Hoy tocamos los acordes de "Garry Owen", un tradicional tema irlandés que haría popular el Séptimo de Caballería. Con el General Custer al frente (épico Errol Flynn), "Murieron con las botas puestas" nos traslada a la famosa batalla de Little Big Horn donde tribus nativas americanas (con los Sioux de Caballo Loco a la cabeza) acabaron con el Séptimo de caballería y con su General, un Custer al que en 1941 Raoul Walsh y la Warner dedicaron esta amable película.
West Point
West Point
La película arranca con West Point, donde se nos muestra tanto la valentía del General Custer, como su nula capacidad para los estudios. No es ningún secreto (y eso sí es un hecho histórico verídico) que el loco de Custer era un mal estudiante, con las peores cifras de entre los graduados en el mítico West Point. En más de un momento de la película se hace mención a otro ilustre oficial con un mal pasado en la Academia. Un tal Ulises Grant, que acabaría siendo el gran General al frente de las tropas del Norte durante la Guerra Civil Americana.
En esa introducción veremos a un Custer que, ni corto ni perezoso, se presenta de cómica guisa, como si de un gran general se tratara, a las puertas de West Point, con la consiguiente burla de quien le recibe. No hará amigos, y estará en más de una ocasión castigado. Pero el inicio de la Guerra de Secesión obligará a alistar a todo oficial posible y, de este modo, y por los pelos, se graduará a Custer, que deberá presentarse en Washington. Una primera parte de película donde Walsh mostrará el montaje que proseguirá. Se intercalan imágenes de diferentes maniobras, superpuestas, con la música de Max Steiner de fondo, para ver el paso del tiempo (se supone que está tres años allí). Todo, reducido a menos de media hora de película de forma brillante.
Destacar la penúltima escena en West Point, donde se comunica a los cadetes el inicio de la Guerra y se les pide unir sus fuerzas por la Unión. Como es lógico, en West Point había una buena cantidad de cadetes pertenecientes a los Estados del Sur. Estos se apartarán y marcharán de allí con honores. Como buenos reclutas, el Comandante al mando ordenará que la Banda toque "Dixie" tema muy ligado al Sur. De esta manera se honra a los americanos que lucharon por su causa, pese a que posteriormente cayesen derrotados. No se les menosprecia por abandonar West Point de esa manera, puesto que en una situación excepcional, no dejan de ser buenos oficiales (o futuros oficiales) luchando por lo que creen suyo.
Arranca el gran conflicto el oficial al mando se niega a otorgar a Custer una misión. Sin rumbo donde ir, y nervioso por conseguir ser destinado a algún frente, con las tropas confederadas cerca de Washington, se hará amigo del alto oficial del Ejército de la Unión que acabará ofreciéndole un destino. Veremos como su carácter le hará crecer. Primero en una escaramuza donde se niega a obedecer a su superior (Arthur Kennedy) con el que tendrá sus más y sus menos a lo largo de la película. Obedecerá a su instinto y, a cambio, será herido y condecorado (la otra opción, de haber fracasado, hubiera sido la horca).
Comienza así a labrarse la fama un Segundo Teniente que será ascendido a General de la forma más curiosa. Necesitados de un oficial al mando, un traspapeleo en el Alto Mando de Washington acabará contra todo pronóstico con el personaje interpretado por Errol Flynn como General al mando. Volverá a ir a su bola, atacará donde nadie le espera, insistirá tras varias derrotas mientras en Gettysburg está teniendo lugar una de las más famosas batallas del conflicto. Su heroicidad acabará llevándole a ser uno de los más famosos generales de los EEUU.
Acabada la guerra, Custer, un hombre de acción, se aburre en casa. Lejos de poder conseguir un puesto en su vida Civil, acabará necesitando el favor de su mujer (Olivia de Havilland) que conseguirá que le den un puesto en el Oeste, donde el país se está expandiendo. Fort Lincoln será el destino y una vez allí volverá a toparse con ese Arthur Kennedy que le tiene atravesado. Éste se dedica a vender armas a los indios, y al negocio del alcohol en un bar que Custer cerrará para hacer un ejército en condiciones.
El bueno de Custer logrará, con una música con la que sentirse identificados, que el Séptimo de Caballería se haga famoso y sea una tropa de élite de provecho. Incluso llegará a conseguir un tratado de paz con los Sioux, cansados de tanta guerra. Un tratado que, por desgracia, conseguirán violar el malo de la película (nuevamente Kennedy) que conseguirá lanzar el bulo de que en la zona prohibida por los nativos americanos (denominada Colinas negras) tiene oro. Custer sabe que es mentira, pero no tiene pruebas. Y el destino del Séptimo de Caballería se irá al garete. A destacar en esta parte de la película el mensaje que se lanza de como el poder de la economía, representada en personajes sin escrúpulos cuyo negocio (alcohol y venta de armas) ha bajado con la pipa de la paz, son capaces de generar una guerra que pueda relanzar sus negocios.
El ahora Coronel Custer, que está a las puertas de un juicio militar por una escaramuza en Fort Lincoln, verá como le han quitado del camino para violar la paz con los indios nativos. Él sabe, al igual que su superior, que es el final del séptimo de caballería, pero a pesar de estar lejos del frente, le pedirá a Ulises Grant, que le deje volver con los suyos a una última batalla. En efecto, Little Big Horn se vende como un batalla perdida de antemano. El tono oscuro de la llegada de Custer a Fort Lincoln para reabrir el bar y beber, emborrachar a su archienemigo para llevárselo con él a ua muerte segura, nos da indicios de lo que está por venir.
Los hechos históricos son claros. Una clarísima derrota del Séptimo de Caballería, que desaparecería en una encarnizada lucha con las diferentes tribus (Sioux a la cabeza) con ese Caballo Loco (Anthony Quinn) que pese al respeto que les parecía unir, no dudará en ejecutar y convertirse en verdugo del heroíco y único... el inigualable y alocado General Custer. Suena la sensacional Banda Sonora de Steiner que maneja todo tipo de resgistros, con el épico a la cabeza, a lo largo del film, para cerrarlo de forma magistral. El epílogo se encargará de enseñarnos que pese a su muerte, Custer logró su última gran victoria.
Sin lugar a dudas la gran escena de la película es Little Big Horn. Antes, unas pequeñas escaramuzas con cierto tono bélico y cargas heroícas, pero lejos, muy lejos de títulos como "La carga de la brigada Ligera", hasta que llega el momento del clímax de la película, donde Errol Flynn sacará a relucir su carisma y vuelve a dotar a su personaje de un tono épico que convierte al General Custer (aunque ya lo fuera en la vida real) en Leyenda viva del cine.
Una carga, la última gran carga de séptimo de caballería. Con "Garry Owen" a todo volumen, a uno le entran ganas de montarse a caballo y galopar junto a Custer y los suyos. El plano General, donde no son 600 pero sí muchos extras, nos muestra como en la persecución a los Sioux son sorprendidos en la llanura por diferentes sitios. Son rodeados y bajan de los caballos. El resto, historia viva del cine. Flynn agotando munición, California Joe suministrándole nuevos revólveres. El archienemigo, con sus pecados expiados, lucha codo con codo con ellos, en busca del honor perdido. Poco a poco vemos como indios y soldados van cayendo muertos al suelo. Vemos como uno a uno caen los secundarios que nos han ido mostrando. Y ahí se queda Custer, él solo, el último superviviente del séptimo de caballería. No queda munición, coge el sable... su último instante de vida. Murió con las botas puestas.
La película contiene la clásica historia de amor. Nuevamente Flynn compartirá pantalla con Olivia de Haviland, con la que flirteó amorosamente en el cine en títulos como "La carga de la brigada ligera", "Robin de los bosques" o "Camino de Santa Fe", entre otros. En esta ocasión en lugar de Michael Curtiz estaba Raoul Walsh tras las cámaras. Pero la historia de amor sigue el mismo ABC. Primer contacto donde nuestro apuesto personaje masculino parece no sucumbir a los encantos, obligado a mantener la compostura.
Posteriormente, romance a primera vista y, a pesar de que pasa el tiempo, convertido en héroe de guerra nos lanzarán la escena estilo Romeo y Julieta, con la sirvienta de Olivia de Havilland haciendo de Celestina particular. Se comprometerá Flynn a volver como General y, entonces casarse, para evitar a un padre con el que no ha entrado con buen pie. La historia de amor no tendrá mucho más, con una Olivia de Havilland nuevamente relegada a un rol de florero/secundario en toda la segunda mitad de la película, ya que no pinta nada en Fort Lincoln ni en Little Big Horn.
Eso sí, especialmente emotiva es la última escena entre ambos. De Havilland sabe que su marido no volverá, se palpa en el ambiente. El General Custer (Flynn) rompe su cadena del reloj para evitar llevárselo. Es consciente de que no volverá y que quiere que dicho reloj se lo quede su mujer. Acabará encontrando el diario de esta. La despedida, un tanto seca, triste concluye con Flynn marchando de la habitación con cierta rapidez. Ella, observa la marcha de su amado. Un zoom out muestra la inmensidad de la habitación y lo pequeña que se hace ella, que cae rendida al suelo.
Como buen clásico de la época, no puede faltar el toque de humor. Ya en ese inicio con Flynn apareciendo a caballo, cual General, siendo apenas un cadete de West Point, con varios perros siguiéndole. La escena de la habitación donde parece vivir a cuerpo de rey y todo resulta ser una broma de dudoso gusto, donde pagará la novatada, nos ponen a Custer en su sitio. Posteriormente personajes como el de la Sirvienta de de Havilland, con mención a la escena de imitar a la lechuza, el General de turno comilón como él solo y que parece ser tomado muy poco en serio, o ese viejo cascarrabias de Californa Joe, serán otros personajes que dotarán de ligeras dosis de humor a la propuesta. Siempre manteniendo el equilibrio con el drama bélico que se nos está narrando.
A destacar la Banda Sonora de la película. A las canciones populares que abarcan el "When Johnny comes marching home" (canción de la Unión) y "Dixie" (canción confederada), junto a la mencionada "Garry Owen", toca señalar el amplio repertorio que debe manejar la película. Desde el tono aventurero del inicio, con el entrenamiento al tono épico de las escenas bélicas durante la Guerra de Secesión. Cuando toca romanticismo, Steiner está ahí para aportar su granito de arena. Y, una vez en el Oeste, con Fort Lincoln, toca moverse en registros de Western. Música étnica india para las escenas con los Sioux y el Garry Owen y tonalidad épica para ese tramo final con la carga de Little Big Horn. Una BSO variopinta, que toca de todo y lo hace a la perfección.
En cuanto al Montaje, destacar que a lo largo de la película Walsh se sirve de diarios para manejar el paso del tiempo y de los acontecimientos. No hace falta señalarnos en qué año están si sabes de historia de norteamerica (como debería pasar con el público americano, sobretodo). Las escenas bélicas están rodadas con buen pulso, con el tono heroíco que un film así merece. Little Big Horn maneja un montaje muy logrado para la época. Algo difícil teniendo en cuenta los diferentes planos, la cantidad de extras. Vemos una sucesión de indios cayendo del caballo y los tiroteos varios. Pero podemos seguir los andares del Séptimo de Caballería de sus principales personajes. También la sucesión de escenas con el largo tiempo que abarca la película se logra con la sutileza necesaria para que no cante. Uno se engancha a las peripecias de Custer, y no suelta la película hasta el último aliento de éste.
"Murieron con las botas puestas" es una película perfecta para la época en la que fue rodada. En 1941 Estados Unidos no estaba en guerra, pero todo el mundo en Hollywood intuía que volverían a las armas en pos de la salvación de Europa. De ahí que en dicho año surgieran títulos como "El sargento York" y esta película. Ambas para destacar la imagen de un héroe americano. Y en ambas dejando a un lado posibles polémicas y ensalzando su figura. Podemos dudar de la historia que nos cuenta, totalmente libre. No es un loco del que se habla... si no de un valeroso oficial que llegó a General, y que venció en la Guerra de Secesión y que fue todo un hombre, de palabra y honor.
Ese tipo de héroe que Estados Unidos iba a volver a necesitar. De ahí que no se dudara en hacer un blanqueo del personaje en lo que hiciera falta. El rostro de un galán aventurero como Errol Flynn era el ideal para el personaje. Un director como Raoul Walsh, el perfecto ante la ausencia de Curtiz. Sin duda, todo está perfectamente ligado para esta película de ambiente militar y bélico en su primera mitad, y más cercana al Western (pero con las guerras indias de fondo) en su segunda parte. El conjunto globalmente es de notable alto. Por la cantidad de registros que maneja (Drama, bélico, Western, Romance, humor...) es un título imprescindible del cine clásico. Una película que da gusto revisionar y con la que crecí.
Nota: 8
Lo Mejor: La BSO de Steiner y lo bien que le sienta a Flynn las cargas de caballería
Lo Peor: Tener que meter una historia romántica para justificar la presencia femenina de la película. Y eso que De Havilland cumple holgadamente.
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