MISIONES SUICIDAS: "Los Cañones de Navarone" (J.Lee Thompson, 1961)

Este año una de las dos secciones estrella del blog será la de las "Misiones suicidas". El primer lunes de cada mes desgranaré doce misiones imposibles (comandos, aviones, submarinos...) en análisis que serán divididos en dos partes bien diferenciadas: Por un lado, me dedicaré a hablar de la misión en sí para acabar haciendo una valoración de lo complicado (o no tan complicado) de la operación en cuestión; La segunda parte de cada artículo será una pequeña crítica de la película en sí.

Hoy toca arrancar con una de las grande citas de comandos: "Los cañones de Navarone", dirigida por J.Lee Thompson en 1961 y que logró siete nominaciones a los Oscars, incluyendo Mejor Film y Director. Se hizo con el de los Mejores Efectos Visuales, además de ganar el Globo de Oro al mejor Drama. Gregory Peck, David Niven y Anthony Quinn eran el trío protagonista con mayor peso.

La Misión

Objetivo: Destruir unos cañones que pueden decidir la contienda al evitar que un convoy británico llegue a salvar a las tropas.

Operativo: La Operación constará de diferentes partes. En primer lugar la aproximación a la isla griega, donde será indispensable la labor del Capitán Keith Mallory (Gregory Peck), experto marino y escalador, que será útil para superar la pared vertical que les hará acceder a la isla. Teóricamente a partir de ahí la labor será de otros, habiendo acabado la misión de Mallory. El Oficial al mando (Anthony Quayle) deberá guiar un grupo compuesto por un experto Coronel cretense (Anthony Quinn), un especialista en explosivos (David Niven), un experto con el cuchillo apodado "el carnicero" (Stanley Baker) y un soldado griego con ganas de matar nazis (James Darren). Deberán juntarse a miembros de la Resistencia griega y, antes de la fecha señalada, conseguir destruir los cañones.

¿Cómo transcurre en realidad?
El viaje en barco no podía ser más movido. En primer lugar una patrulla alemana da con ellos y, aunque se hacen pasar por pescadores griegos, acabarán siendo descubiertos, logrando salvarse por los pelos. La aproximación a la isla no podía ser peor, de noche, y con una tempestad que provocará que el barco acabe encallando. Mallory conseguirá, acto seguido subir a la cima, pero por el camino se romperá una pierna el Jefe de la Operación, teniendo Mallory que continuar con la misma donde, teóricamente, acababa su labor.

Después viene el recital. Una vez contactan con la Resistencia son a punto de ser descubiertos donde pasan la noche, posteriormente aviones de reconocimiento darán con su paradero y les bombardearán, teniendo que esconderse en una cueva. Tras sobrevivir a varios avatares (gracias a un espectacular Stavros, el cretense, que lo mismo mata con metralleta, con cuchillo que con un rifle francotirador) conseguirán ir al pueblo natal del soldado Spyros Pappadinos (James Darren). Una vez allí serán descubiertos al caer en una trampa cuando observaban una boda en la plaza del pueblo.

La misión corría excesivo peligro pero, una vez más, lograban escapar con cierto ingenio y con la actuación brillante de Stavros intentando fingir ser un pobre pescador chipriota. Una vez fuera y tras vestirse de alemanes y acceder a Navarone, la misión estaba a punto de ser cumplida cuando el Cabo Miller (David Niven) anunciaba que les habían boikoteado. ¿El culpable? una de las dos mujeres de la Resistencia que estaban con ellos, la que no decía ninguna palabra tras haber sido "supuestamente" torturada. La otra mujer, la hermana de Pappadinos, la matará y la operación sigue como se puede. Mallory y Miller consiguen acceder a los cañones y ahí el británico pone todo su ingenio al servicio de la Reina para conseguir destruirlos, incluso consiguiendo salir con vida del lugar.

Balance de la Misión: 9/10
Una misión difícil donde las haya. Alcanzar simplemente las costas de la isla griega era complicado, más aún si cabe con ese tiempo de perros que podría haberles hundido en la costa. Posteriormente conseguir subir semejante pared vertical (donde Mallory casi muere) tenía lo suyo. Una vez ahí, lo que podría ser algo tan fácil como esconderse acabará siendo un imposible. Una vez tras otra tienen a los alemanes pisándoles los talones e incluso haciéndoles prisioneros. Salir ilesos de todo ello y, con mucho ingenio, conseguir llevar a cabo la Operación, a pesar de incluso haber perdido los explosivos, indica que el equipo escogido para la misión estaba compuesto por especialistas.

¿Cuál es el pero? Tan suicida no puede ser una misión cuando de seis hombres que componen la misión uno queda herido escalando y acaba hecho prisionero al no poder cargar más tiempo con él, mientras que las dos únicas victimas mueren en sendas "garruladas"; el joven por su afán de matar nazis como si de una película de Tarantino se tratase, mientras que Baker demostrando no ser tan especialista del cuchillo tras apuñalar a su única víctima de la película.

Crítica
"Los Cañones de Navarone" es un film rodado poco después del exitazo de "El puente sobre el río Kwai" y antes de la gran sucesión de películas bélicas que inundaron las salas de cine en esa gloriosa década de los sesenta. El éxito del film ayudó, sobremanera, a que fuera posible que a rebufo de ella surgieran otras tantas películas. También fue la primera obra de Alistair MacLean en ser llevada al cine, después le seguirían títulos como "Estación polar Cebra" o "El desafío de las águilas" (esta última la veréis próximamente en la Sección).

Espectacular de principio a fin, es el gran ejemplo de cine palomitero, pero de la época. Acción a raudales con numerosos tiroteos, escenas míticas y rodadas sensacionalmente como esa tempestad o la posterior escalada, donde durante algo más de diez minutos no se escucha hablar a ninguno de los actores, solo hay que ver y sufrir con ellos de las penurias que están pasando con frío, viento y lluvia. Y después, a disfrutar de los paisajes griegos y de los ataques constantes de los alemanes.

Cabe destacar al trío actoral que encabeza el film. Peck está inconmensurable en un papel que le viene como anillo al dedo, pero sobresalen mucho más sus compañeros de fiesta: Stavros (Anthony Quinn), ese cascarrabias cretense dispuesto a matar a todos los nazis posibles pero con suficiente ingenio y cabeza como para salir airoso de cualquier situación, y David Niven, el perfecto gentleman británico, con un humor ácido como solo él podía llevar ("¿Y por qué no lo tiramos por el acantilado y nos ahorramos una bala?" llegará a espetarle al cretense cuando este insinuaba que deberían pegar un tiro al oficial al mando, con la pierna rota, para evitarle sufrimiento).

Los tres llevan en volandas el film, con ayuda de unos efectos especiales muy conseguidos para la época (tanto la traca final como la secuencia del acantilado son sensacionales) y de una banda sonora obra de uno de los más grandes: Dimitry Tiomkin. El ruso compuso una de las más bellas y memorables músicas originales para una película bélica (Top 5 del género), esas que resuenan ya en los títulos de crédito y que acompañan a lo largo de la película. Pero también se aprovecha de canciones griegas como la que suena durante la boda, para intercalar fragmentos instrumentales con la melodía.

En su conjunto, estamos ante una de las grandes películas bélicas de todos los tiempos. Un clásico imprescindible en la colección de cine bélico que todo el mundo (amante o no del género) debería tener en su casa, con unos actores en un momento cumbre de su carrera y un guión ácido que permitía la lucidez de los mismos.

Nota Película: 9,25/10
Lo Mejor: Ser una sucesión de grandes secuencias de acción rodadas con mucho suspense/tensión, y ese sentido del humor y carisma que desprenden tanto Niven como Quinn
Lo Peor: Que algunos momentos de la película parece una película de Rambo, pudiendo matar cinco hombres y dos mujeres a todo el ejército alemán.

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