El cine iba en pañales y la Productora más famosa de sus inicios era francesa (Pathé). De esta manera se inició el rodaje de reportajes o documentales sobre la contienda y, una vez acabada, llegaría la primera gran película francesa sobre la Gran Guerra. Abel Gance estrenaba "J'acusse", cinta que fue rodada todavía con el conflicto en marcha y en cuyas escenas aparecerían soldados que estaban en la retaguardia, muchos de los cuales no llegarían a verse en la gran pantalla, ya que estarían muertos, como los soldados que resucitan en un plano para la historia de esta abierta carta de denuncia a la barbarie que firmó Gance antes de su obra maestra "Napoleón". El propio Gance estrenaría casi dos décadas después una nueva versión, recortada y sonorizada, de la película.
Para entonces Francia había tocado la gloria de los Óscars al convertirse en el primer país de habla no inglesa que consiguió colocar una película suya en la categoría Reina de los premios de la Academia de Hollywood. El autor de dicha obra, Jean Renoir, que compuso un canto de cisne de la vieja orden y de las aristocracias europeas a la vez que llamaba a la paz y el entendimiento entre culturas en "La gran ilusión", la primera gran película sobre prisioneros de guerra y que fue un claro mensaje a Hitler para frenar en su intento expansionista. No logró su propósito, pero su gran película, de lo mejor del conflicto en el cine, estuvo nominada a la Mejor Película en los Óscars pese a no ser película de habla inglesa.Antes, en 1932 y auspiciado posiblemente por el cine de la época, Raymond Bernard estrenaba "Las cruces de madera" una película injustamente olvidada que llegó a rebufo o caballo de dos obras mucho más recordadas como "Sin novedad en el frente" y "Cuatro de infantería". Ambas con alemanes y trincheras por protagonistas y no pocas similitudes. Francia quería su gran película sobre la infantería y la obtuvo en esta nueva carta de denuncia que nos muestra la guerra en ciudades, algo que el cine de la Gran Guerra ha solido olvidar. Junto a las mencionadas "Yo acuso" y "La gran ilusión" estamos, sin duda, ante el trío de grandes películas que el cine francés dedicó a la Gran Guerra antes de que pasase a ser denominada "Primera Guerra Mundial".
La irrupción de ese nuevo conflicto, la Resistance y otros menesteres sedujo al cine francés a hacer cine relacionado con ese nuevo conflicto en los años venideros. Si exceptuamos la "Mata Hari, agente H21" de Jean Louis Richard con Jeanne Moreau y Jean Louis Tritignant, rara es la película francesa sobre la Gran Guerra que llegara a nuestras fronteras u oídos a lo largo de cinco décadas. Fue entonces cuando Berntrand Tavernier lanzó su primer largometraje de los dos que dedicó a la guerra (inicialmente pretendía hacer una trilogía): "La vida y nada más" con Philippe Noiret en el papel de oficial al mando de una difícil tarea como es la de encontrar cuerpos sin vida de soldados desaparecidos.El director, que obtuvo un gran éxito de crítica y premios con esta obra, volvería unos años después con "Capitán Conan", Mención Especial en el Festival de San Sebastián y premios a Director y Actor (Philippe Torreton) en los César. Curiosa película sobre soldados franceses alejados de su patria, combatiendo en los balcanes, en una manera de guerrear diferente a la que el cine de la Primera Guerra Mundial nos tiene acostumbrados. La película, además, va más allá, con acusaciones de asesinato posteriores a la guerra, mostrando la difícil labor de pacificar cuando se ha sido una bestia de matar. El tramo final, con un nuevo conflicto contra bolcheviques acaba dejando clara esa sensación de apátridas de esos soldados olvidados a su suerte a largos kilómetros de su casa.
Con el dúo de Tavernier parece que el cine francés perdió la vergüenza a revivir aquellos fantasmas del pasado y llegó una época prolífica. Toca recordar, aunque sea de refilón una Tv movie como "Le pantalon", por desgracia difícil de encontrar sobre un atractivo tema: Un soldado acusado y condenado por haberse negado a ponerse los pantalones manchados de sangre de un soldado muerto en combate, para llegar a obras más conocidas como "El pabellón de los oficiales" (2001) de François Duperyon, sobre las consecuencias de la guerra y los hospitales militares.
Llegamos entonces a mediados de los 2000 con dos obras diría que cumbres en el cine bélico francés. Por un lado mi protegida y defendida "Largo domingo de noviazgo", de Jean Pierre Jeunet, que venía de hacer "Amelié" y volvió a contar con Audrey Tatou para una película cuyo montaje, guion, fotografía y otros muchos aspectos visuales resulta muy atractivo. Gran obra que también la memoria de muchos parece haber enterrado y que fue nominada al Globo de Oro de Película Extranjera. A los Óscars no pudo aspirar porque Francia tuvo otra representante (que logró nominación). La que sí logró ser nominada, un año después sería "Feliz navidad", otra notable producción francesa de 2005 que versaba sobre la tregua de Navidad de 1914, con un reparto internacional que incluía a Diane Kruger o Daniel Brühl, entre otros.Estamos hablando de un tramo bastante corto de tiempo en el que se estrenaron varios títulos llamativos sobre el conflicto, reflotando el cine francés algo tan olvidado. Tras "Feliz navidad" parecían haberse olvidado de la parte bélica. Que no de la Gran Guerra, muchas veces presente. Películas como "Frantz" de François Ozon y que es un remake de la sobresaliente "Remordimiento" de Ernst Lubitsch, "Las guardianas" o "El collar rojo" son algunos de los ejemplos recientes con la guerra y sus consecuencias en el horizonte, pero alejándose bastante del barro. Con "Padre y soldado" con Omar Sy de protagonista, se ha vuelto a las trincheras en territorio francés, una herida todavía abierta y que el cine del país vecino suele recordar cada cierto tiempo. En formato serie cabe destacar que este año ha llegado a Netflix una Serie interesante como "Las combatientes" también con la guerra por protagonista.
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