
La Misión
Objetivo: Destruir el puente sobre el río Kwai, que sirve como paso para la línea de ferrocarril que los japoneses están construyendo para unir Rangoon y Bangkok.

Deberán caer en paracaídas sobre la jungla tailandesa, y abrirse paso sin ser detectados por el enemigo para alcanzar el puente, colocar la dinamita y hacerlo volar por los aires antes de salir de allí como se pueda.
¿Cómo transcurre en realidad?
Uno de los miembros del equipo muere nada más caer en paracaidas. Curiosamente, uno de los que tenía experiencia, ya que el NO oficial americano Shears (William Holden) no había saltado en paracaídas previamente ("¿Con o sin paracaidas?" será la pregunta con tono humorístico que le espetará el personaje de Holden a su oficial superior en referencia a como saltará sobre Tailandia).

Consiguen llegar al puente. Esperarán a la noche para colocar la dinamita pero les han pedido que, si pueden, vuelen el tren que ha de pasar con tropas japonesas. A la noche colocan la dinamita y cada uno se sitúa en una zona. Shears en una orilla del río, en la otra el pipiolo, encargado de la detonación y que tendrá difícil volver porque ha de nadar ante las balas enemigas, y en lo alto de la colina, el oficial herido, junto a las siamesas, hijas del jefe de la aldea que les acompaña en el viaje y se sitúa junto armado junto a Shears.
Llega la mañana y todo esta listo. ¿Todo? Todo menos el hecho de que el río ha decrecido y deja entrever el cable. Para más inri, quien les descubre será un oficial británico que, cegado por su empeño en construir ese endemoniado puente, acompañará a Saito para descubrir que ahí han colocado explosivos. El joven pipiolo no sabe qué hacer, a pesar de que el comandante desde la colina piensa en que lo mejor es volar el puente ya, y salir corriendo. El pipiolo matará a Saito cuando este está de espaldas, pero el Coronel Nicholson (Alec Guinnes), seguirá obcecado y dará la alarma.
Muere el joven pipiolo, hay tiros por todos lados. William Holden sale como un loco a matar a Nicholson, pero morirá justo antes de llegar: "Usted" es lo único que dirá, con rabia antes de morir tras ver como el Coronel Nicholson decía la misma palabra en tono de sorpresa (le daban por muerto). Desde la colina, el personaje interpretado por Jack Hawkins lanza obuses, uno de ellos impacta cerca de un Nicholson que parece haberse dado cuenta del error. Contrariado, en las últimas, consigue levantarse y con el último gramo de fuerza se deja caer sobre el detonador justo en el momento que el tren japonés empieza a atravesar el puente. Ese bellísimo puerte, de construcción británica, vuela por los aires, y con él el tren. Nicholson, yace muerto sobre el detonador.

Balance de la misión: 7/10 (Suicidómetro)

El mayor problema de la misión, en definitiva, radica en colocar los explosivos, algo que se hace con cierta tensión pero en apariencia como algo sencillo. ¿Y volarlo? Si no fuera por el hecho de necesitar esperar al tren, se hubiera volado sin problemas. Queda, en definitiva, una misión que no tiene tantos toques de ser excesivamente suicida en su preparación, aunque posiblemente sí debería serlo en su retorno, teniendo en cuenta que los japoneses les perseguirán. Pero el fatal desenlace, espectacular, y ya escena mítica del género, hace que se le suba la nota del #Suicidómetro.
La película

Toca mencionar de qué trata realmente la película, con un campo de prisioneros al que llegan centenares de británicos, liderados por el Coronel Nicholson (Alec Guinness). Al mando del campo está el Coronel Saito, magistralmente interpretado por Sessue Hayakawa (que fue la única de las ocho nominaciones de la película, como mejor Secundario, sin premio en la gala) que tiene la misión de construir un puente en un plazo de dos meses. Toca hablar ahora de la relación de ambos personajes.
Los dos son militares de alta graduación, de escuela, de los que en West Point estarían orgullosos de ellos, pero cada uno debe defender "lo suyo". De ahí se inicia la confrontación entre dos seres no tan lejanos el uno del otro. Por un lado, Saito, que sabe por honor que debe construir ese puente y emplear toda la mano de obra que le sea concedida. El lema suyo, que repetirá el personaje de William Holden en algún momento porque lo sabe de memoria es "Trabajar con alegría" frase dicha por el comandante Yamashita. No es fan de la convención de Ginebra y castigará con dureza a los oficiales que se niegan a trabajar en al construcción del puente.

Sin embargo, ambos acabarán encontrándose. Nicholson y Saito, en las conversaciones que van manteniendo, van poco a poco conociéndose mejor, viendo que uno es el homónimo del otro en el bando opuesto, y llegarán a una especie de casi amistad "escondida" que se palpa en las escenas finales, con ese final donde Nicholson se chiva de que han colocado explosivos. Antes, eso sí, está la construcción del puente. Un puente construido por sus "narices" británicas.

Ahí está una de las escenas quizá menos mencionadas pero clave de la película. Tras una conversación nocturna entre Saito y Nicholson, a la mañana siguiente vuelven a llevarle a su cuartelillo. Tras la charla, el oficial británico se abrocha la camiseta, en señal de que deja de ser en ese momento un prisionero de guerra y pasa a ser el oficial al mando de la construcción. Fuera, sus tropas le vitorean, aplauden las pelotas que ha tenido, pero entonces no saben que les hará trabajar eficientemente para construir el puente. Dentro, Saito llora desconsolado, sabe que ha perdido, que en su lucha verbal con Nicholson, él es el derrotado. Pero, como había dicho, uno tiene claro que cualquier medio es clave para conseguir el fin, y decide aceptar su derrota por poder sobrevivir.
Junto a ellos, en esta lucha interna mental que David Lean nos pondrá sobre la mesa, toca destacar a tres personajes cada cual más variopinto. En primer lugar, William Holden, como Shears, personaje que en la novela de Boulle era británico pero por cosas de la productora y poner un rostro norteamericano conocido, acabaría siendo norteamericano. Su personaje está ahí en modo buscavidas, no entiende el heroismo y cinismo de un personaje como Nicholson, y detesta la forma de actuar de Saito. El procura sobrevivir como puede, y buscar salir de allí.
En el poco tiempo que coincide con Nicholson, Shears es partidario de un plan de fuga, algo a lo que se opone radicalmente el oficial británico. Al ser de mayor graduación, Shears no se mete en trifulcas, eso sí, procurará escapar y le darán por muerto, si bien él sí consigue sobrevivir. Volverá a la jungla debido a que se había hecho pasar por oficial americano pero, en realidad, no lo era. Lo dicho, un buscavidas, un mentiroso capaz de cualquier cosa por salir ileso y con cierto confort (un poco en la línea de su personaje en "Traidor en el infierno"). De hecho, no tiene reparos en criticar con dureza tanto la manera de pensar de Nicholson como la de Saito... y la de Hawkins. En definitiva, un hombre tan contrario a los altos mandos que hubiera sido de gran utilidad en el comando de "Doce del patíbulo", con la gran duda de a qué oficiales mataría primero.

Por último me gustaría destacar el personaje de James Donald. Sí, el mismo doctor que tanto aquí como en "La gran evasión" hacía de eso, de doctor, y que haría ese rol en otras cuantas películas bélicas más. Su personaje, el Mayor Clipton, no deja de ser un narrador, un pepito grillo que parece ser el cuidado y conciencia de todos. Es quien charla con Shears cuando Nicholson está enzarzado con Saito. Es quien detiene una probable ejecución de los oficiales cuando se niegan a trabajar. Es el encargado de ir a charlar con Nicholson cuando éste está en la sauna de madera donde le internan, e incluso habla con Saito para pedir su excarcelación.

Frases
Me gustaría poner sobre el tapete una serie de frases de la película que muestran, clarísimamente el relieve y la forma de pensar de cada personaje:
Nicholson (Alec Guinness)
"Sin ley no hay civilización"
"No hay orden, ni disciplina"
"Tres muertos... y, ¿Para qué? Aquí es donde debemos ganar"
"Les daremos una lección demostrándoles de qué somos capaces"
"Deben saber que no nos quebrarán ni física, ni mentalmente"
"¿Qué he hecho?" (con todos muertos y el puente intacto)
Saito (Sessue Hayakawa)
"Trabajar con alegría"
"Desde el momento de su rendición, dejaron de ser soldados"
"En ese momento, entre la fuga y la muerte, volvieron a ser soldados"
"Esto es la guerra, no un partido de Cricket"
Shears (William Holden)
"Por el valle de las sombras caminaron los seiscientos"
"Ya que me han pillado, me presento voluntario"
"Su puente y sus normas me importan poco"
"¡Ústed!"
Mayor Clipton (James Donald)
"¿Están todos locos? ¿O lo estoy yo? ¿O es el sol?"
"¡Qué locura!"
Mayor Warden (Jack Hawkins)
"Si uno cae herido, deberán dejarle atrás. La misión es lo primero"
BSO
Merece la pena detenernos en la Banda Sonora de Malcolm Arnold, ganadora de un Óscar. La película ha pasado a la historia por la famosa Marcha del Coronel Boogey, tema que Lean no quiso inicialmente incluir en la película pero que acabó siendo la seña de identidad de la misma, todo un acierto. Vemos silbar a los prisioneros cuando llegan al campo y cuando marchan. En los momentos heroicos y épicos, a ese silbido se le une la orquestación, acompasada a la perfección.

Esa música circense y cómica es, precisamente, la que sonará en los títulos de crédito. La cámara se aleja del lugar de los hechos, mostrando al solitario de Clipton caminando con un río poco caudaloso y la destrucción de la guerra a su alrededor. Vemos ese ave que habíamos visto al principio de la película, y con el corte para ver el Cast y los títulos de crédito, asistimos a ese mismo tema. Un tema con mucho tono militar, pero que suena caricaturesco. En el fondo, Arnold (y con su aceptación, el propio David Lean) se están riendo de los estamentos militares cuya ceguera provoca situaciones como la vivida.
La Dirección
Toca hablar un poco de la manera de rodar de Lean. Más allá de planos que pueden pasar a la historia, y al empleo del Cinemascope que hace aún más maravillosa la película, tenemos esa entrada triunfal de los prisioneros al campamento. Pero hay momentos de rodaje/montaje que son marca de la casa. Por ejemplo, la manera en que los prisioneros corean a su oficial cantando el "Es un muchacho excelente" cuando éste es enviado a la caja a pleno sol. Justo tras esa frase vemos una escaramuza en la jungla, donde los prisioneros liderados por Shears intentan escapar. Ese brillante contraste entre la vida y la muerte, donde se alaba a un personaje obstinado y contrario a la fuga... y al mismo tiempo quienes quieren sobrevivir intentan huir, y mueren.

Pero, sobretodo, es en los pequeños detalles donde se ve una dirección bien trabajada. La puesta en escena de todas las escenas de campamento con Saito y Nicholson son brillantes. Y el duelo interpretativo que mantienen los dos personajes es, sin duda alguna, lo mejor de la película con permiso de ese final... qué final. ¡Qué locura! con un oficial británico boicoteando a los británicos, con obuses y tiros a diestro y siniestro, con un caos total donde ahí no queda ni el apuntador con vida. Con un hombre moribundo haciendo estallar literalmente con su vientre, ese maldito puente sobre el río Kwai.
Crítica

La pasión que uno siente desde pequeño por la película se ve reafirmada con el paso de los años. Uno se da cuenta de pequeños detalles donde Lean lo mima todo, de una BSO que es mucho más que unos hombres silbando un tema mítico. Un final épico, corto, pero épico... y destructivo, como guinda del pastel de un drama bélico llevado a la perfección. El duelo entre Guinness y Hayakawa, sostiene a la perfección la película que, empleada en tres claras fases: Campo de prisioneros, construcción del puente y misión suicida, logra el equilibrio perfecto para conformar una gran obra.
Sin duda, estamos ante un clásico imprescindible del cine bélico. Una película que todo el mundo debería haber visto y que, si uno no la tiene reciente, espero que este análisis le sirva para desempolvarla, repescarla y visualizarla de nuevo. Creo que no os decepcionará.
Nota Película: 10/10
Lo Mejor: El duelo interpretativo entre Guinness y Hayakawa y el trepidante final
Lo Peor: Nada
****1/2 EL PUENTE SOBRE EL RÍO KWAI (1957) David Lean
ResponderEliminarDavid Lean construye con entereza y pulso esta aventura desde los cimientos de un sorprendente episodio ocurrido en la Segunda Guerra Mundial. Se trata de una propuesta de elevadas proporciones fílmicas que acerca orillas tan alejadas en apariencia como la victoria y la derrota, el honor y la ignominia, la verdad y el engaño. Las secuencias parecen arrancadas del interior de las selvas del sudeste asiático donde fueron rodadas. Casi se percibe, en cada fotograma, una pátina de algo así como un sudor espeso o una riada de un limo fangoso o, incluso, ese rastro de savia esmeralda que deja en la piel el paso durante horas por lo más profundo de un salvaje bosque tropical. Y todo ello sin dejar de trasmitir también la elegancia inglesa de la que siempre hace gala al dirigir David Lean.
https://cautivodelmal.wordpress.com/
Gracias por compartir tu crítica/comentario/análisis de la película
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