos. Si en la primera escena apenas habíamos visto las cargas de profundidad, aquí tenemos el resto del pack: Superar las redes submarinas escondiéndose tras un buque enemigo, superar con éxito las minas y posteriormente colarse en un particular "Scapa Flow" para hundir todo tipo de buques enemigos y darse a la fuga.

Eso sí, tenemos en esta ocasión un bonus track en forma de misión de Comandos. Y no, no voy a decir aquí que no hubiera comandos en la II Guerra Mundial operando desde submarinos. La cuestión es que aquí se improvisa un comando con tripulación del submarino: Es decir, marineros jugando a hacer de soldados. No preguntemos ni mucho menos de donde salen los cascos, armas y munición que emplearán para el asalto donde destruyen la base enemiga antes de volver al mar y ser rescatados por el submarino.

Obviando esa innecesaria y trepidante aventura que, dicho sea de paso hemos visto en títulos posteriores como "Infierno bajo las aguas" o "La profundidad del mar" en el mismo modo salvaje, y en menor medida en títulos como "Destino Tokio" o, sin ir muy lejos, "U-571" dónde se emplea a marineros ejerciendo como improvisados comandos, algo que simplemente suena a una tontería como un templo. ¿Soldados del III Reich viéndose sorprendidos por marineros empleando metralletas?, disparatado y para una comedia da. Pero en el cine bélico se ha aceptado pulpo en pos de la labor cinematográfica y de narrarnos hazañas bélicas por disparatadas que suenen.

Acabamos la incursión con una escena impactante, sorprendente, y que a mi personalmente me gusta por la particularidad de la idea, por muy irreal que parezca. Para escapar del puerto enemigo, el personaje de Dana Andrews lidera la fuga desde la torreta del submarino, y pide a su tripulación bajar a suficiente profundidad para que el submarino apenas esté a la vista pero manteniéndose él a flote y poder dar órdenes sin necesidad de emplear el periscopio. De esta manera hundirán un último buque alemán antes de salir con éxito huyendo de ahí. Como remate final, eso sí, un cañón alcanza la torreta del submarino. Lo que en una película de hoy en día se hubiera saldado con el capitán hecho papilla, aquí nos deja a uno de nuestros héroes sobreviviendo con una herida superficial.

Cabe señalar que el happy end pasaría el filtro de la Marina sin duda alguna. No sólo por narrar una de peripecias submarinas y alabar, al mismo tiempo, al resto de miembros del Cuerpo, si no también por dejar al espectador saciado. Se derrota al enemigo, vuelven como héroes, apenas han perdido al más veterano del buque, y la chica se la lleva quien ella decida, y los dos tan amigos, tan contentos. Ambos han sido héroes, uno en tierra y otro en el mar, y han aunado esfuerzos para derrotar al enemigo, limando asperezas, olvidando sus trifulcas personales porque, por encima de todo, son compañeros de armas en pos de la libertad. (me ha quedado tan bonito que toca ponerse la musiquilla de la Marina de los EEUU de fondo).

¿Por qué tan olvidada? (Comparativa con "Destino Tokio")
"Tiburones de acero" es un título hoy en día algo olvidado para los amantes del género. Salvo quien quiera descubrir dentro del subgénero submarino, la película no ha pasado, ni de lejos, el filtro de la historia, algo que su compañera de año como película gemela, "Destino Tokio" sí ha hecho. Y eso que ambas comparten algunas similitudes a comentar a continuación:

En los dos títulos la misión final consiste en llegar a un puerto enemigo. Para ello toca esconderse tras un buque enemigo y pasar las redes submarinas. Toca sobrevivir a las minas que podrían hacerles volar por los aires y, una vez dentro, se ponen las botas. También en ambas vemos el clásico y tópico momento en que son descubiertos y les lanzan cargas de profundidad. En un título moderno y realista como "Das Boot" vemos como la tripulación se agazapa y espera a que todo pase para sobrevivir, mientras que en estos dos clásicos (y otros títulos) se reciben los golpes para emergen y lanzar torpedos y hundir al enemigo: Pan comido.

A esas similitudes toca unir el hecho de que ambas recaudaron, más o menos, cifras parecidas en la taquilla norteamericana, con cierta ventaja para un "Destino Tokio" que llegó por navidad de 1943. 9,4 millones de dólares Vs 8,6 millones de ganancias cada una, siendo ambas buenos éxitos en comparación a lo que costarían. En los Óscars ambas fueron nominadas a Efectos Especiales y vencería "Tiburones de Acero", otra muesca para la película. Pero, entonces, si las dos se parecen bastante en la parte bélica del tramo final, tienen buenas escenas de tensión submarina, y buenos actores (Tyrone Power y Dana Andrews Vs Cary Grant) ¿Qué ha pasado para que haya tanta diferencia hoy en día?

La respuesta tiene varios matices. En primer lugar, he mencionado la diferencia del enemigo. Al público de Estados Unidos el enemigo alemán no le importaba lo mismo que el japonés. Con estos últimos había, sí o sí, una sensación de revancha y un odio racial mucho mayor. En ello, "Destino: Tokio" tenía su buena dosis de racismo para elevar la moral de la tropa si fuera necesario. También tenemos el hecho de partir, de aquella manera, de un hecho histórico. Mientras que en la película hoy analizada todo es ficticio a más no poder, el detalle de que la misión del Copperfin de Cary Grant tuviera por objetivo adentrarse en Tokio para informar facilitando el ataque aéreo del raid de Doolittle, elevaba la película a ser considerada como "hechos reales".

Otro detalle que lastra sobremanera a "Tiburones de acero" en la comparativa es esa historia de amor. "Destino Tokio" se centraba en ser un clásico de aventuras marinas, pero bajo el mar. Cogía los buenos detalles de una película de ese estilo y la trasladaba bajo la superficie. Una única misión, dos horas y pico de duración, y la idea clara de irnos contando poco a poco las diferentes historias de la tripulación. De esta manera, se consigue que el público empatice con diversos personajes según cual sea de su agrado, algo que en "Tiburones de acero" se pasa muy de puntillas al centrarse en exceso en los flirteos amorosos.

De hecho, dichos flirteos obligan al título a ir a tierra hasta en dos largas ocasiones, y eso es sinónimo de parón narrativo en cuanto a hazañas bélicas. Posiblemente haya tanta o más acción que en la película con Cary Grant, pero aquella era un drama de supervivencia submarina y aquí tenemos un drama romántico con la guerra como telón de fondo. Tanto parón y la obligación de acabar mostrándonos la acción dividida en tres fragmentos, cada cuál algo más largo, la hace tener picos de sierra en su nivel narrativo. Todo lo contrario que una trama que va "in cescendo" como la del clásico de la Warner con la bahía de Tokio como enemigo final. De hecho, el tramo en que Grant y los suyos están sumergidos y les dan por todos los costados es mucho más impactante y está rodado con mayor maestría que los que vemos en este clásico menor.

Es posiblemente por todos estos detalles, por lo que "Tiburones de acero" no pasa de ser una película más de los años 40, fácil de encontrar por internet, difícil de descubrir en cualquier colección o lista de lo mejor del género, mientras que "Destino Tokio" es ya eterna y le ha robado, descaradamente, el honor de ser "el primer gran título" submarino, posiblemente superado únicamente por un acertadísimo clásico como "Duelo en el Atlántico" y, obviamente, por la obra maestra de Wolfgang Petersen "Das Boot:El Submarino".

Queda, por lo tanto, un entretenimiento con buena dosis de acción, y algunas tramas bélicas bien tiradas, pero con un lastre bastante grande al pasar menos tiempo del deseado fuera del mar. Las tramas románticas en casa servirían para entretener al público en la época y para dejar de galán a Tyrone Power, pero para nada más que eso.

Nota: 5,5

Lo Mejor: La escena final, aún con ese "comando submarino" que no viene a cuento.
Lo Peor: Un amante de lo belicosero no está para una historia de amor tan barata y que entorpece el ritmo narrativo.


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