La vergüenza (Ingmar Bergman, 1968)

Hoy en la sección dedicada al cine Europeo vamos con un director de renombre, de prestigio. Ingmar Bergman es, sin duda, uno de los grandes del cine europeo. El director sueco, que llevó al estrellato a Max Von Sydow (protagonista en esta película, y en tantas otras), dotaba de un dramatismo único a sus películas. El rostro de sus personajes, repletos de primeros planos, y la profundidad de campo eran dos de sus fuertes.

No seré yo quien alabe en exceso a un director al que no he hecho mucho caso. Y eso que "El séptimo sello" me parece magistral, una de las mejores películas europeas de la historia, y una de las mejores de todos los tiempos. Y eso que no soy yo muy fan de las cintas dramáticas con un ritmo lento que más de un amigo mío diría directamente "aburrido". Recuerdo ver en un aula junto a otras 4 personas dicha maravilla. Y tres directamente no la soportaron. A los otros dos, nos maravilló.

Así es el cine de Bergman, o se ama o no se aguanta. Y en esa balanza "La vergüenza" tiene algunos de los motivos que hacen grande a "El séptimo sello". Sin embargo, no sé si será el escaso confort de la situación en la que la vi, pero en esta ocasión sí que la película llegó a hacerse lenta, bastante lenta como para no acabar de disfrutarla como algunas de las escenas podrían merecer.

"La vergüenza" nos traslada a una ficticia Guerra Civil (entendemos que en Suecia, pero podría ser en cualquier lugar del mundo). Una pareja con futuro, aislados de la realidad de la guerra, convive en una pequeña isla. No tienen radio para no hacer caso de los bulos y noticias falsas que lleguen, noticias que apenas reciben cuando contactan mediante ferry con el resto del mundo. Pero tarde o temprano esa calma chicha derivará en tormenta.

La guerra estallará delante de sus narices. En forma de aviones arrasando con napalm todo a su paso (¿Crítica abierta a Vietnam, auténtico banco de pruebas de ese tipo de ataques?), en forma de soldados abusando de sus prisioneros. De civiles muertos en las calles, en los bosques y en cualquier lado. Los niños y las mujeres, los primeros. El horror se contemplará a través de la vida y rostros de la pareja protagonista (inmensos Liv Ullman y Max Von Sydow, habituales del director).

A medida que la película avanza, las vidas de nuestros protagonistas se verán truncadas. Antes de que la guerra llegase a la puerta de casa, la mujer quería ser madre, y el hombre era un cobarde pusilánime, incapaz de afrontar cualquier situación, mucho menos una guerra. La llegada de soldados de ambos bandos generando el caos hará que el propio espectador no sepa por donde llueven "las hostias". Mucho menos ellos, que se verán envueltos en una trama donde les acusarán de colaboracionismo. Los problemas seguirán su curso.

La película abarca, en poco más de hora y media, muchos de los problemas de una guerra. El título hace mención a todos y cada uno de ellos. A la vergüenza que supone ver a los civiles acribillados por la guerra; A la vergüenza que supone dejar a las personas sin hogar; a la vergüenza de que deba existir una definición en el diccionario para la palabra 'refugiado'; La vergüenza que suponen las matanzas indiscriminadas; La vergüenza del colaboracionismo; La vergüenza de ver como por ideas políticas se puede llegar a matar (e incluso a quienes, civiles la mayoría, no defienden ninguna postura política).

Todas esas vergüenzas irán más allá. Como a la del hombre que se aprovecha de la situación para acostarse con una mujer. A la de la mujer que debe pasar por ello por simple supervivencia, o la del hombre capaz de matar a casi un niño por sobrevivir. Todas esas situaciones hacen de "La vergüenza" de Bergman un viaje al horror de la guerra, sin ni siquiera tener un presupuesto acorde al de una película bélica. Porque el film es un drama sobre los horrores y las consecuencias de todo conflicto bélico.

Ese es otro punto a favor de una película atemporal. En medio de la Guerra Fría, y con ejemplos como el de la II Guerra Mundial, Bergman rechaza cualquier idea histórica para narrarnos un conflicto bélico ficticio. Una Guerra Civil entre hermanos, donde las ideas políticas salen a reducir más y la barbarie es todavía menos justificada de lo nada justificada que es cualquier guerra. Bergman, en plena época de la Guerra de Vietnam hace estallar todo. Las llamas se apoderan de la pantalla. Los hogares quemados, los niños muertos. Los rostros de Ullman y de Von Sydow acaban siendo la cara del horror, y sus ojos, los mismos que los nuestros, que contemplamos (al igual que ellos) barbaridad tras barbaridad.

El dramatismo es total, no cabe la menor duda. No esperemos moralinas de ningún tipo. Es la guerra, pura y dura, desoladora y destrozando todo a su paso. Llevándose las vidas de muchos, sesgándolas. La profundidad de campo en la escena del ajusticiamiento de uno de Jacobi es simplemente perfecta, con un Von Sydow, de espaldas a cámara cambiando su sentido pusilánime. Ahí su personaje se rompe. Con él, el de Ullman... ya nada volverá a ser como antes. Ni siquiera en esa pequeña calma que parece ofrecer una barcaza camino de la salvación. 

Barcaza que, como si se tratara de uno de los viajes de la mitología griega, llegamos a través de la tragedia al inframundo. A los terrenos de hades. Solo así se puede llegar a contemlpar esa escena donde la barcaza llega a engancharse con numerosos cuerpos sin vida, flotando. Estamos en el infierno. Intentando huir de la guerra, la guerra les ha seguido allá donde vayan. Esos refugiados no encontrarán un mundo mejor, porque la guerra, como todas las guerras, ha corrompido sus almas, ha destrozado sus vidas. Y, sí, también ha destrozado el mundo.

"La vergüenza" es el horror hecho película. Unas escenas de vida cotidiana dan paso al fuego y los soldados. Y a partir de ahí todo descarrilará. La película mantiene el pulso, pero el ritmo lento que imprime Bergman le pasa factura, no cabe la menor duda. Lo mejor de todo, sin lugar a dudas, es el mensaje claro de la película, que muestra el horror. Como un cuadro, debemos dejarnos llevar por los sentidos para disfrutar (y a la par horrorirzarnos) con el paisaje en dicha pintura. Al final de la película, Liv Ullman hablará a cámara, y dará con la clave, hablará de lo bonito y horroroso de esas flores en llamas, napalm. Nos recuerda al Coronel Kurtz, once años antes de que llegara "Apocalypse now".

Para disfrutar incómodamente. Pero para aquellos que quieran un viaje al infierno pausado, lento y, sí, quizás algo aburrido por momentos. El cine de Bergman no hace prisioneros, se toma o se deja. Y en esta ocasión, me convence, pero menos que su obra cumbre. Mucho menos.

Nota: 6,75

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