El último samurái (Edward Zwick, 2003)

Arranco las películas analizadas en septiembre con un clásico moderno de las aventuras bélicas y el cine épico. Desde el Oeste americano a un Japón en época de modernización para hablar de "El último samurái" película escogida para ser la película del mes y que llevaba tiempo queriendo revisionar. De hecho, ya la primera vez que hice una sección sobre cine histórico-bélico llegué a tenerla presente si bien finalmente no la escogí para visualizar.

La película está dirigida por Edward Zwick ("Tiempos de gloria", entre otras del género bélico) y protagonizada por una superestrella de la talla de Tom Cruise, secundado por un descubrimiento para Hollywood, Ken Watanabe, que sería nominado al Óscar como Mejor Secundario por su papel en esta producción. La película obtendría un total de cuatro menciones, la de Watanabe y apartados técnicos, no logrando colarse en la categoría Reina, donde sí entró en varias quinielas. Tom Cruise, por su parte, obtuvo nominación al Globo de Oro.

La sinopsis, para quien no la conozca, es sencilla. Un héroe americano venido a menos, de los que combatió contra los indios (y los masacró) y se dedica a dar discursos y a promocionar armamento, es contratado para adiestrar al Ejército Imperial Japonés en el uso de las armas norteamericanas que les llegarán. Una vez allí, acabará siendo obligado a entablar combate con el "rebelde" samurái al que quiere derrotar el ejército japonés, y será hecho prisionero. Allí, descubrirá un mundo nuevo, donde el honor es lo más importante y acabará uniéndose a la causa.

Por previsible que sea en su esqueleto, y por mucho que tenga una ausencia de escenas de combate, reducidas a su mínima esencia en el primer escarceo y ampliadas para esa batalla final que justificaba en su momento el precio de la entrada. Quien va a ver "El último samurái" sabe de sobra que está asistiendo a un cine épico, del que contiene alguno de esos momentos de música a todo trapo, alguna que otra cámara lenta y, por supuesto, dosis de heroísmo  y epicidad a caballo. En ese sentido es inevitable comparar por filmografía de su director, a la presente película con "Tiempos de gloria", posiblemente su obra más lograda y que contiene un final épico, dramático y espectacular donde los haya.

Ese Tour de force final, sin ser de los mejores ejecutados, contiene todo lo necesario para favorecer a una película de su calibre. Con un grupo de hombres en minoría, la estrategia para lograr minimizar pérdidas y aumentar las del enemigo, encarnizada lucha y, con todo perdido, el honor, el orgullo, la heroicidad, el luchar antes que hacerse el Hara-kiri, morir matando... todo ello en unos 20 minutos que dura todo ese fregao de última hora previo a un epílogo que es de dar de comer aparte en algunos aspectos.

Porque el epílogo, si bien nos cierra con un rumor y muchas dudas, está bastante correcto para justificar, por una parte, el cambio de mentalidad y vida de su protagonista; por otro lado, vendría a cerrar esa tensión (¿sexual?) amorosa no resuelta con la que constantemente en una guerra de miraditas nos lanza Cruise y la mujer de un hombre al que ajustició mortalmente en la lucha. A lo que me refiero con "dar de comer aparte" es al hecho de que tras una clara derrota, con toda la dosis de heroísmo que se precie, la escenita en el Palacio Imperial ante el Emperador acaba dando a entender que todo ese sacrificio que pueda sonar absurdo tuvo su recompensa, pues pese a morir, la muerte de Katsumoto parece haber conmovido al emperador que cambiará de planes.

Un giro de acontecimientos un tanto burdo, un truco para vender bien que lo que han hecho es lo correcto y han logrado ser recordados tras una batalla sangrienta que pudiera reconocerse claramente como una Guerra Civil propiciada por ese propio emperador que venden una y otra vez como un papanatas que está atado de pies y manos por los negociantes de armas de turno que son quienes manejan a su antojo el cotarro. ¿Os suena lo de que el emperador de un país no sea el hombre más poderoso del mismo?...

"El último samurái" tiene todos los ingredientes de ese cine épico, con una BSO que si bien no es de las más logradas de su compositor (Hans Zimmer), tiene los momentos álgidos necesarios para hacerse notar y acompañar y acompasar las mejores escenas. Estas son las de paisajes en el tramo más dramático donde Nathan (Cruise) irá aprendiendo las costumbres, a la par que con su siempre indudable carisma convencerá a todo samurái que él es "The special one". Esos paisajes y un montaje más efectivo que eficaz hacen que la parte que más bola se nos puede hacer se pase con cierta agilidad (solo digo cierta).

Para justificar la acción de turno, Zwick y el guion nos dejan algunos escarceos más allá de los siempre interesantes de entrenamiento. Escenas donde Cruise lucha como un tigre contra todo lo que se precie y que sirven para que no estemos casi 2 horas esperando a que haya una batalla en condiciones. La película logra su propósito, que no es otro que entretener y, con topicazos y cumpliendo el librillo del buen cine épico, llegar a los espectadores que verán en ella una buena película en su subgénero.

En definitiva, "El último samurái" es una más que interesante, y diría que cercana al notable, producción de cine épico para todo aquel que disfrute de este tipo de películas. Quien busque realismo, que no se pase por aquí. Pero quien quiera heroísmo, cargas suicidas gloriosas y personajes buenos y malos a los que se les ve a kilómetros de distancia su arco dramático dentro de la historia, tiene aquí una buena dosis de casi dos horas y media. ¡Leñe! Si cumple por los pelos con la duración mínima de una buena película épica.

Eso sí, no es "Gladiator", ni "Braveheart", ni "El señor de los anillos"... queda lejos de esos grandes títulos del cine épico de espada que nos regaló el tramo final del Siglo XX y el inicial del XXI. Pero "El último samurái" es una de las últimas películas en su especie, una de esas aventuras de espada con las que me encanta disfrutar en una sala de cine y que, por desgracia, han dado paso a otro cine épico. El cine épico actual es el de superhéroes (si bien creo que ha gastado la fórmula), pero desde aquí reivindico mucho más cine como el que propone "El último samurái", que puede gustar más o menos, pero al tipo de público al que va dirigida, la acaba disfrutando.

Nota: 6,75

Lo mejor: Ken Watanabe, sus conversaciones con Cruise... y, por supuesto, la gran carga suicida.
Lo peor: Que como uno de los últimos ejemplos de un subgénero glorioso, no es de las que pasa a la historia.

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