El pasado mes de noviembre llegaba, por fin, a algunas salas españolas, la película "Sordo" de Alfonso Cortés-Cavanillas. Un film que prometía ser, en palabras de sus creadores, un Western en la posguerra española. Preestrenado meses antes en el Festival de Málaga, y con un Asier Etxeandia en estado de gracia (pedazo año el suyo, lástima en los Goya), la película ha llegado a la plataforma Netflix y, por fin, he podido verla (en cines cercanos no la pusieron).
El inicio demoledor y ensordecedor (chiste fácil, lo sé) de "Sordo" pone al espectador de lleno en la trama. La Banda Sonora (recientemente nominada a un International Music Film Crittics a mejor composición para película de Acción, aventuras o thriller) obra de Carlos Martín, nos adentra de lleno en un terreno un tanto desconocido para el cine español: El Western. Entre la gloria del Crepuscular, y la suciedad de un Spaghetti Western, Cortés-Cavanillas consigue llevarnos a su antojo durante los primeros 45 minutos de largometraje.
Es ahí donde radica la auténtica fuerza de la película. Con escenas tan demoledoras como desoladoras. Con una casa en medio del bosque que nos puede recordar, en la manera de ser asaltada, a algunos clásicos del Western como "Hasta qué llegó su hora". Pero esto no es el lejano Oeste, ni es Almería, aunque sí España, la España franquista de la posguerra, la de los maquis cruzando la frontera de una Francia casi liberada en 1944.
Da el pego porque lo que plantea el director es suficientemente atractivo para meternos de lleno en la trama. Una de vaqueros a la española, y yo, amante del Western y del cine bélico, lo disfruto, lo disfruté. Como digo, esos primeros 45 minutos merecen mucho la pena, con un Etxeandia que consigue trasladarnos la angustia de quien se siente perseguido y quien no escucha nada. Si bien, por momentos, esa sensación (difícil de conseguir, todo hay que decirlo) no se consigue.
El problema de "Sordo" radica en su eterna segunda (y algo más) parte de película. La inclusión de cierto personaje del Este en la trama parece atractiva. Su puesta en escena inicial es sobrecogedora, de las que quitan el hipo y de esas que parecen prometer un duelo que nos retrotraiga a "Enemigo a las puertas". Pero no, no es así, y el personaje en cuestión no gana en ningún momento el peso necesario en el espectador para sentir su presión en el cogote. Ahí uno ve que algo empieza a fallar.
Y la trama deja el Western y parece acercarse a un drama rural mucho más cercano a la posguerra española que al far West en el que había caminado en su inicio. A partir de ahí ni los pequeños guiños que puedan recordar a "Bailando con lobos" hacen levantar la película, a excepción de una escena de brillante consecución, que podría haber sido un clímax final que mejorase el tramo final de la película. Pero esta, aún continuaba caminando, con menos rumbo que el personaje interpretado por Etxeandia.
Lo que acaba siendo "Sordo" es un proyecto inacabado, una muy buena puesta en escena, mimada; un Western que consigue demostrar que en el cine español hay nivel para hacer cosas innovadoras. Pero, al mismo tiempo, una película para nada redonda, que acaba llegando a aburrir a pesar del papelazo que hace Asier Etxeandia. Él, junto a su fiel e inseparable "caudillo" y la grandísima Banda Sonora de Carlos Martín, son lo más destacado de una no del todo acertada película. Una lástima, porque la propuesta comenzaba mucho más que atractiva.
Nota: 5/10
Lo Mejor: Etxeandia y la Banda Sonora de Marín, junto a los paisajes.
Lo Peor: La película acaba cayendo en el aburrimiento cuanto más se aleja del Western.
El inicio demoledor y ensordecedor (chiste fácil, lo sé) de "Sordo" pone al espectador de lleno en la trama. La Banda Sonora (recientemente nominada a un International Music Film Crittics a mejor composición para película de Acción, aventuras o thriller) obra de Carlos Martín, nos adentra de lleno en un terreno un tanto desconocido para el cine español: El Western. Entre la gloria del Crepuscular, y la suciedad de un Spaghetti Western, Cortés-Cavanillas consigue llevarnos a su antojo durante los primeros 45 minutos de largometraje.
Es ahí donde radica la auténtica fuerza de la película. Con escenas tan demoledoras como desoladoras. Con una casa en medio del bosque que nos puede recordar, en la manera de ser asaltada, a algunos clásicos del Western como "Hasta qué llegó su hora". Pero esto no es el lejano Oeste, ni es Almería, aunque sí España, la España franquista de la posguerra, la de los maquis cruzando la frontera de una Francia casi liberada en 1944.
Da el pego porque lo que plantea el director es suficientemente atractivo para meternos de lleno en la trama. Una de vaqueros a la española, y yo, amante del Western y del cine bélico, lo disfruto, lo disfruté. Como digo, esos primeros 45 minutos merecen mucho la pena, con un Etxeandia que consigue trasladarnos la angustia de quien se siente perseguido y quien no escucha nada. Si bien, por momentos, esa sensación (difícil de conseguir, todo hay que decirlo) no se consigue.
El problema de "Sordo" radica en su eterna segunda (y algo más) parte de película. La inclusión de cierto personaje del Este en la trama parece atractiva. Su puesta en escena inicial es sobrecogedora, de las que quitan el hipo y de esas que parecen prometer un duelo que nos retrotraiga a "Enemigo a las puertas". Pero no, no es así, y el personaje en cuestión no gana en ningún momento el peso necesario en el espectador para sentir su presión en el cogote. Ahí uno ve que algo empieza a fallar.
Y la trama deja el Western y parece acercarse a un drama rural mucho más cercano a la posguerra española que al far West en el que había caminado en su inicio. A partir de ahí ni los pequeños guiños que puedan recordar a "Bailando con lobos" hacen levantar la película, a excepción de una escena de brillante consecución, que podría haber sido un clímax final que mejorase el tramo final de la película. Pero esta, aún continuaba caminando, con menos rumbo que el personaje interpretado por Etxeandia.
Lo que acaba siendo "Sordo" es un proyecto inacabado, una muy buena puesta en escena, mimada; un Western que consigue demostrar que en el cine español hay nivel para hacer cosas innovadoras. Pero, al mismo tiempo, una película para nada redonda, que acaba llegando a aburrir a pesar del papelazo que hace Asier Etxeandia. Él, junto a su fiel e inseparable "caudillo" y la grandísima Banda Sonora de Carlos Martín, son lo más destacado de una no del todo acertada película. Una lástima, porque la propuesta comenzaba mucho más que atractiva.
Nota: 5/10
Lo Mejor: Etxeandia y la Banda Sonora de Marín, junto a los paisajes.
Lo Peor: La película acaba cayendo en el aburrimiento cuanto más se aleja del Western.
Comentarios
Publicar un comentario