Juntos, director, actor y actriz se encargaron de hasta cuatro películas en un intervalo corto de tiempo, con "Robin de los bosques", "La carga de la brigada ligera" y otro western: "Dodge, ciudad sin ley". La película que trato hoy es, posiblemente, la menos lograda del tándem, y quedaría eclipsada por un western militar claramente superior estrenado un año después: "Murieron con las botas puestas", donde repetían Errol Flynn y deHaviland, pero Curtiz dejaba paso a otro directorazo de la talla de Raoul Walsh.
Como curiosidad, en ambos proyectos aparecía la figura de George Custer, en "Camino de Santa Fe" interpretado por el futuro presidente de los EEUU Ronald Reagan y que, en realidad, no debería aparecer aquí, pues la trama sucede entre 1854 y 1859, y Custer no salió de West Point hasta 1861, primer año de la Guerra de Secesión. Raymond Massey, el siempre carismático Alan Hale (presente en no pocas películas del dúo Flynn-deHaviland) e incluso Van Heflin completan un auténtico repartazo para un Western que podría haber ofrecido más, todo sea dicho.La trama de la película se centra en la figura del líder abolicionista John Brown, precursor de la lucha por los derechos de los afroamericanos y que acabarían detivando inevitablemente en la Guerra Civil americana. Brown moriría, ahorcado, tal y como relata la película, en 1859, pero su último acto sirve, para muchos historiadores como punto de arranque para ubicar los motivos que derivarían en el derramamiento de sangre.
El primer problema con el que se encuentra Curtiz es el de condensar en menos de dos horas hasta cinco años. Los protagonistas salen de West Point en 1854 y, tras presentar a los diferentes personajes y algunas escaramuzas acabará en 1859. Eso sí, se omiten grandes detalles de los años, de modo que el espectador pueda considerar que apenas están pasando semanas o meses, no años.Un detalle que apoya esto es la historia romántica (por momentos con amago a triángulo amoroso muy clasicote) de los protagonistas. En condiciones normales del Hollywood de la época era normal pedir matrimonio casi antes de conocerse. Bien, se supone que Flynn-deHaviland (bueno, sus personajes) se conocen en 1854... Y la boda tiene lugar ya al término de la película, en 1859. Lidiar con el aspecto histórico trasladándolo al largometraje no es uno de los fuertes de la película.
Posiblemente su mejor baza sea Flynn. Un Flynn menos efusivo pero igual de carismático que en el resto de clasicotes de la época. La gente quería ver al diablo de Tasmania en la gran pantalla y su historia romántica. Si, además, era el héroe inequívoco, mejor que mejor. Y aquí acaba cayendo bien hasta a sus archienemigos como ese Judas interpretado por Van Heflin.Pero lo más loable de la película puede que acabe siendo su villano, un John Brown (Raymond Massey) que desprende ganas de darle con la mano abierta casi desde el principio y que, en su premonitorio desenlace, antes de ser ahorcado, avisará de lo que vendrá en los años venideros en el país. Su bíblica y religiosa presencia, con un final muy cercano a Jesucristo da buena fe de ello.
Brown fue héroe o villano según se trate. Terrorista para algunos, fiel defensor de los derechos de los humanos (afroamericanos al frente) para otros, acabaría realizando una revolución que es la que vemos en la película y cuyo fuego deberá apagar el Ejército de los Estados Unidos. Esa Unión que derivaría años después en separación. Curtiz y los guionistas mezclan todo tipo de ilustres oficiales de ambos bandos de la Guerra para enseñarnos acertadamente que, previamente, eran (o podrían haber sido) amigos perfectamente.Hay una escena al respecto que, no por forzada, merece la pena comentar. Una sabia india leerá el futuro y dictaminará que los seis oficiales allí presentes acabarán siendo enemigos con el tiempo, algo que les provoca la risa floja. El motivo que esgrime la india es el de la muerte de John Brown a manos de dos de esos seis. Premonitorio todo.
Si algo es difícil de ver hoy en día es su ambiguo mensaje, por no hablar de cierto punto racista. Desde la primera escena en el tren el espectador debe saber que el enemigo y villano es el que intenta poner a salvo y liberar esclavos. Curioso. Como lo es que tras casi quedar charruscados, tres afroamericanos a los que el personaje interpretado por Flynn les salva acabarán declarando que ellos no quieren esa libertad, que prefieren vivir como antes.Al final el John Brown de la película es vendido tanto como un villano que acabas cogiéndole asquete al personaje y, por lo tanto, a su postura política, lo cuál deja la sensación de estar asistiendo a una obra en cierto modo racista, con un Flynn que ejerce de oficial sureño que, si bien no entra demasiado en política (ya que debe caernos bien) no deja de defender la idea de que el Sur lidiará con su problema a su manera. Errónea postura pues acabaría derivando en guerra.
Con alguna que otra escena de acción y par de cargas de caballería, "Camino de Santa Fe" tiene los ingredientes del cine de su momento. Con una pareja de enamorados, el honor y la gloria del ejército y el punto cómico representado en par de actores cuya labor es, simplemente, ser los graciosetes, con Alan Hale a la cabeza. Curtiz da empaque con una buena trama para entretener al público y con alguna escena como la del tiroteo en el granero o ese final con la caballería al rescate.Ya en su tramo final, cuando el mensaje de Brown (muy bien Massey) nos avisa de lo que está por venir y deHaviland también pensando en el vaticinio de la india, parece llevar al pesimismo abrumador de la guerra que está por venir, un recurrente tren camino del progreso (y omnipresente en la película) y una boda cierran la producción, dejando un Happy End que para nada me parece acertado con el tono y discurso de la media hora final.
Nota: 6'25
Lo mejor: Flynn siempre elegante, eleva el nivel de toda película.
Lo peor: La ambigüedad sobre el problema con los esclavos.
Es de resaltar que la película aparecen varios oficiales de West Point, que reamente no se graduaron en la promoción de Stuart (1854), no sólo Custer (1861), sino Longstreet (1842), Pickett (1846), Sheridan (1853) y John Bell Hood (1853). Pero en las películas de Curtiz, como en las de John Ford como Raoul Walsh se buscaba el encuentro de los soldados de ambos bandos para apoyar la reconciliación del país. Pero el encuentro de Jeb Stuart con John Brown, tanto en la Sangrienta Kansas como posteriormente en Harper´s Ferry fue auténtico.. Hay otra película similar, con enfoque diferente, tambien con Raymond Massey como John Brown, Seven Angry Men (1955) con Jeffrey Hunter, un joven aún deconocido Guy Williams y Debra Paget.
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