Traidor en el infierno (Billy Wilder, 1953)

La película que os traigo hoy se inicia con una frase recordando que el cine bélico ha tratado mil y una hazañas y combates, pero nunca se acuerda de lo vivido en los campos de prisioneros. Vista hoy en día, tendría su guasa cuando "La gran evasión" es un hito del género. Pero hay que destacar que "Traidor en el infierno" se estrenó justo 10 años antes, suponiendo un éxito y favoreciendo a que este subgénero diera el pistoletazo de salida.

Tras las cámaras y en la producción, Billy Wilder, uno de los más grandes directores de la historia de Hollywood. El director vio una exitosa obra de Broadway titulada "Stalag 17", que era el nombre del campo de prisioneros donde transcurren los hechos narrados, y que fue el campo donde estuvieron prisioneros los dos autores del guion teatral. Wilder convenció a Paramount para producir la película que se rodó en California y donde se contó para el papel protagonista con un emergente William Holden a quien el director había tenido a sus órdenes en "El crepúsculo de los dioses". 

Holden en dicha película había interpretado a un tipo de pocos escrúpulos para triunfar en Hollywood. Y en "Traidor en el infierno" su personaje iba encaminado de la misma manera, siendo un tipo sin escrúpulos capaz de apostar en contra de una fuga para, acto seguido, recoger beneficio con los muertos todavía calientes. Esa escena inicial de "Stalag 17" tiene todos los ingredientes de los que se nutrirá la película, presentando a su personaje principal y el entorno hostil, ya que sus compañeros irán dándole la espalda poco a poco al creer que él es el traidor que delata y desbarata cada plan de fuga.

En el reparto también está el director Otro Preminger como el oficial al mando del campo de prisioneros o un Robert Strauss que es el alma de la fiesta en cuanto a diversión y que realiza el mismo papel (Animal, en la original; Chimpancé en el doblaje al castellano) que había realizado en Broadway.

Volviendo a la película, cabe señalar que en ella tenemos tres de los géneros que mejor supo manejar su director, Wilder. Por un lado hay un drama carcelario, por otro, una comedia, ya que no son pocas las escenas y dosis de humor. Desde el oficial alemán encargado de entrar al barracón y todas las bromas que se van soltando durante la película, hasta ese grandísimo Robert Strauss que junto a su inseparable compañero van divirtiendo al espectador en casi todas las escenas. La manera en que Wilder hace avanzar la trama en prácticamente un único escenario (el barracón) es digna de elogio alternando ambos géneros a medida que avanza la tensión.

Dicha tensión derivará en el tercer género en discordia, el suspense, que ya había trabajado Wilder en títulos como "Perdición" y que también tendría en una joya como es "Testigo de cargo". En "Traidor en el infierno" la guerra que les rodea y la mezcla de géneros provoca que no estemos ante una gran comedia, ni ante un gran drama, ni ante una gran película de suspense. En cambio, estamos ante una GRAN película con todas las de la ley. Y eso sin necesidad de que el giro de turno sea sorprendente del todo, pero sí lo va cociendo poco a poco.

La manera en que el espectador, y de la misma Sefton (el personaje interpretado por Holden) se enteran de quién es el auténtico traidor en el barracón está cocida a fuego lento, como esos huevos que va friendo el bueno de Sefton en una escena que describe claramente su trato con los alemanes y, por consiguiente, que le tengan mucha tirria dentro del grupo. El ajedrez y una bombilla, sencillo, como la película en sí, pero elaborado y fascinante, como toda la producción.

Es difícil seleccionar una escena de entre todas. El inicio es demoledor, perfectamente rodado, interpretado y montado, dejando en el espectador la sensación de que está ante algo magistral. Posteriormente el paso del tiempo se va narrando poco a poco incluyendo algún que otro flashback para mostrar cómo se ganaba la vida el bueno de Sefton con todo tipo de apuestas donde los alemanes no molestan porque previamente ha negociado con ellos.

Dentro de la bacanal de humor y drama siempre me ha gustado la escena en la que, con el "Mein Kampf" al frente, todos los prisioneros se han puesto bigotes postizos para, a la llegada del oficial de turno, burlarse con unos "Sieg Heil". "¿Soís todos unos buenos adolfitos?" Es mi frase favorita de la película, justo en dicha escena, si bien el original dice "¿Soís todos unos buenos Hitlers?", menos divertido.

Lo magistral de la película, para quién, como neófito la descubre por vez primera, es la manera en que la tensión va in crescendo hasta el punto de necesitar saber quién es en realidad el traidor o si lo es el propio Sefton, que defiende su inocencia en todo momento con un carácter tan estoico como indomable, sin lloriqueos, aceptando incluso palizas sin pestañear. Por ello, todo el tour de force final resulta gratificante para el espectador. Cada escena que se sucede, incluida esa un tanto larga con bailoteo de los personajes humorísticos de la función, resulta imprescindible para el conjunto de la obra.

El final está, en definitiva, a la altura de su gran comienzo. Con Sefton repartiendo a diestro y siniestro en la manera, cuál detective Poirot, en que descubre todo el pastel al resto de sus compañeros y, de la misma, pone solución al gran problema que tienen ante sí: el de delatar al traidor, sin matarlo ni que los nazis vuelvan a ponerlo en circulación en un nuevo campo de prisioneros. Incluso ese final con dos personas que son una la antítesis de lo que representa la otra, buscando la libertad conjuntamente, pone la guinda a la función.

Sobre la dirección de Wilder, más allá de todo lo que narra, me gustaría destacar la manera en que trabaja el encuadre y la profundidad de plano. Cuando van hablando los personajes es tan importante lo que dicen como lo que muestran en sus rostros los que le rodean. Wilder va dejando pistas en todo momento, de lo que será el detonante de la función, no engañando a nadie. Incluso el villano de la misma va delatándose en cada mirada, en cada frase lapidaria, y en eso Wilder convierte al espectador en cómplice. Simplement, brillante.

Estamos ante una de las mejores películas del subgénero de prisioneros de guerra, y la culpable en gran medida de que existiera "La gran evasión". De la misma manera, es una obra muchas veces tratada como menor en la filmografía de un Wilder que tiene obras maestras o sobresalientes a patadas. No les falta razón y quizás sea por lo expuesto anteriormente. Mezclar tanto género hace que en ninguno en concreto parezca sobresalir, pero "Stalag 17" es cine. Puro cine.

Nota: 8'75

Lo mejor: Como Wilder se maneja en cualquier frente, realizando una obra magistral

Lo peor: Vista una vez se disfruta en cada plano y se descubren cosas, pero deja de tener efecto sorpresa.

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