Hoy toca una de las mejores películas ambientadas en la Guerra Civil americana. ¿He dicho una de las...? Sin duda, en mi opinión, la más grande. "Misión de audaces" es, por encima del western que se ha vendido siempre, una notable película bélica. Ambientada en un conflicto al que Ford siempre ha sentido admiración y que ha narrado con mucho mimo, cuidando siempre a ambos bandos. "Misión de audaces" es esa película que todo amante de Ford o Wayne habrán visto en más de una ocasión, hoy toca rendirle homenaje.
Para muchos, se trata de la cuarta parte de una tetralogía sobre la caballería. Pero el hecho de rodarse una década después de la última de aquella trilogía formada por "Fort Apache", "La legión invencible" y "Rio Grande", la hacen caer injustamente en el olvido. En mi opinión, y sé que aquí me quedo más solo, es la mejor de las cuatro, y la única donde el enemigo no son alguna tribu nativa americana, si no el ejército confederado, presente de una u otra manera a lo largo y ancho de la pantalla y el metraje.
La película es recordada, sobre todo, por ese duelo interpretativo entre Wayne y William Holden. El ferroviario y el matasanos. Un ex trabajador dedicado a la ingeniería de vías de tren y un cirujano. Los dos cumplen con su deber, en el primer caso el de servir al Ejército de la Unión en una misión que implica destruir raíles, algo que en su vida civil sería un disparate; Por su parte, el "matasanos" es ese hombre honorable que no entiende de bandos, y está obligado, por su moral laboral, a atender a quien así lo necesite, aunque sea una familia en el Sur y entre manos estén ante una importante operación militar.
Ford rueda en todo momento como un western. Largos y majestuosos planos de caballería, como se inicial donde, a contraluz, se mueve todo el regimiento de caballería. La Banda Sonora ayuda a sentirnos parte de ese grupo de militares en sus andanzas y, cada vez que se pongan en marcha, Ford volverá a recurrir a esos planos bellos donde el paisaje y la caballería son uno. Sin duda, tenía muy buen ojo para escoger localizaciones, para saber dónde colocar la cámara y para ejecutar los planos que fueran historia viva del cine.
He hablado de dos personajes principales, pero no de la tercera parte interesada en la trama, una dama sureña (Constance Towers) que les espiará en su casa y acabará obligada a realizar toda la peligrosa misión aparentemente suicida junto a ellos. Su personaje muestra a una mujer sureña, muy relacionada con las razones del ejército confederado, pero que pese a su odio hacia el Coronel interpretado por Wayne, acabará sintiendo cierto feeling (dejémoslo ahí, que es lo que Ford nos muestra) por el hombre que hay detrás del uniforme.
En este sentido es especialmente tentador hablar de una escena de "entreguerras" un tanto sencilla, pero clave a la hora del cambio moral de su personaje, y de entender mejor las razones por las cuales el Coronel, ese ferroviario, es reacio contra los "matasanos". Condenados, por la misión, a entenderse, al final todas las partes acaban uniendo fuerzas, luchando por una misma causa de supervivencia y todo acabará en su sitio, con ese honorable Coronel, luchando cojo, en pos de que sus muchachos consigan salir del atolladero, pese a que suponga el coste de vidas de no pocos secundarios.
Toca reparar en el hecho de que Ford nos aleja de la acción en casi todo momento. Como sucede en la mayoría de sus westerns, está más centrado en los valores morales de sus personajes que en lo que suceda en la trama en sí. De este modo costará ver escenas de combate, si bien las hay, y la traca final es tan corta como necesaria para cerrarlo todo. Incluso, dentro de las escenas bélicas toca tomarse con el mismo humor que se lo toma Ford, esa escena en la cuál un ejército de niños y un anciano al mando, ataca las posiciones de la Unión que se batirá en heroica retirada únicamente por no entablar combate. Porque esa era otra de las premisas.
De hecho, el Coronel interpretado por Wayne nos muestra sus mejores rostros en ese combate en el pueblo junto a la estación de tren, donde un ejército confederado sale de los vagones y es sorprendido por nuestros protagonistas. La escena bélica, corta y en la cuál únicamente hay un ejército que recibe, el confederado, concluirá con un herido oficial confederado enarbolando la bandera como uno de los pocos hombres en pie de su ejército para sorpresa del ferroviario y el matasanos. Es, sin duda, una de las escenas más duras de la película por lo que representa ese heroísmo innecesario.
Porque aquí Ford vuelve a honrar a todos los bandos, como ya hiciera en un título tan olvidado como interesante como "El prisionero del odio". Únicamente ese amor por quienes han derramado sangre por su país y sus ideales justifica que el ferroviario, hombre de honor y extensión de Ford en la película, golpee fuértemente a esos dos mequetrefes (no tienen otro nombre) que han huido de su ejército y únicamente tienen ojos para deshonrar a una dama. También la diferencia de trato se nota con los sureños que luchan por sus ideales, sean mejores o peores. el Sheriff (familiar de la mujer protagonista) o el oficial confederado, así como el respeto a los niños (sensacional y humorística la escena del azote a uno de los muchachos) son muestras de que Ford se toma muy en serio el honrar también a los vencidos.
¿Y qué hay de la trama? Como he dicho, esta queda clarísimamente en un segundo plano. Una trama que pudiera recordarnos a "Objetivo: Birmania" pues lo más difícil no será cumplir con su misión, algo que acaba siendo coser y cantar pese a tomarnos media película debido a la introducción de los diferentes personajes. Lo verdaderamente suicida de la operación es que no hay un plan claro de huida. Deberán salir del Sur, adentrándose más en el sur como Errol Flynn y los suyos se adentraban en la jungla. Todo ello con el ejército confederado siguiéndoles los talones y cada vez más cerca en pos de un desenlace final que, del estilo al de la película de Walsh no puede evitar el confrontamiento.
Y en esas Ford saca a toda su artillería (¿He dicho artillería? Quería decir caballería). Y así, al galope, con heroísmo, y con un Wayne desatado (y cojo) se lanza en un ataque al modo "La carga de la brigada ligera" hacia las líneas enemigas. El plano de ese cañón que amenaza con disparar, mientras observamos como llegan a caballo los soldados de la Unión, es también marca de la casa. El espectador espera impaciente conociendo si ese cañón disparará o no tendrá tiempo de hacerlo mientras directos a cámara se lanzan al ataque los valientes y audaces soldados de la Unión.
El resultado final es una grandísima película de Ford. No es uno de sus tres mejores Westerns, ni es su mejor película bélica, pero es una de esas películas que siempre me han apasionado. Pausada como un buen western, y con combates como en una película bélica, con una trama dentro de las líneas enemigas, con el peligro constante que supone, pero al mismo tiempo dando más tiempo en pantalla a conocer a sus tres personajes principales, sus ideales y qué les mueve y como van cambiando sus relaciones a lo largo de las dos horas de película.
Con planos de gran belleza, Ford dedica un nuevo lienzo a su amada caballería y a una parte importante y sangrienta de la historia de los EEUU. El resultado se disfruta para cualquier amante fordiano, cualquier amante del western y cualquier amante del cine bélico. Todo en uno. ¿Se puede pedir más?
Nota: 8,25
Lo Mejor: El duelo interpretativo Wayne-Holden y los planos que regala Ford
Lo Peor: Que es un título tan notable como en muchas ocasiones infravalorado dentro del cine fordiano. Parece no encontrar su acomodo en listas bélicas y de western al ser un híbrido.
Para muchos, se trata de la cuarta parte de una tetralogía sobre la caballería. Pero el hecho de rodarse una década después de la última de aquella trilogía formada por "Fort Apache", "La legión invencible" y "Rio Grande", la hacen caer injustamente en el olvido. En mi opinión, y sé que aquí me quedo más solo, es la mejor de las cuatro, y la única donde el enemigo no son alguna tribu nativa americana, si no el ejército confederado, presente de una u otra manera a lo largo y ancho de la pantalla y el metraje.
La película es recordada, sobre todo, por ese duelo interpretativo entre Wayne y William Holden. El ferroviario y el matasanos. Un ex trabajador dedicado a la ingeniería de vías de tren y un cirujano. Los dos cumplen con su deber, en el primer caso el de servir al Ejército de la Unión en una misión que implica destruir raíles, algo que en su vida civil sería un disparate; Por su parte, el "matasanos" es ese hombre honorable que no entiende de bandos, y está obligado, por su moral laboral, a atender a quien así lo necesite, aunque sea una familia en el Sur y entre manos estén ante una importante operación militar.
Ford rueda en todo momento como un western. Largos y majestuosos planos de caballería, como se inicial donde, a contraluz, se mueve todo el regimiento de caballería. La Banda Sonora ayuda a sentirnos parte de ese grupo de militares en sus andanzas y, cada vez que se pongan en marcha, Ford volverá a recurrir a esos planos bellos donde el paisaje y la caballería son uno. Sin duda, tenía muy buen ojo para escoger localizaciones, para saber dónde colocar la cámara y para ejecutar los planos que fueran historia viva del cine.
He hablado de dos personajes principales, pero no de la tercera parte interesada en la trama, una dama sureña (Constance Towers) que les espiará en su casa y acabará obligada a realizar toda la peligrosa misión aparentemente suicida junto a ellos. Su personaje muestra a una mujer sureña, muy relacionada con las razones del ejército confederado, pero que pese a su odio hacia el Coronel interpretado por Wayne, acabará sintiendo cierto feeling (dejémoslo ahí, que es lo que Ford nos muestra) por el hombre que hay detrás del uniforme.
En este sentido es especialmente tentador hablar de una escena de "entreguerras" un tanto sencilla, pero clave a la hora del cambio moral de su personaje, y de entender mejor las razones por las cuales el Coronel, ese ferroviario, es reacio contra los "matasanos". Condenados, por la misión, a entenderse, al final todas las partes acaban uniendo fuerzas, luchando por una misma causa de supervivencia y todo acabará en su sitio, con ese honorable Coronel, luchando cojo, en pos de que sus muchachos consigan salir del atolladero, pese a que suponga el coste de vidas de no pocos secundarios.
Toca reparar en el hecho de que Ford nos aleja de la acción en casi todo momento. Como sucede en la mayoría de sus westerns, está más centrado en los valores morales de sus personajes que en lo que suceda en la trama en sí. De este modo costará ver escenas de combate, si bien las hay, y la traca final es tan corta como necesaria para cerrarlo todo. Incluso, dentro de las escenas bélicas toca tomarse con el mismo humor que se lo toma Ford, esa escena en la cuál un ejército de niños y un anciano al mando, ataca las posiciones de la Unión que se batirá en heroica retirada únicamente por no entablar combate. Porque esa era otra de las premisas.
De hecho, el Coronel interpretado por Wayne nos muestra sus mejores rostros en ese combate en el pueblo junto a la estación de tren, donde un ejército confederado sale de los vagones y es sorprendido por nuestros protagonistas. La escena bélica, corta y en la cuál únicamente hay un ejército que recibe, el confederado, concluirá con un herido oficial confederado enarbolando la bandera como uno de los pocos hombres en pie de su ejército para sorpresa del ferroviario y el matasanos. Es, sin duda, una de las escenas más duras de la película por lo que representa ese heroísmo innecesario.
Porque aquí Ford vuelve a honrar a todos los bandos, como ya hiciera en un título tan olvidado como interesante como "El prisionero del odio". Únicamente ese amor por quienes han derramado sangre por su país y sus ideales justifica que el ferroviario, hombre de honor y extensión de Ford en la película, golpee fuértemente a esos dos mequetrefes (no tienen otro nombre) que han huido de su ejército y únicamente tienen ojos para deshonrar a una dama. También la diferencia de trato se nota con los sureños que luchan por sus ideales, sean mejores o peores. el Sheriff (familiar de la mujer protagonista) o el oficial confederado, así como el respeto a los niños (sensacional y humorística la escena del azote a uno de los muchachos) son muestras de que Ford se toma muy en serio el honrar también a los vencidos.
¿Y qué hay de la trama? Como he dicho, esta queda clarísimamente en un segundo plano. Una trama que pudiera recordarnos a "Objetivo: Birmania" pues lo más difícil no será cumplir con su misión, algo que acaba siendo coser y cantar pese a tomarnos media película debido a la introducción de los diferentes personajes. Lo verdaderamente suicida de la operación es que no hay un plan claro de huida. Deberán salir del Sur, adentrándose más en el sur como Errol Flynn y los suyos se adentraban en la jungla. Todo ello con el ejército confederado siguiéndoles los talones y cada vez más cerca en pos de un desenlace final que, del estilo al de la película de Walsh no puede evitar el confrontamiento.
Y en esas Ford saca a toda su artillería (¿He dicho artillería? Quería decir caballería). Y así, al galope, con heroísmo, y con un Wayne desatado (y cojo) se lanza en un ataque al modo "La carga de la brigada ligera" hacia las líneas enemigas. El plano de ese cañón que amenaza con disparar, mientras observamos como llegan a caballo los soldados de la Unión, es también marca de la casa. El espectador espera impaciente conociendo si ese cañón disparará o no tendrá tiempo de hacerlo mientras directos a cámara se lanzan al ataque los valientes y audaces soldados de la Unión.
El resultado final es una grandísima película de Ford. No es uno de sus tres mejores Westerns, ni es su mejor película bélica, pero es una de esas películas que siempre me han apasionado. Pausada como un buen western, y con combates como en una película bélica, con una trama dentro de las líneas enemigas, con el peligro constante que supone, pero al mismo tiempo dando más tiempo en pantalla a conocer a sus tres personajes principales, sus ideales y qué les mueve y como van cambiando sus relaciones a lo largo de las dos horas de película.
Con planos de gran belleza, Ford dedica un nuevo lienzo a su amada caballería y a una parte importante y sangrienta de la historia de los EEUU. El resultado se disfruta para cualquier amante fordiano, cualquier amante del western y cualquier amante del cine bélico. Todo en uno. ¿Se puede pedir más?
Nota: 8,25
Lo Mejor: El duelo interpretativo Wayne-Holden y los planos que regala Ford
Lo Peor: Que es un título tan notable como en muchas ocasiones infravalorado dentro del cine fordiano. Parece no encontrar su acomodo en listas bélicas y de western al ser un híbrido.
Esta película se inspira en una historia real. La Incursión de Grierson, en una táctica de distracción durante la Campaña de Vicksburg, el cual fue realmente muy exitosa, también aprovechando las debilidades en hombres de los Confederados. Los jovencitos de la Academia Militar en la incursión de Grierson no es real, pero Ford se inspira de los cadetes de Virginia Military Institute que si participaron en la Batalla de New Market, pero muy lejos del lugar de la película, en Virginia. Las instalaciones delJefferson College, también fueron utilizadas para la filmacón de la miniserie Norte y Sur. La canción principal "I left My Love" fue compuesta por Stan Jones, quien interpretaría al General Ulysses Grant en el film. En la película se menciona en múltiples ocasiones Andersonville, pero ésta no existía para la fecha. Pero sí para el año siguiente, 1864, con una cantidad de prisioneros tal que bien pudiera haber podido ser la cuarta ciudad del Sur, en comparación al censo de 1860.
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