Un chupito de agua salada (Crítica de Greyhound)

Casi año y medio se pospuso el estreno de "Greyhound", primero por la decisión de SONY, con rumores de estar descontentos con el resultado final, y en segundo lugar por el Covid 19. Finalmente no hemos podido verla en las salas de cine, obligados a visualizarla en la pequeña pantalla, lo cuál podía restar nivel a una película que podría haber entrado de lleno en salas. Pero, por fin, ha llegado la hora de poner sobre la mesa la película y lo que me ha parecido.

No se puede dudar que el film quiere ir al grano desde el primer momento. Exceptuando un prólogo en forma de flashback que no aporta realmente nada a la propuesta y más bien poco al personaje interpretado por Tom Hanks, alma matter (protagonista y guionista) del proyecto, la película nos mete de lleno en el Atlántico Norte y sufrimos con los protagonistas cada una de las embestidas de esa manada de lobos que, sumergidos, están al acecho.

La manera en que la tensión va in crescendo en el primer tramo de la película es excepcional y rara vez vista en una película ambientada en alta mar. Hanks y los suyos van cociendo poco a poco la llegada del enemigo con maestría. Sin darnos respiro, se toma como base esa lucha entre destructor vs submarino que nos apasionó en "Duelo en el Atlántico", unido a ese clásico hoy en día olvidado como "Acción en el Atlántico Norte".

Hanks no es ni Bogart ni Mitchum, pero igualmente sostiene el peso de la misión y de su buque porque es un actor como la copa de un pino. Incluso en una época un tanto sobria, donde sus personajes no sobresalen, el actor se las sigue ideando para demostrar que desborda talento por todos los costados. Es una película, en cierto modo, para que él la sostenga. Y así lo hace entre efecto visual y efecto visual.

Ahí es donde posiblemente más patina la película. Sin ser defectuosos y a pesar de que nos cuela a los ojos, uno tiene la sensación de que hay demasiados excesos en la pantalla. En los menos de 90 minutos (82 antes de los títulos de crédito) de la superproducción, llegamos a ver mucho barco, mucho submarino y la inmensidad del mar. Pero en ningún momento tragamos tanta agua como en "Das Boot" y en ningún momento uno llega a tener la sensación de virtud estratégica que el cine submarino suele caracterizar.

Lejos queda, por lo tanto, el duelo marítimo del gato y el ratón entre Mitchum y Jürgens. Posiblemente porque aquí los submarinos, esas ballenas (por el sonido que en el montaje final el incrustan a cada aparición enemiga) que aparecen y desaparecen con nocturnidad y alevosía, no dejan de ser un convidado sin voz ni voto en la propuesta. Siendo un acierto por momentos, no lo pondré en duda, el hecho de que la película tenga un único protagonista, el Greyhound.

Pero poner sobre la mesa la idea de un solo protagonista tiene sus defectos, sus lagunas. En este caso, el exceso de efectos visuales hace que no pongamos cara a ningún otro personaje fuera de ese barco. Bien es cierto que no nos hace falta, pero uno echa en falta que en cada buque hundido se llegue a ver personas saltando al agua. El problema es que no las hay porque todo son efectos visuales a cada centímetro cuadrado de la pantalla.

Precisamente donde mejor está la película, vuelvo a donde venía, es en ese fulgurante arranque estratégico. Posiblemente donde más descubramos cómo funciona un buque de guerra gracias a los tecnicismos necesarios y a una puesta en escena que hace que cada uno de los miembros de la tripulación (y no sólo el capitán) sean necesarios. Pero, una vez cae la noche y el caos se apodera de la pantalla, la película va poco a poco decayendo.

No nos equivoquemos. No hay un solo respiro, y el espectador acaba sin tener un solo momento de descanso para el café de turno, al igual que el personaje de Tom Hanks, condenado cómo sísifo, a no ver el final del suplicio y a volver a empezar. Ese perro pastor que da título a la novela original en la que se basa el guión de Hanks cuida del rebaño tanto como puede, a pesar de las tremendas dificultades a las que se enfrenta.

Por el camino, la película nos deja algunos destellos y detalles de un cine en alta mar pocas veces o nunca visto, como el hecho de narrarnos como se congela el buque a la noche. También se nos muestra como nunca esa manada de lobos. Pero uno acaba echando de menos que la producción tuviera mayor protagonismo de esas bestias de los océanos y no se centrara exclusivamente en el Greyhound. Le sobra efectos visuales y le falta alma a una película a todas luces entretenida.

Su ritmo y la escasez de metraje nos deja buen regusto a los amantes del género, que disfrutamos con la película y no decaemos en el sueño. Sin embargo, uno acaba pidiendo socorro como si se encontrara en medio de esa gran batalla atlántica, al contemplar como las virtudes cinematográficas brillan por su ausencia en momentos. Un espectáculo para disfrutar más con palomitas, que nos muestra como pocas la batalla en alta mar... pero no queríamos un documental y el hecho de no conseguir empatizar ni tan siquiera con su único protagonista (el único del que sabemos dos o tres pinceladas) nos hace verla como un interesante relato bélico pasajero. No pasará a la historia.

Nota: 6

Lo Mejor: Como se va cociendo a fuego lento la tensión cara a la gran batalla
Lo Peor: Exceso de efectos visuales.

Comentarios

  1. Buenos días: ahí va mi reseña

    https://jomoloblog.blogspot.com/2020/07/greyhound-enemigos-bajo-el-mar.html

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