El mundo del cine sirve en muchas ocasiones para narrarnos hechos históricos de manera fidedigna. Ahí tenemos ejemplos como "El día más largo" o "Tora Tora Tora". También ha servido en otras ocasiones para mostrar el realismo y el horror de la guerra, en títulos como "Platoon" o "Senderos de gloria", con historias "ficcionadas" pero basadas en hechos reales. Sin embargo, también tiene hazañas bélicas dispuestas a narrar grandes gestas ficticias como "Los cañones de Navarone" o "Los violentos de Kelly". Hoy toca hablar de esa manera de ficcionar pero para politizar el espectáculo.
En los años 40 Hollywood miró a la II Guerra Mundial para narrar las grandes aventuras y vender una victoria donde había una derrota. Sin embargo, en títulos como "Bataan" quedaba claro que la lucha continuaba, pero la derrota en la gran pantalla era evidente. No fue así en los años 80, cuando la maquinaria propagandística, en un intento de lavado de imagen comenzó a vender una supuesta victoria en Vietnam.
En los años 40 Hollywood miró a la II Guerra Mundial para narrar las grandes aventuras y vender una victoria donde había una derrota. Sin embargo, en títulos como "Bataan" quedaba claro que la lucha continuaba, pero la derrota en la gran pantalla era evidente. No fue así en los años 80, cuando la maquinaria propagandística, en un intento de lavado de imagen comenzó a vender una supuesta victoria en Vietnam.
Dicho así de alegre parece que se quisiera mentir al público. Nada más lejos de la realidad. Las historias que mencionaré en el texto de hoy son narradas en títulos donde generalmente hay un rescate de prisioneros de guerra. El asunto es que unos pocos, generalmente un único hombre, puede volver al infierno de Vietnam y él solito acabar con todos los "charlies" que se pueda. Los rostros de Stallone o Norris a la cabeza para un cine que, por desgracia, existió. Una manera amable de reinventar la guerra. Así Hollywood demostró que se podía ganar la guerra de Vietnam, años después de la derrota.
En los años 70 Estados Unidos y Vietnam firmaron la paz para, años después, tener que salir por patas de allí ante la invasión de Vietnam del Norte, que se hizo con el poder del país. En Hollywood ya era posible hacer cine sobre el conflicto tras años de silencio tras la parafernalia montada por John Wayne en "Boinas verdes". Títulos como "El cazador" o "Apocalypse now" mostraron el horror de la guerra y criticaban la labor norteamericana tan lejos de casa.
A raíz de ese cine llegaría "Acorralado", una película de acción pura y dura, pero con una trama tan sugerente que convenció y sigue convenciendo a mucha gente. Fue la primera aparición de Sylvester Stallone como John Rambo. En ella se dedicaba a combatir contra los agentes de policía que le habían hecho la puñeta. Una crítica encubierta a como en Estados Unidos se trató tan mal a los veteranos de la guerra de Vietnam. Curioso que esa gran película de acción destinada a defender a los que volvían del combate sirviera de pretexto para lanzar la saga de una auténtica máquina de ganar que podría ganar la guerra él solo. Pero, curiosamente, "Rambo: Acorralado Parte II" no sería la pionera en esta reinvención de la historia.
En 1983 Ted Cotcheff dirigía a un grupo de hombres en una misión prácticamente suicida. En ella, un veterano ex combatiente de la guerra de Vietnam (Gene Hackman) organizaba una misión secreta para ir a rescatar a su hijo, desaparecido durante el combate. En el reparto se incluía un por entonces pipiolillo Patrick Swayze, y la película (emitida eternamente por tv en los años 90) nos mostraba como se planificaba un rescate en un campo de prisioneros vietnamita y su ejecución. El éxito de la misma abriría la puerta a ese tipo de cine donde se podía ir a Vietnam y rescatar seres queridos. Y demostrar, matando al enemigo, que la guerra se podría haber ganado con un puñado de hombres.
Un año más tarde, en 1984 llegaba Chuck Norris a repartir patadas, tortazos y acribillar a tiro limpio a los norvietnamitas. "Desaparecido en combate" fue la primera de tres películas, la última de ellas dirigida en 1988 por Aaron Norris, hermano de la estrella protagonista. Más o menos la función era la misma, ir a rescatar prisioneros de guerra abandonados a su suerte en Vietnam, a pesar de que se diga que no quedan prisioneros norteamericanos en el terreno. Norris se echa encima el petate y vuelve al combate a no dejar asiático enemigo vivo. Mismo mensaje que "Más allá del valor" pero aún más exagerado. Una máquina de matar puede ganar la guerra él solo.
En 1985 llegó "Rambo: Acorralado Parte II", dirigida por George Pan Cosmatos. Se alejaba de la primera y bajaba su nivel. Pero aumentaba el número de víctimas. Pura adrenalina con un Rambo que, una vez condenado a trabajos forzados acabará volviendo a escuchar la llamada de su país, y la de su fiel amigo el Coronel Trautman, para volver a la acción en Vietnam. A pesar de que la guerra ha terminado y no debería entablar combate, acabará viéndose obligado a hacerlo para conseguir su objetivo. Por el camino, historia romántica de por medio, el dolor de perder a un ser querido y la rabia que ello le genera.
Como podéis ver, la de Stallone, sin lugar a dudas la más famosa de las tres películas narradas, llegó a caballo de las otras dos. Una película que aprovechó la buena ola del cine que se estaba haciendo y sumó su granito de arena. La saga de Rambo ha sobrevivido en el tiempo, y ha sobrevivido a la chapucera tercera parte, dónde Stallone ayudaba a los afganos (sí, sí, los de Bin Laden) en su guerra contra los soviéticos. La saga, sin embargo, bebió mucho de ese tipo de cine donde volver a Vietnam y ganar la guerra era posible.
Aunque estos tres títulos han sido los importantes en este tipo de reinterpretación de la historia, en los años 80 se realizarían excesivos subproductos de Serie B sobre Vietnam. Títulos que con reparto low cost y pocos mimbres se dedicaban a volver a Vietnam y aunque no bebían del "rescate" y los comandos donde un solo hombre podía matar a cien, viajaban más en pos de vender una victoria en Vietnam, que una derrota. Tales son los casos de "Cabeza de pelotón" o "El triángulo de acero". Por no comentar de los infames productos italianos como "El último soldado americano" o "El triángulo de la muerte", claros ejemplos de cine casposo postChuck Norris.
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