La guerra de John Wayne

John Wayne, estrella del séptimo arte, no se alistó durante la II Guerra Mundial. Ese fue un motivo de burla de su socio en numerosas producciones John Ford, quien cuando podía le lanzaba la pullita diciendo que "no había combatido". Ford, que estuvo rodando al pie del cañón en Midway bajo bombas japonesas... Wayne que no salió de Estados Unidos en ese tiempo.

Lo cierto es que Wayne sí llegó a hacer amagos de quererse enrolar, pero posiblemente venían derivados de posibles presiones populares más que del convencimiento. Intentó incluso ser incluido bajo las órdenes de Ford, encargado de realizar documentales durante la guerra. Pero, por un motivo u otro, no llegó ese día. Eso sí, cada cierto tiempo, la compañía Republic prorrogaba su estancia en USA mediante permisos para rodar. A fin de cuentas, Wayne se encargó de otra gran tarea: entretener al público norteamericano.

Wayne era una estrella de medio pelo, que protagonizaba westerns que se rodaban como churros y que no había logrado engancharse a nada mejor tras su papel en "La gran jornada", donde fue descubierto. Fue Ford quien le dio la oportunidad de protagonizar "La diligencia", y el resto es historia. Bueno, ¿El resto? Un repaso por la filmografía que va desde "La diligencia" hasta "Fort Apache" o "Rio rojo" de 1948 nos hace ver que Wayne siguió en alguna producción de Western de Serie B más, y que su salto al estrellato se dio durante la guerra. Pero, cuidado, sus producciones en ese intervalo (1940-45) fueron amplias, numerosas, pero rara vez memorables. No hablamos, ni de lejos, del mejor Wayne, ese que a partir de la trilogía de caballería y otros westerns o películas de Ford logró ser una grandísima estrella. 

Este texto pretende repasar los títulos de cine bélico que protagonizó Wayne en aquellos años donde no estuvo alistado. Antes de entrar en harina, me gustaría señalar que su cojera y posteriormente cierta sordera tras el rodaje de "Piratas del mar Caribe" pudieron derivar en que no fuera admitido para el alistamiento. Antes de eso, y antes de la entrada de los USA en la guerra, Wayne ya había protagonizado algún que otrl título con el conflicto entre medias, e incluso una película sobre los prolegómenos de la Guerra Civil Americana. 

Este último título, a las órdenes de Raoul Walsh es el de "Mando siniestro", si bien ese título se circunscribe más al Western, ya que Wayne ejerce de Cowboy y no de militar. Ese mismo fructífero 1940 llevará a Wayne por EEUU en "Rutas infernales", película que trata el tema de los inmigrantes alemanes que huyeron del nazismo, si bien su gran película de ese año fue, como no, a las órdenes de John Ford: "Hombres intrépidos".

La película nace de una serie de pequeñas obras teatrales que fueron adaptadas por Ford y su guionista Nichols para ser llevadas a la gran pantalla. El hecho de tener una guerra en Europa de por medio las hizo ubicar en la contienda. De este modo el peligro del combate y el enemigo se dejará ver en algún capítulo. Si bien el resultado es un drama sobre hombres de mar en época de guerra, donde submarinos alemanes o la aviación quedaban en un claro tercer plano. En esa tesitura Wayne interpreta a un sueco que cae muy bien al resto del grupo. Sueco, han oído bien. Wayne pasaba de un Western de medio pelo a trabajar con Ford sin poderse preparar el personaje. Tras pedírselo como favor, Ford accedió a darle un par de semanas. El resultado del papel de Wayne lo podríamos considerar de aceptable dadas las circunstancias. A destacar el último acto, en un puerto, donde acaba su personaje como una cuba y casi enrolado en un barco que irá rumbo a la muerte. 

Demos un salto temporal para ubicarnos ya con Estados Unidos en guerra, y Wayne en Hollywood en 1942, con la Metro Goldwyn Mayer. Para esa productora protagonizó el drama romántico en la Francia ocupada "Reunión en París", donde interpreta a un piloto norteamericano derribado en Francia y como deberá contactar con la Resistencia francesa para poder huir. La estrella femenina que le acompañó en esta ocasión, Joan Crawford ("Johnny Guitar").

Posteriormente iría a parar a la productora Republic, hoy en día desaparecida pero con amplio protagonismo en el cine propagandístico de los  años 40. Para ellos rodaría un título aéreo como "Tigres del aire", a mayor gloria de los pilotos americanos o extranjeros que ayudaron a China en su guerra contra los japoneses antes de que EEUU entrase en guerra. Escenas de combate aéreo, cultura china y romanticismo eran sus ingredientes principales. Anna Lee fue la protagonista femenina.

Con "Piratas del mar Caribe" como su plato más interesante desde que dio comienzo la guerra, Wayne llega a 1944 siendo una gran estrella pero sin películas que realmente den la talla en el aspecto crítico. Misma suerte correría con "Batallón de construcción", una de esas películas que existen para mostrar las variopintas funciones que se podían desempeñar para defender a tu país. El batallón de construcción era, en realidad, un grupo de trabajadores para realizar campos para batallones y regimientos en diferentes iskas, o aeródromos, durante el asalto isla a isla postGuadalcanal. Wayne interpreta a uno de esos currelas, en este caso al ingeniero que tuvo la idea. Como no, debía haber historia de amor, siendo Susan Haywarth la escogida.

Con mucho más cariño recuerdo "La patrulla del Coronel Jackson". No por la calidad de la película, claramente cercana a la Serie B, sino por ser de esas que veía de pequeño en casa de mi abuelo, que la tenía grabada. Es uno de esos títulos que si no se conocen de pequeño pasan claramente desapercubidos debido a lo olvidada que está. Y eso que tuvo a Anthony Quinn en el reparto. Si bien aquí estaba haciendo sus inicios, aunque ya había sido Toro Sentado en "Murieron con las botas puestas". Tras las cámaras, Edward Dmytryk, en un film que narra las peripecias de un grupo de combatientes que se quedó en Filipinas y en lugar de rendirse realizó guerra de guerrillas hasta la llegada de MacArthur para liberar las islas.

Concluye Wayne su periplo bélico durante el conflicto con "No eran imprescindibles", joya oculta para muchos de la filmografía del maestro Ford. Una grandísima película sobre como sin excesivos gestos patrióticos, los personajes van de derrota en derrota orgullosos de ellos mismos. No camufla la derrota, pero muestra la pasta de la que estaban hechos esoa hombres. Fue el homenaje de Ford a la Marina, un título que costó hacerse y al que dieron visto bueno tan tarde y se pusieron las manos a la obra también con tiempo, que cuando Ford tenía la película editada, la guerra ya había concluido.

El resultado es un gran drama bélico sobre las lanchas torpederas en Filipinas en los meses que duró la invasión japonesa a las islas. Paso a paso van  yendo de un lugar que cae a otro, dejando atrás desolación a la espera de la llegada de los japoneses. Como curiosidad, aunque tenga mucho protagonismo, Wayne aquí es el secundario de un gran Robert Montgomery, que había servido en una lancha torpedera similar durante la guerra y asesoró algo durante el rodaje. Incluso sin ser protagonista principal, Wayne tenía su momento romántico con una enfermera, interpretada por Donna Reed. 

Con "No eran imprescindibles" Wayne cerraba su periplo de títulos rodados durante el conflicto con el curioso detalle de que los dos que hayan pasado a la historia hayan sido el primero: "Hombres intrépidos" y el último, "No eran imprescindibles". Claro que, ambos tenían el sello Ford, y entre medio el director estuvo en el frente liderando un equipo de documentalistas bajo el mando de la Marina de los EEUU.

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