Y se apagó la luz. Tras casi todo un siglo dedicado al cine bélico, con títulos imprescindibles cada 5 años, con todo tipo de conflictos. El cine bélico se fue diluyendo entrada la década de los 90 (curiosamente la década con la que crecí y de la que más películas recuerdo como peliculones). Fue un tiempo oscuro, sobretodo para la II Guerra Mundial en el cine.
Los más quisquillosos mencionarán títulos de todos los colores, pero la realidad es que desde 1970 Hollywood se olvió de la II Guerra Mundial. Exceptuando "La batalla de Midway" repleta de agujeros presupuestarios, entre 1970 y 1998 los títulos de la IIGM más reconocibles tenían aroma europeo: "La cruz de Hierro", "Un puente lejano", "Das Boot"; incluso de la Gran Guerra nos topamos con la australiana "Gallipoli". Quizá el título más reconocible made in USA sería "Uno Rojo: División de choque" (1980), y ya nos topamos con "Memphis Belle" en 1990. Un Océano de vacío a la contienda.
El cine de Vietnam, que inundó las pantallas yankees desde 1978 a 1989 salvaría al género de una época que podría haber sido más oscura. Pero, entonces, Vietnam quedaba a desmano y el cine bélico se apagó. La década de los 90 tocó el infierno de la guerra en títulos como "El paciente inglés" o "La lista de Schindler" a todas luces cine NO bélico, y thrillers con aroma a guerra fría como "La caza del octubre rojo" o "Marea roja". Nuevamente, el cine europeo era el único que asomaba el morro, con "Stalingrado" (Alemania, 1993) o "Capitán Conan" (Francia, 1996). Hollywood había abandonado al cine bélico, al igual que hiciera con el Western.
Entonces llegó él, Steven Spielberg, capaz de realizar blockbusters, de reinventar el cine de Ciencia Ficción, o resucitar dinosaurios. Venía de pocos años antes realizar su obra maestra "La lista de Schindler" y de sobra es sabido, si miramos a la saga Indiana Jones o a "El imperio del sol" que el bueno de Spielberg tenía fijación con la II Guerra Mundial, y con cierto aroma nazi, sobretodo. Y de ahí, con Tom Hanks de protagonista, resucitó el género.
"Salvar al soldado Ryan" está considerada una de las mejores del cine bélico, porque en medio de años sin cine de la II Guerra Mundial, coció un título donde el realismo fue impecable. Ya lo habían probado directores como Peckinpah en "La cruz de hierro", pero la suciedad de la guerra nunca se había visto tan perfecta y cercana como la epopeya ryaniana de Spielberg. Contó con un reparto de jóvenes estrellas que, en su mayoría, no han hecho gran cosa en el mundo del cine. Curiosamente uno de sus secundarios más secundarios (el soldado Caparzo) sí es una superestrella mundial: Vin Diesel.
Pero al frente de esos jóvenes con méritos, estaba un oficial como la copa de un pino. Un capitán tras el rostro de Tom Hanks. Había toqueteado la guerra con "Forrest Gump" y el drama con "Philadelphia" pero era un actorazo posiblemente encasillado a la comedia o al drama con cierto tono cómico. Sin embargo, el uniforme y el rol de Capitán Miller le sentó fenomenal, y fue uno de sus papeles más diferentes al resto de su carrera. Hanks lo bordaba y el grupo, a las órdenes del rey Midas de Hollywood labraba una de las películas bélicas para la historia.
Adorada por muchos amantes del género, y aplaudida por gente que no soporta tanto el cine bélico, "Salvar al soldado Ryan" tiene su Tour de Force en la escena inicial. 23 minutos de desembarco en la playa de Omaha que quitan el hipo. Te mete en la guerra de lleno, tanto que después no llega a soltarte. Vas conociendo las pequeñas historias de su pelotón. Pero, sobretodo, lo que hay que aplaudir a Spielberg es que logró una película muy taquillera de la II Guerra Mundial y, con ello, resucitó el cine bélico, que con alguna ausencia de pocos años, suele tener un título importante cada dos o tres años desde entonces.
La Delgada línea roja
La irrupción de "Salvar al soldado Ryan", ¿fue un favor o un incordio para la otra gran película de aquella remesa? Terrence Malick salía de su Australia natal en la que estaba escondido, para volver al cine veinte años después de su última obra. Se puso tras las cámaras de un reparto repleto de estrellas que no cobraron cachés altos porque TODO el mundo quería trabajar con él. Gente como Clooney acabaría en un rol de una escena y con poco diálogo, a Billy Bob Thorton, narrador en un principio y que grabó más de seis horas de audios, lo fulminó de montaje final cambiándolo por las voces en off de los diferentes protagonistas y, exceptuando Sean Penn o Nick Nolte, el resto de rostros conocidos tuvo papeles muy secundarios.
Saldría ganando un actor como Jim Caviezel que, años más tarde, exceptuando "La pasión de Cristo" su carrera no ha tenido nada reseñable. Pero lo importante de "La delgada línea roja", esa película que logró en Berlín el Oso de Oro, fue que contribuyó al crecimiento del cine bélico. De golpe, tras años de ausencia, volvía a haber dos títulos bélicos en un mismo año. Dos títulos, entre las cinco nominadas al Óscar de Mejor Película, algo que no sucedía desde 1970 si consideramos a "M.A.S.H." como bélica, y desde 1962 ("El día más largo" y "Lawrence de Arabia") si no la consideramos.
La obra de Malick podría decirse que fue el Yang de "Salvar al soldado Ryan", o el Ying, qué más dar. Una película en las antípodas de la de Spielberg. Dura, cruda, con sangre, pero en menor medida que "Salvar al soldado Ryan", pero un film antibelicista, pacifista a todas luces, que nos mostraba el horror de la guerra y ponía voz en off a los soldados, esos hombres que hasta entonces, combatían y de los que no conocíamos nada que no fuera su ardor guerrero o la novia que les esperaba en casa.
Sea como fuere, las dos películas acabarían complementándose a su manera. En cierto modo, una parece que no hubiera podido existir sin la otra. En realidad eran dos proyectos separados, pero juntos, hicieron más grande esa cosecha de 1998, y Hollywood volvió a mirar al cine bélico, a la II Guerra Mundial. Y, todavía hoy, en 2020, año en que se estrena "Greyhound", la meca del cine sigue mimando al género. Que siga siendo así, por favor, no queremos otra década tan oscura como la de los 90.
Los más quisquillosos mencionarán títulos de todos los colores, pero la realidad es que desde 1970 Hollywood se olvió de la II Guerra Mundial. Exceptuando "La batalla de Midway" repleta de agujeros presupuestarios, entre 1970 y 1998 los títulos de la IIGM más reconocibles tenían aroma europeo: "La cruz de Hierro", "Un puente lejano", "Das Boot"; incluso de la Gran Guerra nos topamos con la australiana "Gallipoli". Quizá el título más reconocible made in USA sería "Uno Rojo: División de choque" (1980), y ya nos topamos con "Memphis Belle" en 1990. Un Océano de vacío a la contienda.
El cine de Vietnam, que inundó las pantallas yankees desde 1978 a 1989 salvaría al género de una época que podría haber sido más oscura. Pero, entonces, Vietnam quedaba a desmano y el cine bélico se apagó. La década de los 90 tocó el infierno de la guerra en títulos como "El paciente inglés" o "La lista de Schindler" a todas luces cine NO bélico, y thrillers con aroma a guerra fría como "La caza del octubre rojo" o "Marea roja". Nuevamente, el cine europeo era el único que asomaba el morro, con "Stalingrado" (Alemania, 1993) o "Capitán Conan" (Francia, 1996). Hollywood había abandonado al cine bélico, al igual que hiciera con el Western.
Entonces llegó él, Steven Spielberg, capaz de realizar blockbusters, de reinventar el cine de Ciencia Ficción, o resucitar dinosaurios. Venía de pocos años antes realizar su obra maestra "La lista de Schindler" y de sobra es sabido, si miramos a la saga Indiana Jones o a "El imperio del sol" que el bueno de Spielberg tenía fijación con la II Guerra Mundial, y con cierto aroma nazi, sobretodo. Y de ahí, con Tom Hanks de protagonista, resucitó el género.
"Salvar al soldado Ryan" está considerada una de las mejores del cine bélico, porque en medio de años sin cine de la II Guerra Mundial, coció un título donde el realismo fue impecable. Ya lo habían probado directores como Peckinpah en "La cruz de hierro", pero la suciedad de la guerra nunca se había visto tan perfecta y cercana como la epopeya ryaniana de Spielberg. Contó con un reparto de jóvenes estrellas que, en su mayoría, no han hecho gran cosa en el mundo del cine. Curiosamente uno de sus secundarios más secundarios (el soldado Caparzo) sí es una superestrella mundial: Vin Diesel.
Pero al frente de esos jóvenes con méritos, estaba un oficial como la copa de un pino. Un capitán tras el rostro de Tom Hanks. Había toqueteado la guerra con "Forrest Gump" y el drama con "Philadelphia" pero era un actorazo posiblemente encasillado a la comedia o al drama con cierto tono cómico. Sin embargo, el uniforme y el rol de Capitán Miller le sentó fenomenal, y fue uno de sus papeles más diferentes al resto de su carrera. Hanks lo bordaba y el grupo, a las órdenes del rey Midas de Hollywood labraba una de las películas bélicas para la historia.
Adorada por muchos amantes del género, y aplaudida por gente que no soporta tanto el cine bélico, "Salvar al soldado Ryan" tiene su Tour de Force en la escena inicial. 23 minutos de desembarco en la playa de Omaha que quitan el hipo. Te mete en la guerra de lleno, tanto que después no llega a soltarte. Vas conociendo las pequeñas historias de su pelotón. Pero, sobretodo, lo que hay que aplaudir a Spielberg es que logró una película muy taquillera de la II Guerra Mundial y, con ello, resucitó el cine bélico, que con alguna ausencia de pocos años, suele tener un título importante cada dos o tres años desde entonces.
La Delgada línea roja
La irrupción de "Salvar al soldado Ryan", ¿fue un favor o un incordio para la otra gran película de aquella remesa? Terrence Malick salía de su Australia natal en la que estaba escondido, para volver al cine veinte años después de su última obra. Se puso tras las cámaras de un reparto repleto de estrellas que no cobraron cachés altos porque TODO el mundo quería trabajar con él. Gente como Clooney acabaría en un rol de una escena y con poco diálogo, a Billy Bob Thorton, narrador en un principio y que grabó más de seis horas de audios, lo fulminó de montaje final cambiándolo por las voces en off de los diferentes protagonistas y, exceptuando Sean Penn o Nick Nolte, el resto de rostros conocidos tuvo papeles muy secundarios.
Saldría ganando un actor como Jim Caviezel que, años más tarde, exceptuando "La pasión de Cristo" su carrera no ha tenido nada reseñable. Pero lo importante de "La delgada línea roja", esa película que logró en Berlín el Oso de Oro, fue que contribuyó al crecimiento del cine bélico. De golpe, tras años de ausencia, volvía a haber dos títulos bélicos en un mismo año. Dos títulos, entre las cinco nominadas al Óscar de Mejor Película, algo que no sucedía desde 1970 si consideramos a "M.A.S.H." como bélica, y desde 1962 ("El día más largo" y "Lawrence de Arabia") si no la consideramos.
La obra de Malick podría decirse que fue el Yang de "Salvar al soldado Ryan", o el Ying, qué más dar. Una película en las antípodas de la de Spielberg. Dura, cruda, con sangre, pero en menor medida que "Salvar al soldado Ryan", pero un film antibelicista, pacifista a todas luces, que nos mostraba el horror de la guerra y ponía voz en off a los soldados, esos hombres que hasta entonces, combatían y de los que no conocíamos nada que no fuera su ardor guerrero o la novia que les esperaba en casa.
Sea como fuere, las dos películas acabarían complementándose a su manera. En cierto modo, una parece que no hubiera podido existir sin la otra. En realidad eran dos proyectos separados, pero juntos, hicieron más grande esa cosecha de 1998, y Hollywood volvió a mirar al cine bélico, a la II Guerra Mundial. Y, todavía hoy, en 2020, año en que se estrena "Greyhound", la meca del cine sigue mimando al género. Que siga siendo así, por favor, no queremos otra década tan oscura como la de los 90.
Comentarios
Publicar un comentario