
El proyecto
"Casco de acero" (The Steel Helmet) fue dirigida por Samuel Fuller en 1951. Fuller había sido soldado de infantería, vivencias que narraría en su última obra: "Uno Rojo: División de choque". Tuvo una amplia filmografía bélica y está considerado uno de los grandes directores del género gracias a obras como esta en cuestión.

El éxito de la película, que pese a su modesta propuesta tuvo un buen recibimiendo económico y mucho mejor de crítica, provocaría que el Gobierno de Estados Unidos viera en Fuller un buen sustento para ayudar a la causa de justificar la guerra anticomunista en Corea. Y ese mismo año llegaría "A bayoneta calada", película entretenida, pero menor a "Casco de acero", y en la que contó con mayor medio y ayuda del Ejército.

La película arranca con un casco de acero agujereado. Tras acabar los títulos de crédito observamos como el sargento que lleva el caso continúa vivo, pero permanece con las manos atadas. No sabemos como ha llegado allí, pero será "salvado" por un niño surcoreano. A partir de ahí, ambos emprenderán su viaje por la supervivencia, en el que se les unirá un médico afroamericano (veterano de la II Guerra Mundial) y posteriormente un variopinto pelotón compuesto por un Teniente que conoce perfectamente al Sargento.
Juntos acabarán alcanzando un templo budista donde se afincarán a la espera de refuerzos. Lucharán contra el enemigo norcoreano (comunista, recalco la palabra) en una batalla final donde a pesar de las limitaciones técnicas y los escasos extras, Fuller rueda a la perfección una batalla caótica donde queda claro que no hay tiempo para lamentar a los muertos y toca seguir defendiendo la posición.

En una de las primeras secuencias, se muestra el virtuosismo de Fuller para montar una película bélica y generar tensión a pesar de los escaso medios. El sargento Zack (protagonista principal) está tumbado en el suelo y escucha pasos. El director alterna en el montaje los pies descalzos de un desconocido nativo, con el rostro intrigado del sargento, que acaba cerrando los ojos. La Banda Sonora acompaña generando la necesaria tensión hasta el momento en el que se nos muestra que el nativo es apenas un crío.
El punto más interesante de "Casco de Acero" radica en el cambio de tiempos con la guerra narrada apenas seis años atrás. A pesar de que tiene muchas similitudes, enemigo de ojos rasgados incluido, con la contienda del Pacífico que inundó las salas de cine en USA en la década anterior, Fuller nos muestra a un médico afroamericano (algo que no abundaba en el cine previo), nos enseña también a un miembro del pelotón que es nativo americano, pero hijo de japoneses (ojos rasgados). Estos dos personajes serán un sustento clave a la hora de analizar la película.
Estas conversaciones, junto a la relación entre el Sargento Zack y el joven surcoreano son los puntos fuertes de una película que, no obstante, es víctima de su época. El mensaje anticomunista está en cada esquina, y no se habla apenas en ningún momento del enemigo norcoreano. La guerra de Corea importa más bien poco, lo que toca es lanzar el mensaje anticomunista de turno. El enemigo es comunista, y punto. De hecho la manera de diferenciar a un surcoreano y de un norcoreano es tan complicada que Zack lo resume en "Es surcoreano es cuando corre contigo y norcoreano cuando corre hacia ti".

Destacar que dentro del poco conflicto bélico que muestra la película, la batalla final está narrada con la suficiente suciedad como para mostrarla como pionera de un cine mucho más moderno, o bastardo, por llamarlo de algún modo. Van cayendo y los protagonistas no se preocupan más que de seguir combatiendo, porque su vida va en juego. Sin duda hay momentos duros, como el momento en que Zack ve morir al niño. Para ese punto, el rudo sargento ya había cogido cariño a la criatura, pero decide seguir siendo una roca ("Él se lo buscó, le dije que no quería niños a mi cargo", si bien acribilla a balazos al norcoreano cuando este se burla de lo que el niño surcoreano había escrito, ajusticiando así a un prisionero de guerra.
Prisionero de guerra que, todo sea dicho, había matado por la espalda y con un puñal a uno de los soldados norteamericanos. El "No, oh no, no.. Please" (No, oh no, por favor) que la VOS nos deja es despiadada. Se sufre con un secundario, pero es tan realista su petición sabiendo que, sin ver a su enemigo, está a punto de morir, que pone los pelos de punta. "Casco de acero", por lo tanto, es eficaz en pequeños momentos, así como en la manera de interrelacionar a los personajes, de los que se nos muestran pequeñas historias que nos van contando ellos como buenos camaradas.

Fuller realiza una de sus mejores obras bélicas. Una película poco conocida, en gran parte por culpa de ser realizada en la época que fue rodada. La Guerra de Corea es un conflicto olvidado de la mano de Dios, y el hecho de haber concluido la II Guerra Mundial y su cine propagandístico, y todavía no estar en la era dorada del género (de 1957 a 1970) provocó el olvido de una película mucho mejor que lo que su presupuesto parece indicar.
Estamos ante un buen ejercicio de cine bélico, que procura ser realista y duro en algunos aspectos. No hay héroes, a diferencia del cine bélico que se hacía hasta entonces. Un norteamericano de ascendencia japonesa, un afroamericano, un sargento hastiado de todo o un muchacho que quedó calvo en su juventud con las consiguientes mofas de compañeros, forman el variopinto pelotón que sobrevive en una encarnecida contienda. Eso sí, no hay que olvidar que el mensaje anticomunista de la película, y ese final que anuncia que "Estas historia no tiene fin" dejan claro que, a pesar de tratar con realismo la guerra (o intentar hacerlo), no deja de tener ese regusto patriota necesario para sacar adelante un proyecto en aquella época.
Nota: 7
Lo Mejor: Zack y el pequeño surcoreano
Lo Peor: Ese intento de convencernos de la Santa cruzada contra el comunismo en cada fotograma.
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