Tiempo de amar, tiempo de morir (Douglas Sirk, 1958)

Enfrascado en mi lectura de "Sin novedad en el frente" decidí revisionar un título que apenas había visto una vez, en mi infancia, y que formaba parte del libro "Las 100 mejores películas bélicas de la historia". Su título: "Tiempo de amar, tiempo de morir" y, tal y como se intuye por el mismo, estamos ante una historia romántica. Y si bien el romance abarca más del 75% de la película, no estamos ante una historia de amor al uso, sino ante un melodrama dirigido por un especialista en ese género: Douglas Sirk.

La película, basada en una obra de Erich Maria Remarque (autor de la mencionada "Sin novedad en el frente") comienza en el Frente del Este, y nos presenta a un pelotón alemán. Cabe destacar que está dirigida en 1958 y era raro mostrar el bando alemán como los protagonistas con sentimientos de una propuesta bélica. Ellos titubean, cumplen órdenes, incluso cuando conlleva matar en un pelotón de fusilamiento. Posteriormente uno de ellos, bastante joven pero ya un veterano de la guerra (interpretado por John Gavin) recibirá un largo permiso en casa, iniciando así su andadura.

En ese permiso en búsqueda de sus padres llegará a dar por casualidad con una joven cuyo padre fue hecho prisionero por la Gestapo "por hablar demasiado", e iniciarán una historia de amor que abarcará el resto de la película a excepción del cuarto de hora final, cuando agotado su permiso (y sin tiempo extra, pese a pedirlo, para alargar su luna de miel) tendrá que volver al frente. No creo que sea demasiado spoiler dado el título de la película y el carácter de Erich Maria Remarque que, en similitud con su obra cumbre, el destino del personaje sea también una muerte. En esta ocasión igual de anónima y tras un permiso en casa, pero mucho más absurda si cabe.

Pero en definitiva, "Tiempo de amar, tiempo de morir" no se desmarca de "Sin novedad en el frente" en cuanto que abarca la obra desde el pesimismo de aquellos que parecían destinados a la gloria y se han encontrado con una guerra cuya "paz será mucho peor" que la guerra. Ese largo camino a la paz, batiéndose en retirada tiene a sus camaradas como únicos seres con los que poder hablar de ello. Es únicamente en el inicio de la película, en el final y en las escenas en el Cuartel durante su estancia en Alemania, donde vemos esa camaradería entre los diferentes soldados. Luchando por una causa perdida, únicamente se tienen los unos a los otros en medio de ese infierno.

Esas pequeñas gotas de humor, casi escasas, tienen su derrumbe ya en el tramo final con la escena de los barriles de cerveza por los que morirá uno de los amigos del protagonista. Destino cruel y que vaticinará que la muerte no es sino el único final posible a tan larga agonía. Muerte que está presente, más allá del título, en todos y cada uno de los tramos. Con ese pelotón de fusilamiento inicial, con la alargada sombra de la Gestapo en casa, con esas cenizas que el protagonista llegará a recoger, los bombardeos aliados constantes que hacen sufrir, una ciudad cada vez más destruida... e incluso ese cochecito fúnebre tirado por caballos. No hay momento en el que se nos pueda olvidar que estamos asistiendo al fin de la Alemania Nazi, y que sus protagonistas sobreviven como pueden.

Y ese amor es una mecha, una llama a la esperanza. Ese flirteo inicial con cierto humor acabará pronto y la historia se consagrará como un melodrama claro entre dos protagonistas que se aman, que se han encontrado en medio de ese mundo en ruinas, y que deberán tirar adelante ante los constantes peligros. Nuevamente esa presencia de la Gestapo en el horizonte que hace sufrir al protagonista de que su ahora esposa no acabe con el mismo destino que le aguardaron a su padre. Todo ello mientras el protagonista sigue sin encontrar a sus familiares, yendo cada cierto tiempo a una puerta donde los supervivientes dejan notas para los soldados que llegan del frente u otros familiares, para poderse encontrar. Sobrecogedoras imágenes, y verídicas, que muestran la otra cara de la moneda.

Por primera vez, el espectador asiste a esos heroícos bombardeos sobre la Alemania Nazi desde ras de suelo y no desde el aire. Viendo el sufrimiento de los civiles que lo padecen, cuando desde allí arriba bastaba con apretar un botón, misión cumplida, y disfrutar de las hazañas bélicas. Posiblemente el hecho de estar hablando de alemanes y esos años haga que "Tiempo de amar, tiempo de morir" sea una película olvidada para el gran espectador, pero no es menos cierto que Sirk dirige con mucha solidez un melodrama donde la construcción de los personajes, no solo los principales, y las vicisitudes que les suceden tienen mucho mérito.

Reconozco que si no valoro con mejor nota a esta película es porque no he acabado de ligar y abrazar el melodrama puro y duro, que es de lo que va. Un drama con reminiscencias bélicas, alejado del frente y el combate y mucho más cercano al romance no está hecho para ciertos paladares. Pero pese a la lentitud con la que se van sucediendo para mis ojos las escenas, descubro que hay un grandísimo director, que sabe donde ubicar la cámara, cómo realizar un montaje y cómo con los mimbres que tenía y pese a los decorados de la época es capaz de hacernos creer que estamos en la Alemania de 1944 (o 45), languideciendo, y ante unos personajes que son seres humanos, de carne y hueso.

Nos  descubre, aunque me imagino que la obra de Remarque ya lo haría, algunos aspectos de aquellos tiempos, por entonces desconocidos en el cine. Que los protagonistas, agotados, sufran bajo las bombas pero teman más a la policía (perdón, la Gestapo) dice mucho del manicomio en el que se había convertido Alemania, llena de chivatos y donde no puedes decir ni una palabra de más. Que esas dos alemanias coincidan en el frente, con los rostros del que disfruta matando en pelotones de fusilamiento y el que va aborreciendo la guerra hasta el punto de llegar a no cumplir con su deber es otro de los rasgos distintivos. Vemos una evolución clara en un personaje que ha conocido el amor y que ahora, todo lo que sea estar lejos de su amada (y futuro hijo) carece de sentido.

El final, amargo y absurdo como no cabía esperar de otro modo, nos recuerda de qué va la guerra. Tras sobrevivir a bombardeos, tras flirtear con la Gestapo y sus métodos, tras años en el frente alejado de casa, basta una carta, basta con bajar la guardia (tal y como vimos en "Sin novedad en el frente"), basta con tener mala suerte, para que todo acabe en un segundo. Tras salvar  de una muerte segura a tres posibles partisanos rusos, que sea uno de ellos en su huida quien, a sangre fría dispare al protagonista es una cruel ironía del destino. Una manera drástica de concluir... con esa mano que busca desesperada alcanzar la carta que acaba de caer al agua... al igual que Milestone nos mostró a su protagonista intentando alcanzar una mariposa.

Nota: 7

Lo mejor: La maestría de Sirk en la mayoría de situaciones cotidianas y reales de la vida.

Lo peor: Que este tipo de películas no están hechas para disfrutarlas ni un solo segundo.

Comentarios

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *