El cid (Anthony Mann, 1961)

Hoy vengo a hablar de la grandeza de "El Cid", posiblemente la película más épica jamás rodada íntegramente en España. Un título de Anthony Mann protagonizado por la estrella del momento, Charlton Heston, y por la belleza del momento, Sophia Loren. En la producción, Samuel Bronston.

Cabe mencionar su nombre proque este productor de origen ruso se instaló en España y con la misma como base de operaciones, con una mano de obra barata para el Hollywood de la época, erigió un imperio cinematográfico que se inició con "Rey de reyes" de Nicholas Ray, y concluiría con "El fabuloso mundo del circo".

Un total de cinco largometrajes con presupuestos amplios, extras por doquier y alguna estrella en el reparto, como Heston, Guinness o John Wayne. Pero la más exitosa de todas ellas fue la que traigo hoy. "El Cid" costó 6 millones de dólares de la época y recaudó más de 26 únicamente en el mercado norteamericano, siendo la cuarta película más taquillera de su año tras "101 dálmatas", "West side story" y "Los cañones de Navarone".

El nombre de Heston era sinónimo prácticamente de éxito en una era donde el cine épico y él iban de la mano. Venía de recibir a comienzos de 1960 el Óscar al Mejor Actor y fue toda una sensación verle por diferentes lugares de España, ya que la película tuvo sets de rodaje en diferentes provincias como Palencia, Cuenca o Castellón. De hecho la Valencia que vemos en pantalla no cabe la menor duda para quienes hayan estado de que se trata, en realidad, de Peñíscola.

El éxito de la producción llevaría a Bronston a seguir apostando por hacerlo todo cada vez más grande y, del mismo modo, a dar a conocer al Cid y una parte de la historia de España al público norteamericano. Obviamente se trata de una película muy querida en estos lugares por lo que representó para la economía del momento, dando trabajo a numerosos extras, pero también a decoradores o encargados de vestuario.

La película 

El proyecto inicialmente tenía sabor marcadamente español. Era uno de esas producciones de héroes nacionales muy del gusto de Franco. Sin embargo, no llegó a realizarse un proyecto de tal envergadura. Bronston compró los derechos y el guion inicial que ya existía se cambió totalmente. Se llenó la historia de licencias made in Hollywood y el resultado final es un semi-Dios más poderoso que Alá y más respetado por sus hombres que el rey Alfonso.

La película muestra la historia del Cid desde poco antes de su primer destierro así como su inicio de amistad con un musulmán hasta el momento en que se hizo leyenda, cabalgando muerto liderando sus tropas contra el enemigo. Un final tan peliculero como mítico. Por el camino iremos viendo su relación con Jimena, el nacimiento de sus hijas y los líos de palacio, con Doña Urraca más urraca que nunca, y ese duelo entre hermanos que dividió los reinos de Castilla, León y Asturias por un tiempo.

La Edad Media en esencia pura, con un caballero galopante justo y respetado, que lucha contra aquel que toque pero con sus principios. Defensor del Reino de Castilla y León y, por ello, no queriendo tomar partido en esa Guerra Civil que se monta. Especialmente interesante resulta la Jura de Santa Gadea, con un imperial Charlton Heston retando al Rey a jurar que no tuvo que ver con la muerte de su hermano.

Son casi 3 horazas de producción y, por lo tanto, con sus altibajos. Pretende recorrer los principales hechos en la vida de Rodrigo Díaz de Vivar y lo logra, aunque con ello el montaje se resienta. Como gran parte del cine de la época, existe epicidad a raudales, numerosos extras pero las escenas de combate quedan reducidas en número y extensión hasta prácticamente el final. Tras 140 minutos de escarceos y dramas palaciegos llegará el Tour de force final con la conquista y defensa de Valencia.

Es ahí donde se muestra la grandeza bélica del personaje. Antes, eso sí, nos queda idealizado para siempre como un hombre de guerra pero sabio y respetuoso, de esos que son de fiar y que no se mueve por la venganza. Justo al contrario que la mayoría de personajes a su alrededor y del monento histórico tan asociado a una palabra: traición, que él recibirá en varias ocasiones pero que, como buen mesías y samaritano, no accederá a emplearla a su favor.

Ese semi-Dios creado para enaltecer a la superestrella del momento nos sirve para crear un icónico personaje del cine histórico o de aventuras medievales. La imagen de un Cid moribundo (¿O tenemos que creer que muerto?) saliendo de la amurallada Valencia (recordemos, Peñíscola) con el contrapicado y la luz necesarias para crear una figura divina a la que temerá el enemigo y seguirán sus fieles es lo más parecido al cine religioso que quizás se haya hecho fuera del cine dedicado al Antiguo o Nuevo Testamento.

Resucitado o no para la ocasión, la escena final y parte del metraje ha envejecido algo mal. Comparado con otras grandes producciones de los 50 y 60 hay algo en la grandeza que tuvo "El Cid" que no se mantiene. No obstante asistimos a 172 minutos de puro espectáculo cinematográfico. De esos que, en su momento y en pantalla grande, harían soñar a los jóvenes con imitar sus gestas. Por ello, la leyenda y la película de "El Cid" sigue mereciendo la pena ser recordada.

Nota: 6'75

Lo mejor: La manera en que Mann logra dotar al personaje de lo necesario para ser un héroe justo.

Lo peor: No envejece del todo bien y algunas licencias cinematográficas.

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