Cuando comuniqué a los lectores la idea de dedicar 12 entradas este año (una cada mes) al cine histórico con trasfondo bélico de guerras/batallas anteriores al Siglo XX, una película que fue muy repetida por los lectores fue "Los duelistas", la ópera prima de Ridley Scott. Finalmente, y a pesar de su escaso contenido bélico, he optado por dedicar la entrada de este mes a esta película para, de este modo, aprovechar y visionarla (ya que no lo había hecho nunca).
El film obtuvo el premio a la Mejor Dirección Novel en el festival de Cannes de 1977, iniciando así una prometedora carrera del joven Ridley Scott, que en pocos años cambiaría de registro para llegar al Top del cine de Ciencia Ficción gracias a dos de sus obras más reconocidas: "Alien" y "Blade Runner". Destacar que está basada en una novela de Joseph Conrad, autor de "El corazón de las tinieblas", que serviría para la realización de "Apocalypse now", estrenada dos años después de la obra de Scott.
Sinopsis
La película nos mostrará los diferentes duelos que tuvieron lugar entre dos oficiales del ejército francés a lo largo de los años de gloria (y decadencia) del ejército napoleónico. Comienza en Estrasburgo, 1880, donde Feraud (Harvey Keitel), amante de los duelos vencerá el duelo matinal clavando su sable al sobrino de un Mayor importante (dato que él desconocía). El marrón de ir a buscarle y obligarle a permanecer bajo arresto le corresponderá a D'Hubbert (Keith Carradine), que tras buscarle por diferentes sitios acabará en casa de una aburguesada mujer para informar a Feraud. Éste último se lo tomará como ofensa y lo pagará con D'Hubert, que únicamente era el mensajero.
Retándole repetidas veces a un duelo, D'Hubert, cansado, acabará aceptando. Ese primer duelo se saldrá con victoria de este último, pero delante de la ¿mujer? de Feraud que, enrabietada, evitará que la cosa vaya a mayores saltando sobre el rival de su amado. Arañazos en la cara, reprimenda del oficial al mando y mala cara de otros superiores, llevarán a D'Hubert a estar bajo arresto. Pero no olvida, ni perdona. Mucho menos un Feraud que, sin saber por qué, decide tomarla con el otro iniciando así una serie de duelos.
En Ausburgo, en 1881, vemos como Feraud aún no tiene el brazo 100% recuperado de la herida que le propino su rival en el duelo del año anterior. Sin embargo, se entera de que por ahí estaba su desde entonces archienemigo y decide retarle. Este segundo duelo, también a espada, acabará con victoria fácil de Feraud, que marcha enfadado debido a que la herida propinada no ha significado la muerte, pero sí la indisposición para seguir combatiendo, de su enemigo.
Llegaremos así enseguida a un tercer duelo donde los dos acaban ensangrentados por todos los costados, combatiendo casi a puñetazos, asfixiados, cuando sus acompañantes (quienes son testigos del duelo) deciden pararles a los dos. Este empate deja las cosas en un pequeño triunfo para cada uno tras tres duelos. D'Hubbert será ascendido a capitán y, mientras estén en el ejército, no podrán batirse en duelo si tienen diferente graduación.
Lübeck, 1806. Mira por donde a Feraud le han ascendido a capitán y ahí vuelven a coincidir. D'Hubert será ascendido en pocos días a Mayor, con lo cuál quiere mantenerse a cierta distancia para evitar el duelo. Sin embargo es descubierto y, por su honor y orgullo, no le quedará otra que aceptar el duelo. ¿Será el definitivo? Quienes negocian el duelo (curiosa forma de llevar a cabo un duelo personal; Se podría considerar los representantes o agentes de los duelistas) deciden que, por honrar a la caballería, esta vez será a caballo. D'Hubert deja herido en la frente a Feraud. 2-1 para su casillero. Y marcha, enrabietado porque al igual que pasara cinco años atrás (pero al revés) la herida provocaba no poder seguir el combate.
Feraud sería enviado a España mientras D'Hubert continuaba por Europa. Coincidirán en Rusia, en 1812, bajo un infierno helado que provoca muertes por congelación. Ahí el personaje interpretado por Keitel pedirá voluntarios para ir en busca de los cosacos (o de comida, o de qué se yo), sólo se presentará voluntario D'Hubert. Juntos harán frente al enemigo, a punta de pistola, momento en el que (cierta ironía) Keith Carradine le dice a Keitel que "el siguiente duelo, a pistola". No pelearán en el frío invierno ruso, pero demostrarán cierta camaradería a pesar de sus disputas.
En Tours, 1814, Napoleón es enviado a Elba. Pero el ejército está dividido y el Rey quiere soldados fieles. En ese convulso tiempo, D'Hubert ha sido ascendido a General y contraerá matrimonio con Adelle. Se la presentan porque está mal visto que, como General, viva en casa de su hermana, sin embargo se enamorará de la joven. Feraud, ascendido a General también, buscará las cosquillas a D'Hubert lanzando falacias (casi todas mentiras) para que este estalle y le rete. Napoleón volverá de Elba y en apenas 100 días ya habrá perdido (Waterloo), volviendo la monarquía a gobernar Francia.
París, 1816. Feraud ha sido arrestado por ser favorable al Emperador Napoleón. D'Hubert decide entonces ir a pedir que liberen a Feraud (siempre, desde el anonimato). Teniendo por fin a su archienemigo apresado decide salvarle simplemente porque cree que así debe de ser, o porque su relación de duelos no ha llegado a su fin. D'Hubert será enviado a Rennes, dato del que Feraud (ya liberado) se entera, retándole a un último duelo.
Recordemos que el marcador era 2-1 para D'Hubert, pero este duelo vale doble (así le damos emoción). Quien venza, ganará en "Los duelistas". Los "agentes" de Feraud deciden que sea a pistola (se había olvidado D'Hubert de que así debía ser), pero el día del duelo este último decide que sí, a pistola pero poniendo él las normas. En un bosque con un castillo en ruinas cerca, se buscarán el uno al otro con dos pistolas, con una bala en cada pistola. Dos oportunidades para cada uno.
La Escena
Debido a que la mejor escena de la película es esta última, esta vez para no repetirme coloco el final de la Sinopsis y la Mejor Escena del film en la misma categoría.
Tras esconderse por el bosque, e ir viendo (el espectador) como no se van cruzando, en algunos momentos incluso viendo al fondo de la pantalla al rival, los dos llegarán a las murallas del castillo. Un precioso plano nos muestra como los dos tienen miedo a saber donde está el otro. Esa angustia se nos muestra en ese plano donde cada uno está en un lateral de la pared y si uno asoma el morro... (Bang!!)
Feraud verá primero a D'Hubert, dispara... y contempla, desde abajo (estaban a diferentes alturas) que el pie de su rival tiembla... deja de temblar. En ese momento y tras dudar, Feraud se asoma, D'Hubert le disparará y él hará lo propio. Pero los dos han fallado. Y ahí están, uno tumbado en el suelo y con una pistola disponible. El otro, sin balas, de pie... aún así intenta disparar de nuevo, pero no tiene balas. Resignado tira la pistola y le pide, por favor, que dispare ya, asumiendo su final.
Vemos como D'Hubert marcha, sin decir nada. Los testigos preguntan si "está muerto", pero tampoco dice nada. Marcha a casa a juntarse con su amada. Una voz en off nos trae la frase que D'Hubert le había dicho instantes antes a Feraud, para él "ústed está muerto. Haga el favor de comportarse como un muerto". Feraud deambulará solitario, resignado, sabiéndose perdedor... pero habiendo sido perdonada su vida. Deberá vagar sabiendo que no volverá a batirse en duelo con D'Hubert nunca más... porque está muerto... en vida.
Crítica
Con una historia sencilla de base pero rebuscada en las formas, Ridley Scott puso su primera piedra en su carrera cinematográfica con esta notable obra sobre guerras napoleónicas. Se aleja del run run de cualquier conflicto bélico. Nos muestra los duelos de dos personajes a lo largo de 16 años de sus vidas. Centrada en la vida de D'Hubert (Keith Carradine), y con un Harvey Keitel al que le vemos siempre retando y metiendo zizaña, nos labran una historia entretenidísima para pasar un rato agradable.
Ayuda que la duración de la cinta no sea excesiva. Apenas 100 minutos, algo para poder ver en una tarde en el sofá tranquilamente. Puro cine de aventuras diferente al que estamos habituados. Aquí luchan prácticamente por placer, porque su modus operandi en la vida no es otro que ser caballeros. Se esperan durante años para poder poner fin a la historia, pero sabiendo que están enganchados, en cierta manera, el uno al otro. Simplemente cuando uno ya ha rehecho su vida, decide que ya es hora de zanjar de una vez por todas esa interminable relación.
Con pulso firme se ven las maneras de Scott en un género que no ha tocado en excesivas ocasiones pero al que se podría decir que volvió (el de los duelos a espada) en "Gladiator", una de sus obras más reconocidas y la única que obtuvo el Oscar a la Mejor Película. "Los duelistas" desprende adrenalina en todos ya cada uno de sus duelos, donde nos vamos sorprendiendo de como se van desencadenando uno tras otro y como van acabando.
Heridas que parecen más graves de lo que serán pero que marcarán de por vida a los protagonistas. Pero, sobretodo, una tensión in crescendo. Cada duelo parece más feroz y peligroso que el anterior.. De las primeras trifulcas se pasa a ese duelo donde acaban ambos como el rosario de la aurora, para posteriormente sobrevivir juntos al frío invierno ruso, a un duelo a caballo y ese final, con un duelo fascinante.
El único pero de la película es que el centrarse en estos duelos hace que el paso del tiempo parezca tan fuerte que no vemos crecer tanto a los personajes. Se centra en sus disputas y en poco más (algún que otro momento de D'Hubert para contextualizar). Y eso convierte el ritmo de la película un tanto lento cuando ambos protagonistas no comparten pantalla. Porque, en definitiva, es en esos momentos de los duelos (o en Rusia) donde la película coge impulso, en esos ratos donde los dos pelean a muerte.
El resto de tiempo uno acaba con la sensación de que no aportan mucho a esos duelos deportivos que van teniendo lugar de tanto en cuanto. Scott, no obstante, firma una obra más que interesante y que debería ser considerada claramente de las mejores de su irregular filmografía.
Nota: 7
Lo Mejor: Ese duelo final a pistola y jugando al escondite
Lo Peor: Cuando no coinciden en pantalla, el film decae en interés.
El film obtuvo el premio a la Mejor Dirección Novel en el festival de Cannes de 1977, iniciando así una prometedora carrera del joven Ridley Scott, que en pocos años cambiaría de registro para llegar al Top del cine de Ciencia Ficción gracias a dos de sus obras más reconocidas: "Alien" y "Blade Runner". Destacar que está basada en una novela de Joseph Conrad, autor de "El corazón de las tinieblas", que serviría para la realización de "Apocalypse now", estrenada dos años después de la obra de Scott.
Sinopsis
La película nos mostrará los diferentes duelos que tuvieron lugar entre dos oficiales del ejército francés a lo largo de los años de gloria (y decadencia) del ejército napoleónico. Comienza en Estrasburgo, 1880, donde Feraud (Harvey Keitel), amante de los duelos vencerá el duelo matinal clavando su sable al sobrino de un Mayor importante (dato que él desconocía). El marrón de ir a buscarle y obligarle a permanecer bajo arresto le corresponderá a D'Hubbert (Keith Carradine), que tras buscarle por diferentes sitios acabará en casa de una aburguesada mujer para informar a Feraud. Éste último se lo tomará como ofensa y lo pagará con D'Hubert, que únicamente era el mensajero.
Retándole repetidas veces a un duelo, D'Hubert, cansado, acabará aceptando. Ese primer duelo se saldrá con victoria de este último, pero delante de la ¿mujer? de Feraud que, enrabietada, evitará que la cosa vaya a mayores saltando sobre el rival de su amado. Arañazos en la cara, reprimenda del oficial al mando y mala cara de otros superiores, llevarán a D'Hubert a estar bajo arresto. Pero no olvida, ni perdona. Mucho menos un Feraud que, sin saber por qué, decide tomarla con el otro iniciando así una serie de duelos.
En Ausburgo, en 1881, vemos como Feraud aún no tiene el brazo 100% recuperado de la herida que le propino su rival en el duelo del año anterior. Sin embargo, se entera de que por ahí estaba su desde entonces archienemigo y decide retarle. Este segundo duelo, también a espada, acabará con victoria fácil de Feraud, que marcha enfadado debido a que la herida propinada no ha significado la muerte, pero sí la indisposición para seguir combatiendo, de su enemigo.
Llegaremos así enseguida a un tercer duelo donde los dos acaban ensangrentados por todos los costados, combatiendo casi a puñetazos, asfixiados, cuando sus acompañantes (quienes son testigos del duelo) deciden pararles a los dos. Este empate deja las cosas en un pequeño triunfo para cada uno tras tres duelos. D'Hubbert será ascendido a capitán y, mientras estén en el ejército, no podrán batirse en duelo si tienen diferente graduación.
Lübeck, 1806. Mira por donde a Feraud le han ascendido a capitán y ahí vuelven a coincidir. D'Hubert será ascendido en pocos días a Mayor, con lo cuál quiere mantenerse a cierta distancia para evitar el duelo. Sin embargo es descubierto y, por su honor y orgullo, no le quedará otra que aceptar el duelo. ¿Será el definitivo? Quienes negocian el duelo (curiosa forma de llevar a cabo un duelo personal; Se podría considerar los representantes o agentes de los duelistas) deciden que, por honrar a la caballería, esta vez será a caballo. D'Hubert deja herido en la frente a Feraud. 2-1 para su casillero. Y marcha, enrabietado porque al igual que pasara cinco años atrás (pero al revés) la herida provocaba no poder seguir el combate.
Feraud sería enviado a España mientras D'Hubert continuaba por Europa. Coincidirán en Rusia, en 1812, bajo un infierno helado que provoca muertes por congelación. Ahí el personaje interpretado por Keitel pedirá voluntarios para ir en busca de los cosacos (o de comida, o de qué se yo), sólo se presentará voluntario D'Hubert. Juntos harán frente al enemigo, a punta de pistola, momento en el que (cierta ironía) Keith Carradine le dice a Keitel que "el siguiente duelo, a pistola". No pelearán en el frío invierno ruso, pero demostrarán cierta camaradería a pesar de sus disputas.
En Tours, 1814, Napoleón es enviado a Elba. Pero el ejército está dividido y el Rey quiere soldados fieles. En ese convulso tiempo, D'Hubert ha sido ascendido a General y contraerá matrimonio con Adelle. Se la presentan porque está mal visto que, como General, viva en casa de su hermana, sin embargo se enamorará de la joven. Feraud, ascendido a General también, buscará las cosquillas a D'Hubert lanzando falacias (casi todas mentiras) para que este estalle y le rete. Napoleón volverá de Elba y en apenas 100 días ya habrá perdido (Waterloo), volviendo la monarquía a gobernar Francia.
París, 1816. Feraud ha sido arrestado por ser favorable al Emperador Napoleón. D'Hubert decide entonces ir a pedir que liberen a Feraud (siempre, desde el anonimato). Teniendo por fin a su archienemigo apresado decide salvarle simplemente porque cree que así debe de ser, o porque su relación de duelos no ha llegado a su fin. D'Hubert será enviado a Rennes, dato del que Feraud (ya liberado) se entera, retándole a un último duelo.
Recordemos que el marcador era 2-1 para D'Hubert, pero este duelo vale doble (así le damos emoción). Quien venza, ganará en "Los duelistas". Los "agentes" de Feraud deciden que sea a pistola (se había olvidado D'Hubert de que así debía ser), pero el día del duelo este último decide que sí, a pistola pero poniendo él las normas. En un bosque con un castillo en ruinas cerca, se buscarán el uno al otro con dos pistolas, con una bala en cada pistola. Dos oportunidades para cada uno.
La Escena
Debido a que la mejor escena de la película es esta última, esta vez para no repetirme coloco el final de la Sinopsis y la Mejor Escena del film en la misma categoría.
Tras esconderse por el bosque, e ir viendo (el espectador) como no se van cruzando, en algunos momentos incluso viendo al fondo de la pantalla al rival, los dos llegarán a las murallas del castillo. Un precioso plano nos muestra como los dos tienen miedo a saber donde está el otro. Esa angustia se nos muestra en ese plano donde cada uno está en un lateral de la pared y si uno asoma el morro... (Bang!!)
Feraud verá primero a D'Hubert, dispara... y contempla, desde abajo (estaban a diferentes alturas) que el pie de su rival tiembla... deja de temblar. En ese momento y tras dudar, Feraud se asoma, D'Hubert le disparará y él hará lo propio. Pero los dos han fallado. Y ahí están, uno tumbado en el suelo y con una pistola disponible. El otro, sin balas, de pie... aún así intenta disparar de nuevo, pero no tiene balas. Resignado tira la pistola y le pide, por favor, que dispare ya, asumiendo su final.
Vemos como D'Hubert marcha, sin decir nada. Los testigos preguntan si "está muerto", pero tampoco dice nada. Marcha a casa a juntarse con su amada. Una voz en off nos trae la frase que D'Hubert le había dicho instantes antes a Feraud, para él "ústed está muerto. Haga el favor de comportarse como un muerto". Feraud deambulará solitario, resignado, sabiéndose perdedor... pero habiendo sido perdonada su vida. Deberá vagar sabiendo que no volverá a batirse en duelo con D'Hubert nunca más... porque está muerto... en vida.
Crítica
Con una historia sencilla de base pero rebuscada en las formas, Ridley Scott puso su primera piedra en su carrera cinematográfica con esta notable obra sobre guerras napoleónicas. Se aleja del run run de cualquier conflicto bélico. Nos muestra los duelos de dos personajes a lo largo de 16 años de sus vidas. Centrada en la vida de D'Hubert (Keith Carradine), y con un Harvey Keitel al que le vemos siempre retando y metiendo zizaña, nos labran una historia entretenidísima para pasar un rato agradable.
Ayuda que la duración de la cinta no sea excesiva. Apenas 100 minutos, algo para poder ver en una tarde en el sofá tranquilamente. Puro cine de aventuras diferente al que estamos habituados. Aquí luchan prácticamente por placer, porque su modus operandi en la vida no es otro que ser caballeros. Se esperan durante años para poder poner fin a la historia, pero sabiendo que están enganchados, en cierta manera, el uno al otro. Simplemente cuando uno ya ha rehecho su vida, decide que ya es hora de zanjar de una vez por todas esa interminable relación.
Con pulso firme se ven las maneras de Scott en un género que no ha tocado en excesivas ocasiones pero al que se podría decir que volvió (el de los duelos a espada) en "Gladiator", una de sus obras más reconocidas y la única que obtuvo el Oscar a la Mejor Película. "Los duelistas" desprende adrenalina en todos ya cada uno de sus duelos, donde nos vamos sorprendiendo de como se van desencadenando uno tras otro y como van acabando.
Heridas que parecen más graves de lo que serán pero que marcarán de por vida a los protagonistas. Pero, sobretodo, una tensión in crescendo. Cada duelo parece más feroz y peligroso que el anterior.. De las primeras trifulcas se pasa a ese duelo donde acaban ambos como el rosario de la aurora, para posteriormente sobrevivir juntos al frío invierno ruso, a un duelo a caballo y ese final, con un duelo fascinante.
El único pero de la película es que el centrarse en estos duelos hace que el paso del tiempo parezca tan fuerte que no vemos crecer tanto a los personajes. Se centra en sus disputas y en poco más (algún que otro momento de D'Hubert para contextualizar). Y eso convierte el ritmo de la película un tanto lento cuando ambos protagonistas no comparten pantalla. Porque, en definitiva, es en esos momentos de los duelos (o en Rusia) donde la película coge impulso, en esos ratos donde los dos pelean a muerte.
El resto de tiempo uno acaba con la sensación de que no aportan mucho a esos duelos deportivos que van teniendo lugar de tanto en cuanto. Scott, no obstante, firma una obra más que interesante y que debería ser considerada claramente de las mejores de su irregular filmografía.
Nota: 7
Lo Mejor: Ese duelo final a pistola y jugando al escondite
Lo Peor: Cuando no coinciden en pantalla, el film decae en interés.
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