Hoy toca una de espionaje en la II Guerra Mundial. ¿He dicho una? Sí, pero no una cualquiera. "Operación Cicerón" es la mejor película de espías del conflicto y está rodada con muchísimo mimo. A la trama, ya de por sí atractiva, le debemos sumar a un director que venía de ganar el óscar dos años seguidos: Joseph L.Mankievicz. Por si estos detalles fueran pogos, el film está basado en hechos reales.
Es difícil poder realizar un completo análisis de lo bien llevados que están algunos giros en el guión porque ello supondría destripar en exceso la trama y, por consiguiente, la magia de una película que necesita del desconocimiento del espectador en el primer visionado para asistir atónito a ese juego del gato y el ratón donde todo el mundo puede ser culpable o inocente en un momento dado.
Comenzaré, además de avisando de que puede haber inoportunos spoilers, con la sinopsis: El mayordomo del embajador británico en Turquía (país neutral) contactará con los alemanes para venderles información a cambio de dinero, libras esterlinas. Desde ese momento intenta hacerse rico antes de viajar a Sudamérica a un retiro dorado, a costa de una guerra cuyo resultado le importa poco. Él sólo quiere sacar tajada. A partir de ese momento veremos a los alemanes intentando verificar si es de fiar la información de quien bautizan con el nombre en clave de Cicerón, y a los británicos intentando averiguar quién es quien filtra la información a los alemanes, tras los rumores de que el Alto Mando alemán está teniendo acceso a material clasificado.
La película, dirigida en 1952 por Joseph L.Mankieciz, tiene a James Mason por protagonista en el que es uno de los mejores papeles del actor. Su Cicerón, un hombre serio y sin escrúpulos, pero ante todo listo y cínico, será quien lleve todo el peso de la trama. A su alrededor veremos moverse el resto de piezas en un interesantísima partida a contrarreloj con el Desembarco de Normandía a la vuelta de la esquina. Destacar que la obra está basada en la novela escrita por L.C.Moysich, que a su vez está basada en hechos reales. Hechos que el propio protagonista principal escribiría en su biografía 'Yo fui Cicerón".
La película
Una breve introducción nos habla ya a posteriori, con la guerra terminada, acerca de si es cierto o no, que la invasión aliada corrió peligro por culpa de un espía llamado Cicerón. Uno de los allí presentes confirma los hechos, Cicerón existió y pudo dar al traste con la operación. A partir de ahí, en modo flash-back se nos contarán los pormenores de la operación. Con James Mason, como he dicho, de maestro de ceremonias. Así pues, el espectador ya sabe que estamos ante hechos reales que acontecen en la neutral Turquía.
La voz en off del narrador volverá a aparecer en otros momentos. Siendo uno clave el que muestra como al mismo tiempo en Alemania y Gran Bretaña se movilizan, cada uno para sus intereses, en dar con Cicerón. En la trama tendremos también la colaboración de una duquesa venida a menos que será mucho más determinante de lo que en principio pudiera parecer su rol. El mayordomo Cicerón intentará aprovecharse de ella pero... ¿Quién será el más listo en la partida?
Uno de los grandes detalles de "Operación Cicerón" es que pese a su tono dramático y pausado, pese a parecer una historia contada con sencillez y con un final reconocible (atraparán al malo), esta se las ingenia para en la media hora final (o 40 minutos) atrapar al espectador en un juego de espejos donde nadie es de fiar y todos jugarán sus cartas: Desde el principio al último. El ingenio de cada uno saldrá a la luz para salir airosos de ese desaguisado.
El mayordomo que solo ansía riquezas, el ejército alemán dividido sobre si creer o no a su espía, el británico desesperado por darle caza y la duquesa intentando sacar tajada a su manera, pero sin olvidar que es una patriota por la causa. Todo ello va cogiendo tono y color en ese tramo final donde a falta de un giro argumental, se podría decir que hay al menos tres: La traición, el teórico desenlace con miga y un epílogo donde la frase "el que ríe último, ríe mejor" le viene de como anillo al dedo.
Por el camino, no obstante, tenemos no pocos ingredientes de muy buen cine clásico. Un cine con planos generales mostrando lo que sucede en escena en todo su esplendor. El espectador sabe que Cicerón no es de fiar...pero es el único que lo sabe. Y acontecemos a como se las ingenia para conseguir la información o no ser descubierto pese a tener a sus espaldas a ambos bandos esperando el mínimo desliz. Es impresionante como Mason, convincente, deja la sensación de seguridad en sí mismo a la par que no deja de ser un poble diablo que cualquier día puede ser atrapado. Las garras de ese "Five fingers" que da título al original, son muy amplias.
Pero, como digo, la película es buena, muy buena, pero como todo buen cine de espionaje o suspense, necesita de algún giro argumental, de algún elemento sorpresa, que detone todo. Aquí los hay por las cuatro paredes. Incluyendo una escena brillante, de las de sudar la gota gorda, con Cicerón jugándose el pellejo para poder revelar a los alemanes los planes del desembarco. El ingenio para conseguir abrir la caja fuerte, unido a un golpe de mala suerte fruto de una bendita casualidad, van de la mano. Unido a ello, una carta delatadora que hacer desaparecer. Una de policías y ladrones en la guerra. Una de asesinos sin asesinos y de timadores dignos de la estampita.
De ahí que todo su final, bendito final, no sea sino una magnífica culminación de todo lo expuesto anteriormente. Donde cada personaje/bando en cuestión parece pasar de estar contra las cuerdas a salir airoso o, en el sentido contrario, de poder ganar la partida, a perderla de golpe. Bien sea en un órdago o en un renuncio. Como si de una partida de póker se tratase, los jugadores tienen sus cartas y juegan con ellas, con muchisimat valentía y sangre fría todos ellos.
Destacar, por último, cierta relación de esta película con un hecho histórico que, aunque parezca ajeno a la trama, tuvo mucho que ver con la guerra: La historia de los judíos falsificadores de billetes. Trama que hemos podido ver en la película austriaca "Los falsificadores".
Crítica
Mankiewicz es un genio de un cine casi teatral. Lo demostró en "Eva al desnudo" o en "Julio César". Pero aquí va más allá. A su buen pulso para narrar ese tipo de historias sosegadas, añade el pulso frenético de la persecución, de la mentira y del miedo. La última media hora de la producción es brillante. Con la misma sencillez del resto del metraje pone a sus protagonistas al límite para que saquen lo mejor de ellos mismos.
Los giros en el guión se agradecen, dotando de un toque hitchconiana la propuesta. Todo ello sabiendo que son hechos reales y asistiendo a momentos que, cuando sucedieron, pondrían en jaque al Servicio de Inteligencia Británico. Mankiewicz pone a Mason en el disparadero y este nos obsequia con una interpretación memorable, digna de una nominación al Óscar que no llegaría por este papel (en su carrera figuran dos nominaciones posteriores). Quién sí logró estar en los Premios de la Academia fue el director, que fue nominado a Dirección al igual que el guionista Michael Wilson. Ninguno de los dos obtuvo recomensa a una película que podría haber merecido más nominaciones (película o Actor, por ejemplo), conformándose con el Globo de Oro al Mejor Guión.
Precisamente ese guión es el que muestra el camino. El que, con maestría y ayuda de su director, nos engaña cual trilero. Y lo hace mostrándonos todos los detalles, todas las piezas y todas las cartas. Conocemos quién tiene la mejor mano y quien la peor, pero como en el póker (o el mus) no se trata únicamente de tener cartas, sino de como se emplean, de como se apuesta fuerte y quien se acobarda. Ahí Mankiewicz hace suyo el guión, se apodera de Mason si hace falta (una pobre cobaya dentro de la jaula) y ejecuta a su antojo. Sin disparos, sin sangre, sin muertes....con la sensación efusiva de la victoria y el contraste de la derrota al mismo tiempo. Con sarcasmo, y con esa risa alocada en un epílogo magistral que sirve para volver a dar otra vuelta de tuerca a la trama cuando parecía todo el pescado vendido. Imprescindible.
Nota: 8'25
Lo Mejor: Como desde la sencillez, Mankiewicz prepara el terreno para la partida más importante de la guerra
Lo Peor: Como mucho cine de la época, al final los alemanes acaban directa o indirectamente quedando un poco de pardillos fáciles de engañar (aunque aquí sea más un arma de doble filo).
Es difícil poder realizar un completo análisis de lo bien llevados que están algunos giros en el guión porque ello supondría destripar en exceso la trama y, por consiguiente, la magia de una película que necesita del desconocimiento del espectador en el primer visionado para asistir atónito a ese juego del gato y el ratón donde todo el mundo puede ser culpable o inocente en un momento dado.
Comenzaré, además de avisando de que puede haber inoportunos spoilers, con la sinopsis: El mayordomo del embajador británico en Turquía (país neutral) contactará con los alemanes para venderles información a cambio de dinero, libras esterlinas. Desde ese momento intenta hacerse rico antes de viajar a Sudamérica a un retiro dorado, a costa de una guerra cuyo resultado le importa poco. Él sólo quiere sacar tajada. A partir de ese momento veremos a los alemanes intentando verificar si es de fiar la información de quien bautizan con el nombre en clave de Cicerón, y a los británicos intentando averiguar quién es quien filtra la información a los alemanes, tras los rumores de que el Alto Mando alemán está teniendo acceso a material clasificado.
La película, dirigida en 1952 por Joseph L.Mankieciz, tiene a James Mason por protagonista en el que es uno de los mejores papeles del actor. Su Cicerón, un hombre serio y sin escrúpulos, pero ante todo listo y cínico, será quien lleve todo el peso de la trama. A su alrededor veremos moverse el resto de piezas en un interesantísima partida a contrarreloj con el Desembarco de Normandía a la vuelta de la esquina. Destacar que la obra está basada en la novela escrita por L.C.Moysich, que a su vez está basada en hechos reales. Hechos que el propio protagonista principal escribiría en su biografía 'Yo fui Cicerón".
La película
Una breve introducción nos habla ya a posteriori, con la guerra terminada, acerca de si es cierto o no, que la invasión aliada corrió peligro por culpa de un espía llamado Cicerón. Uno de los allí presentes confirma los hechos, Cicerón existió y pudo dar al traste con la operación. A partir de ahí, en modo flash-back se nos contarán los pormenores de la operación. Con James Mason, como he dicho, de maestro de ceremonias. Así pues, el espectador ya sabe que estamos ante hechos reales que acontecen en la neutral Turquía.
La voz en off del narrador volverá a aparecer en otros momentos. Siendo uno clave el que muestra como al mismo tiempo en Alemania y Gran Bretaña se movilizan, cada uno para sus intereses, en dar con Cicerón. En la trama tendremos también la colaboración de una duquesa venida a menos que será mucho más determinante de lo que en principio pudiera parecer su rol. El mayordomo Cicerón intentará aprovecharse de ella pero... ¿Quién será el más listo en la partida?
Uno de los grandes detalles de "Operación Cicerón" es que pese a su tono dramático y pausado, pese a parecer una historia contada con sencillez y con un final reconocible (atraparán al malo), esta se las ingenia para en la media hora final (o 40 minutos) atrapar al espectador en un juego de espejos donde nadie es de fiar y todos jugarán sus cartas: Desde el principio al último. El ingenio de cada uno saldrá a la luz para salir airosos de ese desaguisado.
El mayordomo que solo ansía riquezas, el ejército alemán dividido sobre si creer o no a su espía, el británico desesperado por darle caza y la duquesa intentando sacar tajada a su manera, pero sin olvidar que es una patriota por la causa. Todo ello va cogiendo tono y color en ese tramo final donde a falta de un giro argumental, se podría decir que hay al menos tres: La traición, el teórico desenlace con miga y un epílogo donde la frase "el que ríe último, ríe mejor" le viene de como anillo al dedo.
Por el camino, no obstante, tenemos no pocos ingredientes de muy buen cine clásico. Un cine con planos generales mostrando lo que sucede en escena en todo su esplendor. El espectador sabe que Cicerón no es de fiar...pero es el único que lo sabe. Y acontecemos a como se las ingenia para conseguir la información o no ser descubierto pese a tener a sus espaldas a ambos bandos esperando el mínimo desliz. Es impresionante como Mason, convincente, deja la sensación de seguridad en sí mismo a la par que no deja de ser un poble diablo que cualquier día puede ser atrapado. Las garras de ese "Five fingers" que da título al original, son muy amplias.
Pero, como digo, la película es buena, muy buena, pero como todo buen cine de espionaje o suspense, necesita de algún giro argumental, de algún elemento sorpresa, que detone todo. Aquí los hay por las cuatro paredes. Incluyendo una escena brillante, de las de sudar la gota gorda, con Cicerón jugándose el pellejo para poder revelar a los alemanes los planes del desembarco. El ingenio para conseguir abrir la caja fuerte, unido a un golpe de mala suerte fruto de una bendita casualidad, van de la mano. Unido a ello, una carta delatadora que hacer desaparecer. Una de policías y ladrones en la guerra. Una de asesinos sin asesinos y de timadores dignos de la estampita.
De ahí que todo su final, bendito final, no sea sino una magnífica culminación de todo lo expuesto anteriormente. Donde cada personaje/bando en cuestión parece pasar de estar contra las cuerdas a salir airoso o, en el sentido contrario, de poder ganar la partida, a perderla de golpe. Bien sea en un órdago o en un renuncio. Como si de una partida de póker se tratase, los jugadores tienen sus cartas y juegan con ellas, con muchisimat valentía y sangre fría todos ellos.
Destacar, por último, cierta relación de esta película con un hecho histórico que, aunque parezca ajeno a la trama, tuvo mucho que ver con la guerra: La historia de los judíos falsificadores de billetes. Trama que hemos podido ver en la película austriaca "Los falsificadores".
Crítica
Mankiewicz es un genio de un cine casi teatral. Lo demostró en "Eva al desnudo" o en "Julio César". Pero aquí va más allá. A su buen pulso para narrar ese tipo de historias sosegadas, añade el pulso frenético de la persecución, de la mentira y del miedo. La última media hora de la producción es brillante. Con la misma sencillez del resto del metraje pone a sus protagonistas al límite para que saquen lo mejor de ellos mismos.
Los giros en el guión se agradecen, dotando de un toque hitchconiana la propuesta. Todo ello sabiendo que son hechos reales y asistiendo a momentos que, cuando sucedieron, pondrían en jaque al Servicio de Inteligencia Británico. Mankiewicz pone a Mason en el disparadero y este nos obsequia con una interpretación memorable, digna de una nominación al Óscar que no llegaría por este papel (en su carrera figuran dos nominaciones posteriores). Quién sí logró estar en los Premios de la Academia fue el director, que fue nominado a Dirección al igual que el guionista Michael Wilson. Ninguno de los dos obtuvo recomensa a una película que podría haber merecido más nominaciones (película o Actor, por ejemplo), conformándose con el Globo de Oro al Mejor Guión.
Precisamente ese guión es el que muestra el camino. El que, con maestría y ayuda de su director, nos engaña cual trilero. Y lo hace mostrándonos todos los detalles, todas las piezas y todas las cartas. Conocemos quién tiene la mejor mano y quien la peor, pero como en el póker (o el mus) no se trata únicamente de tener cartas, sino de como se emplean, de como se apuesta fuerte y quien se acobarda. Ahí Mankiewicz hace suyo el guión, se apodera de Mason si hace falta (una pobre cobaya dentro de la jaula) y ejecuta a su antojo. Sin disparos, sin sangre, sin muertes....con la sensación efusiva de la victoria y el contraste de la derrota al mismo tiempo. Con sarcasmo, y con esa risa alocada en un epílogo magistral que sirve para volver a dar otra vuelta de tuerca a la trama cuando parecía todo el pescado vendido. Imprescindible.
Nota: 8'25
Lo Mejor: Como desde la sencillez, Mankiewicz prepara el terreno para la partida más importante de la guerra
Lo Peor: Como mucho cine de la época, al final los alemanes acaban directa o indirectamente quedando un poco de pardillos fáciles de engañar (aunque aquí sea más un arma de doble filo).
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