Hoy toca un clásico un tanto desconocido para el público en general. Una de esas películas que descubrí en mi infancia de casualidad en un canal del Satélite pero que quedó en mi cabeza más como un mito que como un título imprescindible. Una película que declaré en "busca y captura" cuando, en un fascículo donde se mencionaba la filmografía bélica de Raoul Walsh ("Objetivo: Birmania") mencionaban dicho título: "Los desnudos y los muertos". Casi dos décadas después de estos hechos pude comprarla y disfrutarla a tiempo para incluirla en el #Belicómetro. Hoy, tras volverla a ver, toca comentar este título escondido del gran Walsh.
El Proyecto
"Los desnudos y los muertos" está basada en una novela del gran Norman Mailer que fue un éxito a finales de los años 40. Rápidamente se compraron sus derechos para ser llevada a cine a la espera de que el proyecto fructificara. Pasaban los años y dicha película parecía estar ahí aparcada cuando la United Artist confió el proyecto a Charles Laughton, que acababa de dirigir su primer largometraje: "La noche del cazador". Laughton contaría con Robert Mitchum en uno de los papeles mientras buscaban otros actores a la par que el guion cogía forma.
El proyecto quedó abortado cuando, tras el estreno del clásico de Laughton la taquilla le fue esquiva. Una lástima, pues "La noche del cazador" es un peliculón como la copa de un pino, y lo que podría haber hecho con "Los desnudos y los muertos" con el presupuesto que se presuponía iba a contar, hubiera convertido al título en un clásico imprescindible del género casi sin ninguna duda. Sin embargo quedó aparcado y casi olvidado. Rescatado a última hora gracias a que fueron vendidos sus derechos para que una decadente RKO se encargase de la producción (que no de la distribución). De esta manera llega Raoul Walsh al proyecto poco después de haber rodado "Más allá de las lágrimas", título con el que compartiría algunos actores, dos de ellos, de los pesos pesados de su nuevo largometraje.
La Historia y la novela
Aunque el título parece indicar una amplia representación femenina y estar ante un drama bélico con ciertos tintes románticos, nada más lejos de la realidad. "Los desnudos y los muertos" es una crítica a los estamentos militares, muy en la línea de "De aquí a la eternidad", y los soldados sufren pero tienen sus pensamientos en esas mujeres que dejaron atrás por unos motivos u otros. Sin embargo, aquí quedan relegadas a apenas tres escenas, dos de ellas mediante flash-backs, de una trama que centra sus esfuerzos en una isla del Pacífico. No obstante, el pasado de los protagonistas es clave en el devenir de la película.
Cabe destacar que para hacerla más cinematográfica, los guionistas y Walsh acabaron decantándose por contar la historia de tres de sus personajes, obviando al resto que tuvieron su amplia presencia como secundarios, sus diálogos y su importancia como soldados rasos, pero que quedaron en un rol claramente secundario en esa partida que parecen montar los otros tres miembros del reparto. A saber: Aldo Ray como un despiadado Sargento capaz de matar a sangre fría a prisioneros de guerra, o incluso a un indefenso pajarillo; Cliff Robertson como un Teniente al que asquea el rol de los oficiales del ejército señalando que ve injustas las comparativas con los soldados rasos, y un General (interpretado por Raymond Massey) al que la vida humana le importa poco, un auténtico dictador en su puesto que pretende intimidar y llevar la razón en todo.
Curiosidades del proyecto, tanto Ray como Massey venían de la jungla en "Más allá de las lágrimas" en papeles similares en cuanto a jerarquía militar, pero claramente en las antípodas de estos nuevos personajes, pues allí velaban por sus hombres. Walsh, de esta manera, hacía una película que si bien tomaba algunos planos prestados de aquella y tenía bastantes similitudes, en realidad era un film radicalmente opuesto en su mensaje. Destacar que los dos principales protagonistas, el sargento interpretado por Ray y el Teniente interpretado por Robertson tenían un final diferente en la novela (claramente amarga hasta el final) que en la película, con un mensaje final que parece blanquear ligeramente lo visto o, cuanto menos, agradar al espectador.
"Los desnudos y los muertos" tiene el error, para su desgracia, de no contar con el presupuesto y mimbres necesarios para hacer una obra épica y mítica. Walsh ya no era tanto el artista de "Objetivo: Birmania" o "Murieron con las botas puestas" pero seguía siendo un gran director, y el reparto sin un gran rostro que destaque, por mucho que Aldo Ray fuera uno de los de la época no dejaba de ser un segunda fila, tampoco contribuía. Sobre todo si comparamos con el proyecto en el que Laughton hubiera contado con Robert Mitchum y se pretendía un reparto de campanillas. En las escenas bélicas, correctamente rodadas, se adolece cierta falta de contundencia por momentos, y la excesiva utilización de granadas infinitas en modo videojuego, tampoco contribuye.
Pero toca alabar la película porque, ante todo, es un muy buen clásico. Quizás su falta de ritmo en la parte previa al desenlace, lo que sería el entramado bélico, le reste ligeramente, pero hasta entonces construye sus principales personajes de manera brillante. Con breves retazos, pero siendo fiel hasta cierto punto a la novela, los tres rostros protagonistas son definidos para que conozcamos sus puntos débiles. El duelo interpretativo en esa relación que parece de padre a hijo (el personaje de Robertson es hijo de un buen amigo del General) y que va rompiéndose por ser dos personajes tan opuestos manda mientras vamos observando la degradación de un Sargento al que su pasado le persigue de por vida.
Precisamente las mujeres cobran un protagonismo especial pese a ser claramente un recurso para mostrar el carácter de cada personaje. El sargento al que le ha sido infiel la mujer en una vida civil donde era un currante granjero que apostaba todo su dinero en pagar el anillo de compromiso, el galán que se liga a todas, ese exitoso Teniente que va de flor en flor tal y como muestra su onírico flash-back y ese General del que sabemos que no ha podido tener descendencia. Los frustrados fracasos en el amor derivan en un carácter autoritario con sus hombres, irrespetuoso, auténticos fascistas a la altura de ese enemigo al que hacen frente, mostrándose más despiadados que ellos.
Entre el ramillete de secundarios que nos van entreteniendo entre escena y escena, vamos observando pequeños fragmentos de algunos de ellos, como el que en Honolulu tiene a una striper esperándole, o el gran Richard Jaeckel ("Doce del patíbulo") que ha perdido a su mujer durante el parto y, aunque hasta casi el final apenas le den la importancia, quiere volver sano y salvo a casa para conocer y cuidar de su hijo antes de que pueda quedar huérfano. Obviamente la novela entra en más protagonistas que en el guion cinematográfico y el montaje final quedan como meros secundarios.
Si resulta peligroso de por sí tener a dos tipos al mando como ese General y ese Sargento capaz de llevar al borde del precipicio (literalmente) a sus hombres, no es menos peligroso una jungla infestada de enemigos y de otros peligros como serpientes. La mordedura de una de ellas acabará con la vida de uno de los integrantes de un pelotón que poco a poco irá perdiendo unidades en esa suicida misión final orquestada por el "mejor" estratega desde los tiempos de Napoleón, ese General que recibirá su golpe de realidad en ese tramo final de la película, primero con el sopapo de su subordinado que, quedando al mando durante 24 horas acabará desencallando una situación que el General parecía eternizar... y por otro lado con ese nuevo diálogo con su especie de "ahijado" poniéndole en su sitio.
El corazón y el ser humano vencen en esta película como, por desgracia, no lo hacían en la novela de Mailer. Todo sea por lanzar un mensaje esperanzador después de observar la dura crítica que supone "Los desnudos y los muertos" a los estamentos militares. La película va a dar, y lo hace con maestría. Walsh no se corta un pelo y hay escenas que deberían ser parte del cine bélico, con conversaciones que también merecen la pena. Su desgracia, caer en el olvido al ser una producción menor para una novela de tal envergadura.
Escenas
Vaya por delante que los análisis los hago con spoilers, pero al ser una película menos conocida y pese a haber destripado algunos asuntos, me gustaría destacar par de escenas de la producción.
Por un lado, esa manera de adentrarse en la trama donde, tras una escaramuza bélica tras el desembarco, el sargento ordena disparar a los cuerpos sin vida de japoneses "por si acaso". Cuando quien se está encargando observa a un japonés vivo, sale corriendo. El japonés, lejos de ser el despiadado traicionero kamikaze de los años 40, se rinde. El sargento interpretado por Aldo Ray (que no Raine, ese es el de "Malditos bastardos") decide quedarse a solas con el prisionero y, mientras este fuma, le disparará. Posteriormente mandará desvestir a varios prisioneros y se dispondrá a ametrallarlos sin problema alguno ni oposición cuando aparece el Teniente para impedirlo.
Pese a que la película tiene algunas frases o diálogos que merece mucho la pena, la otra escena a destacar es la de la mordedura de la serpiente. El montaje en esa escena, pese a que entre el plano de la serpiente y de la picadura canta bastante que la serpiente no llega a estar en plano junto a los cuerpos de los soldados, acaba siendo notable. Un soldado va en búsqueda de la serpiente mientras el resto sujetan para hacer un torniquete al herido, intentando quitarle el veneno. El sargento, en la otra orilla, volverá con el botiquín... pero al llegar, será tarde. Justo cuando muere el soldado, quien había ido a la búsqueda de la serpiente muestra orgulloso su presa cortándola por la mitad. El rostro desencajado del resto de soldados contrasta con la alegría del que, desconocedor del fatal desenlace de su compañero, festeja haber acabado con el cazador.
Destacar, por último, el montaje de las secuencias en las que el pelotón avanza. Al igual que en "Objetivo:Birmania" con su paseo por la jungla huyendo del enemigo, Walsh demuestra ser un especialista en este tipo de escenas, con variedad de terrenos por donde pasar y de planos que muestran el avance. Quizás el atropellado final no haga justicia a la notable película que se marcó Walsh con menos recursos de los habituales. "Los desnudos y los muertos" es un título a reivindicar que merece la pena ver alguna vez en la vida.
Nota: 7
Lo Mejor: Los duelos interpretativos, con unos personajes claramente marcados para la crítica al Ejército
Lo Peor: Las escenas bélicas pierden en la comparativa, con un final algo atropellado.
Comentarios
Publicar un comentario