Hoy traigo el título que resucitó el cine de aviación de la Gran Guerra. Un conflicto cuyo subgénero aéreo tuvo su época gloriosa entre 1927 y 1935. Y que tras "Las águilas azules" tuvo cierto retorno con cuatro películas en una década. En la dirección un especialista del género como John Guillermin, y como estrellas del reparto George Peppard y el siempre interesante James Mason. Ah, y Ursula Andress con par de escenas subidas de tono una de las cuales fue censurada y no llegó a nuestras salas.
La película está basada en una novela de Jack Hunter del mismo título en inglés: 'The blue Max". Ese Max azul hace referencia a la condecoración que recibían los ases alemanes al conseguir veinte victorias (enemigos abatidos y confirmados). La trama muestra a un hombre de clase baja, soldado en 1916, que acabará haciéndose piloto y combatiendo en 1918. Su condición social y su ambición serán los puntos de partida para una lograra producción bélica. Una rareza en una década dominada por las hazañas bélicas de la IIGM.
Apenas unos pequeños planos muestran de dónde procede Stachel (Peppard) y dónde quiere llegar. En plena guerra de trincheras observará el cielo y verá la grandiosidad y emoción que genera sobrevolar el cielo. Amén de evitar estar constantemente bajo proyectiles y acompañado de ratas. El plano cambia y muestra que hemoa pasado de 1916 a 1918 y Stachel es un nuevo piloto en un escuadrón donde no tendrá amigos, tampoco los buscará.
El protagonista es consciente de su clase social y nunca casará con la pomposidad de la aristocracia que domina el aire. Tampoco pretende hacerlo. Únicamente ambiciona reconocimiento, fama, ser un ídolo del aire. Y, para ello, se mostrará desde el principio como un ser inflexible, obsesionado con el reconocimiento. El hecho de que no le sumen su primer triunfo al no verlo nadie le hará montar en cólera. Y, víctima de ello, acabará manteniéndose frío tras abatir a un avión teóricamente desarmado ante la mirada de todo su escuadrón.
Su oficial nunca casará con él y le querrá fuera. Pero es un gran piloto y su ascenso meteórico y un buen padrino encontrado en el oficial interpretado por Mason (especialista en hacer de alemán) le llevarán a la fama que tanto persigue, camino del Max azul y, con ello, a la embriaguez de dicha fama, a líos de faldas que no convienen y que pueden acabar siendo su perdición. Sin duda, la obra tiene un claro aire al mito de Ícaro, que quiso volar demasiado alto.
Metáforas aparte, Guillermin construye una obra majestuosa en cuanto a fotografía y combates aéreos. Y no contentos con ello se guardan presupuesto para mostrar algunas escenas terrestres, sobre todo con los aviones sobrevolando. "Las águilas azules" contiene, con ello, las mejores ecenas bélicas aéreas de la Gran Guerra a color. Fiel seguidora de "Alas" de Wellman, el virtuosismo se apodera en cada una de las escenas de combate, que es de lo que trata la película.
La primera parte con el ascenso del protagonista y los combates aéreos resulta de lo más estimulante. Flojea algo más una segunda mitad donde cobra protagonismo el personaje femenino y la lucha pasa a un segundo plano, aunque siempre está presente en escenas que, quien haya visto la película, recordará, como su encuentro con el barón rojo o el pique con un compañero de escuadrón con el que se las tienen de todos los colores y que jugarán a pasar por los arcos y árboles como dos niños. Obviamente, también es mítico un final que no destriparé al ser una película un tanto olvidada que merece ser visionada.
Lo realmente interesante de toda la producción, pese a las grandes escenas de combate, es la personalidad de su inconformista y obsesivo protagonista, unida a la clase social a la que pertenece. Pasar de las trinchetas a los hoteles o palacios, poder flirtear con mujeres de alta clase social, ser alguien reconocido y no uno más que es visto como una rata a ojos de esas águilas que dominan los cielos. El montaje, pese a sus 150 minutos, sabe tener las pausas necesarias entre combate y combate, y en ellas nos dibuja el mapa por el que viajan sus protagonistas.
Un oficial noble que no le quiere. Un as de la aviación que, como el resto, pertenece a la aristocracia. Y un Stachel que ni es bien recibido ni lo aceptará ser. Decía antes que los primeros 5 minutos ponían perfectamente en situación. El resto muestra la belleza de la perfección o imperfección del combate aéreo de dicho conflicto junto a un duelo de clases sociales que, en cierto modo, marcó la Gran Guerra y derivó en un cambio de ciclo que se podría decir, abrió las puertas al Siglo XX.
No es perfecta, ni mucho menos. Pero todavía hoy, me sigue pareciendo una gran película de aviación. De las mejores del subgénero, para mi gusto. Y, tras "Alas", la mejor del conflicto. Se agradece una trama que ponga énfasis al duelo aristocracia -pueblo llano, un cine de aviación WWI en color y con sonido. Para disfrutar de la belleza de lo que contemplaban esos pioneros y locos del aire.
Nota: 7
Lo mejor: La belleza de sus grandes escenas aéreas.
Lo peor: Por mucho que uno disfrute con la Andress, los líos de cama derivan en cierta pérdida de interés en el combate.
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