Este mes la entrada dedicada al cine sobre la Guerra de Corea se une a la Guerra Fría para traeros "El mensajero del miedo", un clásico de los sesenta dirigido por el siempre eficiente John Frankenheimer, de quien analicé recientemente "Siete días de mayo". En esta ocasión estamos ante otro título (este anterior) relacionado con la política. Un espía que actúa para el comunismo sin ser consciente de ello, es el protagonista principal de esta cinta repleta de suspense y con un notable Frank Sinatra y un excelente Laurence Harvey en su reparto.
La Trama
Un pelotón es hecho prisionero durante la Guerra de Corea. No sabemos lo que sucede pero el siguiente plano nos muestra el retorno a Estados Unidos de un condecorado héroe de guerra, Raymond Shaw (interpretado por Laurence Harvey, protagonista de "El Álamo") que fue quien rescató y salvó las vidas de su pelotón. Sin embargo, el espectador sabrá pronto que algo raro ha sucedido, sobretodo cuando una pesadilla del Mayor Marco (Frank Sinatra) y posteriormente otra de uno de los supervivientes del pelotón nos avise de que, posiblemente, se les absorvió el cerebro, en especial a Shaw, y agentes comunistas lo emplearán para una gran misión en territorio estadounidense.
Con las cartas sobre la mesa, Marco, miembro del servicio de Inteligencia de los EEUU intentará descifrar qué sucede con ese ex compañero de quien todos (incluido él) hablan muy bien en público pero que, acto seguido, reconocen con rareza que era un ser despreciable. ¿Qué se esconde tras esa fachada? ¿Son los sueños tan reales como lo parecen? Las cartas están sobre la mesa. Sí, esas cartas que también tendrán un gran protagonismo con la Q de Diamantes, claves para descifrarlo todo y entender más al personaje perfectamente ejecutado por Harvey.
Las escenas
Toca destacar dos escenas en cuestión que guardan similitudes. Las pesadillas que recuerdan constantemente el personaje de Sinatra y el de James Edwards. Cada uno de ellos ve a todo el pelotón asistiendo a una apacible charla que dan unas mujeres mayores de edad sobre herboristería. Pero ahí hay gato encerrado. Pronto en la pesadilla se alternarán los planos de estas mujeres con los de miembros del ejército norcoreano o chino sustituyéndolas. El pelotón asiste quieto, hipnotizado, y se nos muestra el arma secreta del comunismo, un Sargento que acabará acatando las órdenes con total parsimonia. En uno de los sueños ahogando a uno de los miembros del pelotón que, hiptnotizado, ni se dará cuenta de que son sus últimos segundos de vida, y en otro ajusticiando de un tiro al más joven del pelotón.
El travelling que nos hace pasar de esas señoras hablando (algo que nos descoloca totalmente) al graderío repleto de miembros del ejército es excepcional. Con una secuencia tan sencilla Frankenheimer nos avisa de qué es lo que ven realmente los personajes (esas señoras) y qué escuchan (Esa charla sobre herboristería tan aburrida), y en contraposición lo que realmente está sucediendo, con comunistas probando su nueva arma, que matará a dos miembros. El hecho de que los dos muertos en ambos sueños sean los soldados que no regresaron de la misión, hará sospechar de que dichos sueños son reales.
Montaje
Al igual que sucedería con "Siete días de mayo", el montaje es el arma importante de Frankenheimer para llevarnos a su terreno. Estamos ante un thriller tratado "in crescendo". Nos van poniendo las migas de pan y desde casi el principio sabemos lo que sucede, pero debemos entender el porqué de toda esa compleja misión a la par que de la mano de Marco (Sinatra) vamos siguiendo como va el proceso de investigación. Todo ello sin renunciar a alguna escena de acción como la del propio Sinatra a tortazos con el sirviente chino (que fue quien les traicionó en Corea). Pero, sobretodo, encaminados a un final donde, por momentos, se consigue hacer que el espectador dude de todo lo que vaya a suceder.
A destacar que la trama está relacionada con asesinar a un candidato a la Presidencia de los EEUU (recordemos que en "Siete días de mayo" se habla de un complot para derrocar al presidente), apenas un año antes de que JFK fuese asesinado. Pero eso no se descubrirá hasta el final si bien, previamente, el montaje nos va encaminando a través de las diferentes pistas hacia dicho final, presentando a los personajes principales, con una soberbia Angela Lansbury (nominada al Óscar como Mejor Secundaria) como la madre de Raymond Shaw.
Escena Final
No puedo desvelar el final para quien no la haya visto. Pero merece la pena destacar ese sensacional clímax final, donde nada es lo que parece, o sí. Donde el espectador ya conoce todos los entresijos, incluso el personaje principal pero nos sigue quedando una pequeña duda de si éste continúa o no bajo el embrujo de las cartas y de esa Reina de Diamantes que es quien hace click en su cabeza. En esa situación dudamos de si nuestro personaje cumplirá o no su misión mientras, en pleno mitin electoral, se prepara para ejecutar a su objetivo. Todo esto con Marco (Sinatra) intentando evitar a contrarreloj la catástrofe. La tensión de la escena va a más y Frankeheimer juega tan bien sus cartas que, en plena Guerra Fría, llega a meter miedo en los cuerpos de los norteamericanos.
Señalar que lo que vemos en la película es pura ficción. Pero que perfectamente podría haber sucedido algo parecido. No en relación con la hipnosis, que sí se intentó poner en práctica para beneficios militares y políticos, si no con el hecho de que durante la Guerra de Corea varios prisioneros norteamericanos volvieron abrazando el comunismo. De esta manera se acusó de traición en plena era MacCarthy y la caza de brujas, a unos cuantos soldados. Estos hechos los hemos podido ver en títulos como "Labios sellados" (Richard Widmark), "Sargento Ryker" (con Lee Marvin) o "Traidor a su padria" (Paul Newman).
Comentario final
Con un montaje sensacional y con unos planos marca de la casa que acabarán recordándonos (aunque repito, este título es anterior) a "Siete días de mayo", Frankenheimer nos lleva por un Tour de Force del suspense militar y político con una trama muy de la Guerra Fría. El miedo que se puede sentir observando como el enemigo puede estar en casa, instalado en el cuerpo de un perfecto héroe americano que, sin saberlo, colabora con el comunismo, se hace latente en cada escena. La profundidad de plano, mostrándonos al fondo de la imagen circunstancias clave de la misma, y en primer plano cosas al mismo tiempo importantes, se hace con genialidad, demostrando la buena mano del director a la hora de ubicar en escena a los personajes.
El pánico en relación a la escena final es otra muestra de ello. A destacar la elaboración de los personajes. Desde un Sinatra que quizás esté ante uno de sus papeles más destacados, hasta un Harvey que se merienda cada plano en pantalla. Todo ello con Lansbury como esa mandona madre que le manipula incluso mucho antes de que a este le laven el cerebro, lo cual nos hace difícil distinguir hasta qué punto es o no consciente en algunos momentos.
Con todos los ingredientes sobre la mesa, es inevitable comparar a "El mensajero del miedo" con "Siete días de mayo", tan diferentes como unidas entre sí pora esa Guerra Fría y el miedo a que el comunismo pueda llegar a Estados Unidos. Un mismo director, diferentes políticos, y diferentes maneras de poder acabar con la democracia. Quizás vi ligeramente superior a "Siete días de mayo" que te atrapa de principio a fin. Pero no cabe la menor duda de que "El mensajero del miedo" juega en la misma liga y sale ganando. El espectador que la descubra, se rendirá ante la propuesta. Y el que la conozca, no está de más que vuelva a recordar a este elenco y una trama que os volverá a sorprender (como ha hecho conmigo) a la par que atrapar.
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