El juicio del motín del Caine (William Friedkin, 2023)

El motín del Caine es un clásico multinominado al Óscar, protagonizado por Humphrey Bogart, que fue nominado al mismo gracias a este papel. Lo aviso sabiendo que la mayoría de lectores del blog conocen la película, pero quizás algunos ni hayan oído hablar de ella.

Hace pocos meses en la plataforma SkyShowtime subieron "El juicio del motín del Caine", film que tiene el mismo título que una TV movie ochentera que dirigió Robert Altman. Tras las cámaras de esta nueva película, de 2023, está William Friedkin ("El exorcista"), en la que fue su última producción, ya que el 7 de agosto de 2023 falleció, sin haber visto estrenarse su título póstumo.

¿Qué variantes ofrece "El juicio del motín del Caine" con respecto al original? En primer lugar traslada la acción a la actualidad, y los hechos que narra tienen lugar en el Golfo Pérsico en 2022, en lugar de la II Guerra Mundial, escenario de la película original dirigida por un artesano del cine bélico como fue Edward Dmytryk. Lo segundo que puede llamarnos la atención es que aquí únicamente tiene lugar el juicio, algo que en las dos horas del original apenas ocupaba su último acto, de una media hora.

Durante unos 100 minutos todo lo que vemos es la sala donde tiene lugar el juicio y muy brevemente las bambalinas en los pasillos, donde arranca y prácticamente concluye la propuesta. Digo prácticamente porque sus últimos 5 minutos sirven como alegato final al personaje principal, el abogado interpretado por Jason Clarke ("El hombre del corazón de hierro") para lanzar su discurso acusando abiertamente al auténtico artífice y culpable de todo.

Dicha escena final es calcada o muy similar a la que interpretó Jose Ferrer en el clásico de los años 50. Y es que existe una novela al respecto y el núcleo de esta película no deja de ser el mismo. Simplemente se añade metraje a las intervenciones dentro del juicio y nuevos testimonios a los que se veían entonces.

El drama judicial que propone Friedkin mantiene el pulso gracias a las intervenciones, sobre todo, de sus dos cabezas de cartel. Por un lado el mencionado Jason Clarke, y por el otro a Kiefer Sutherland ejerciendo el papel del Capitán Queeg, auténtico villano en la obra original por sus actos de cobardía y manías varias. No hay mucho más que una sala, un puñado de actores e intervenciones varias.

Todo ello acaba dejando una clarísima sensación de obra de teatro, ya que la movilidad dentro de la pantalla es casi nula, y con ello no hay virtuosismo alguno tras las cámaras. Todo es un trabajo de guion y de la labor de los actores, bien dirigidos por Friedkin, si bien la sensación de ser una obra austera en todos los aspectos sobrevuela desde su sobrio arranque. Perfectamente creada como TV movie, pero al ser film de plataforma cuela como largometraje.

El final, abrupto, también deja entrever que todo se limita a acotar en cuatro paredes unos hechos, y mostrarlos. En el juicio de "El motín del Caine" no había mucho misterio en un juicio ya que el factor sorpresa que sirve de gancho para el espectador quedaba erradicado ya que se había contemplado con anterioridad los hechos narrados, de modo que el espectador ya tenía un inocente y un culpable.

Resulta estimulante contemplar una obra donde se parta sin conocimiento de causa y, por lo tanto, los que descubran esta producción vírgenes en lo que al Caine se refiere pueden degustar sin perder ojo todos los elementos que van saliendo sobre la palestra en el juicio. Quienes, por desgracia, ya sabemos de qué va eso, asistimos a 100 minutos para llegar al mismo punto que apenas ocupó media hora hace más dr 70 años.

No culpo a Friedkin, que dirige correctamente y labra una película interesante en muchos aspectos, máxime teniendo en cuenta que no había mucho elemento sorpresa ni por donde ir que no fuese mostrar la verdad, y toda la verdad. Pero es inevitable cuando se trata de 'casi' un remake, ponernos a comparar con el original, y el perder el efecto 'a bordo del Caine' le resta emoción a lo que se narra, provocando que la película se alargue ligeramente (y eso que no es larga).

En resumen, un correcto drama judicial que tiene los elementos necesarios para enganchar al neófito en la materia, pero que acaba zozobrando ligeramente para aquellos que ya sepamos de qué va. No ofrece casi nada nuevo al clásico, solo más leña al fuego. Incluso la sensación que tuve en sus discursos finales (el del capitán 'delatándose' y el del abogado acusando al auténtico culpable fuera de juicio) es que quedaban más light o dispersos que en el original.

Nota: 5'5

Lo mejor: Las interpretaciones de Clarke y, sobre todo, Kiefer Sutherland.

Lo peor: Que esta historia ya me la sabía.

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