La chaqueta metálica (Stanley Kubrick, 1987)

Volvemos al infierno llamado Vietnam y, tras entrar en combate con los "Boinas verdes" y con Mel Gibson y los suyos, toca hablar por fin de una película antibélica, y también antimilitarista, una de las obras maestras sobre el conflicto: "La chaqueta metálica", la penúltima producción de uno de los mejores directores de todos los tiempos, Stanley Kubrick

Dos Partes
La película está dividida en dos partes perfectamente diferenciadas. Al igual que haría con "Senderos de gloria" con una primera parte bélica y una segunda destinada al juicio y a acribillar a los estamentos militares, pero girando el orden. En esta ocasión los primeros 42 minutos se dedican a los estamentos militares con el entrenamiento de los reclutas, y la segunda parte nos mete de lleno en el "fregao", en la batalla.


Cabe destacar que a diferencia de otros títulos de Vietnam, en este se ven ciudades arrasadas, cuando la costumbre era hablarnos del combate en la jungla, como vemos en "Platoon", "La colina de la hamburguesa" o "Apocalypse now". Pero, sin duda alguna, lo más importante de la película es esa primera parte, cruda, mal sonante, salvaje. El adiestramiento de los militares, ¿los primeros 40 minutos más salvajes de la historia del cine? Posiblemente, los mejores, sin duda alguna. Y todo, gracias a un hombre que devora la pantalla: El sargento Hartman (Robert Lee Ermey)

Sargento Hartman
Inicialmente, R.Lee Ermey no iba a interpretar el papel y su labor era la de asesorar y colaborar en la producción. Pero acabaría haciendo una prueba de cámara y el perfeccionista director lo tuvo claro, ese papel debía interpretarlo el bueno de Hartman. Desde el principio nos muestra a un tipo duro que insulta a diestro y siniestro. Blasfemo como él solo y un auténtico cabronazo que quiere sacar lo mejor (y lo peor) de sus reclutas.

Frases como "¿A tus padres les queda algún hijo vivo?" o "Sólo los marineros y los maricones se llaman Lawrence" son parte de su carta de presentación en esa escena inicial demoledora donde en pocos minutos vemos a los principales personajes de ese primer tramo: Hartman, Bufón (Mathew Modine), el recluta patoso (Vincent D'Onofrio).. e incluso Cowboy y un secundario como Copo de nieve. Todo está en su sitio y el que manda, al frente de todo.

Hartman es un hombre religioso, como denota que sus reclutas deban rezar por la noche junto a su fusil y que sea capaz de asegurar que los marines hacen una gran labor a Dios porque "le llenamos el cielo de almas". Sin duda alguna, el repertorio de muecas, gritos pero, sobretodo, de frases, hacen de Hartman uno de los mejores papeles bélicos de la historia del género, y a Lee Ermey inmortal para cualquier amante del cine. Pero, sobretodo, es la historia en sí la que acaba ayudando a esa aureola.

Hartman es duro. En boca suya, "duro pero justo", y dentro de esa justicia acaba teniendo una relación con el recluta patoso que será la clave de la primera parte de la película. Ambos son los dos personajes principales en los que gira el primer tramo del filme.

La Escena
Sin duda alguna, lo que acaba elevando a Hartman y su personaje a la memoria del cine es "su final". Un auténtico cabronazo no podía tener un final mejor que el que la historia le aguarda. La locura del recluta patoso, puteado por su sargento y, en definitiva, por el resto de compañeros por culpa de la tirria de este hacia él acabará derivando en una escena final que será aprovechada para el título "Con camisa metálica" (full metal jacket) es como explica el recluta patoso la munición que tiene entre manos. A pesar de que el infierno ha acabado, ha sido admitido y podrá ir a la guerra. Pero eso a él le da igual.

Preso de la locura, carga el arma, ante la mirada de un recluta Bufón que en este primer tramo ha sido quien más ha hecho por ayudar al chaval, pero al que al mismo tiempo falló cuando le golpeó una noche con pastilla de jabón (algo que hicieron todos los compañeros). Cabe señalar que hasta ese momento la película no había tenido narrador alguno, y en esa misma escena nos topamos con Bufón, hasta entonces el tercer actor en discordia de la película, como narrador. Es una clara premonición de que a partir de entonces, la historia de Hartman y el recluta patoso se borrará, y comenzará la del soldado Bufón.

Llegará Hartman al baño, y ahí, la cara de D'Onofrio es la locura personificada. Una locura posiblemente más grande y maravillosa que la de Álex en "La naranja mecánica". Esa locura a la que Hartman no puede contener. El sargento, incluso echará más leña al fuego: "¿No te hacían caso tu papá y tu mamá cuando eras niño?", esa será su última frase. El recluta patoso aprieta el gatillo para acabar con la vida de su sargento, y posteriormente volarse la tapa de los sesos. Fin del Acto 1.

El combate
Llega la parte bélica de la película. A pesar de abarcar algo más de una hora y, por lo tanto, un 60% de la película, es la menos mítica del largometraje. El listón estaba muy alto en el comienzo y es difícil mantener semejante nivel. A pesar de ello tenemos momentos de todos los colores que hacen atractiva la parte bélica de "La chaqueta metálica".

Tenemos, en total, tres escaramuzas bélicas. La primera sirve para ubicarnos en el tiempo: La ofensiva del Tet, y es una escena bélica nocturna con poco fuste. Los periodistas que allí trabajan (y al que pertenece Bufón, y su inseparable Rompetechos) parecían vivir un idílico romance lejos del fragor de la batalla hasta que esa ofensiva lo cambia todo. Bufón y Rompetechos serán enviados al frente, a Hue.

Ahí nos volvemos a topar con un secundario de la primera parte de la trama: Cowboy, y asistimos a la escena bélico por antonomasia de la película. Un asalto a una ciudad en ruidas donde Kubrick coloca la cámara tras los hombres y les sigue mediante Steady. La Banda sonora, que liga perfectamente con la escena de una ciudad en ruinas, que parece desmoronarse cual escombros, con sonidos metálicos, nos traslada a la batalla. En medio de todo ello, Kubrick nos pone el "Surfin Bird" y parece burlarse de la guerra con esa espitosa canción. Lo remata con las imágenes de un posible reportaje en la guerra donde el propio Kubrick ejercerá de cámara.

Ahí se nos mostrarán las opiniones de los soldados. Tenemos desde los que están nerviosos ante la cámara, hasta los que están deseosos de mucho combate, pasando por otros que no lo tienen tan claro. De todos modos, la imagen de "Pedazo de animal" (uno de los personajes), un hombre tan sombrío y en apariencia hastiado de la guerra, como necesitado de matar "caras amarillas" (los indios de "Boinas verdes") que se eleva como el mejor personaje de esa segunda parte final, su imagen es la brutalidad de la guerra personificada.

En cierto modo, ahí explica Kubrick la imagen de la chapita de la paz y el "Nacido para matar" Del casco del recluta bufón: "La dualidad del hombre" es lo único que llega a decir el personaje interpretado por Matthew Modine ante las preguntas de un Coronel. Pedazo de Animal, en cierto modo, es la parte bélica y brutal necesaria para contraponer la de otros personajes como la del propio Bufón, mucho más humanista e idealizado en la guerra, que sueña con ser "el primero del barrio con un muerto certificado". El final le deparará su primera víctima, de diferente manera a la que le gustaría.

La Escena 2.0
Llegamos a la escena final de "La chaqueta metálica". La mítica escena del francotirador. Sin duda, mi escena favorita de la película cuando era pequeño. Cowboy tiene que hacerse cargo del grupo, y poco después vemos como primero Ébano (Eighball, Bola nº8, en la versión original) y después Doc caen víctimas de algún francotirador. A Cowboy le queda grande eso y piensa que es una trampa, pero Pedazo tiene claro que solo hay un tirador y se lanza a la locura. La imagen del soldado recorriendo largos metros disparando su ametralladora contra todos los edificios en ruinas sin saber a qué narices dispara, es historia del género.

El final, sin entrar en muchos más detalles, acaba llevándonos a Rompetechos salvando el pellejo de Bufón, y a éste rematando a la víctima, una joven mujer (a la que se la ha acabado el "Bum Bum para esta Baby San") , que agonizaba. No es la mejor manera de estrenar un casillero, pero ahí se acaba de dar de bruces contra la realidad. La guerra continua y los supervivientes deben seguir. Fiel al estilo marcado en la película, Kubrick parece burlarse de todo y pone la canción del club de Mickey Mouse en la escena final:

"Este mundo es una puta mierda. Sí. Pero estoy vivo y no tengo miedo" (Bufón, al término de la película).

La Dirección
Que Kubrick es un maestro del cine, no debería ponerlo en duda nadie, ni el peor director de cine que haya podido ver alguna película suya. Lanzada tal afirmación, y sabiendo que en cualquier libro sobre el director se encontrarán muchos más detalles que aquí, intentaré desgranar algunos de los detalles que me parecen más interesantes sobre la dirección en la película.

Simetría: Los planos simétricos marca de la casa se ven desde el principio. Tenemos una abundante cantidad en la primera parte. La habitación donde duermen los reclutas es perfecta para ello, y la escena de "Aquí mi fusil, aquí mi pistola" es un fiel reflejo. Los reclutas de cada lateral tienen el arma en el hombro opuesto, llegando a la perfección de la simetría. Pero no sólo en dichos planos vemos la simetría. Una vez en el combate, continúa Kubrick deleitándonos con ello, con especial mención en la escena de la fosa común. Los muertos, colocados en diferente posición, y la cámara alejándose para mostrarnos más y más de esos seres ("Los muertes solo saben una cosa, es mejor estar vivo").

Steady: Para dar la sensación de cámara al hombro, pero con menores fisuras, Kubrick está en constante movimiento, sobretodo cuando llega la parte bélica del mismo. El ataque a la ciudad, antes de que suene el "Surfin Bird", nos coloca la cámara junto a los soldados, y vamos viendo como estos, en perfecta coreaografía, se aproximan a su destino, mientras la cámara les sigue. Es un tipo de imagen que Spielberg llegaría a incrustar en algún fragmento de la playa de Omaha en "Salvar al soldado Ryan". Ese seguimiento a los soldados desde su retaguardia. Y algo que llegaría al punto culminante en la escena final, con la cámara siguiendo a Pedazo de Animal hacia la locura del combate.

Contrapicados: Si hay un elemento con el que Kubrick aquí se coronó y del que abusó (perdonen la palabra) en numerosas ocasiones, es el de los contrapicados. En el tramo del entrenamiento vemos estos contrapicados en la escena en la que Hartman canta las cuarenta a Bufón. Pero después hay dos contrapicados muy llamativos, cuando los soldados rodean a dos americanos muertos, y hablan hacia los personajes caídos, y en el tramo final, con la norvietnamita en el suelo agonizando. En ambos casos se nos muestra los rostros de los diferentes personajes mirando al suelo y hablando.

Dentro de esta filosofía nos topamos con imágenes como la de Pedazo de Animal (esa bestia hecha para la guerra) asegurando que no se lucha por la libertad, como indica rompetechos, si no que si hay una palabra para definir eso es "Putada", tras haber espetado un "Mejor tú que yo" a uno de los fiambres. En el tramo final, el debate existencial es el de qué hacer con la moribunda. La apatía se ha apoderado de unos hombres que les da igual vengarse o no de sus tres compañeros muertos. Lo único que parecen querer es descansar, que eso termine, y contemplan a la agonizante norvietnamita en sus últimos instantes de vida, sabedores de que nada se puede hacer con ella.

Directed By: Como último detalle a destacar, está el de los homenajes. Kubrick aparece como director de un reportaje sobre Vietnam, algo que ya haría Francis Ford Coppola en "Apocalypse now". Pero aquí no se limita a seguir en travelling lateral a los personajes, detrás de él la cámara hace lo propio y vemos una escena maravillosa con cámara, micro y periodista moviéndose al mismo ritmo que la cámara mientras los soldados, parapetados, comienzan a hablar de una posible película de John Wayne, donde los "Cara amarillas son los indios", una referencia que podría llevarnos a "Boinas verdes".

El sello del director, por lo que os he mostrado, está en cada maravillosa escena. Nada está rodado al azar. Desde planos con una profundidad de campo espectacular, hasta la manera de narrarnos el horror de la guerra con personajes que nos pueden dar igual. No acabamos empatizando con ninguno de los personajes que están en el combate. Nuestra mente, nuestro personaje, ya ha muerto en el minuto 42. El recluta patoso, ese al que Kubrick lanza todas las miradas, ese señuelo para despistar y narrarnos la crueldad del militarismo, de la instrucción, y posteriormente... el horror de la guerra.

Música
Seré breve porque lanzaré otro texto para hablar de la importancia de las canciones en "La chaqueta metálica". Probablemente es la película que mejores canciones, y más ligadas, he visto en la historia (e incluyo cualquier obra de Tarantino, quien mejor sitúa canciones para la posteridad en sus películas). Es tal el poder de las canciones importantes de la película, que pasa muy desapercibida la Banda Sonora de Vivian Kubrick, que a pesar de ser un tanto escueta, nos regala momentos importantes en el entramado bélico, con ese sonido metálico que puede recordarnos (desde la distancia) al de la banda sonora de otra película rodada sobre ruinas: "Enemigo a las puertas". Pero, como digo, lo importante es ver como se pasa del "Hello Vietnam" a los Rolling Stones, y todo el viaje central para ello.

Crítica
Creo que no hace falta decir, en este balance final, visto como he desgranado y mimado la película, que estamos ante una de las mejores obras bélicas de todos los tiempos. Permítanme decir, que es una de las mejores películas de la historia (bélicas o no), capaz de desgrarnarnos el militarismo y el belicismo en sus diferentes vertientes. De regalarnos escenas para la posteridad y dos papeles (los de Ermey y D'Onofrio) que son historia viva del género.

A pesar de que siempre he escuchado (y yo también defiendo) que la parte bélica es algo inferior, hay que valorar de donde se parte. Se parte de 40 minutos donde sin necesidad de narrador, sin necesidad de nada que no sea seguir a Hartman y un montaje lanzado y sin frenos, se nos muestra la brutalidad del entrenamiento militar como nunca antes se había hecho. Esa parte es perfecta, sensacional. Y claro, partiendo de esa base, lo que vendría a continuación era difícil que fuera tan bueno.

También el hecho de haber visto Vietnam durante los años anteriores de mil maneras, ponía en relieve la dificultad de llevar a cabo la producción. A pesar de ello, la maestría de Kubrick con la cámara hace que en esta ocasión nos den igual los personajes. Si en "Apocalypse now" la locura se apoderaba de la pantalla y lo aceptábamos junto a la voz en off de Martin Sheen, y en "Platoon" teníamos un duelo interpretativo Berenger Vs Dafoe, con la voz en off de Charlie Sheen, aquí no tenemos nada a lo que aferrarnos. Simplemente a una sucesión de escenas donde vamos viendo las diferentes locuras transitorias de los personajes.

Desde un general obcecado en acusar a alguien de pacifista por llevar una chapa de la paz, a los eternos mensajes de qué se hace en esa guerra. El tío "cojonudo" que desde el helicóptero acribilla a todo tipo de vietnamitas, el que cree que combaten por la libertad, o el que hastiado de todo piensa que eso es una locura, pero combate. Aquí tampoco hay mucho hueco para la camaradería. Más allá del tramo en que Pedazo de Animal quiere salvar a Ébano y al Doctor, todo pasa con la suficiente velocidad para que los muertos sean eso, carne muerta. Al igual que el Samuel Fuller de "Casco de acero" donde el combate se narraba sin preocuparnos de quien caía, Kubrick hace lo propio y aquí solo al final de todo el combate hay tiempo para rendir homenaje a los caídos.

"La chaqueta metálica" es una obra maestra mayúscula. Una película muy necesaria para el cine bélico, y que contiene (con permiso de "Salvar al soldado Ryan") el mejor arranque de una película del género. Son poco más de 40 minutos, nada bélicos, pero nos pone en situación de que lo que estamos viendo es una película sobre la brutalidad. Una especie de continuación de "La naranja mecánica" donde parece querer justificarse la violencia por el mero hecho de que es algo inherente al ser humano. Y con esa violencia, tanto verbal como literal, Kubrick impregna de belleza la pantalla.

Nota: 10 (#2 Belicómetro)

Lo Mejor: Los primeros apoteósicos 40 minutos
Lo Peor: Que la segunda parte del film, magistral igualmente, haya sido acusada de "pobre" por las engañosas comparativas.




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