En la ración de cine sobre la II Guerra Mundial rodado durante el conflicto, toca una de esas películas algo olvidadas por muchos debido a que nunca suelen aparecer en listas del género. Sin embargo, dentro del cine negro al que parece más cercana, estamos ante un estupendo título con la IIGM como telón de fondo y la Resistencia, en este caso checoslovaca, por protagonista. Se trata de "Los verdugos también mueren", permítanme adelantar que es la mejor película sobre el atentado sobre la mano derecha de Hitler, Reinhard Heydrich, apodado "el carnicero de Praga" y, según la película "el verdugo", de ahí su título.
La película comenzó sus preparativos al día siguiente de conocerse en Estados Unidos la noticia de la muerte del Gobernador alemán en Checoslovaquia. Dos exiliados como Fritz Lang ("Metropolis") y el dramaturgo Bertolt Brecht se pusieron manos a la obra para preparar un guión sobre los acontecimientos en cuestión. Cuando Lang se lo propuso a su productor de confianza, este vio con muy buenos ojos una película ambientada en la guerra, basada en hechos reales, que enalteciera la labor de los resistentes y acribillara al invasor nazi, pero el guión era denso para una película made in Hollywood. Ello derivaría en que Lang acabase contactando con John Wexley, que a la postre sería reconocido como autor del guión inspirado en la historia de Fritz Lang y Bertolt Brecht. A este último no le sentó nada bien acabar "fuera" del proyecto, mientras Lang se encargaría de dirigir a la postre la producción. Comentar que para los papeles alemanes se emplearon actores alemanes, y para los checoslovacos, norteamericanos, para que la diferencia de acento se notara en la versión original.
Destacar que los hechos en cuestión hoy en día se conocen como "Operación Anthropoid", y que hace menos de un lustro llegaron dos títulos sobre la temática prácticamente solapados en el tiempo (apenas medio año de diferencia). Pero a diferencia de esos y de "Siete hombres al amancer", "Los verdugos también mueren" únicamente coge de referencia al personaje y el atentado para lanzar una trama sobre la resistencia y la labor de quienes protegieron, aún a riesgo de su vida, al autor de los disparos. Pura ficción, por lo tanto, y es que los hechos de tal operación tramada por los británicos (empleando soldados checoslovacos entrenados en las Islas) todavía se desconocían, y se creía que había sido la Resistencia checoslovaca la autora de un atentado que propició, como represalia, las muertes de numerosos civiles checos, así como de muchos miembros de la Resistencia.
Destacar, dentro de esas represalias la matanza indiscriminada de la población de Lidice (mujeres y niños incluidos), unos hechos que "Los verdugos también mueren" no retratan en su obra, mucho más amable, pero que sí se verían en el Hollywood de la guerra gracias a "Hitler's madman", otra obra con Heydrich a la cabeza, mucho más desconocida y de menor calibre, pero que sí fue algo más fiel a la historia, mostrando los penosos actos del ejército nazi sobre la población checoslovaca. No obstante, en "Los verdugos también mueren" una parte importante de la trama se centra en civiles hechos prisioneros a golpe de cañón y que serían fusilados de diez en diez, mostrando la barbarie nazi a la población americana. Tenía que quedar claro quién era el enemigo.
El Atentado
La película comenzó sus preparativos al día siguiente de conocerse en Estados Unidos la noticia de la muerte del Gobernador alemán en Checoslovaquia. Dos exiliados como Fritz Lang ("Metropolis") y el dramaturgo Bertolt Brecht se pusieron manos a la obra para preparar un guión sobre los acontecimientos en cuestión. Cuando Lang se lo propuso a su productor de confianza, este vio con muy buenos ojos una película ambientada en la guerra, basada en hechos reales, que enalteciera la labor de los resistentes y acribillara al invasor nazi, pero el guión era denso para una película made in Hollywood. Ello derivaría en que Lang acabase contactando con John Wexley, que a la postre sería reconocido como autor del guión inspirado en la historia de Fritz Lang y Bertolt Brecht. A este último no le sentó nada bien acabar "fuera" del proyecto, mientras Lang se encargaría de dirigir a la postre la producción. Comentar que para los papeles alemanes se emplearon actores alemanes, y para los checoslovacos, norteamericanos, para que la diferencia de acento se notara en la versión original.
Destacar que los hechos en cuestión hoy en día se conocen como "Operación Anthropoid", y que hace menos de un lustro llegaron dos títulos sobre la temática prácticamente solapados en el tiempo (apenas medio año de diferencia). Pero a diferencia de esos y de "Siete hombres al amancer", "Los verdugos también mueren" únicamente coge de referencia al personaje y el atentado para lanzar una trama sobre la resistencia y la labor de quienes protegieron, aún a riesgo de su vida, al autor de los disparos. Pura ficción, por lo tanto, y es que los hechos de tal operación tramada por los británicos (empleando soldados checoslovacos entrenados en las Islas) todavía se desconocían, y se creía que había sido la Resistencia checoslovaca la autora de un atentado que propició, como represalia, las muertes de numerosos civiles checos, así como de muchos miembros de la Resistencia.
Destacar, dentro de esas represalias la matanza indiscriminada de la población de Lidice (mujeres y niños incluidos), unos hechos que "Los verdugos también mueren" no retratan en su obra, mucho más amable, pero que sí se verían en el Hollywood de la guerra gracias a "Hitler's madman", otra obra con Heydrich a la cabeza, mucho más desconocida y de menor calibre, pero que sí fue algo más fiel a la historia, mostrando los penosos actos del ejército nazi sobre la población checoslovaca. No obstante, en "Los verdugos también mueren" una parte importante de la trama se centra en civiles hechos prisioneros a golpe de cañón y que serían fusilados de diez en diez, mostrando la barbarie nazi a la población americana. Tenía que quedar claro quién era el enemigo.
El Atentado
Una pequeña intro, con planos de recurso de Praga, nos sitúa en el mapa junto a unas letras. El público norteamericano debe saber quién es Heydrich y el porqué del atentado para acabar con su política del terror en Checoslovaquia. Bastan cinco minutos para presentar al personaje, al que no volveremos a ver más que postrado en la cama languideciendo. En esos cinco minutos, Hans Heinrich Von Twardowski (actor que encarna a Heydrich) centra la atención como un ser despreciable al que temen por igual checoslovacos o nazis. El carnicero de Praga en su esplendor en una pequeña escena que sirve para centrarnos en la trama antes de que suba al coche del que acabaría bajando herido de muerte.
Entonces Lang nos lleva a presentar al personaje femenino de la trama, en una escena que se aprovecha para mostrarnos como el taxi encargado de la fuga post-atentado se verá obligado a marchar del lugar. Un hombre aparecerá corriendo, perseguido por soldados nazis. Se esconde y la mujer le protege. Con una sencillez sublime, Lang nos acaba de presentar al ejecutor, al verdugo del verdugo. Sin necesidad de mostrarnos la escena con el tiro, sin necesidad de florituras. Simplemente presenta a un personaje huyendo, el espectador no sabrá de qué hasta poco después. Igual que la mujer en cuestión, que posteriormente será clave en la trama protegiendo a nuestro protagonista principal.
Ese atentado, rodado totalmente en off será el preludio de una película de suspense, mucho más que de espionaje, con los nazis reencarnados en diablos, repartiendo a diestro y siniestro, fusilando (nuevamente en off, salvo en la escena final, donde sólo se ve a los ejecutados), sembrando el terror a la par que buscan al culpable del asesinato de Heydrich. Mientras, Lang nos presentará a los personajes principales con mucha sutileza, como si pasaran por ahí y no parecieran ser importantes, pero todos ellos acabarán teniendo su momento clave en la trama, donde el reparto bastante amplio sin llegar a considerarse coral, será importante.
Conoceremos al Profesor Novotny, el padre de la protagonista femenina de la trama. Un patriota de los pies a la cabeza al que bastará una casi confesión de su hija y un par de detalles para saber de sobra que el hombre desconocido que está sentado en su mesa es el ejecutor de Heydrich. Lejos de amilanarse, seguirá con su rol incluso una vez apresado, defendiendo sus ideales hasta la muerte. Fiel a esos principios de patriota. Basta decir que el actor que le encarna es el carismático Walter Brennan ("Rio rojo" o "Rio Bravo") para hacerse una idea de lo bien que caerá entre el público. Suya es la mejor frase de la película, cuando le dice a su hija que no cuente nada pues: "A se lo cuenta a B, B a C (...) y entonces llega de F a G. Y G significa Gestapo". Nuevamente con una gran sencillez, Lang acaba de echar a los pies de los caballos a la Gestapo, a la que el público americano debe temer.
A partir de ese momento, y no me gustaría destripar en exceso la trama, pues una película de suspense debe tener ese buen gusto por esconder sus cartas, la película centra sus esfuerzos en intentar dar con el asesino en cuestión por parte de los villanos, y por parte de los protagonistas principales el de esconderlo a la par que, posteriormente, buscar una solución al problema (matar dos pájaros de un tiro). Y es que los nazis han prometido venganza y matarán a civiles hasta que den con el paradero del asesino, además de matar a aquellos que le cobijen o den ayuda y a sus familiares. Casi nada.
De ahí sale la difícil tesitura de la mujer protagonista (Anna Lee), condenada a no poder salvar a su padre, puesto que una denuncia del asesino conllevará la muerte de toda la familia. Acabará teniendo que ayudarle aun a riesgo de su futuro matrimonio. Y juntos, y junto a la Resistencia, deberán encontrar solución a sus problemas.
A destacar no pocas escenas de la película, todas ellas clave para la trama, puesto que ninguna está de más. El montaje en la escena del interrogatorio a la familia Nowotny es sobresaliente, uno de esos montajes tan típicos hoy en día pero que choca ver en los años 40. Vamos viendo como se alternan los diferentes personajes a la hora de las declaraciones, ante las preguntas de los oficiales alemanes. Una secuencia cumbre de la película. A la que podría seguir a la zaga la de la conversación en una casa llena de micrófonos entre el Doctor Svoboda (protagonista y ejecutor) y Masha Novotny (Anna Lee), girando la conversación de rumbo para deleite del espectador y crispación del Oficial de policía pronazi encargado de destapar la trama.
También tiene su curioso parecido con la realidad, aunque lejano, el hecho de que el traidor de turno, uno de los villanos de la película a los que cogerle manía, acabe acribillado a tiros a las puertas de una iglesia. Toca recordar que el fatal destino de los autores del atentado real (Operación Anthropoid) acabaron perdiendo la vida acorralados en una iglesia de Praga, concretamente en la de San Cirilo y San Metodio. Lugar recomendable para los amantes de la historia, pues hoy en día se pueden encontrar agujeros de bala en la fachada, así como un pequeño museo que sirve de preludio a la visita a la cripta donde acabaron sucumbiendo acorralados por los nazis, que llegaron a inundarles para forzarles a salir o morir ahí dentro.
Con gran maestría, Fritz Lang se encarga de ejecutar (bendita palabra mil veces empleada en este texto) a la perfección cada secuencia o plano de la película. Estamos ante un ejercicio de cine de suspense muy de la época. Todavía no había llegado el mejor Hitchcock y ,por lo tanto, es difícil acercarse a dicho nivel. Pero en los cánones del género dentro de los años 30 o 40, sin duda alguna "Los verdugos también mueren" es muy buen cine negro. Con los nazis ejerciendo de villanos, como manda una película de propaganda de su época, y con los buenos ingeniándoselas una y otra vez para salir airosos.
Dentro de esos buenos toca destacar el mensaje que la película lleva intrínsecamente ligado con la Resistencia, auténticos protagonistas de la película. ¿He dicho resistencia? Perdón, los checoslovacos. Porque son los civiles quienes más acaban teniendo importancia en la trama. Llegando a hacernos dudar del noble protagonista, en el momento en que él se quiere entregar, algo totalmente lícito y lógico pues las vidas de miles de civiles pueden depender de su gesto, el líder de la Resistencia le llegará a decir que no debe hacerlo, que entregarse supondría dejar ganar esa batalla al ejército alemán (o nazi).
Es clave esa secuencia, pues desde ese momento el espectador toma partido a favor de un personaje principal que no se entregará. Y para ayudar en ello, tenemos al profesor Novotny, que conociendo el paradero del asesino no dirá ni una sola palabra. Ni su hija, ni su familia... pese a que la vida de muchos inocentes pueda depender de ello. La justicia divina hará el resto, pues ante los momentos de duda y oscuridad, todo el pueblo checoslovaco acabará unido a la hora de acusar a un falso culpabe. Gente que no se conoce de nada, arriesgándose a mentir ante el invasor nazi por el bien de ganar un batalla. Con tal de dar un golpe al por entonces imbatible ejército alemán.
El resultado es una notable película. Cuyos mayores o únicos defectos vienen derivados de la simpleza de algunos acontecimientos vistos desde el espectador de hoy en día. Situaciones algo inverosímiles o quizás poco trabajadas. Pero todo funciona como el engranaje de un reloj para que de principio a fin nos enganchemos a la trama y deseemos conocer qué sucede con el verdugo del verdugo, y con todos esos personajes que se nos aparecerán en la trama a los que rápidamente acabaremos adorando u odiando. Una película de otra época, de las que ya no se hacen, pero que merece mucho la pena, sin duda.
Nota: 8,25
Lo Mejor: La mano de Lang para hacer que todas las secuencias tengan interés y sentido. Atrapando al espectador y metiéndole de lleno en la trama.
Lo Peor: Víctimas del cine de la época, los villanos, además de malos-malosos, parecen un tanto torpes.
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