
Tras las cámaras colocaron a Ken Annakin, uno de los directores encargados de llevar a cabo "El día más largo" y que ya había tenido alguna que otra experiencia anterior con el cine bélico. Y el reparto debía ser de prestigio, al seguir la estela de la gran epopeya sobre el día D. Henry Fonda y Robert Ryan saldrían del anterior film para encabezar este proyecto. Y, junto a ellos, Charles Bronson, Telly Savalas, Robert Shaw, Dana Andrews o George Montgomery, además de Hans Christian Blech, el mítico actor alemán que en "El día más largo" contemplaba horrorizado la inmensa flota aliada desde un búnker.
Sinopsis
Diciembre de 1944, un avión de reconocimiento con el Teniente coronel Dan Kiley (Henry Fonda) sacando fotos pone nervioso a Conrad, el chófer de Hessler. Éste ni se inmuta, al ver que el avión no es de combate. Al final de la escena una frase clave para el devenir de la película: "La gasolina es sangre" dirá Hessler. Poco después la avioneta hace fotos a un bosque desconociendo que ahí encontrarán al positivar, tanques alemanes.

Mientras tanto, en Ambleve, un pueblo belga, el General Grey (Robert Ryan) le comunica a Kiley que los alemanes deben tramar algo puesto que buscaban voluntarios a soldados que hablaran inglés. El ambiente navideño del cuartel general choca con la idea de Fonda de que es algo gordo lo que preparan, al tener en cuenta que está ahí Hessler y los tanques descubiertos. En el bando alemán, a Hessler le presentan su tropa, y aunque son niños, le harán cambiar de opinión al entonar el Panzerlied, himno de dichas tropas.

Bronson, Fonda y sus hombres escuchan a los tanques avanzando y les dará poco tiempo a movilizarse para defenderse con apenas unos bazookas. A bordo de un tanque, Goofy (Telly Savalas) un sargento que se dedica a traficar, también intentará defenderse. Pero el blindaje enemigo es superior, difícil de penetrar y la batalla es un paseo para los nazis, destrozando lo que viene a su paso (incluyendo el tanque de Goofy) mientras que los aliados deben salir huyendo. Entre los que quedan rezagados, queda un sargento y su joven teniente, que es un cobarde.

En el puente llegarán los detonadores, que acabarán siendo abatidos por la Policia Militar infiltrada. Mientras tanto, unos kilómetros más adelante las tropas aliadas se dan cuenta del "cambiazo" al sospechar que Ambleve no está donde decía la señal y que es raro que la Policia Militar se encargue de la voladura de un puente. Un tanque acabará con los policias militares instantes antes de que Hessler y los suyos acaben con el tanque y crucen el puente poniendo rumbo a Ambleve.

Para ayudar a Ambleve, debería llegar munición pesada, pero las comunicaciones las controlan los alemanes y el tren donde viaja dicha mercancía acabará siendo destruido por un Tigre alemán. Choca el cartel en el pueblo belga que reza "Feliz Navidad del ejército americano a Ambleve". A pesar de que el alto mando alemán no ve con buenos ojos enzarzarse con Ambleve y piden rodear el pueblo, Hessler vende muy bien la idea de minar la moral aliada y acabará hacienco cenizas la ciudad. La retirada del alto mando aliado la cubrirá Woleski y sus tropas, que acabarán siendo hecho prisioneros.

(Momento Bastogne): Es entonces cuando conocemos que Hessler y los suyos NO son los únicos alemanes en combate, y que hay otros frentes abiertos, entre ellos los famosos Bastardos de Bastogne. De ellos únicamente conoceremos que están sitiados y que al recibir la petición de rendirse, ellos contestan a la propuesta alemana con un "Nuts" (algo así como "Iros al carajo") que los alemanes no entenderán.
Vemos como tropas americanas desperdigadas entran a la granja donde se esconde el teniente. Necesitan un oficial y él, ahora sí, enarbolado de valentía, decide ejercer de jefe de esos desamparados. Mientras tanto, Hessler y Conrad se divorcian en su preciosa relación, uno quiere que acabe la guerra gane quien gane antes de que Alemania quede hecha cenizas, el otro confía en eternizar el conflicto.

El tiempo se aclara, para bendición del ejército aliado y las tropas americanas cruzan el río Meuse para el enfrentamiento. Durante el combate sale escaldado nuevamente el tanque de Goofy, a quien ordenan marchar con dos muertos y dos heridos en su blindado, y sin el cañón para poder combatir (él quiere quedarse a embestir al enemigo, cual pirata). Hessler dejará el combate para, junto a otros quince tanques ir a buscar el combustible que tienen cerca. Goofy y su medio tanque se topará con el Teniente ex cobarde y sus desamparados que se subirán al tanque a pesar de la insistencia de Savalas de que no suban, llegándoles a amenazar con la ametralladora.

Escenas
Sin duda alguna, la escena por excelencia de la película es el "Panzer Lied", el himno de los miembros alemanes que irían a bordo de los Panzer y los Tiger. El personaje interpretado por Robert Shaw verá la tripulación de los acorazados y dirá que son unos críos, para enfado de su superior. Cuando este último ha marchado y Shaw continúa el paseo alrededor de los que "van a morir" (licencia de la Antigua Roma), uno de ellos se aventura a lanzar los primeros versos del himno.

Tras esto, a pesar de tener una de las batallas de tanques más famosas del cine bélico en ese tramo final, hay dos momentos que recordaba de cuando era pequeño. En primer lugar la secuencia de la No voladura del puente. Los infiltrados alemanes han cambiado la señal de los pueblos y prometen que volarán el puente (mentira podrida, que lo sabemos). Por el camino llegarán los artificieros de verdad y, aunque son incitados a marcharse, acabarán viendo que los artificieros alemanes no están colocando bien los explosivos, obligando a estos a matarles.

La última secuencia mítica es la escena final. Es una mentirijilla vender que unos pocos soldados acabó con la gran última invasión alemana tirándoles los bidones de gasolina y prendiéndoles fuego, minando así la moral, amén de acabar con el Oficial al mando. Pero queda cinematográficamente épico ver como Savalas y los suyos la lían de aquella manera. Tras poder acabar con otros infiltrados alemanes (que se ve que estaban en todas partes) y ante la orden de volar el combustible, decidirán que lo mejor es tirárselo encima a los tanques alemanes, acabando así la batalla.
Crítica

A pesar de estos ligeros peros, que no son pocos para los amantes de la historia que ven en esta película un film fantasma/palomitero que no cumple los requisitos mínimos de realismo, si nos ceñimos puramente al aspecto bélico el film es más que entretenido y un buen ejemplo del cine bélico de los años 60. Con el valor añadido de contener una batalla entre tanques, algo que no se suele ver a menudo en el mundo del cine hollywoodiense.

La moralina es escasa. El duelo interpretativo entre Hessler y su fiel compañero Conrad, que se pasan todas las escenas no bélicas debatiendo sobre el conflicto, con un mensaje pacifista del segundo y las ganas de una grandiosa Alemania del primero, compone el único momento centrado en filosofar sobre el conflicto. El resto es puro cine bélico bien trabajado por un director poco conocido pero que supo dar el suficiente empaque al proyecto.

Título épico donde los haya, un film menor dentro del género pero de los imprescindibles, de esos de segunda línea que merecen estar en la mayoría de libros sobre 100 títulos bélicos imprescindibles, tal y como mostré incluyéndola en el # belicómetro. Eso sí, no me parece la mejor película sobre la batalla de las Ardenas y eso es un detalle, que quizá la haga bajar enteros, aunque cabe señalar que más de cincuenta años después de su estreno, aún es un título con vistas a ser eterno e inolvidable dentro de los amantes del género.
Nota: 7
Lo Mejor: El Panzerlied, tres minutos que animan a cualquier a subirse a un tanque y liar la que liaron
Lo Peor: Que se pase la historia por el arco del triunfo.
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