Operación Pacífico (Blake Edwards, 1959)

Bajo el título original de "Operation Petticoat", que vendría a ser "Operación enaguas" se esconde la ya mítica película clásica conocida comúnmente como "la del submarino rosa", y eso que dicho submarino apenas es de color rosa en la última media hora de esta divertidísima producción dirigida por uno de los mejores artesanos de la comedia de los años 60: Blake Edwards.

Director de películas como "La pantera rosa", "Desayuno con diamantes" o una de las comedias de mi infancia ("La carrera del siglo"), la carrera de Blake Edwards se catapultó precisamente tras el estreno de "Operación Pacífico", su primer acercamiento en clave de humor a la II Guerra Mundial (repetiría años después con Lee Marvin de protagonista en "¿Qué hiciste en la guerra, Papi?"). En esta ocasión contó con la inestimable ayuda de dos de los grandes rostros de la comedia: Cary Grant y Tony Curtis.

Son, sin lugar a dudas, las almas de la fiesta. Un oficial aparentemente serio que poco a poco se irá contagiando por la manera de hacer de ese segundo de a bordo. Y eso que Grant ya tiene desde el principio no pocas frases con un sentido del humor tan fino y delicado como sensacional. La manera en la que informa a su superior, de manera sibilina, de que su submarino sufre "pequeñas averías" cuando éste está prácticamente hundido en el muelle es de los momentos que pasan más desapercibidos de la película pero que bien merecerían en 1959 el pago de la entrada.

Algo se masticaba y se cocía cuando en los títulos de crédito vemos todo tipo de fauna como besugos, focas con una música que nos informa de que todo lo que veamos no debería ser tomado en serio. Y eso que el ambiente bélico de la película daba para poca broma. Estamos en diciembre de 1941, y la primera secuencia ya nos asalta con un ataque aéreo japonés. Es el 8 de diciembre, día siguiente a Pearl Harbor y, aunque no se nos informa con contundencia, se intuye perfectamente que estamos en las islas Filipinas.

Como dato histórico toca recordar, como lo hizo sensacionalmente John Ford, maestro de entre los maestros del séptimo arte, que las Filipinas fueron una agónica derrota norteamericana. Semana a semana fueron perdiendo terreno ante el ímpetu japonés. Y al igual que esa heroica huida de MacArthur y los que pudieron salir a rearmarse a las costas australianas, nuestros protagonistas van de isla en isla rumbo al sur, con un submarino averiado cuyo objetivo es el mismo que el de todo el ejército norteamericano: Rearmarse, ganar tiempo... y contraatacar.

La historia, como la mostraba "No eran imprescindibles" era lo suficientemente amarga como para haber podido rechazar una comedia así de brillante durante la guerra. Por suerte, "Operación Pacífico" se gestó y llegó ya en los años 50, la era dorada de Hollywood, y donde Ford y otros directores ya habían toqueteado el género-híbrido con la comedia. En esa tesitura, y con dos actorazos como cabeza de cartel, ¿Qué podía salir mal? Absolutamente, nada.

El viaje rumbo al sur no es más que una excusa para lanzarnos una comedia donde el componente femenino tiene gran protagonismo. La aparición de unas enfermeras rescatadas por ese buscavidas interpretado por Tony Curtis, marcará un punto de inflexión claro en la película. Si hasta entonces ya podíamos intuir por donde iban los personajes principales, con un Tony Curtis excepcional regalándonos algún momentazo en todas sus apariciones, y con Grant poco a poco creciéndose en ese duelo actoral, a partir de la aparición femenina, llega ya el despelote máximo. 

Llegaremos a ver al submarino pintado de rosa, a la ropa interior femenina salvando a la tripulación en más de una ocasión (con mención especial a la sala de máquinas), hundimientos de barcos o el affaire con un cerdo. Todo tiene cabida en una película repleta de sketches, uno tras otro, pero donde la trama principal se sigue detenidamente. Porque el montaje, uno de los puntos fuertes del film, hace que no tengamos la sensación de estar asistiendo a una burda comedia donde todo valga con tal de hacer reir.

Por el camino de unas Filipinas en decadencia, intentarán quitarse de encima la presencia femenina. Pero la dramática situación en retirada del ejército obligará moralmente al oficial al mando (Grant) a aceptar pulpo y quedarse con ellas para llevarlas hasta Australia. Pero, como decía, "Operación Pacífico" es una película de secuencias y, por ello, creo que es justo antes de terminar mi homenaje a este notable título del subgénero de submarinos, recordar las tres escenas más memorables de la producción.

"Hemos hundido un camión"
La escena más memorable de la película con total diferencia. Por primera y única vez en toda la película, esa chatarra submarina tendrá la oportunidad de hundir un buque enemigo. Se trata de un petrolero japonés. Con todo listo, con esa tensión submarina latente en el ambiente, aparecerá la enfermera "de cabecera" del capitán para recordarle que debe tomar sus pastillas. Cary Grant le echará de la sala con tan mala fortuna que del susto la mujer (la más patosa con diferencia) apretará el botón que lanza el torpedo. Cary Grant asistirá atónito, periscopio a la vista, a como el torpedo no alcanzará el objetivo fijado y acabará alcanzando en la arena a un camión: "Hemos hundido un camión" será lo único que alcanzará a decir el personaje principal tras semejante hazaña. Hilarante.

El Telegrafista
Para celebrar la navidad, el intendente del equipo, ese gran Tony Curtis, acompañado por otro miembro de la tripulación saldrá con nocturnidad a robar (perdón, tomar prestado) un cerdo de una granja cercana. Ya el momento de conseguir raptar al animal resulta divertido. Pero el giro de los acontecimientos lo hará aún si cabe más memorable. Primero consiguiendo pasar un control de la Policia Militar poniéndole una chaqueta y un gorro al cerdo, y comunicando que es un miembro de la tripulación del submarino borracho. Pero una vez en el submarino, la Policía llegará con un filipino reclamando el robo de su cerdo. Cary Grant descubrirá sorprendido como tienen el camarote de oficiales a dicho animal, pero seguirá el rollo a Tony Curtis para evitar que sea arrestado.

Eso sí, todo tendrá un precio, y al filipino "se le comprará" con cosas personales del bueno de Curtis. Si en toda la película le vemos como un auténtico vividor a bordo del submarino, aquí vemos como Grant ofrece sus zapatos del golf, los palos, la raqueta de Tenis y todo lo que haga falta. Incluso, con el filipino dispuesto a marchar, todavía le seguirá ofreciendo y regalando cosas, en clara venganza con Tony Curtis. Escenaza.

Ramón y el Gurú
Es el primer Sketch largo de toda la película. Comienza con nocturnidad y con Tony Curtis demostrando su don de magia. Capaz de ir a robar todo lo necesario (y más) para el submarino. A punto de ser descubiertos por la Policía Militar, conseguirá salir airoso echando en cara a los mismos que no llevan la cara pintada para el camuflaje nocturno. ¡Despiporre máximo! Aceptemos que la Policía Miliar en esta película queda mal retratada. La escena continuará con el submarino a punto de partir y la aparición de Ramón, un hombre que ha ayudado a robar una camioneta para traer todo lo extraído de la base. Ramón que lleva un uniforme de preso militar, algo que Cary Grant rechazará hasta que la capacidad de persuasión de Curtis le convence. La escena la rematará la aparición de un hechicero que ha contratado Curtis para "ahuyentar a los malos espíritus". Un buen combo para demostrar que la película puede llegar a buen puerto.

Balance
La película obtuvo un gran éxito, siendo nominada al Óscar y al Sindicato de Guionistas al Mejor Guión. Además, el propio film y Cary Grant obtuvieron nominación a los Globos de Oro en la categoría de Comedia. El propio Grant recibiría galardones a nivel individual por este papel.

Se trata de una comedia redonda de principio a fin. Muy sencilla y simpática en las bases, pero memorable. Sabe jugar con ciertos prejuicios machistas sin caer en la vergüenza, más bien lo contrario. Sale airosa de dedicar sus esfuerzos a ser una comedia de secuencias, donde en todo momento debe notarse el tono hilarante. Pequeñas frases, donde aprovecho para destacar la que Cary Grant dedica a Tony Curtis reconociendo que "será condecorado con la cruz naval durante su consejo de guerra", unidas a subtramas lo suficientemente divertidas para pasar un buen rato.

En definitiva, un clásico imprescindibles dentro del cine bélico. Una comedia bélica de las que uno disfrutaba de pequeño acompañado de su abuelo... y posiblemente de mayor las disfrutará acompañado de su nieto.

Nota: 8

Lo Mejor: Grant y Curtis, Curtis y Grant. Juntos hacen de la película algo sensacional.
Lo Peor: Que un proyecto así hubiera resultado mucho más llamativo y curioso en los años 40.

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