La Gran Ilusión (Jean Renoir, 1937)

Diciembre nos indica que este 2018 se está acabando. Y con ello, daré por finalizado el homenaje al cine de la Primera Guerra Mundial que comenzó allá por enero con uno de los clásicos del cine mudo como fue "El gran desfile" (King Vidor). Cada mes he analizado dos películas y a la espera de que llegue Navidad y con ella hablemos de la famosa tregua de 1914, hoy rindo homenaje a una de las grandes películas sobre el conflixto: "La Gran ilusión", film francés de 1937 que supuso la primera nominación a Mejor Película de una producción de habla no inglesa.

Durante años fue mi preferida sobre la contienda, si bien ahora ese honor recae en otra de las analizadas en este blog: "Senderos de gloria", y ahora ocupa el segundo lugar dentro de los films que nos cuentan la Gran Guerra, y un prestigioso Top 15 dentro del #belicometro con las 100 mejores películas bélicas de la historia según Todosobremicinebelico.


Sinopsis
El teniente Marechal (Jean Gabin), un mecánico de profesión, pero piloto en la guerra, y su superior, el Capitán Boeldieu (Pierre Fresnay), un aristócrata francés de buena familia, son hechos prisioneros por los alemanes durante la Primera Guerra Mundial. Son recibidos con una buena cena por parte de un aristócrata alemán, el capitán Von Rauffenstein (Erich Von Stroheim), antes de que sean llevados a un campo de prisioneros.

Una vez en el campo, coinciden con gente de todo tipo en el barracón, desde un actor y humorista hasta un judío rico, polaco de nacimiento pero francés de nacionalización: Rosenthal (Marcel Dalio), que es el que mejores paquetes recibe de su familia, y que comparte con sus compañeros el suculento menú, mejor que el de los alemanes del campo. Durante el día, se dedican a trabajar en un túnel que les haga escapar de la prisión.

Mientras realizan una obra de Teatro para entretenimiento de las masas del campo de prisioneros, y para los propios carceleros alemanes, llega la noticia de que los franceses han recuperado una zona de combate. Marechal corta la obra y se lanza a enaltecer a los prisioneros a cantar La Marsellesa. Todos cantan al unísono en uno de esos momentos patrióticos de la película, y el resultado es que Marechal es enviado a aislamiento durante unos días... llegando a temer sus compañeros que se perderá el final del túnel y el día de la fuga.

Marechal, completamente loco al estar solo y aislado, volverá a ser enviado junto a sus compañeros de barracón a pocos días de la gran fuga. Llega el día y la sorpresa delante de la puerta: Los alemanes han decidido enviarles a otro campo de prisioneros, con el túnel ya terminado. Marechal intentará avisar a los nuevos inquilinos (prisioneros ingleses) de que hay un túnel debajo del barracón para que lo aprovechen, pero el oficial al que se lo dice no le entiende una sola palabra. Y como él tampoco habla inglés la sensación que se nos queda es que todo el trabajo de meses de dedicación ha sido en balde.

Ahí en una serie de planos cortos (en cuanto a duración) se nos muestra como son enviados a diferentes campos de prisioneros de los que intentarán escaparse, hasta que finalmente Marechal y Boeldieu llegan a una fortaleza al Sur de Alemania, cerca de los Alpes, donde curiosamente el Oficial al mando es el Capitán Rauffenstein, que abatido en combate no puede pilotar más aviones. El aristócrata alemán les recibe con ilusión y entabla amistad con Marechal: Su igual por clase social.

Asistimos así a los momentos más interesantes de la película, donde Boeldieu se nos muestra como ese patriota francés que a pesar de su rango entabla amistad con gente de diferente clase social de su país que combate a su lado, pero al mismo tiempo con ese alemán con el que pueden hablar de "sus temas". Rauffenstein en una de las frases de la película, le reconocerá que la clase social a la que pertenecen no seguirá tras la guerra: "No habrá más Rauffenstein ni Boeldieus cuando acabe la guerra", en clara señal de que será el pueblo quien siga adelante sin ellos. La guerra, a su paso, habrá acabado con esa vieja aristocracia que aún gobernaba y campaba a sus anchas en Europa.

En esa fortaleza, Marechal y Boeldieu, que coinciden con su ex compañero Rosenthal, llevan ya 18 meses como prisioneros, habiendo intentado evadirse en unas cuantas ocasiones. Probarán suerte una vez más. El plan parece tenerlo claro Boeldieu, que organiza a todos los prisioneros para montar jaleo una noche y ser llamados al patio. Mientras, el Capitán tocando la flauta llama la atención de las patrullas de vigilancia de la Fortaleza, que intentan dar con él. En ese momento de tensión y con los prisioneros enaltecidos, Marechal y Rosenthal aprovecharán para escapar.

Finalmente, y a pesar de los avisos, Rauffenstein se ve obligado a disparar a su amigo Boeldieu, desde la distancia, y aunque reconocerá posteriormente haber querido disparar a la pierna, le hiere de muerte. Muerte que se consuma tras poder hablar ambos, y donde Boeldieu le dice a su amigo alemán que para él, por suerte, todo acaba ahí, en clara referencia a que Rauffenstein sobrevivirá a la guerra pero tendrá que ver como su clase social se derrumba tras el conflicto.

Llega el tramo final de la película, donde los dos amigos escapados (que realmente no se caían bien), tienen que sobrevivir juntos a pesar de que Rosenthal cojea tras un resbalón. Llegarán a una casa en la montaña donde una viuda alemana con su hija les acogerá. La relación entre todos será fenomenal hasta el punto de que Marechal y Elsa (la alemana) acabarán enamorándose aún conociendo ambos que deben proseguir el camino. Una vez recuperado Rosenthal continúan y llegarán sanos y salvos a la frontera suiza. Unos soldados alemanes que les han visto amagan con disparar pero uno de ellos avisa de que los franceses están ya en la frontera suiza.

"Mejor para ellos", dirá otro de los alemanes como frase final de la película.

Secuencias
Una de las secuencias que más me gustaron de la película es esa conversación entre los diferentes prisioneros franceses sobre el motivo por el que quieren escapar. Algunos lo hacen por patriotismo, otros por comer bien, y Boeldieu, con cierto sarcasmo dice que si los campos de Golf son para jugar a Golf, y las pistas de Tenis para jugar a Tenis, "un campo de prisioneros es para escaparse".

También cabe señalar que cuando llegó "La gran ilusión" a las pantallas de cine no se había dado la Segunda Guerra Mundial, que exportaría el cine de evasiones. Por lo tanto estamos ante la primera gran película sobre campos de prisioneros donde veremos como se trabaja en un Túnel. Si bien la secuencia sobre la fuga, casi al final de la película, es muy interesante.

El valor de esta película, no obstante, están en las diferentes situaciones que sean, como esa Marsellesa cantada en plena obra de Teatro, o como los prisioneros rusos llegarán a quemar libros llamando la atención de los guardias alemanes, momento que aprovecha Boeldieu para tramar su plan maestro de fuga: Consiste, básicamente, en entretener a las tropas con algo mientras un grupo mínimo de gente prueba a escaparse.

Por último, el valor de la película, sobretodo, está en esas relaciones entre Boeldieu y sus compañeros, que a pesar de no entenderse del todo no dejan de ser franceses luchando por la misma causa; la relación de Boeldieu con su igual alemán y, como no, esa historia de amor al final de la película que habla de esperanza e ilusión, la de que la guerra termine y pueda volver junto a su amada alemana. Dos personas que apenas se entienden, en medio de la guerra, necesitados ambos, de cariño y comprensión.

Valoración
La Gran Ilusión es una sensacional película. Jean Renoir la dirigió pensando precisamente en que era una gran ilsuión que aquella guerra sirviera de ejemplo y acabara con todas las guerras. Cuando la dirigió, en 1937, la II Guerra Mundial estaba a la vuelta de la esquina y en toda Europa eran conscientes de ello. El mensaje claramente pacifista de la película está ahí. Como lo está el mensaje contra las clases sociales antiguas y como el pueblo debía ser el Futuro del mundo, al menos de Europa.

Las relaciones de confraternización, puesto que incluso los guardas alemanes y los prisioneros franceses tienen cierto buen rollo, siempre y cuando se cumplan las normas, son otro de los puntos fuertes de la película. Hablamos de un drama bélico donde apenas hay tiros, ni hacen falta. Las secuencias de acción quedan reducidas para contarnos una historia de la Primera Guerra Mundial pero que podría hablar casi de cualquier guerra.

La Esperanza y la Paz, el fin máximo que se persigue en todo el fin incluido en ese cartel que, lo diré abiertamente, me parece el mejor cartel que se ha hecho jamás de un film bélico, y permitidme decir que de lo mejorcito sobre cualquier otro género. Esa alhambrada y ese soldado que nos muestran lo peor del Ser humano, y esa Paloma de la Paz como ejemplo claro a seguir... herida como herida estaba Europa no solo en aquella Gran Guerra, sino en 1937 cuando Renoir llevó a cabo su obra maestra.

Nota: 8,75

Lo Mejor: Las diferentes relaciones que sean y como Renoir mueve la cámara para contarnos las historias personales de los diferentes personajes.
Lo Peor: Que el mensaje no fuera escuchado ni por Hitler ni por quienes fuera.

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