En los años 50, el cine británico recuperó el género bélico al que tanta pasión y títulos había dedicado durante la contienda. Entre sus primeros títulos importantes que desembocarían en una década prodigiosa para el género en el país anglosajón, destaca la hoy por desgracia injustamente olvidada "Mar cruel", dirigida por Charles Frend en 1953, con Jack Hawkins liderando el reparto como comandante del HMS Compass Rose, buque encargado de la protección de convoyes durante la II Guerra Mundial.
Como última escena que muestra a la perfección el desgaste del protagonista, toca destacar la del hundimiento del último submarino. Una vez hundido veremos como aparece gasolina en la superficie. Pero, a diferencia del primer submarino hundido una hora antes en la película, en esta ocasión no hay elementos ajenos a la gasolina. Hawkins sospechará y, cual capitán Ahab, y víctima de su obsesión por hundir a Moby Dick, no cesará en su empeño en cazar al submarino. Una larga noche pasarán a la escucha, intentando descubrir cualquier movimiento.
Toca destacar que la película está basada en una famosa novela en el Reino Unido de Nicolás Monsarrat, y que narra las aventuras de la tripulación a lo largo y ancho de la batalla del Atlántico durante la contienda. Cinco años de servicio en la mar, cinco largos años que, repartidos en poco más de dos horas de metraje, nos muestran los principales momentos dentro de ese lapso de tiempo. Y, para grandes amantes de las hazañas bélicas, la película trata más de mostrar el salitre, el frío y la tensión ante la presencia submarina, que batallas en sí.
En efecto, estamos en 1953 y "Mar cruel" es un título precursor de lo que mostraría "El submarino", mucho más centrado en ver los dramas psicológicos que hace frente la tripulación, pero, sobre todo, el comandante al mando, un notable Jack Hawkins. Resulta interesante destacar que, hasta la llegada del título alemán, podría considerarse el título más realista dentro de la amplia filmografía en alta mar, y la mejor película (esto es cosecha propia) sobre la Batalla del Atlántico que no tenga por único protagonista principal un submarino.
Una frase en ese final, muestra a las claras lo que el espectador ha podido comprobar durante la película: "Dos submarinos hundidos en cinco años". Cinco largos años y dos submarinos confirmados, aunque observaremos cuatro secuencias importantes con presencia submarina, todas ellas de lo mejor de la película y con una amplia gama o variedad. Dentro de esas cuatro escenas veremos los mencionados dos submarinos hundidos, un tercero que nos dejará la intriga de por vida y una cuarta escena donde nuestra querida Rosa (el barco de los protagonistas) será hundida. No veremos el submarino, pero sufriremos con la tripulación.
Especialmente destacable en el ámbito psicológico del protagonista es la secuencia del "submarino fantasma". El encargado del sónar descubre un sonido procedente justamente de debajo de los supervivientes de un barco hundido. Británicos a la deriva esperando ser rescatados sin saber que el Rose no puede pararse y ser un blanco fácil para un submarino, debe reaccionar rápido y la decisión del oficial al mando no puede ser otra que atacar al enemigo. Ello implica pasar por donde están los supervivientes, algunos de los cuales serán arrollados y otros se podrán apartar para, posteriormente, lanzar cargas de profundidad en esa misma zona: una muerte segura para esas almas condenadas.
La escena en sí pone la piel de gallina, asusta. La frialdad pero al mismo tiempo el miedo con el que el personaje interpretado por Jack Hawkins ordena la ejecución, unida a los gritos desconsolados de los presentes, el lanzamiento de las cargas de profundidad y un miembro de la tripulación gritándole al oficial: "¡Asesino!" componen la que, en mi opinión, es la escena más sobresaliente de la película.
No será la única que muestre el daño psicológico de un protagonista principal desgastado por el paso de la contienda y hastiado de un final que parece no acercarse. De hecho la película deja de mostrar los años una vez cambia de barco, con un montaje bien hilvanado que denota el paso del tiempo hasta alcanzar esa paz que parecía no llegar nunca. "Fue el último submarino que hundimos, pero no el último que vimos" dice la voz en off de Hawkins antes de mostrar una escena con numerosos submarinos alemanes fuera de servicio, "captados" o capturados por los británicos en una escena que anuncia el final de la guerra.
Volviendo a las escenas psicológicas, por un lado tenemos el mencionado hundimiento del Rose, el primer barco de los dos que capitaneará Hawkins (si bien para el segundo ha ascendido en galones). Es un momento clave que se despacha en bastante poco tiempo. Es tan rápido que no da tiempo apenas a que haya supervivientes, escuchando Hawkins los gritos de la tripulación a bordo a través de los tubos de sonido. El horror se apodera de la escena de manera auditiva tras un submarino que, paradojas de la vida, se ha mostrado silencioso hasta el estallido del torpedo.
Los pocos supervivientes logran juntarse de día en una escena cuya brillante panorámica, perfectamente orquestada, nos mostrará a lo lejos un barco que ellos todavía no han visto. El espectador entiende perfectamente que serán rescatados, y el plano siguiente mostrará las calles de Londres, lejos de ese mar cruel y eterno donde tienen lugar las aventuras de nuestros protagonistas. Sin duda, es un elemento de cohesión de escenas y de montaje logrado, efectivo, y bien sencillo.
También será sencillo el recurso de repetir los gritos de la tripulación en la escena posterior. Ya a bordo de un nuevo barco, el oficial al mando, cuando está solo a bordo a punto de embarcarse en nuevas aventuras escuchará con horror los gritos de la tripulación perdida. Es un recurso facilón para mostrar el desgaste de la guerra. El protagonista se imagina a su anterior tripulación en el último momento en el cuál les escuchó. En cierta manera, es como si nos quiseran mostrar que esos pobres diablos estarán ahí, a bordo de este nuevo buque de guerra, pues siempre estarán en la mente del protagonista.
Como última escena que muestra a la perfección el desgaste del protagonista, toca destacar la del hundimiento del último submarino. Una vez hundido veremos como aparece gasolina en la superficie. Pero, a diferencia del primer submarino hundido una hora antes en la película, en esta ocasión no hay elementos ajenos a la gasolina. Hawkins sospechará y, cual capitán Ahab, y víctima de su obsesión por hundir a Moby Dick, no cesará en su empeño en cazar al submarino. Una larga noche pasarán a la escucha, intentando descubrir cualquier movimiento.
Los segundos, los minutos, las horas, pasarán y la sensación general de tripulación y espectador es que al oficial se le ha ido la cabeza y que, muy posiblemente, sea aquí donde concluya su labor por el desgaste del combate. Sin embargo, en un giro de los acontecimientos, acabará apareciendo un submarino y lo conseguirán sacar a la luz, demostrando que la intuición, pese a la obsesión, del oficial al mando, era justificada.
Hay otros detalles que me gustaría destacar de una película muy bien hilvanada y que, pese a abarcar tanto espacio de tiempo (cinco años) en tan poco (dos horas) logra, gracias al montaje, no caer en el tedio. En todo momento suceden cosas sin necesidad de que estas sean grandes escenas de combate ni clímax. Hay todo tipo de variedad de recursos narrativos para hacer llegar a buen puerto a la obra, que consigue reflejar lo mostrado en las líneas de la novela. Sin duda, mucho mérito para el director Charles Frend, y para su equipo.
Para comenzar toca hablar del frío, mostrado en el hielo en el barco. Algo que no se suele ver en este tipo de cine y que tan bien mostró "Greyhound" en una de sus escenas. Las bajas temperaturas nocturnas en el Atlántico provocan, precisamente, este hecho tan pocas veces visto en el cine. El realismo de la obra debía llegar al espectador, y eso que estamos en 1953 y se podía tirar de hazañas bélicas como el resto de películas de su época y los años 60, dejando el realismo de lado.
Lejos del mar, toca detenerse en la vida civil. La película arranca con la movilización de elementos para ir al combate. Y, entre ellos, estamos ante una tripulación sin experiencia bélica y con diferentes trabajos en la vida civil. A destacar a un secundariazo como Stanley Baker ("Los cañones de Navarone" o "Zulú"). El actor encarna a un Teniente a bordo, el segundo oficial, pero resulta ser un hombre con unas ideas de la jerarquía ancladas en el pasado y un tanto dictatoriales. Es de los que gritan sin venir a cuento, de los que abroncan a la tripulación en lugar de entenderla. En definitiva, estamos ante un hombre que no sabe liderar o llevar a un grupo.
Un detalle que no deberá pasarnos desapercibido es su trabajo en la vida civil, pues se dedicaba a ser vendedor, con lo cuál estamos ante algo así como un autónomo que se dedicaba a trabajar en solitario y con la comisión como objetivo. En definitiva, un hombre obsesionado que no servirá para el puesto y sus oficiales de inferior rango se encargarán de "eliminar".
Por último, la película muestra alguna historia romántica entre aventura y aventura. El paso del tiempo nos mostrará sus vidas lejos de alta mar, con el romance de uno de los protagonistas principales en el tramo final que nos mostrará la esperanza de los nuevos tiempos. El romance irá unido de la designación de un nuevo barco. Antes, eso sí, las escenas en tierra guardarán relación con alta mar, siendo premonitorias de lo que está a punto de venir.
De esta manera se nos muestra como la mujer de uno de los oficiales mantiene relaciones extramatrimoniales, enterándose el marido. Será una escena previa a las escenas de horror. Le acompañará la de otro miembro de la tripulación que quiere comprometerse y, al llegar a la ciudad observa como el edificio de su amada está destruido. Le informarán de que la mujer murió, "sin sufrir" como si eso pudiera llevar a algún tipo de consuelo a los sueños rotos. Tras estas dos escenas llegará la del mencionado hundimiento. Lo dicho, el horror lleva al horror, y será tras la constatación de que Jack Hawkins ha ido a ver a la ex mujer de uno de los fallecidos y ha descubierto que estaba "en buena compañía", cuando la película volverá a realizar el giro de timón necesario: Buque nuevo, romance y vidas nuevas camino del final de la guerra.
Así pues, "Mar cruel" es un título realmente interesante, repleto de matices a lo largo de toda la obra. Son dos horas de drama bélico a bordo de un buque de guerra, donde sufriremos con cada barco de convoy hundido sin descubrir al enemigo (espeluznante encadenado en el cuál en cada toma que pasa les avisan de que hay más submarinos por su zona), con cada escena de horror con tripulación en el mar, las cargas de profundidad, el miedo a lo que suceda en tierra firme. Lobos de mar ante cinco años importantes de sus vidas, todo en un lapso de tiempo tan corto. El montaje, excepcional, es el arma principal de una notable película que merece mucho mayor reconocimiento del que tiene. ¡Larga vida al Compass Rose y a su tripulación!.
Nota: 7,25
Lo Mejor: Como la película se adentra en el horror y, posteriormente, la esperanza, con escenas muy interesantes y que marcan psicológicamente a los protagonistas.
Lo Peor: Es difícil mantener la emoción, tensión y la película con tantos saltos temporales y, aunque lo logra, es igualmente el punto más "justito" de la película.
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