Pasión de los fuertes (John Ford, 1946)

Durante la II Guerra Mundial John Ford sirvió a la Marina haciendo lo que mejor sabía hacer: grabar. De su firma salieron oscarizados documentales como "7 de diciembre" o "Midway", y colaboró y encabezó un grupo de directores para la causa. Ese parón en su filmografía hizo que quedase pendiente una película a rodar para la Productora con la que tenía contrato. Es más, en 1945 por fin vio luz verde "No eran imprescindibles", donde Ford tuvo que pedir permiso a 20th Century Fox para poder rodarla.

Una vez concluida la guerra y estrenada "No eran imprescindibles", Ford propuso, para saldar su deuda con la Compañía, llevar a cabo la adaptación del libro de Stuart N.Lake "My darling Clementine", obra que tomaba un hecho real, el del tiroteo en 1882 en OK Corral, con Wyatt Earp como Sheriff protagonista. Ford volvía al Western al que tanto lustre dio en la década anterior con "La diligencia" y que sería su género fetiche. "My darling clementine" llegó a España bajo el título de "Pasión de los fuertes", título a todas luces incomprensible al no tener ni un solo fuerte ni la caballería por protagonista.

Para el papel principal, Ford propuso a Henry Fonda, que logró uno de sus mejores papeles en el género gracias a la obra de Ford. Su Wyatt Earp todavía no ha sido superado, por mucho Kevin Costner que se precie. Y entre los secundarios destacar la presencia de Victor Mature como Doc Holliday, y sospechosos habituales del Western o del cine fordiano como Ward Bond o Walter Brennan.

No cabe duda que la escena cumbre de todo western suele ser el tiroteo final para el que se han ido calentando motores. Pero lo que más llama la atención en este western es la tranquilidad y parsimonia con la que se suceden hechos aislados que poco a poco derivarán en ese duelo a muerte en OK corral. Vemos como Earp va a la barbería, echa una partida de cartas o se pega un baile con la famosa Clementine, mujer que, pese a su importancia en el título, no tiene tanta en la trama.

Hay romance, como buen clásico, si bien queda bastante disperso en el conjunto de la obra (bastante corta) donde la relación de Wyatt Earp con los diferentes personajes secundarios marcará el ritmo. Los bandidos no serán tan bandidos y convivirán codo con codo con el resto de la población, con un Fonda cuyo rostro ¿impenetrable? será una de las marcas más representativas del largometraje.

La calma con la que despacha del Saloon a la 'espía' durante una partida de Póker, la escena en la que contempla la tumba de su hermano pequeño de apenas 18 años, muerto a las puertas de ese pueblo de paso que iba a ser Tombstone. Y el misticismo de las palabras clave que a lo largo de décadas han sido recurrentes en el género: Tombstone, Wyatt Earp, Doc Holliday, OK corral... Todo ello desemboca en una más que lograda y notable propuesta que muchos amantes del Western adoran pero que ha caído en el olvido para muchos.

El hecho de haber sido parida por el director de joyas del Western y del séptimo arte como "La diligencia", "Centauros del desierto" o "El hombre que mató a Liberty Valance" así como de la trilogía (o cuatro) de caballería tiene gran parte de culpa. Pero "Pasión de los fuertes", pese a su fallido título en España, es un Señor Western, con todas y cada una de las letras. Además de ser el retorno al género, que ya no abandonaría, del maestro.

Estamos ante la mejor adaptación de lo ocurrido en Tombstone en lo que refiere al cine, en lo que respecta a calidad. Digo lo de calidad, porque en el aspecto histórico Ford y la obra se permite muchísimas licencias. Por ejemplo, el tiroteo tuvo lugar en 1881, pero la tumba del hermano de Earp tiene fijada fecha en 1882. Doc Holliday, y eso se ha visto en otras versiones, no murió en el tiroteo, cosa que sí sucede aquí. Es más, en el film muere con cierta torpeza derivada de su alcoholismo que le hará toser y acabará siendo menos útil cuando, en la realidad, era el hombre de más experiencia con las armas. Y Earp... Vendido aquí como gran pistolero y que no lo fue tanto en su vida. 

Junto a esos hechos, la trama inicial, donde Earp y sus hermanos conducen ganado y acabarán quedándose ahí a raíz de haberles sido robado el ganado. Sí que es cierto que a Earp le robaron, pero no tantas reses como en la película, además de no ser ese el motivo por el que se hará Sheriff de Tombstone. Como veis, muchas licencias para la historia en pos de vender su película. Pero eso acaba siendo lo de menos cuando hablamos re un buen Western, inspirado en hechos reales.

Como es habitual en el cine fordiano, hay elementos interesantes en cada tramo de la película, como el de recitar a Shakespeare en pleno Oeste, marca de la casa. Las dos historias de amor no entorpecen (tampoco elevan) a una buena historia, narrada con muy buen pulso y con unos encuadres donde resulta más importante lo que rodea al personaje principal que su propia figura. ¡Ah! Y no olvidemos Monument Valley. Porque pese a que casi toda la obra tiene lugar en Tombstone, Ford nos deleita con esos paisajes en los cinco minutos iniciales. Cinco minutos clave para entender lo que mueve a su personaje principal y saber quiénes son los villanos.

No la incluiría en mi Top5 de Westerns del director porque ha realizado auténticos peliculones, pero merece mucho la pena descubrir una película que pasa muy de puntillas y que, para muchos expertos en el género, es una de las grandes del mismo. Disfrútenla.

Nota: 7'5

Lo mejor: Henry Fonda como Wyatt Earp

Lo peor: Su título en España.

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