Evasión o victoria (John Huston, 1981)

Hoy al blog llega una de esas películas míticas. Quizás no tanto del cine bélico, quizás tampoco del subgénero de evasiones... pero sí del imaginario colectivo y, sobre todo, del mundo del fútbol. Hablo de "Evasión o victoria", la película que juntó a Sylvester Stallone con Pelé, y que reunió a un nutrido grupo de futbolistas o ex futbolistas en una entretenida película de prisioneros de guerra. Todo ello a las órdenes de John Huston.

Pero primero toca hablar de como un nada futbolero Huston llegó a un proyecto que estuvo años dando vueltas sin que nadie se atreviera a hincarle el diente. El caso es que el fútbol no era un deporte de fama en EEUU, y en esas el guionista que quiso llevar a cabo la película no encontró a ninguna productora que se atreviera... hasta que llegó a manos de Pelé, por entonces estrella del fútbol que había ido a retirarse al Cosmos de Nueva York. La fama in crescendo del deporte rey dentro de Estados Unidos fue el primer paso.

El siguiente, conseguir que se interesase por el proyecto un Sylvester Stallone cuya fama también iba en aumento. Hacía poco tiempo del gran éxito de "Rocky", galardonada con el Óscar y que llevó a Stallone a ser nominado a Actor y Guion. La que acabaría siendo estrella del cine de acción de los 80 y 90 se involucró y fue quien quiso ofrecer a John Huston la dirección. Los productores habían pensado en el siempre eficaz en el cine bélico Brian G. Hutton ("Los violentos de Kelly" y "El desafío de las águilas"). Un director, Hutton, que pegaba más con un proyecto bélico con aires de ser divertido que Huston. Pero a Stallone le hacía tilín trabajar con Huston, y a éste, tener dinero para su siguiente proyecto.

Como estrella principal, Stallone aparte, se contrató a Michael Caine, alguien que, con su carácter británico, al menos sí sabría mejor que Huston y Stallone lo que era un balón. Al peculiar reparto se le unieron grandes estrellas de las que mencionar al ganador del Mundial con Inglaterra Bobby Charlton, y al argentino Ardiles. Casi nada. La película se rodaría en Hungría, pese a estar todavía bajo yugo de la URSS, pero allí había un campo de fútbol (que fue derruido hace pocos años) que era lo más parecido posible al estadio de París sobre el que tiene lugar la gran cita futbolera del final de la película.

Como detalles del rodaje,señalar que el carácter de Stallone, en plan megaestrella chocaba con el del resto del reparto, Michael Caine a la cabeza. Un Caine que siempre que podía, escapaba a Londres y se traía alguna botella de alcohol de calidad para compartir con otras figuras del deporte o, incluso, con John Huston, con quien ya había trabajado en "El hombre que pudo reinar".

La realidad
La película se inspira, brevemente, en un hecho que sí fue real. Durante la II Guerra Mundial en la Ucrania ocupada por los nazis llegaron a jugar partidos de fútbol una selección del ejército alemán contra los jugadores que quedaban vivos del Dinamo de Kiev. Algunos de esos jugadores ucranianos morirían tiempo después en una matanza alemana, algo que la maquinaria propagandística de Stalin aprovechó para lanzar que fue como "venganza" por las derrotas sufridas en el campo de fútbol.

La película
La primera escena, con un intento de fuga nocturno que acaba con ametralladoras acribillando al fugado sirve para ubicar la acción dentro de un campo de prisioneros y, más concretamente, para avisar del peligro que supone intentar huir. Ese peligro del que el Entrenador del equipo, Michael Caine, intentará huir en todo momento. Él no es un cobarde, simplemente no comparte la idea patriótica y beligerante de otros oficiales al mando del campo de prisioneros, encargados en todo momento de planificar planes de huida dentro del campo. 

Pero el pasatiempo que nos trae hasta "Evasión o victoria" será otro. Ese muerto inicial que parece indicarnos que estamos ante un infierno no acaba siendo ejemplo de lo que Huston propone a posteriori, pues estamos ante una película mucho más amable que cualquier otra sobre campos de prisioneros, que bebe clarísimamente de "La gran evasión" en cuanto a algunos ejemplos como la nevera a la que envían a Stallone tras escapar y ser capturado, el tren, la Resistencia francesa o incluso los aires de la BSO (aunque lejos de la excelencia de la de Bernstein). También podemos ver en Sylvester Stallone un ejemplo lejano del William Holden de "Traidor en el infierno".

Hechas las presentaciones de la película toca hablar de un argumento que es bastante lineal, tópico y sin muchos alardes. La película basa su fuerza en aguardar a ese tour de force final que dura media hora, donde asistimos a un encuentro de fútbol rodado con maestría. Porque pese a que Huston no era experto en la materia, los asesores cumplieron muy bien. No hace falta grandes efectos ni virtuosismo, simplemente poner a expertos del balompié a sus labores. Tener a grandes ex futbolistas hace que cada pase, cada toque, cada detalle del partido tenga el realismo y la velocidad necesarias que se echan en falta en gran parte del cine sobre este deporte.

Y ahí es donde la película echa toda la carne en el asador. Antes habíamos asistido a los preparativos clásicos de este tipo de cine, marcados (muy probablemente) por el ejemplo de "El rompehuesos", película con Burt Reynolds sobre un partido entre presos y carceleros. Aunque allí el partido sea de fútbol americano, las similitudes en como se crea el reto, la elección de miembros y los entrenamientos, guardan estrecha relación. Se trata, por lo tanto, de calcar un ABC de un tipo de cine que funciona, dándole un aire mejorado al ambientarlo en una II Guerra Mundial y unos nazis de por medio que, toca decirlo, siempre quedan bien en una película.

Con el escaso ejemplo de la fuga de Stallone en lo que a cine de evasión se refiere, y el apoyo de la Resistencia que intentará acceder al Estadio en el descanso para provocar la evasión de los futbolistas, la película se centra mucho más en el fútbol y en ser un pasatiempo divertido que en lo que supone la guerra. Y ahí entra la estrella Pelé y compañía. Porque su mera presencia y chascarrillos son lo que mitifican más la cinta. Su primera escena, donde recibe un balón y se pone a hacer toques ante la incrédula mirada de Michael Caine; el momento de táctica en la cuál coge la tiza de Caine y se pone a hilvanar la jugada perfecta (que viene a ser coger el balón en su área, recorrer todo el campo y marcar gol) y, por supuesto, como lesionado se recupera y acabará marcando el gol del empate.

Todo ello en las pocas escenas en las que hace acto de presencia Pelé, cuya magia sale en un partido de fútbol que tiene toda la epicidad posible. Primero porque con el equipo perdiendo y siendo acribillado por un árbitro que juega a favor de la causa propagandística del III Reich, se echará a las espaldas al equipo, junto a un Michael Caine sediendo más de diversión futbolera que de una fuga al uso. Es así como el equipo, pese a tenerlo todo en contra decide salir a remontar la situación y viene ese mágico Tour de force final que supone la segunda parte. Una segunda parte donde el "sí se puede" o la "victoria" parecen el destino... donde Pelé hace el 4-4 en una chilena antológica que es historia viva del cine (no sólo del cine sobre fútbol), y porque no contentos con eso, se reservan a un hasta entonces nefasto cancerbero, Stallone, para el momento final deteniendo un penalti en el último minuto.

El resultado final, pese a no ser una victoria, sí es para celebrarlo y de ese júbilo viene esa mítica fuga en volandas con ayuda de todo un público volcado con la causa aliada. Y en medio de esa vorágine tenemos a un Max Von Sydow que, por encima de oficial alemán, es un apasionado del fútbol como demuestran esos aplausos al golazo de Pelé pese a ser en contra de su equipo. Otro detalle propagandístico que no me gustaría que pasara desapercibido es el del comentarista de radio, interpretado por Anton Driffing, que ante la escasez de público alemán pone a todo volumen una grabación de la celebración de goles cada vez que la selección del Ejército alemán perfora la portería aliada.

No es casual, por último, el detalle de ese color blanco de los prisioneros y el negro de unos alemanes que vienen a ser el lado oscuro de esa parte de la historia. Es imposible hablar de "Evasión o victoria" sin mencionar esa media hora final y todos y cada uno de los momentos que la hacen mítica. Porque muchos hemos crecido con este título. Y si a mi pasión por el cine bélico le unes otra pasión como es el fútbol tienes una película hecha para fanáticos de la historia y del fútbol. Aunque como cine de prisioneros de guerra o cine bélico resulte simplona, y no sea de lo mejor (ni mucho menos) de Huston. Pero sigue siendo una película disfrutona, y cuya media hora final, cuando la pillas empezada en la tele, no puedes cambiar de canal pese a saber el resultado del partido. 

Nota: 7,25

Lo Mejor: La chilena de Pelé y el penalti de la araña Stallone.
Lo Peor: Que no aprovecha tanto un subgénero tan bueno como el de prisioneros de guerra.

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