Senderos de Gloria (Stanley Kubrick, 1957)

El 14 de julio se celebra el día de Francia, el país conocido por el lema de "Libertad, igualdad y fraternidad". Pero como la historia de cualquier país, hay muchas sombras, sobretodo si nos fijamos en los entramados políticos y de quienes mandan en el país. Por ello, no hay mejor día que este para narrar un episodio "basado en hechos reales" que denuncia abiertamente a los estamentos militares de dicho país.

Se trata, ya lo habrán podido adivinar quienes hayan visto la película o la conozcan, de "Senderos de gloria", posiblemente el film más reconocible de cuantos se han rodado sobre la Primera Guerra Mundial. Dirigido por uno de los maestros del séptimo arte: Stanley Kubrick, antes de que hiciera las obras maestras de las que todo el mundo habla. Sin duda, la presente película es, con permiso de la notable "Atraco perfecto", la obra que catapultó al director a la élite.

Sinopsis
En 1916 la Primera Guerra Mundial ya estaba anclada en la guerra de trincheras. Largos kilómetros de zanjas cavadas y apenas se avanzaban unos cientos de metros que en menos de una semana se volvían a perder. En el camino, miles de vidas perdidas para absolutamente nada. En esta tesitura el General Broulard (Adolphe Menjou) le comunica al General Mireau (George Macready), de menor graduación, la orden de atacar un puesto enemigo conocido como la "Colina de las hormigas". A pesar de un discurso a favor de sus pobres soldados y de lo imposible y suicida de la misión, a la que oye hablar de un posible ascenso, cambia de opinión y acepta la misión.

Ya en las trincheras, los soldados, agazapados junto a las ratas reciben la visita del General Mireau, que encomienda al Coronel Dax (Kirk Douglas) la misión, reconociéndole que se calcula más de la mitad de bajas antes de hacer frente a la defensa de la posición ocupada. Dax no ve con buenos ojos la operación pero no le queda otra que aceptar, lanzando, eso sí, un discurso a favor de la humanidad y de sus hombres: "Yo también preferiría la compañía de las ratas que la de los cañones", le espetará a Mireau que no tendrá en cuenta el comentario. También en este momento recibimos una de las mejores frases de la película, parafraseando a Johnson, Dax dirá que "El patriotismo es el último refugio de los canallas".

Esa misma noche, el cabo Paris (Ralph Meeker) y un soldado raso acompañan al Teniente Roget en una misión de reconocimiento nocturno. El teniente, víctima del miedo y la cobardía, echará a correr y accidentalmente acabará con la vida del soldado. Cuando Paris vuelve a las trincheras, sorprende a Roget que había hecho el Informe contando a los dos como muertos en combate, detalle que tendrá que rectificar. Este momento será importante a posteriori, puesto que genera aun más tensión entre dos hombres que se conocían de antes de la guerra y no se llevaban bien.

Llega la mañana siguiente, día del ataque a las trincheras enemigas y el fracaso es monumental. Una tercera parte de los hombres no salen de las trincheras, y Dax ha de retroceder a buscarlos, pero es en balde, cuando quiere animarlos a salir, el resto de los hombres vivos ya han huido despavoridos volviendo a sus trincheras. Paralelamente a este momento, desde la comodidad de la retaguardia, el General Mireau ve el fracaso y, víctima de la ira, ordena a los cañoneros que ataquen las posiciones amigas, para obligar a los soldados a salir y escarmentarlos. Por suerte para los hombres del Regimiento de Dax, el capitán al mando de la artillería rechazará la orden alegando que únicamente la cumpliría por escrito y firmada por el General.

Segunda parte
El fracaso en el ataque dejará en mal lugar a Mireau, que no tarda en acusar de cobardía a sus hombres y mantiene una charla con Dax y su superior, el General Broulard. Inicialmente Mireau quiere castigar a 100 hombres del Regimiento como castigo, mandándolos fusilar. Tras una conversación donde Dax llega a alegar públicamente que si toca escarmentar a los hombres le fusilen a él y no a sus subordinados. Finalmente todo queda en una acusación a tres soldados, que tendrán su juicio militar.

Los tres escogidos son el soldado Arnaud (que no había llegado más allá de las avanzadas francesas), escogido a sorteo; el soldado Ferol, a quien su Teniente le escogió por ser básicamente un "paleto", y el cabo Paris, escogido por el Teniente Roget, que así tomaba venganza y se quitaba un marrón de encima. Eso sí, Paris hablará con Dax contándole por qué ha sido escogido, Dax le reconoce que sí le cree, pero que eso no puede cambiar nada.

El juicio es un (perdonen la palabra) despelote. Dax, experto en Derecho, procura defender a los acusados pero todo está encaminado y amañado para que sean acusados. No se deja defender a los hombres, no se admiten pruebas, y todo lo que dice el Fiscal es aceptado sin duda alguna. Un fiscal que es el Mayor de confianza de Mireau, y uno de esos personajes "pelotas" que apenas tienen 5 minutos en pantalla pero generan repulsión y asco a quien le ve. Un hombre con unas ideas cuadriculadas y que compara a los soldados franceses con las ratas sin ningún tipo de impunidad.

Efectivamente, y a pesar del discurso final de Dax acusando a todo el mundo del amaño y declarando su repulsión y rechazo a los mismos, alegando que se está cometiendo un delito contra la humanidad. Pero eso da igual a los altos mandos... el politiqueo y demás, la aristocracia.... la gente de pueblo, los pobres, son mandados a luchar, a morir por su patria, e incluso a fusilar sin problema alguno. No son más que los animales.

Dax ordena al Teniente Roget que se encargará de organizar y dar la orden de fusilamiento. Toda una lección al Teniente que ha mandado conscientemente a un hombre a la muerte. Aunque intenta negarse, Dax no le deja, enfurecido con el cobarde Teniente. Por otra parte, recibe la visita del capitán de Artillería, que le contará y le firmará la declaración de que el General Mireau habría ordenado atacar las líneas francesas. Esa misma noche, Dax irá a visitar al General Broulard, y le contará esta pequeña historieta.


Fusilamiento
Los prisioneros pasarán la última noche de vida repletos de tensión. Tanta que, borrachos, Arnaud pierde los papeles y agrede al cura que pasa con ellos esa última noche, Paris le golpeará y accidentalmente Arnaud recibe un golpe en la cabeza que casi acaba con su vida. A pesar de no estar en disposición de ir a un pelotón de fusilamiento, será enviado igualmente.

Llega el día D, del fusilamiento y llega una de esas secuencias que dejan a uno frío. Todo es solemne, con tremenda frialdad. Paris se niega a ser vendado, y rechaza la petición de perdón del Teniente Roget, mientras que a Arnaud lo despiertan para que esté consciente, si bien volverá a caer en el sueño (mejor para él). En un plano absolutamente magistral se nos muestra el punto de vista de los verdugos, ese pelotón de fusilamiento obligado a matar a sus iguales, acusados de cobardía, y escogidos a dedo. Llega la orden y no hay escapatoria posible, se acabó la esperanza.

Dax vuelve a reunirse con los dos generales superiores, y delante suyo Broulard comunica a Mireau que "Dax le había contado la orden de ataque a las propias líneas". Mireau, atacado de los nervios se marcha de la sala sabiendo que ha perdido su rango y que habrá un juicio, "testimonial", sin gran importancia, puesto que no se trata igual a un General que a las ratas. Broulard, una vez se ha marchado Mireau, le ofrece el puesto de éste al personaje interpretado por Douglas. Esto le enfada, puesto que él no quiere el puesto, y todo lo que ha hecho lo ha hecho por sus hombres y no por medallas y galones. Nuevamente Douglas está sensacional con un discurso antimilitarista y se marcha enfurecido, habiendo renunciado al puesto, sabiendo que volverán al combate.

Y no tardarán mucho, puesto que en una secuencia final memorable, ve como los soldados a sus órdenes están en un bar escuchando a una joven alemana cantar una canción que, a pesar de no entender, genera emoción y hace llorar a "las ratas". En ese momento a Dax le llega la orden de volver al combate, y dirá al mensajero que espere cinco minutos antes de entrar a informar a los soldados que toca volverse a poner el petate a las espaldas.




La producción
A Senderos de Gloria le costó ver la luz. El proyecto no consiguió productora hasta que una de las estrellas del momento, como era Kirk Douglas se hizo cargo de la misma y así con el papel. El joven director Stanley Kubrick podía así realizar un proyecto al que le tenía muchas ganas. Gustó tanto la colaboración que Douglas le propondría a Kubrick posteriormente acabar "Espartaco", película que el ego de Douglas provocaría que nunca más volvieran a trabajar juntos, aunque también provocó que Kubrick no volviera a aceptar realizar películas por mandato donde no tuviera él la última palabra.

Otros detalles a tener en cuenta. Inicialmente en el guión había final feliz, donde los acusados acababan saliendo vivos porque a última hora se cancelaba el fusilamiento. Demasiado bonito para ser real, y excesivamente poco duro como para que el legado de la película pasara a la historia. El mensaje antimilitarista de la película provocó que fuera prohibida durante el franquismo en España, pero también el discurso contra la aristocracia y militares franceses durante la guerra hizo que en el país galo se prohibiera durante años la película. Por último, la actriz alemana que canta al final: Sussanne Christian, iniciaría un romance con Kubrick, convirtiéndose en su tercera y última esposa bajo el nombre de Christiane Kubrick.


Secuencias
La mano de Kubrick se deja ver a lo largo del metraje. Desde ese travelling al poco de comenzar mostrándonos al General Mireau recorriendo las inmensas trincheras (gran labor del staff técnico que con poco presupuesto dotó de gran realismo el escenario), como posteriormente al General Dax haciendo lo propio antes del ataque. Este plano sería "homenajeado" por Ridley Scott en el inicio de Gladiator, cuando el personaje de Russel Crowe recorre el pasadizo que le hacen sus hombres.

De la primera parte de la película hay que quedarse con los apenas par de minutos que dura el ataque a la colina de las hormigas. Un travelling siguiendo lateralmente el ataque de las tropas francesas, logradísimo para la época... una de las imágenes del cine bélico por excelencia a pesar de ser tan corta y narrar una derrota.

Cabe destacar como se lleva a cabo el juicio, la profundidad de campo cuando la cámara prácticamente se come a uno de los acusados y se ve al resto de fondo en la inmensidad de la sala. Corderos (o ratas) dispuestos a ser sacrificados. Los planos cortos de los actores, para mostrar la ira o la angustia, son otro punto a favor de los encuadres que realiza el prestigioso director.

Por último, ese gran final. Primero con la solemnidad y eficacia del fusilamiento: "Sus hombres han muerto muy bien" le llega a decir Mireau a Dax, provocando su incredulidad ante semejante barbaridad de comentario. La realidad es que todo el fusilamiento fue una secuencia mimada de principio a fin y rematada con el espectador incrustado entre los fusiles que actúan como verdugos. Nuestros ojos contemplan en primera persona el crimen perpetrado.

Por último, Kubrick regala una secuencia final realmente emotiva donde tiene mucha fuerza una canción. Quien no sepa alemán, como suponemos que pasa con la mayoría de los soldados franceses presentes, no nos enteraremos de qué versa el tema. Simplemente sabemos que es una canción bonita, cantada con alguien que la siente, que está nerviosa y que tiene miedo... y ese miedo cantándole a esos soldados, fatigados, disfrutando de apenas dos días de descanso cuando han muerto tres compañeros en un fusilamiento. En esa tesitura la guerra les aguarda, lo saben, pero ese momento es bonito, emotivo... y entre lágrimas, Kubrick culmina su gran obra.

Valoración
Senderos de gloria es, probablemente, la mejor película sobre la Primera Guerra Mundial. Lo pienso yo, y lo piensan quienes así la han valorado en webs como Filmaffinity o Imdb, así como a los numerosos críticos que no dudan en ponerla entre las mejores obras del género bélico (o antibélico), superando incluso a "Sin novedad en el frente" de Milestone o "La gran ilusión" de Renoir, probablemente las otras dos grandes obras sobre la contienda.

La película no alcanza la hora y media, pero está perfectamente dividida en dos partes (como Kubrick ha hecho con no pocas de sus películas, como es el caso de "La chaqueta metálica" o "La naranja mecánica"). Aquí la primera parte, la bélica, se zanja con numerosos detalles interesantes. Desde los encuadres, la secuencia bélica de turno o esa avanzadilla nocturna y sus consecuencias. Entre medias, nos va presentando a los personajes que posteriormente serán importantes, la locura de la guerra y nos muestra a los villanos (el General, el Mayor...) y al pastor (Coronel Dax) cuidando de esos corderos que conviven entre ratas esperando su turno.

La segunda parte, no menos soberbia. No hace falta guerra, ni siquiera hace falta algo que altere el transcurso del film. Esos últimos 50 minutos van yendo a un irremediable y triste final. No hay momento para la esperanza. Se es duro porque la historia lo es. No entiende de piedad ni compasión, como el implacable jurado de postín, mientras nos sigue deleitando con uno de esos personajes que merece la pena recordar. Kirk Douglas está de notable alto como Coronel Dax, un papel donde luce antimilitarismo por todos los poros.

En conclusión, Kubrick realiza una de las obras maestras del cine bélico, y eso debe pasar a la historia. La película en su momento quizás no tuvo todo el reconocimiento que hubiera merecido en otros aspectos, pero la crítica especializada ya se apuntó el nombre de Kubrick. Ese año, el de "El puente sobre el río Kwai", otra película bélica le intentó hacer sombra de manera sensacional.

Nota: 9,25

Lo Mejor: El talento de Kubrick puesto al servicio de una película dura
Lo Peor: ¿Que acaba siendo más una película de juicios que bélica? Igualmente sensacional.

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