Hubo una luna de miel (Leo McCarney)

Estreno la sección dedicada al cine sobre la II Guerra Mundial rodado durante el conflicto con una comedia del gran Leo McCartney ("Sopa de ganso") con un dúo de estrellas compuesto por Cary Grant y Ginger Rogers: "Hubo una luna de miel". Puro cine de propaganda que pese a no entrar en las trincheras, no se olvida de sumarse a la causa con el mensaje antinazi.

La película arranca con un periodista (Grant) interesado en la boda de una mujer estadounidense (Rogers) con un miembro de la aristocracia austriaca, el Barón Von Luber (el secundario de lujo Walter Slezak). Grant no dudará en hacerse pasar por el modisto del traje de boda de Katie O'hara (el personaje de Rogers) para adentrarse en su objetivo de desenmascarar a Von Luber, de quién sospecha es el brazo derecho de Hitler en Europa.
La boda inicialmente debería tener lugar en la Austria natal de Von Luber, pero la anexión a la Alemania del III Reich la trasladará a Checoslovaquia. La luna de miel, sin embargo consistirá en un viaje a Polonia después de la pacífica invasión al país checoslovaco. En efecto, Von Luber se nos mostrará como un agente infiltrado nazi y nuestros protagonistas irán a parar a las siguientes estaciones de la invasión alemana: Polonia, Noruega, Holanda y Francia.

A medida que la trama avanza, el romance entre nuestro carismático periodista y la bailarina Katie O'Hara (una Ginger Rogers que aquí no bailará) irá in crecendo, al mismo tiempo que la contemplación de los horrores nazis, como el hecho de acabar en un campo de concentración junto a judíos en Polonia, irá abriendo los ojos a la parte femenina de la película en lo que respecta a su marido. A partir de ahí, la trama se acelera y entra en otros apartados, como el del espionaje, con mayor torpeza que acierto.

La primera mitad de la producción se salva, siendo una por momentos entretenida comedia con pinceladas a la guerra y una parte un tanto cruenta, pero acertada, en Polonia. Llegando a su clímax de dramatismo al ser pionera en mostrar en Hollywood el tema del holocausto (siempre desde el desconocimiento,puesto que en 1942 no se conocían tantos detalles). La segunda mitad se pierde en su intento por generar una nueva trama ahora que el factor sorpresa o interesante de la película se había desvelado, concluyendo con una escena en alta mar rodada con poco tino y cuyo humor no acaba de ser del todo efectivo.

No obstante, hay una serie de detalles o escenas en el entramado WWII que merece la pena destacar de esta comedia que formó parte de la campaña propagandística antinazi. Destacando por encima de ello ese reloj con las esvásticas haciendo de agujas y que se emplea recurrentemente para mostrarnos el paso de un país a otro, avisando de este modo que el tiempo pasa y, junto a él, la maquinaria nazi continúa si invasión europea.

De entre los detalles antinazis de la producción para captar la atención del público norteamericano, es de una finura y delicadeza especial esa tarta de bodas con el plano de Checoslovaquia que es cortada por la mitad por Von Luber. Estamos en una boda, pero un plano ha bastado para mostrar la invasión de la Alemania de Hitler al país checoslovaco.

En Polonia, por su parte, asistimos a un completo drama con el ajusticiamiento de un General polaco cuyo error fue confiar en Von Luber. Escena de cine negro a la que seguirá, en orden de importancia, la imagen de Grant narrando para el mundo la atroz invasión mientras el edificio desde el que graba acaba en ruinas, o la mencionada trama judía, momento que se aprovecha para el mejor discurso de la película. Como mandaban los cánones de la época, aunque el periodista habla con la mujer de Luber, la cuál está a su lado, mira en todo momento cámara, destacando la labor nazi de "jugar a ser Dios", decidiendo quienes pueden tener hijos y quienes no.

Sin, sin duda, los momentos más atinados de la película. En su tramo final, donde Grant, haciéndose pasar por colaborador lanzará un discurso con el beneplácito de Von Luber, acabará mandando al barón a los leones (las garras de Hitler). Pero será un mensaje mucho más light, más alejado del contenido antinazi que se espera de la obra, y más cercano a la acción de la película, la de pretender ganarse a la dama y vengarse del rufián que les ha tenido penando por media Europa (a destacar ese "No te preocupes, olvidas que estamos en un barco neutral" que vaticina al espectador de lo que vendrá)

El resultado final no es tan satisfactorio como esperaba, pero resulta ser una producción diferente a los habituales dramas o hazañas bélicas de aquella época. Se asemeja más a "Ser o no ser", pero sin toda la picardía de la obra de Lubitsch. No arriesga, por lo tanto, todo lo que merecería la pena con su buena puesta en escena inicial. Al menos tiene pinta que se lo pasaron bien rodando escenas como la del Brandy con Vodka (que debe decir, según el personaje de Grant, agua en polaco).

Como detalles finales, destacar que precisamente Cary Grant se casó en la vida real un día antes de incorporarse al rodaje de la película, con lo cuál no disfrutó de su luna de miel, al igual que los protagonistas de este largometraje. Al término del rodaje estaba previsto su incorporación a filas pero acabaría siendo desechada pensando que sería de gran utilidad en Hollywood entreteniendo al público (tampoco es que realizara muchas películas propagandísticas, con "Destino Tokio" como excepción a la regla). 

Nota: 5

Lo Mejor: La parte polaca, con los mensajes típicos de la época.
Lo peor: La trama se desinfla completamente

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