Rio Bravo (Howard Hawks, 1959)

Cuando juntas a un director que le otorgaba calidad a cualquier género que tocase, como Howard Hawks, le añadías al actor que más lustre le daría al Western, como John Wayne, y lo juntabas con las pinceladas de una composición de Dimitri Tiomkin, ¿Cuál podía ser el resultado? El resultado era una obra sensacional como es Rio Bravo, producción de 1959.

Sobre la tabla, un guión sencillo en su esqueleto. Un sheriff de una pequeña localidad del Sur de Estados Unidos, limítrofe a México, debe hacer frente a una banda de forajidos que quieren rescatar de la cárcel al hermano de uno de ellos. Con esa trama nos viene a la cabeza, sin lugar a dudas, Sólo ante el peligro. Pero a diferencia de en el film de Zinneman, aquí el Sheriff (interpretado por Wayne) no luchará solo. Al contrario que el Gary Cooper que veía que todo un pueblo le daba la espalda a la hora de la verdad, aquí tendrá la ayuda destineresada de no pocas personas.


"Un viejo cojo y un borracho". La frase la dice el personaje interpretado por Ward Bond en referencia a la ayuda que recibía el bueno de Wayne en la película. El viejo cojo es un divertidísimo Walter Brennan y el borracho un sensacional Dean Martin ante el que posiblemente fuera el mejor papel de su carrera cinematográfica. Ambos son los héroes que ayudan a Wayne a hacer frente al enemigo. Dos puntos donde apoyarse Wayne, y el propio director. Eso sí, cabe destacar que Hawks (y Wayne) propusieron al personaje en la antítesis del interpretado por Cooper. En aquella ocasión el sheriff iba mendigando ayuda. Aquí Wayne no la pide, él es la ley y quien quiera ayudarle es bienvenido, pero no dependerá de ello.


Al igual que el esqueleto del guión, en apariencia sencillo, cabe destacar que los decorados fueron escasos. La taberna, el hotel, el establo y la cárcel. Con esos cuatro escenarios bastaban. Esos y ese camino que desde las afueras del pueblo iba a dar con la cárcel. Como si de las Termópilas se tratase, nuestros personajes deberán hacer frente al enemigo estando totalmente rodeados y siendo inferiores en número. En esta base se inspiraría John Carpenter para realizar su "Asalto en la Comisaría del distrito 13".


Pero, con tanta simplicidad en argumento y escenarios, ¿Cómo pudo la película ser un éxito? Su éxito en taquilla responde fácil a sus nombres protagonistas, los de Wayne y Martin, sin duda, pero a los que añadir el del jovenzuelo interpretado por Riky Nelson, una estrella musical juvenil del momento y que fue "encasquetada" contra lo que quería Hawks. Por suerte, tuvo que pasar por el aro y la película logró una taquilla considerable gracias a tener en el reparto a una estrella que atrajera a otro tipo de público.


Con escenas como la de la taberna de noche, dónde Dean Martin acaba descubriendo el paradero de un enemigo escondido, o con la buena relación que desprenden sus protagonistas, sobre todo el dúo principal, Rio Bravo se erigió como un gran Western, uno de los mejores de la historia por méritos propios. En ella vemos a la ley, encarnada en John Wayne. Un hombre que no pide ayuda, que sabe como actuar en cada momento. Elegante como él solo, un tipo legal, y amigo de sus amigos, como demuestra dándole una segunda (y tercera) oportunidad a Dude, su antiguo compañero (interpretado por Dean Martin).


La película también nos hablará de la redención. Esa redención que vemos en el personaje de Dude, un alcohólico empedernido que no ha perdido su buena puntería, pero sí su serenidad por culpa de una borrachera que le dura años. En medio de su desgracia, el sheriff le dará esa oportunidad a la que aferrarse. También le ayudará, en los malos momentos, una melodía, que nos recordará a los que dieron su vida en El Álamo. Ese "El degüello", la canción mejicana que sonará en numerosos momentos de la película y que forman parte intrínseca de la misma.



Aunque el tema existía con anterioridad, la manera en que Tiomkin lo acaba anexionando o reversionando en ese camino al duelo final, es sensacional. El compositor de origen ucraniano nos deleita con una composición que llega a su momento álgido en esa víspera del duelo final, donde el suspense se apodera de la pantalla. Los protagonistas, conscientes de que no queda otra salida, caminan hacia ese duelo final que forma parte de la historia del Western. Y eso que no llega a ser tan mítico o épico como el de otros Westerns.


Pero ver a todo el equipo colaborando y trabajando como tal, como un equipo, es el claro mensaje que nos dejó Hawks con esta película. Hasta el viejo tullido, el joven imberbe, el borracho redimido o incluso la mujer interpretada por Angy Dickinson (tocaba una historia de amor de por medio a pesar de que Wayne doblara en edad a la actriz) ponen de su parte para dejar claro que en ese pueblo no habrá paz para los malvados. Y por muy pequeña que sea la cárcel,  siempre habrá un lugar para ellos.


Volviendo a la Banda sonora, el hecho de contar con dos cantantes de profesión como Ricky Nelson y Dean Martin implicó que tuviera algún ligero momento musical. En especial mención a la versión que se marcan de "My pony, my riffle and me".


No hay tanta moralina como la que pudieran tener otros westerns. En Rio Bravo se va al grano desde el primer minuto. Desde ese inicio casi cercano al cine mudo, donde ninguno de los protagonistas habla en un buen rato. En cada triquiñuela de los forajidos, en la nobleza de Dean Martin, en el orgullo con que Wayne lleva la placa de sheriff o en esos clásicos secundarios del cine clásico (valga la redundancia) con ese viejo y divertido cascarrabias o el paródico hotelero interpretado por Pedro González González. Todos ponen de su parte para hacer de Rio Bravo una experiencia única y uno de los grandes westerns de la historia. 140 minutos que se pasan volando, y uno acaba pidiendo una doble ración.


Por suerte, hubo doble... e incluso triple ración. El éxito de Hawks con la película, y el hecho de haber descartado algunas cosas del guión final implicaron que el propio director repitiera una trama parecida apenas siete años después. Se tituló El Dorado Y en ella volvía a aparecer Wayne de protagonista junto a Robert Mitchum (el borracho), que había estado en la prelista para interpretar a Dude. Estamos, ante un remake perpetrado por el propio director. Remataría la faena con Rio Lobo, en 1970. En esta ocasión Wayne le pidió a Hawks que, por fin, le dejara el rol de borracho a él.



NOTA: 9,5

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