El viaje de los malditos (Stuart Rosenberg, 1976)

En 1939 un barco de pasajeros, el St.Louis, zarpó desde Hamburgo rumbo a La Habana. En su interior viajaban centenares de judíos que habían logrado un salvoconducto o pasaporte para huir de lo que se estaba gestando en la Alemania del III Reich. La realidad de aquel viaje quedó resumida en poco más de dos horas en "El viaje de los malditos", título que menciono hoy.

En realidad la idea de Hitler no era dejarles marchar... Y de ahí que el gobierno alemán, pese a poner en marcha el viaje para ganarse a la opinión pública, pusiese trabas y metiera presión. Tampoco eran bien vistos en muchos lugares (los judíos) y ello derivó en que una vez llegado le St.Louis a La Habana, no pudiesen desembarcar esperando así varios días.

Finalmente la orden fue de que el barco debía partir con los pasajeros, de vuelta a Europa. Diferentes autoridades pusieron sobre la mesa negociaciones para llegar a buen puerto (buen juego de palabras), pero pese a la esperanza de acabar en un puerto norteamericano (Miami), Roosevelt no acabó dando el visto bueno (y eso que muchos hombres de poder en el país son de religión judía).

Para llevar a cabo esta historia de hombres, mujeres y niños, civiles todos ellos, inocentes huyendo de la barbarie, el director Stuart Rosenberg tiró de un grandísimo elenco. Ilustres actores como Max Von Sydow (como capitán del barco), James Mason, Orson Welles, Faye Dunaway, Malcolm McDowell o Ben Gazzara aparecieron en papeles de diferente peso. También dentro del reparto aparece el español Fernando Rey o el puertorriqueño Jose Ferrer.

La película narra las vicisitudes del trayecto de manera más que correcta, ficcionando algunos pasajes pero queriendo mantener la esencia del viaje. La alegría y esperanza de quienes viajaron y que derivaría en frustración y desilusión; aquellos que se quitaron la vida negándose a volver a Hamburgo a un campo de concentración, e incluso el intento de boikotear el viaje de vuelta y que llevó al capitán a desembarcar a los pasajeros lejos de Alemania. Eso sí, en una Europa que pocos meses después sería invadida por Hitler.

No hay mucho más a lo que agarrarse más allá de la trama. El director rueda con pulso firme pero el toque setentero con una fotografía bastante austera (no es una gran superproducción) no ayuda a un largometraje que no envejece bien. Su reparto está más que correcto, al más puro estilo de repartos corales muy de boga a partir de los sesenta, y el hecho de asistir a hechos reales ayuda a que el espectador pueda llevarse las manos a la cabeza.

No obstante estamos ante una de esas películas que podría aportar y abarcar más y se deja llevar, como los pasajeros de un crucero, allá donde el capitán diga. En este caso la película, como los judíos del viaje, no logran un final del todo satisfactorio. Se deja ver, pero más como ejercicio de historia que como largometraje memorable.

En cuanto a algún momento a destacar, mencionaré un par de escenas. Por un lado, la de una sala dentro del buque donde se asiste a una fiesta del III Reich por parte de algunos miembros de la tripulación afines al partido nacionalsocialista. Presidiendo la sala está un cuadro con fotografía del Führer; ese elemento contrasta con la siguiente escena, en la que vemos como se quita el cuadro y acto seguido se colocará una cruz de David para oficiar una misa. Lo sagrado de los judíos en el mismo lugar donde estaba su verdugo pocos minutos antes.

Se trata, de largo, del momento mejor trazado de la película en cuanto a guion y montaje. Si nos adentramos en la trama, las negociaciones en tierra son la parte más interesante , tal y como lo habían sido en el interesante drama bélico "La batalla del río de la Plata" donde se pelea por poder desembarcar o tener que abandonar el puerto ante presiones de todo tipo. Ahí, las conversaciones con miembros importantes del Gobierno o Ejército cubano resultan llamativas, con claras explicaciones y trucos para justificar lo que sucederá.

"El viaje de los malditos" es una película resultona, cumplidora y que sirve para recordar uno de esos momentos del Holocausto fáciles de olvidar. Cumple su función y nos regala un grandísimo reparto con alguna que otra notable actuación.

Nota: 6

Lo mejor: La historia que nos narra y la escena del cuadro.

Lo peor: No consigues empatizar con los personajes. Y eso en un largometraje sobre el holocausto no es del todo bueno.

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