Crítica de "Napoleón"

Uno de los gestos recurrentes del "Napoleón" que exhibe Ridley Scott es el de taparse los oídos cada vez que suenan los cañones, lo cuál sería un problema serio para quién vive como oficial de artillería. Del mismo modo podría haber ejercido Scott al recibir las críticas por sus excesivas licencias a la hora de narrar la vida del Emperador francés. Sin embargo, Scott ha optado por lanzar cañonazos sin ton ni son a las voces críticas.

Está de vuelta de todo y le da igual lo que se diga de él. Deja claro que el tema histórico no es lo suyo. Que se limita a aprovechar una época histórica real y unos personajes que existieron para hacer 'su' película. Si bien parece aceptar todo lo que escriba ese 'pobre' diablo que debe ser David Scarpa, autor del guion sobre el que se sustenta la película. Todo sea por echar balones fuera.

Pero esto es un blog sobre cine y yo un apasionado del mismo. Por ello, si esto se tratase de ver las mentiras en el celuloide deberíamos fulminar de nuestras retinas dos obras cumbre del epicismo moderno como fueron "Braveheart" o "Gladiator". En esta a Scott se le permitió bajar a un emperador a la arena a luchar con un gladiador y nadie alzó la voz como sí se ha hecho ante las cargas de caballería de Joaquin Phoenix. ¡Qué leches! Historia en mano ¿Qué opinaríamos de la escena en las escaleras de Odessa de "El acorazado Potemkin"? 

Scott va a lo suyo. Porque siempre lo ha hecho y porque a estas alturas de la vida no se le va a cambiar. Y nos propone un viaje a lo largo y ancho de la vida militar de Napoleón. Algo que, como ya comenté y como dejaron claro Abel Gance o Stanley Kubrick es inviable en una sola película. Más inviable en 150 minutos. Los saltos temporales están ahí porque para narrar los principales momentos de su carrera y su vida íntima no queda otra que quitar la paja e ir al grano. Y en ello la película pese a resentirse por momentos, sale bastante airosa, mucho más de lo que esperaba.

Quizás quién no sale tan bien es Joaquin Phoenix, que en las escenas junto a una descomunal Vanessa Kirby ambos se salen, pero su papel se resiente en el aspecto bélico. Las escenas fuera de la relación entre ambos proponen un serio y estoico Napoleón con gestos y frases del mismo estilo y sin mucho metraje para el lucimiento personal, ya que se tenía que pasar al siguiente momento histórico. Si se quiere abarcar Austerlitz o Waterloo, Tolón o Egipto, la Revolución francesa y la proclamación de emperador... No queda otra que suprimir mucha información posiblemente necesaria.

Porque el director nos cuenta una obra dedicada a quienes no conozcan en exceso al corso, para ir mostrando los principales puntos calientes de su vida. Quienes lo conozcan de sobra se alarmarán ante tanta inexactitud (en ocasiones innecesarias incluso para una película) y posiblemente no sea una película para ellos. Ridley hace un film para todo tipo de público que disfrute del cine épico tanto como él haciéndolo. Aunque por momentos los dos rumbos paralelos de la película puedan confundir al espectador.

Pese a que ni el guion ni el montaje son benévolos ni hacen prisioneros, Kirby y Phoenix se las ingenian para dar la fuerza suficiente al tramo sentimental, con el festival erótico de turno, con una familia en crisis y con el paso inexorable del tiempo. Se sujeta la película en ellos lo suficiente para no caer. Y lo suficiente para mostrarnos las dos caras del emperador. Algunos no lo comprarán, pero el punto incluso cómico que se desprende en algunos fragmentos sirve para desmitificarlo.

Scott dedica una película a un emperador que fue rival de su querido Reino y Reina. Y eso un yayete como él (en el sentido cariñoso) no lo perdona. Si Abel Gance ideó un "Napoleón" para hablar de un héroe francés, Scott lo trata como un villano que, por si fuera poco, no sabe lo que quiere. En ocasiones, un poco papanatas y que se deja guiar, como si todas sus ansias de grandeza y de una Francia dominando Europa fuesen fruto de voces en sus espaldas y no, en ocasiones, de idea suya. Es más, sus únicos momentos de autoritaria grandeza tienen que ver con la Campaña de Rusia y Waterloo, sus dos grandes lunares en su carrera militar.

Nos metemos en la cama con Napoleón y Josefina y de ahí solo saldrán trapos sucios, oscurantismo y una gran inseguridad. Contrapone la figura de gran líder en el campo de batalla y en política con la de un hombre a merced de su esposa en su hogar. Lo dicho, desmitificar el mito, convirtiéndolo en alguien vulgar. También la manera en que ensancha su tripa en los fragmentos finales, con una clara panza in crescendo acaban convirtiendo en cómico los intentos del Emperador de ser el que fuera. 

Nos perdemos, al menos en esta versión, la grandeza de su personaje. Pues sus años de gloria en combate se alternan con penurias en casa. Y cuándo la película únicamente dedica esfuerzos a la lucha, llegan ya las fatídicas derrotas de un hombre destinado a la gloria y acabado en el exilio, víctima de sus errores y grandeza.

Ridley Scott, tras sujetar como buenamente puede el drama de Josefina y Napoleón, acaba lanzándose a ese tramo final donde se echa en falta algo más de chicha y poderío en la campaña rusa, suponiendo que en la versión de 240 minutos se disfrutará más de Borodino e incluso un ratito más de Waterloo. Pese a ello y sus licencias, Scott sigue siendo un artista de las batallas con numerosos extras. Lo hizo en "Gladiator" e incluso en "El último duelo" en la breve introducción... Y ahora lo hace de nuevo: Tolón, Austerlitz o Waterloo son buenos fragmentos bélicos. Algo cortos, pero muy bien rodados.

En pos de la espectacularidad y del epicismo, Ridley Scott da con la tecla. Pero su película es demasiado grande para ser épica. La relación entre sus dos personajes principales abarca se podría decir que más de media película y, con ello, pese al buen pulso, no acaba alguien entrando de lleno en la mente del estratega. Es como si el director, igual que la grandeza del personaje, no hubiese sabido tomar la mejor decisión y muera con su elección.

"Napoleón" es puro entretenimiento cuando se trata de narrar hechos históricos, y un sólido drama en el hogar cuando pone a sus dos protagonistas al límite. Pero la conjunción de ambas cosas y la grandeza de un periodo tan extenso y con tantísimos detalles importantes acaban por ahogar la grandeza del film. Estaba llamado a algo muy grande, pero era prácticamente imposible conseguirlo. Lo que tenemos, de todos modos, gustará a quienes no busquen con lupa o prismáticos las licencias del amigo Ridley.

Nota: 6'75

Lo Mejor: El dúo protagonista, con especial mención a la Josefina de Kirby, y cuando Scott se pone a 'sus zapatos'.

Lo peor: Es imposible abarcar todo el terreno que pretenden en 150 minutos y que no haya elementos y personajes caídos en el olvido.

Comentarios


  1. ¡Gracias por compartir tu análisis de la película sobre Napoleón dirigida por Ridley Scott! Es fascinante ver cómo el director aborda la vida del Emperador francés, aunque algunas licencias históricas puedan generar debate. La interpretación de Joaquin Phoenix y Vanessa Kirby aporta fuerza a las emociones y la trama sentimental. Además, Ridley Scott demuestra su maestría en las escenas bélicas, capturando la espectacularidad y el epicismo. Aunque la película pueda tener algunos altibajos al abarcar un periodo tan extenso, ofrece un entretenimiento sólido y seguro para aquellos que buscan disfrutar del cine épico. ¡Y, por supuesto, no puedo dejar de mencionar la importancia de considerar la renta de mobiliario para mesa de dulces para eventos cinematográficos y celebraciones!

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