El director italiano se puso manos a la obra y para dotar de mayor realismo a la producción quiso contar con actores amateurs, del mismo modo que hizo Rosselini en los años 40 cuando surgió el neorrealismo italiano. En el reparto, no obstante, también intervendría el propio héroe nacional Yacef Saadi, bajo un nombre ficcionado, eso sí, pero centrado en sus vivencias. Únicamente un actor era profesional, el francés Jean Martin, encargado del papel del Coronel francés que aparece en la película. Coronel cuyo nombre ficticio tiene referencias a diferentes oficiales franceses.
La idea era que el público no conociese a los actores para que la película fuese reconocida como un documental. El uso del blanco y negro y el tipo de fotografía empleadas refuerza esa sensación en el espectador, que va asistiendo a una sucesión de hechos narrados con sus respectivas fechas, voz de narrador cuando fuese necesaria y un reparto coral donde las masas tendrían mayor protagonismo. También procuró desmarcarse de cualquier bando, y con pelos y señales, Pontecorvo renuncia a blanquear o ensalzar el terrorismo empleado por los independentistas argelinos, así como las técnicas de tortura realizadas por los paracaidistas franceses.El resultado es una obra que, pese a ser prohibida un tiempo en Francia, no criticaba a unos ni ensalzaba a otros, si bien es un buen ejercicio cinematográfico sobre el colonialismo y los movimientos anticolonialistas muy de boga en aquellos momentos. El empleo del sonido y la música (compuesta por el propio Pontecorvo con colaboración de su amigo Morricone) también sirven para enfatizar y dramatizar muchos momentos.
Especialmente aterrador son los sonidos y música que aparecen en los momentos más bestias de la película como son los atentados con bomba y sus explosiones (una cantidad ingente) las torturas francesas, que se hicieron miles, o ese tramo final a modo epílogo mostrando las manifestaciones en 1960, tras 3 años de parón en las hostilidades en la capital argelina, que derivarían en la independencia total en 1962.Aunque se podría decir que la obra se centra en el personaje real de Ali La Pointe, Pontecorvo aprovecha su ascenso en el FLN para ir dándonos a conocer los diferentes miembros y como se genero ese ascenso de terrorismo y sangre en pos de la independencia. Después, con la irrupción francesa, el protagonismo recaerá en el Coronel francés y sus medios. Y asistiremos a una película en muchos fragmentos casi documental pero donde todas las imágenes fueron rodadas y no extraidas de noticiarios de la época.
Ahí radica la principal fuerza audiovisual de lo que gestó Pontecorvo y que le fue reconocido con el León de Oro en Venecia, así como con nominaciones a los Oscars en dos años diferentes. En 1967 como Película de habla no inglesa y en 1969 con nominación al propio Pontecorvo en Dirección y Guion, firmado por el propio director y Franco Solinas.La película recibió elogios en muchos países y fue probibida en Francia, donde una vez quitado el veto, tardó en estrenarse ante la negativa de las distribuidoras a jugársela o las presiones a los cines por exhibirlas. Eso sí, a España llegaría todavía más tarde, años después del fallecimiento de Franco.
Los elogios recibidos destacan la mayoría de aspectos de una película mimada a cada detalle. Pese a contar con actores no profesionales, el director se las apaña de manera sobresaliente gracias al uso del blanco y negro y de los mencionados sonido y música. Vamos asistiendo horrorizados a esa vorágine de violencia que únicamente moverá más violencia y a todo tipo de matanzas para justificar cada bando, sus exigencias y necesidades.Las escenas de tortura, sin entrar en demasiados detalles, son realmente duras, si bien Pontecorvo no se recrea. Tampoco se excede en mostrar las consecuencias de cada bombazo o ajusticiamiento por la cara o espalda, del FLN. Vemos cómo planean algo, lo ejecutan, y los cuerpos entre los escombros de los fallecidos. El sonido y la música dramatizan ese momento pero sin excesos, ya que toca narrar el siguiente punto caliente cronológicamente.
Especialmente interesante resultan los momentos centrados en la manera en que el ejército francés intenta contrarrestar, capturar o torturar al FLN. Con la escena de la rueda de prensa como punto álgido de la propuesta, donde acusado por las torturas, el Coronel francés preguntará a los allí presentes si merece la pena que Francia siga como colonizadora de Argelia. En caso afirmativo, todos los medios y torturas deberían ser justificados para combatir el terrorismo."La batalla de Argel" es una gran película por tratarse prácticamente de un reportaje documental. Pontecorvo pone la cámara y todos los medios en mostrar el horror de esa guerra y, por extensión, de muchas de indeoendencia de aquella época, donde se centra en los actos y hechos sin entrar en justificarlos ni criticarlos. Muestra ese lado oscuro, esa barbarie e insensibilización a la que deben acceder quienes luchan en ese combate. Cada cuál con sus ideales y objetivos. El espectador neutral, no obstante, sí asistirá en estado de shock a todo lo que Pontecorvo, con exacerbado realismo y bastante exactitud, nos enseña.
Nota: 8
Lo mejor: Como Pontecorvo con pocos medios realiza una obra de culto.
Lo peor: Que quien espere una película asistirá casi a un documental.
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