Un piloto regresa (Roberto Rosssellini, 1942)

Arranco la temática dedicada al cine europeo con un título menor y poco conocido del que es el director italiano que más esfuerzos dedicó a la II Guerra Mundial en el cine: Roberto Rossellini. Pero lo hago desde una película desconocida anterior al famoso neorrealismo del que podría considerarse padre con un título como "Roma, ciudad abierta". Me parecía interesantes hablar de una vertiente diferente, con un cine destinado a ensalzar la gloria italiana, por encima de todo. Ya que subvencionando esta producción de 1942 estaba el Gobierto italiano de Mussolini.

De hecho sería su hijo Vittorio Mussolini el encargado de tener la idea y realizar el guión de esta película para la que no se escatimó en esfuerzos y se trabajó codo con codo con las Fuerzas Aéreas Italianas. A fin de cuentas, pese a ser una película sobre un prisionero que logra huir, la primera parte de la película (y el breve final) está dedicado a esos hombres del aire que lucharon por Italia durante la II Guerra Mundial. El reparto estaría encabezado por Massimo Girotti como Gino Rossati, el piloto protagonista, y Michela Belmonte en el rol de Ana, hija de un médico con la que entablará la trama romántica de la película.

El argumento de la película es bien sencillo y, como habréis podido adivinar, no hay mucha miga en el título tan escueto como directo al grano. "Un piloto regresa" no engaña a nadie y nos habla de un piloto italiano que acabará tras una misión siendo hecho prisionero de los británicos en Grecia (o Yugoslavia, esta parte no queda tan clara) para, posteriormente, ver sus penurias en un largo viaje a pie huyendo de italianos y alemanes para, una vez en el puerto donde serán destinados a otro sitio, conseguir huir del enemigo. De por medio, una historia romántica para edulcorar el mensaje de la película ayudará a que el público femenino de la época se sienta bien representado en el entramado bélico.

Lo primero que hay que saber de "Un piloto regresa" es que está rodada en plena II Guerra Mundial en un momento en que las potencias del Eje todavía llevaban la ventaja en el conflicto bélico. Con Mussolini al frente, la película se gestó como un claro proyecto de propaganda para ensalzar a las Fuerzas Aéreas del país transalpino, dejando claro su mensaje de lo importantes que son para el país. A ellas dedica Rosselini (o Mussolini hijo, en su guión) el primer tramo de la película, donde llegaremos a ver hasta tres breves incursiones bélicas, supongo que empleando imágenes documentales a la hora de ver caer las bombas sobre los objetivos.

Los paisajes a vista de pájaro serán muy protagonistas de este primer tramo, donde veremos el honor de los pilotos pero al mismo tiempo el horror de perder a un compañero. Un aterrizaje forzoso en pista, sin el tren de aterrizaje, y con el piloto titular muerto en combate, será la escena cumbre de esta primera parte de la película, mucho más que el momento en que nuestro protagonista caerá en manos del enemigo. Dicha escena está rodada con una falta de presupuesto digna de la época, o de ideas, puesto que de un plano aéreo donde no vemos saltar a nadie pasamos a un plano de un paracaidista en el suelo.

Este es uno de los problemas que tuvo la película o, quizá, el montaje que ha llegado a nuestros días. La falta de presupuesto para generar secuencias clave como la del hombre saltando en paracaídas, hace bajar algo el nivel técnico de la película, por muy buenos planos aéreos que haya. Poco antes también contemplábamos como los pilotos regresaban de una misión y tras aterrizar pasábamos a un fundido a negro y de ahí nuevamente a una misión, sin un nexo claro, en un salto grande en el tiempo que no acaba de quedar claro a ojos del espectador. Problemas técnicos derivados, supongo, de la falta de medios para algo tan grande.

Esta primera parte que podríamos considerar bélica, sigue el ABC del buen cine propagandístico, pero carece de un mensaje fascista, algo que uno acaba agradeciéndolo. La película sobrevive bien al paso del tiempo porque no se convierte en un alegato de Mussolini para enaltecer su Gobierno, si no un alegato a quienes combaten por su país. Algo que acabará quedando recalcado en ese final con el piloto regresando a su patria y siendo vitoreado por sus compañeros mientras le informan que el resto de compañeros están en una nueva misión. Únicamente los mensajes mediante Diarios informativos, donde se nos hablan de los avances de las tropas del Eje, son el nexo de unión a un claro mensaje de que Mussolini e Italia están venciendo en la guerra.

En la segunda parte, una vez ha caído hecho prisionero tendremos una breve historia de amor que, por suerte para nuestros ojos, se cuece a fuego lento. Rosselini, lejos de dejar que todo el protagonismo recaiga en los dos principales intérpretes y en su romance, consigue llevarnos a las pequeñas historias de quienes padecen la guerra. En cierto modo, es aquí donde se empieza a vislumbrar lo gran creador que sería el director, y en su afán por hablar del pueblo, algo que supondría un paso adelante en el neorrealismo.

Historias como la de un prisionero que acaba teniendo que ser amputado de una pierna, o un niño que tiene pulmonía dan la imagen dramática al film. Pero, sobretodo, ese raid a pie de los británicos junto a prisioneros y civiles desplazados por la guerra que deambulan por el mundo rumbo a quien sabe donde, suponen la parte más interesante de "Un piloto regresa". La película se detiene en planos generales de la masa en movimiento y planos más cortos para resaltar el sufrimiento de las personas.

En medio de todo ello, la guerra, despiadada. Una guerra por la cual británicos queman alimentos y medicamentos para que no caigan en manos del enemigo, lo que supone un jarro de agua fría para nuestros protagonistas. Y una guerra en la cuál deben sufrir el bombardeo de italianos y alemanes. Las bombas que caen, no distinguen a los prisioneros italianos (aliados de quienes las lanzan) de soldados británicos, lo cuál genera una sensación que choca directamente con el patriotismo de la película. Porque aquí, lejos de aplaudir la gran labor de la aviación italiana, la película se desmarca y observamos atentos al horror de quienes padecen las bombas, sean de la nacionalidad que sean.

Es ahí, en ese pequeño primer paso hacia el neorrealismo, donde Rosselini deja su sello. Y lo que podía ser un simple ejercicio de propaganda, acaba convirtiéndose en un relato interesante sobre la supervivencia, y en un documento realmente curioso del cine de las potencias del Eje, un cine bélico que ha quedado quemado en  llamas y olvidado entre tanta producción de los vencedores aliados. El final, con el piloto robando una avión de la RAF y sobrevolando italia ante los ataques de sus amigos (que desconocen que se trata de un piloto italiano) y consiguiendo aterrizar de una pieza en su propia base, nos lleva al tono épico del que ha carecido la película en casi todo el metraje, volviendo al mensaje pro-Fuerzas aéreas que tenían los primeros 25 minutos de la producción.

El resumen final es un ejercicio aceptable que por momentos puede hacerse algo pesado debido a la época en la que fue realizado y a la no excesiva buena maña en las escenas bélicas, pero que cobra fuerza en su segunda mitad con un cine por y para el pueblo, donde el horror de la guerra sobre personas civiles se hace patente. Recomendable, sin duda, para quien quiera conocer la otra cara del cine bélico rodado durante la II Guerra Mundial.

Nota: 5,5

Lo Mejor: Ver la mano de Rosselini en la segunda parte de la película, con un cine sobre el pueblo
Lo Peor: Las escenas de combate aéreo son bastante flojas

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