Memorias de Mi Cine Bélico (Parte II: Juegos de guerra)

Yo tuve un canal de televisión con mi nombre. O eso me inventé yo en mi infancia para jugar. Me dedicaba (además de jugar a otras cosas, PC Fútbol a la cabeza) a montarme mis propias películas. Cogía cualquier juguete que tuviera entre manos, pero a poder ser (por tema de realismo), una metralleta, unos prismáticos, una cantimplora... y yo mismo me montaba las películas. Cosas de la edad. El caso es que me imaginaba a los actores que encarnarían cada papel y protagonizaba (con todos los roles) esos papeles.

Dentro de todo el tiempo que dediqué a la realización de todo tipo de películas de bajo coste, cabe señalar que la Carpintería de mis otros abuelos (los no cinéfilos) me sirvió para nutrirme de maderas con las que aporrear la plaza si hacía falta, y creo que algunos espacios de mi casa. Siempre por dar realismo a la acción, mientras emitía el sonido característico de vayan ustedes a saber qué armamento de alto calibre.

Una de mis primeras películas... y por mi siempre considerada la fundadora de ese intervalo de tiempo, fue "El tren". No confundir con el clásico de Frankenheimer. La mía, de haber tenido presupuesto y los actores de verdad, se hubiera merendado a Burt Lancaster y compañía. Si bien lo que más me llama la atención es que no tengo el recuerdo de tener vista por entonces esa película y el argumento de la mía tenía ciertas similitudes. Un grupo de la Resistencia polaca se apodera de un tren de nazis con el objetivo de matarlos a todos.

El caso es que gracias a esta película, descubrí que "La batalla de las Ardenas" es otro de los títulos de mi infancia. El papel de alemán lo hacía, según yo (que no me conocía bien a todos los actores que no fueran John Wayne) Richard Wydmark. Pero, la película concluía con el oficial alemán entrando al vagón del conductor... ahí, un tío de barbas (el prota polaco) sonreía mientras estrellaba el tren. El rostro de horror del alemán y el fuego que me imaginé posteriormente son la misma escena del final de Robert Shaw en la batalla ardenera. ¿Que plagié algunas cosas? Hombre, pídele a un niño de ocho años que se invente películas y se imagine a actores desconocidos.

Descubierta que esa sería una de las películas de mi infancia, pasaré a algo que me ha mantenido intrigado muchísimo más tiempo. Una noche, antes de haber rodado con éxito "El tren" (mejor película del año de mi canal) soñé con que con mis amigos de clase de parvulario (con lo cual aún no había iniciado EGB, ya que cambié de colegio) nos mandaban a la guerra. En el sueño veía a todos ellos y a mí yendo armados... una imagen nítida y a color. ¿Lo soñé, lo imaginé? Qué sé yo, siempre he creido que lo había soñado.

El caso es que cuando se veía el destino a donde íbamos, se veía en blanco y negro un edificio por dentro, abriendo sus ventanas y ametrallando a quienes iban hacia cámara. Ese contraste en el sueño, siempre me hizo pensar que esa imagen en b/n tenía que ser de alguna película, pero cualquier búsqueda resultaba en balde... hasta que un buen día...

Un buen día compré el VHS de "Un paseo bajo el sol". De 42 títulos que tenía aquella colección de cine bélico de Planeta de Agostini, únicamente tuve 7 en mi poder. Lo compré porque me llamó la atención el título y no me sonaba de nada, ni lo había visto. La película en su primer visionado me pareció aburridilla, con mucha charleta y poca acción. Pero fue al final, cuando han de apoderarse los protagonistas de una granja, cuando lo vi... mi sueño de la infancia era esa película que ni me sonaba, ni creía haberla visto nunca. Desde las ventanas de la granja, en blanco y negro (fue rodada en 1945) ametrallaban a quienes se acercaban a cámara. Tras las cámaras, Lewis Milestone.

Los "juegos de guerra" no acabarían ahí. Como última anécdota a contar en el capítulo de hoy, destacar como en los tiempos de la ESO volvía a pie a casa con un amigo que vivía dos portales más arriba. El caso es que a su padre le gustaba el cine bélico y entonces, como yo, había mamado del género... pero mucho menos. Nos dedicamos un tiempo (no recuerdo cuanto) a jugar a las películas bélicas. Uno decía un título bélico, después le tocaba turno al otro... y así hasta que uno repetía o no tenía película en la cabeza. Huelga decir que nunca perdí. Nunca me dieron una medalla por ser un buen amante del cine bélico, pero yo me sentía orgulloso de la hazaña.

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