La oscarizada directora, que ha cogido el gusto al thriller militar, con el que se siente como pez en el agua, nos lanza un thriller impactante e inquietante, en formato chupito, con menos de dos horas. Algunos, pero, verán en él un cortometraje estirado. He ahí el debate de una película realizada para remover consciencias.
Pese a tener muchos puntos en común con el mencionado título de Lumet (más que con "Dr. Strangelove..."), Bigelow pretende desmarcarse narrando un hecho rápido desde diversos puntos de vista. Lo que para algunos resulta repetitivo, para otros puede llegar a ser necesario.Narrada en formato paralelo, con varias historias reunidas en tres actos de duración similar e intenciones idénticas. En todos ellos asistiremos al día a día de miembros de la CIA, el ejército o el Presidente USA, un día cualquiera que puede llegar a torcerse. Cada vida arranca con algo normal, desde un niño enfermo, una relación de amistad, un miting electoral... Y cuando todo estalla con el Estado de Alarma, los cimientos de todo un país se tambalean.
No es casual, aunque muchos no lo hayan visto, que Bigelow comience desde abajo, con los primeros en darse cuenta de que un misil es enviado a los EEUU, para ir escalando en la pirámide de jerarquía del país. Cada tramo tiene unos protagonistas concretos y el siguiente muestra los hechos desde otros puntos de vista, hasta llegar al mandamás supremo.La película tiene su fuerza en el primer tramo, que golpea al espectador tanto como a sus protagonistas. Una vez hechas las presentaciones, es inevitable ver que no puede haber apenas elementos sorpresa. Es ahí donde Bigelow muestra con fuerza otros elementos que pondrán la piel de gallina como ese intrigante Marine que persigue al Presidente con un maletín, un General dispuesto a golpear sin tener conocimiento del enemigo, un miembro desesperado por evitar la catástrofe nuclear.
Todos los protagonistas, elementos de un castillo de naipes a punto de derrumbarse, son peones en las intenciones de su directora. Es imposible empatizar con nadie en concreto pero todo son pequeñas dosis de vidas. Personas en su día a día con un trabajo de vital importancia y, por mucho que el cine parezca vendernos lo contrario, no dejan de ser personas y, como tales, dudan y cometen errores.Nunca un Presidente de los EEUU en el cine ha sido tan humano como el interpretado por Idris Elba. Golpeado y al borde del k.o. deambula sin saber cómo actuar. Nadie le ha preparado para lo que está viviendo y lo que vendrá. Por mucho que venga con su rol y trabajo, es imposible no empatizar con el 'marronazo' que tiene ante sí, con una decisión (o varias) a tomar, con presiones desde diferentes bandos... Todo ello para decidir en apenas unos minutos, sin sedante alguno.
De abajo hacia arriba, Bigelow nos muestra ese castillo, esa pirámide, repleta de americanos, patriotas posiblemente, al borde del límite, cerca de la desesperación, pensando en sus seres queridos. El thriller va perdiendo en la tensión e intriga pero poco a poco va ganando en dramatismo, del mismo modo que hacía el "Fail safe" de Lumet.El espectador asiste, cariacontecido, resignado, ante una película que tan pronto lanza su misil y sus ideas, deja claro lo inevitable de sus actos. Esa "Casa llena de dinamita" que se construyó durante la IIGM y la Guerra Fría y que puede estallar en cualquier momento. Si "Civil War" nos mostraba una Guerra Civil donde no entraba en el detalle de cómo se gestaba todo, en esta película de Netflix asistimos al principio del fin. Unos actos, unas posibles consecuencias, una decisión, que puede marcar el destino de la humanidad.
Lloverán críticas (o ya lo han hecho) a Bigelow por mostrar a unos EEUU frágiles en su Defensa, desde el primer al último elemento de las barras y estrellas; muchos han llegado a criticar lo estático de su propuesta una vez hechas las presentaciones. Sin embargo, considero clave cada elemento y cómo está narrada la historia, ya que genera la sensación de inestabilidad que busca transmitir. Más allá de buscar remover la consciencia sobre cómo actuar para evitarlo, lo que quiere mostrar es que una vez se inicie la autodestrucción de ese enorme edificio construido sobre el lodo, lo único que queda es rezar... Y ponerse a cubierto.Así que el mensaje es claro: Que nadie encienda una cerilla... O el desastre nuclear será inevitable.
Nota: 7'5
Lo mejor: Lo que transmite Bigelow en los rostros, con un montaje y guion que apuntan a la diana.
Lo peor: Que la fuerza de sus primeros 30 o 40 minutos queda inevitablemente diluida a cambio de una inquietante calma chicha.






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