Oppenheimer (crítica)

Nolan lo ha vuelto a hacer. Fiel a su estilo grandilocuente apto para seguidores, ha vuelto a situar al espectador en medio de una vorágine de sensaciones no para hacerle pensar, sino para hacerle sufrir con su personaje, un inspirado Cillian Murphy que ejerce el rol de "Oppenheimer" tirando de él en los momentos dramáticos que requiere la película. Quien se esperase un biopic al uso o una película exclusivamente centrada en lo que ocurrió en Los Álamos es que poco o nada conoce al director que tenía entre ceja y ceja este proyecto.

La música y el montaje son los dos ingredientes claves del cine de Nolan. No está Hans Zimmer pero eso importa poco, ya que lo que hace Ludwig Göranson no dista mucho de los trabajos que venía haciendo el genial compositor alemán para el cine del británico. Excepcional de principio a fin como acompañamiento a lo que ven las imágenes. A fin de cuentas una BSO para una película debe acompasar y acompañar a lo que nuestros ojos ven, y Göranson cumple a rajatabla con una partitura que, unida al siempre efectivo (y en ocasiones efectista) montaje, dejan al espectador sin aliento. Y eso que estamos ante la película más real y dramática que jamás haya hecho Christopher Nolan.

El director maneja a su antojo los tiempos. Como el músico que va evolucionando y aprovechando lo que venía haciendo en trabajos anteriores, se denota la evolución en cuanto a la manera de organizar la trama, cercana quizás a su "Dunkerque" por aquello de alternar los tiempos, pero que bebe de la alternancia de planos (Que no de tiempos) de "Origen". Su cine, muy centrado en la Ciencia y las teorías tiene en "Oppenheimer" su razón de ser, el cénit de lo que pretende título tras título, ya que en esta ocasión no se quedará en teorías para la espectacularidad del espacio ("Insterstellar") sino para mostrar un mundo científico, de moléculas o atómos donde más de uno puede perderse.

Pero, ante todo, estamos ante el gran narrador del Siglo XXI. Nolan tendrá sus detractores, y también quienes le siguen, pero es indudable que es el director que mejor equilibrio tiene entre calidad y espectáculo, entre crítica y público. Y película tras película logra mantener su sello que podría catalogarle como (salvando las distancias) el Spielberg del Siglo XXI. Sin duda, es lo más cercano al director que entre los 70 y 80 dirigió "Tiburón", "E.T." o la Saga de "Indiana Jones". Nolan, consciente de su propia condición y, digámoslo más alto, su propio ego, tiene en "Oppenheimer" un personaje al que asemejarse, un tipo con sus virtudes y defectos, bocazas, ególatra... y un gran científico, del mismo modo que Nolan es un gran director de cine.

Es difícil mantener el tipo o superarse en cada título pero, lo consiga o no, Nolan da de qué hablar. "Oppenheimer" no es el clásico biopic y a lo largo de 3 horazas (que no mentiré diciendo que se me hicieron cortas, pero tampoco me parecen excesivas) regala a su legión de fans hasta tres películas. Por un lado, un biopic al uso con cierto toque de humor; por otro lado, un drama histórico con el Proyecto Manhattan de por medio y que resulta ser la parte más interesante y que contiene el clímax de la película; por último, regala un thriller político donde un inspiradísimo (y diría que futuro nominado al Óscar) Robert Downey Jr. roba protagonismo al propio Murphy.

Como los sueños dentro de los sueños de "Origen", los mundos de "Interstellar" o esos tres periodos cronológicos condenados a encontrarse de "Dunkerque", en "Oppenheimer" asistimos a un guion y montaje hechos para ir generando tensión in crescendo. Difícil lograr que un drama de época donde únicamente una de sus tres partes sea un thriller acabe convirtiéndose en una producción que, durante tres horas, deja al espectador sin respiración en algunos momentos. Incluso llegando al agobio y al terror asfixiante de algunos de los tramos, escena cumbre al margen.

Sin entrar en detalles, porque es feo realizar spoilers, no es ningún secreto que LA ESCENA de esta película es la prueba Trinity. Todo el tinglado que se va montando en Los Álamos y que ocupa una parte interesante de la película derivará en una escena de quitar el hipo. Ahí, Nolan maneja los tempos, la tensión, el silencio, lo esplendoroso como ninguno. Con la misma varita mágita que parece manejar el propio Oppenheimer, nos sumerge en la creación y prueba de la bomba atómica y, sin necesidad de ver sus efectos reales devastadores, asistimos a un momento de júbilo donde belleza y horror están unidos por una fina línea.

Pero la película no es únicamente esa escena. A lo largo de su metraje la ristra de secundarios prácticamente interminable que obliga al espectador a mantener atento (pero reconozco que no tiene pérdida) y un montaje ágil que no eterniza los momentos dramáticos, apoyándose en esas tres líneas temporales que va manejando y se van solapando condenadas a unirse, y con ayuda (sí, digámoslo alto) de imágenes oníricas visualmente y sonoramente espectaculares aunque en algunos momentos quizás excesivas, hacen que "Oppenheimer" resulte un viaje gratificante que merece la pena descubrir.

¿He dicho gratificante? Me refiero, obviamente, a disfrutar con una gran producción que cabalga a caballo entre el cine de autor y el blockbuster (con permiso de "Barbie"). Porque en lo que respecta al mensaje y el poso que deja la película, este es simplemente descorazonador, y queda fielmente reflejado en el anticlímax posterior a Trinity. El debate sobre el uso de la bomba y la guerra fría de fondo, con el comunismo de por medio, dan el empaque necesario a la película para que no se limite a un periodo histórico concreto. En efecto, con Trinity comenzó toda una carrera armamentística que podía (y puede) condenarnos a la destrucción.

Cillian Murphy carga con gran parte del peso de la película, pero es de agradecer que, junto al sensacional Robert Downey Jr. Nolan haya optado por no pocos rostros conocidos (incluyendo en pequeños papeles a Kenneth Brannagh, Gary Oldman o Rami Malek, por ejemplo) que hacen que en cada escena el bueno de Murphy no tenga que ejercer en solitario el peso de dicha escena. Especial mención al par de mujeres que en roles secundarios son clave en la película: Emily Blunt y Florence Pugh.

Tras tres horas de gran película y una bomba atómica en el centro del huracán, con la vida y obra del científico Oppenheimer, lo que queda en un servidor es el sabor amargo de haber asistido al film de Nolan que peor cuerpo deja por diferentes motivos. Se acaba abrazando la bomba, como Kubrick, pero no a dejar de preocuparnos. Por si quedaban dudas, y dentro de su grandísima grandilocuencia, Nolan no puede dejar de dejar su sello en uno de esos finales suyos, con la música, el sonido y las imágenes dejando al espectador sin respiración mientras asistimos a ese truco final. Nolan, en ocasiones, tiene cierto deje de trilero, pero yo sigo disfrutando mucho con lo que propone y no sintiéndome estafado.

Nota: 8,5

Lo Mejor: Trinity, Cillian "Oppenheimer" Murphy y un Robert Downey Jr. que le ha cogido gusto a la sección armamentística.

Lo Peor: Ciertos momentos efectistas que denotan la buena mano de su director para jugar con el espectador sin que haya mucho fondo en lo que nos cuenta.

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