
La Misión
Objetivo: Descubrir lo cerca que están los alemanes de conseguir un cohete capaz de ser lanzado desde el mismo corazón de Alemania y destruir las principales ciudades aliadas y, en caso necesario, destruirlo. Al mismo tiempo, evitar que los misiles lanzados desde Europa, sigan siendo lanzados.
Operativo: Tres agentes infiltrados, todos científicos, que pasándose por ciudadanos holandeses deberán conseguir entrar en la fábrica en calidad de trabajadores para descubrir los planes nazis. Importante labor de la RAF en la destrucción de dichos proyectiles.

Los dos principales agentes (uno de ellos George Peppard) son lanzados en paracaídas y deberán llegar a Holanda. Sus identidades son las de Erik Von Ostagen y Jacob Bijus. Tras saltar en paracaídas la tripulación del avión recibe la orden de abortar misión. Ya es tarde. El motivo es que Jacob Bijus, la identidad de uno de los hombres, está siendo buscada por la policía.
Una vez en Holanda accederán a un Hotel donde la jefa colabora con la Resistencia y le ayudará a esquivar a los alemanes. Sin embargo no podrá esquivar a la policía, que acaba descubriendo a Jacob Bijus y llevándoselo a prisión. El joven acabará viéndose obligado a declararse culpable de un asesinato cometido por Bijus para no poner en alerta a los nazis. Y, aunque inicialmente parecía esquivar la muerte al colaborar como científico con los alemanes, la aparición de un agente doble (interpretado por Anthony Quayle), que le reconoce de cuando se presentaron voluntarios para los británicos acabará dando al traste con ello. Tras negarse a hablar, acabará siendo fusilado.

Los alemanes, tras los iniciales fracasos de los misiles, que tras hacer estragos el primer día, podían ser detectados por las defensas antiaéreas de los británicos, pasan a la Fase 2, que consiste en lanzar los famosos V-2, capaces de ser lanzados desde cualquier sitio y sin necesidad de las plataformas que requería el prototipo anterior. A pesar de estar perdiendo la guerra, estas armas lanzadas desde la propia Alemania contra la población civil pueden llegar a inclinar la balanza a favor del III Reich.
En la fábrica, los dos agentes británicos lograrán la información necesaria, mientras que el Alto Mando británico también maneja informes que hacen importantísimo enviar un escuadrón de bombarderos a destruir la fábrica. Pero, ¿Cómo destruir una fábrica escondida? La labor de los dos agentes infiltrados será la de conseguir abrir la compuerta de lanzamiento de la misma para que los bombarderos puedan ver la señal luminosa del objetivo. Esa misma noche, los dos agentes se lanzan en una misión suicida. Saben que posiblemente morirán, pero el final victorioso de la II Guerra Mundial depende, en gran medida, de ellos. George Peppard consigue entrar en la zona de lanzamiento y abrir la compuerta. Los bombarderos hacen su misión y todo eso estalla por los aires.

La misión en sí no aparentaba ser tan imposible. Una labor de espionaje y de recabar información. El primer problema surge con las identidades, que a uno le persiga la policía y al otro le busque su ex-mujer no ayuda. Pero mucho más peligroso resulta estar dentro de la fábrica. Con el personaje de Anthony Quayle dando vueltas por ahí, a la búsqueda de posibles agentes británicos, que descubrirá a última hora a Peppard, y el hecho de necesitar abrir una compuerta en el mismo instante en que los bombardeos lancen sus bombas. Sin duda alguna, el éxito de la misión depende de la muerte de los dos protagonistas, por lo que se trata de una misión 100% suicida.
La Película
El mayor éxito de Michael Anderson siempre será "La vuelta al mundo en 80 días", film que logró el Óscar a la mejor película y por el que obtuvo su única nominación como director. En el cine bélico no se postularía mucho, pero realizó la interesante "The Dam Busters" basada en hechos reales, y esta otra. Ambas en común con el hecho de misiones suicidas y el destruir una fábrica alemana.

También digno de destacar es el cambio del paracaídas a la lámpara. Vemos a dos agentes británicos caer en paracaídas y el planon de un paracaídas abierto da paso al de una lámpara cuya capucha es blanca y de forma muy parecida a la de un paracaídas. Pequeños detalles aparentemente sin importancia, pero que denotan el mimo con el que Anderson se toma su trabajo. Ese mismo mimo que hace que la película, a pesar de tener en Peppard un actor claro, vaya manejando diferentes registros.

Posiblemente lo que más falle en la propuesta de Anderson sea el hecho de que la trama central se vea eclipsada por todo lo que la rodea. Exceptuando ese suicida final con Peppard y Howard intentando abrir la compuerta, la labor de ambos en la trama es más bien escasa. Apenas denotamos su peligro en ningún momento hasta el cuarto de hora final, a pesar de haber visto morir por una nimiedad al otro miembro de la operación. Y las bombas V2 acaban desviando la atención a los tejemanejes del Alto mando británico para conseguir llevar a buen puerto la historia.
En definitiva, tenemos una historia interesante, y una película con unas bases bastante sólidas, pero cuya trama principal, la de la misión suicida en cuestión, queda relegada a menor importancia de lo que nos gustaría. El hecho de que los protagonistas dependan en exceso de la RAF (a la que apenas vemos) quita hierro y memorabilidad a la película. Entretenida e interesante, una de esas que se hacían en los años 60.
Nota: 6
Lo Mejor: El inicio con los alemanes probando los misiles, y las escenas en Gran Bretaña
Lo Peor: Eclipsan en exceso la teórica trama central de la producción
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