En esta obra de Robert Bresson asistimos al encarcelamiento de un miembro de la Resistencia que es escoltado por colaboracionistas para ser llevado ante las autoridades alemanas de turno, siendo encarcelado. Una vez ahí, aguardando su fusilamiento, comenzará a idear un plan de escape. El título de la obra, no obstante, tiene uno de esos spoilers gigantescos del cine. Pese a ello, el espectador tendrá la misma tensión del protagonista, sobre todo en el tramo final con la ejecución del plan de evasión.
Robert Bresson está tras las cámaras. Suyo gur el premio en Cannes al Mejor Director, y su película logró el premio de los críticos franceses. Echar la vista hacia atrás al oscuro pasado del país galo en aquellos años 40 bajo dominio de la Alemania nazi no era fácil, pero Bresson lo hace con un estilo único, se podría decir que documental, para narrar las vicisitudes del prisionero protagonista.Si exceptuamos tres momentos concretos: ese inicio en un coche del que intentará huir sin éxito, una breve salida para que le indiquen cuál será su condena a la que esperar impaciente (fusilamiento) y los breves segundos finales, todo el resto de la película tiene lugar en prisión. Dentro de la misma apenas vemos la celda en la que está, el pasillo que sale de la misma, el patio donde ve pasear a prisioneros desde su aislamiento cuando ll está y bastante pocos escenarios más.
Todos ellos, obviamente, rodeados de barreras, paredes o barrotes. La película tiene al protagonista como narrador. Muchas de las escenas muestran a nuestro héroe solo en pantalla y es su voz en off la que va contándonos tanto sus pensamientos como su plan de escape paso a paso. Los diálogos, que los hay con otros prisioneros o con el compañero de celda que le acompañará en el tramo final cuando ya no está en solitario, no abundan y son cortos, tajantes... Van al grano.La austeridad y sencillez en todos los elementos de la producción hablan de una obra de bajo presupuesto, pero también dotada de amplio realismo. Bastan cuatro paredes, un hombre esperando su fatal destino del que intentará escapar y muy pocos sonidos. Esos sonidos pasan desde los fusilamientos constantes que se van sucediendo avisándonos de que pronto llegará su hora, a los de trenes o campanas en otros momentos como el de su huida. Especial mención a un sonido constante del que desconocemos procedencia hasta que nuestro protagonista descubre a un alemán dando vueltas en una bici cuyo sonido chirría.
Tampoco Bresson tuvo compositor de Banda Sonora. Unos acordes del mismísimo Mozart son el único elemento musical que acompaña su epopeya. No hace falta mucho más, ni siquiera abusar de mostrar a los alemanes carceleros,y sí unos pocos prisioneros que aguardan del mismo modo su desenlace o el de la guerra (todavía lejano este último).Quizás no sea una película para considerarse bélica, pues, como digo, el protagonismo recae exclusivamente en un preso y la guerra como telón de fondo no aporta lo suficientemente. Su esperanza por sobrevivir y su lucha contra su destino escrito marcan los pasos a seguir por Bresson. Da igual si los carceleros son nazis o colaboracionistas o la policía francesa, estamos ante un drama carcelario de los más míticos, con una puesta en escena y mimbres tan austeros y sencillos como brillantes en su forma y acabado.
Es sorprendente como con tan poco, Bresson saca tanto jugo, muy en la línea del mejor René Clement en "Juegos prohibidos". Su realismo y la manera en que narra la historia desde el punto de vista del protagonista haciéndonos claramente partícipes de sus vicisitudes marcarían el camino a seguir de la nouvelle vague.Nota: 8
Lo mejor: La brillante sencillez de la propuesta del autor y toda la tensión presente en la fuga.
Lo peor: Que tenga spoiler.
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